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Comunismo chino: 100 años de revolución continua

Fuentes: Rebelión

En nuestros estudios referidos al proceso revolucionario en China junto a nuestras experiencias durante los largos años de vivencias en ese inmenso país llegamos a una reflexiva opinión por demás polémica cuando la hemos expuestos a conocedores de la sinología.

Nos consideramos la importancia que tiene el impacto de la cultura occidental judeo-cristiana en su acompañamiento de la expansión capitalista-imperial europea en sus efectos en “lo sico-social impuesto” en las sociedades asiáticas afectadas por esa expansión como variable necesaria del futuro imperialismo.

Es, en ese orden, cuando nos referimos en su significado global capitalista a la importancia “del encuentro” del imperialismo europeo en su proceso expansivo en el continente asiático en particular en China por consecuencia al desbalance en el intercambio comercial entre Gran Bretaña y China; ese encuentro produciría, por parte del imperio británico, la doble necesidad de la exportación del commodity opio desde la India al mercado chino con su lógica consecuencia expansiva de “invasión y derrota” de las tropas imperiales chinas con la correspondiente firma del primer tratado desigual titulado “Tratado de Nanking” cual “abriría las puertas” a la invasión de diferentes imperios con dos precisas finalidades; la primera, el control del mercado del opio, en primera instancia, siendo la segunda finalidad el control de “conjuntos (nichos) territoriales” que, en su abstracción política, se denominarían como “territorios semicoloniales” transformados en pequeños estados estructurados con los correspondientes poderes de cualquier estado europeo. (El concepto “semicolonia” sería discutido por Lenin y M.N.Roy en la Internacional Comunista).

En la dinámica significada en la praxis de “esa presencia británica obligada e impuesta” al poder imperial chino conllevaba en su seno “lo ideológico judeo-cristiano” como obligante necesidad ideológico-occidental con la imperativa obligatoriedad tanto de imponer el “pensamiento occidental” (sí se nos permite en esta temporalidad histórica ese concepto para la mejor comprensión posible de nuestra demostración) como transformar, por objetiva realidad antropológica de China, la “mentalidad histórica” de lo significado del Poder histórico chino como por la imperativa inducción de dicho pensamiento occidental en la “alienación” adscrita a lo conceptual judeo-cristiano en la búsqueda de alcanzar el “pensamiento único occidental» en los territorios conquistados y ocupados; es decir, la necesaria imposición eurocéntrica en una sociedad milenaria sin considerar lo significado real y objetivo de esa antropología filosófica milenaria referida a los pensamientos de Gong Fuxi y otros pensadores sociales tanto como por aquellas realidades reales cuando consideramos la “peculiar no-existencia” de una religión propiamente china sino de aquella importada desde la India, es decir, el budismo; ello no significa que otras religiones extranjeras no estuvieran presentes en tiempos pretéritos como el nestorianismo en su presencia y auge durante la dinastía Tang. (Nos referimos como lo auténtico chino religioso al taoísmo como modelo proto-religioso y al confucionismo como modelo de comportamiento social obligante).

Es interesante conocer como pensamientos filosóficos occidentales fueron de estudios necesarios en sectores de la intelectualidad de los mandarines, en primera instancia, para, posteriormente, ser motivo de serias reflexiones en las academias universitarias como en los liderazgos provinciales como, por ejemplo, Mao Zedong. En ese orden del discurso, el pensador chino se tropezaba constantemente con la angustia de tratar de “aplicar la norma filosófica occidental” al pensamiento antropológico histórico de la realidad china tropezando con lo que se podría considerar como el “inconsciente colectivo histórico” de 5000 años de Historia. Unos ejemplos, a título de referencia, serían Sun Yatsen, Mao Zedong, Chüi Chupai, Wang Min, Zhen Chaolin, Wang Fanhsi, Zhou Enlai como el propio Deng Xiaoping.

El desarrollo del pensamiento comunista en China contiene varias etapas desde el contenido del primer documento aprobado en el Primer Congreso Fundacional hasta lo fundamental del pensamiento-concepto de “socialismo con característica chinas”.

En ese mismo orden, ese proceso del pensamiento comunista chino va de la mano del propio proceso histórico por donde transitaba la Revolución China. Es decir, cuando la intelectualidad mandarín se contrastó con el significado real de las presencias imperiales extranjeras en China, con su significado, la obligante alienación del pensamiento chino al pensamiento occidental y la paulatina pérdida del Poder, con mayúscula, hacia la adscripción semicolonial de aquellos poderes imperiales sostenidos por Tratados Desiguales, comenzaron a buscar confrontar aquel pensamiento ideológico judeo-cristiano con su adaptación simbiótica con el propio pensamiento histórico-chino sosteniendo sus argumentos en la necesidad de la transformación del Estado chino imperial al “Estado al estilo occidental” lo que concluyó en el derrocamiento de la dinastía manchú y la fundación de la Primera República al estilo occidental pero en su praxis, chucuta. Es decir, ni occidente entendía el pensamiento tradicional chino ni la intelectualidad china comprendía en toda su intensidad la filosofía greco-romana. Como en alguna ocasión nos comentara el Embajador don Régulo Burelli Rivas posterior a una conversación con el experto chino del pensamiento hegeliano cuando nos afirmó cierta incomprensión final de dicho pensamiento europeo. (En lo religioso ha sido lo fundamental la incomprensión del significado de la transcendencia contenida en la religiosidad judeo-cristiana para el pensamiento proto-religioso chino excepto en sectores sociales adscritos al pensamiento religioso occidental).

En lo histórico el pensamiento comunista chino tiene dos etapas muy precisas. La primera es aquella que se desarrolló desde julio de 1921 hasta octubre de 1949, es decir, en la praxis del proceso revolucionario de guerra en la búsqueda de alcanzar la conquista del Poder de la nación y el Estado chino. La segunda etapa tan dramática como la primera se corresponde con el ejercicio del gobierno que comenzaría en el balcón del Palacio Imperial aquel 1° de octubre hasta, nos consideramos, aquel congreso del Partido Comunista Chino cuando se aprobara la tesis de Deng Xiaoping de “reforma y apertura”.

En ese orden de ideas en lo referente a la política de “reforma y apertura” el Poder occidental como sectores académicos y políticos occidentales aún no han comprendido tanto su significado conceptual como el desarrollo de la aplicación paulatina de dicho concepto en el desarrollo y transformación del Estado chino post-Mao. Su impacto se ha venido midiendo en opiniones que van desde la admiración por las transformaciones como por la vehemente crítica de sectores adscritos al “marxismo rígido”. Es decir, ni el capitalismo occidental ni la academia de las izquierdas rígidas han comprendido en sus profundidades los significados referentes al desarrollo de las fuerzas productivas como las relaciones sociales de producción en lo señalado en el concepto “estructura” como tampoco han percibido el procedo de la paulatina transformación de la “superestructura” cuando se conjuga con la dialéctica del desarrollo de la “estructura económica”. Es decir, en términos de geopolítica, el Poder norteamericano cuando ha comenzado a ser afectado por ese desarrollo de la “estructura económica” ha comenzado a comprender, tardíamente, su propia incapacidad de tratar de alcanzar y manipular la economía china en su favor con sus importantes consecuencias geoestratégicas militares “aguas abajo”. En cuando al dogmatismo radical probablemente por “poco conocimiento” no han comprendido el impacto que ha significado las “zonas económicas especiales” en el desarrollo de la economía china y su impacto en el desarrollo del Estado chino en el escenario internacional en los tiempos en curso de confrontación ante las debilidades del Estado de los Estados Unidos de Norteamérica conjuntamente con “sus socios y aliados”.

Unidad, lucha, batalla, victoria.