Archana Prasad es profesora del Centro de Estudios Laborales y del Sector Informal de la Universidad Jawaharlal Nehru y también forma parte de la All India Democratic Women’s Association, fundada en 1981 por mujeres líderes que formaban parte de organizaciones comunistas. La AIDWA, una de las mayores organizaciones de mujeres del país, con unos 10 millones de miembros, se ocupa de cuestiones relacionadas con la violencia, la agricultura y todo lo que concierne a la vida de las mujeres. Y, en conexión con las estrategias históricas de las mujeres en las organizaciones de izquierda y los partidos comunistas, también actúa para presionar a los movimientos de masas, para fortalecer la lucha contra el capitalismo patriarcal y para hacer frente a la reconfiguración del patriarcado en las estructuras sociales de los contextos en los que están insertas.
Desde noviembre de 2020, los campesinos de la India protestan en Nueva Delhi contra tres leyes anticampesinas y proempresariales aprobadas por el derechista Partido Bharatiya Janata (BJP), representado en el gobierno por el primer ministro Narendra Modi. La forma antidemocrática en que estas leyes fueron aprobadas en el parlamento y el efecto que pueden tener en la vida de los agricultores están llevando a la gente a un movimiento histórico en defensa de su derecho a la tierra, al trabajo y a un mercado justo. La última gran manifestación tuvo lugar el Día de la República de la India, el 26 de enero, con decenas de miles de agricultores en tractores, con el respaldo de la solidaridad y el apoyo internacionales (#ShineOnIndiaFarmers). El desfile pacífico estuvo marcado por la brutalidad policial y un manifestante murió en medio de los disturbios. Una semana antes, el 18 de enero, las mujeres acudieron masivamente a las protestas en el Día de la Mujer Agricultora.
En la entrevista con Capire, Archana habló del trabajo de las mujeres y de su participación en las huelgas de agricultores, de la vida antes y después de la pandemia y de las luchas contra el gobierno neoliberal del primer ministro Narendra Modi.
C. El mundo entero está siguiendo las huelgas y movilizaciones de campesinos y agricultores en la India. Especialmente nos ha llamado la atención la gran movilización de las mujeres el día 18. ¿Podría hablarnos brevemente de los avances y desafíos políticos de las luchas campesinas, desde la perspectiva de las mujeres?
A.P. Esta ola de protestas comenzó hace unos tres años con la Larga Marcha, desde el pueblo de Korat, en Maharashtra, hasta Bombay, en la que más de la mitad de la gente que partició eran mujeres. ¿Y por qué las mujeres participan tanto en los movimientos campesinos, incluso cuando el propio movimiento tiende a no tener en cuenta el género? Hay puntos importantes a tener en cuenta. En 2009, en la Comisión Nacional de Mujeres, se formó un comité para construir políticas para las mujeres campesinas. Yo fui una de los miembros de ese comité. En esa ocasión definimos a la mujer agricultora como alguien que hace trabajo remunerado y no remunerado, en el campo y fuera del campo. Su trabajo está relacionado con la reproducción social, pero también con la producción de productos básicos en la agricultura. En realidad, está relacionado con todos los sectores, ya sea la agricultura, la ganadería, la pesca o el trabajo en los bosques.
La mayoría de los agricultores de la India son pequeños agricultores marginales con menos de una hectárea de tierra. El 70% de ellos posee 0,5 ha. de tierra. En muchos casos el hombre se dedica a trabajos de temporada. Incluso antes del neoliberalismo, los hombres de la familia emigraban para trabajar fuera durante tres o cinco meses al año, mientras que las mujeres se quedaban en los pueblos manteniendo la granja. Por lo tanto, la definición del trabajo doméstico femenino puede ser que la mujer se ocupe no sólo del trabajo doméstico, sino también del trabajo agrícola durante largos períodos del año. Pero las mujeres no tienen derecho a la tierra, no son vistas como agricultoras, son vistas como trabajadoras agrícolas pagadas o como alguien que vive en la granja y hace el trabajo agrícola como parte de sus obligaciones familiares no remuneradas. De ahí que no se reconozca a las mujeres como agricultoras, ya que no tienen derechos sobre la tierra; por eso uno de los lemas del movimiento ha sido «Yo también soy agricultora».
La lucha de las mujeres por la tierra ha sido muy importante a lo largo de los años y una de nuestras reivindicaciones más antiguas es que la tierra se registre a nombre del marido y de la mujer. Debería haber títulos conjuntos de la tierra. Porque, como feministas, sabemos que la herencia se convierte en uno de los mecanismos de opresión de las mujeres. Además, hay alrededor de 75 millones de familias que viven en pequeñas explotaciones agrícolas y, además de la agricultura, sus ingresos complementarios provienen de la producción de leche realizada en su mayoría por mujeres como trabajo no remunerado. Entre 6 y 10 millones de mujeres se dedican también a la ganadería lechera como trabajo remunerado: los excedentes de ambos productos se venden en los mercados locales. Lo que tenemos recientemente es que las grandes empresas están penetrando en el sector de la ganadería y la lechería y este proceso se intensificará con estas leyes atroces; incluso se intensificará una mayor explotación de las trabajadoras en la pesca y de otros sectores afines. Además, las leyes también destruirán un ya debilitado sistema de distribución pública y amenazarán la seguridad alimentaria.
Todo esto se produce en un contexto en el que el país se enfrenta a una crisis agrícola desde hace tres décadas, después de que el mercado agrícola indio se vinculara al mercado mundial. Más de 400 mil agricultores se han suicidado. E todas estas 400 mil familias las mujeres se han hecho cargo de la familia han tenido que trabajar y cuidar de sus familias; las mujeres han heredado deudas y no tienen derechos sobre la tierra, sin que el gobierno haya tomado ninguna medida ni para la exención de los préstamos ni para la rehabilitación de las viudas de estos agricultores. Con las leyes agrarias, es probable que más mujeres se enfrenten a la misma situación.
Entendemos que estas movilizaciones forman parte de una resistencia más general al gobierno de Modi, y que tiene antecedentes en otras movilizaciones que también han tenido una fuerte presencia y protagonismo de las mujeres. ¿Podría darnos una visión general de estas movilizaciones?
¿Qué representa Modi? Es la tercera generación de reformas del neoliberalismo, pero no es porque Modi esté en el gobierno por lo que protestamos. Protestábamos contra el neoliberalismo incluso cuando no estaba Modi. Las reformas neoliberales de Modi constituyen un cambio político fundamental. Estamos pasando de una forma simple de neoliberalismo a un capitalismo corporativo crónico que está dominando completamente nuestro sistema político y al gobierno actual, cuyas políticas de capitalismo de amiguetes son bien conocidas. Lo segundo es que las mujeres recibían asistencia social hasta principios de los años 90. El Estado tenía una agenda reformista. Quería tener leyes contra la dote; sin duda, a causa de la lucha de las mujeres.
Éramos nosotras las que queríamos los derechos para nosotras mismas. Sabemos que la mayoría de las mujeres, más del 90% de las trabajadoras asalariadas, están en el trabajo informal. Incluso si están trabajando en la manufactura, se trata de un trabajo invisible; por lo tanto, hemos estado pidiendo el reconocimiento de las mujeres como trabajadoras, tanto en el trabajo doméstico remunerado como en el trabajo en la manufactura. Así que el trabajo de las mujeres en el campo y en la ciudad están unidos. Con el neoliberalismo, las medidas de bienestar social también se han visto limitadas.
Apoyamos a las mujeres para que salgan y se organicen, porque ni siquiera tienen el apoyo nutricional, sanitario o educativo que necesitan. En cambio, las instituciones conservadoras de derecha han tomado el control y sus políticas han provocado el aumento de la trata y la violencia. Quieren mantener a las mujeres en el hogar, mientras que los movimientos feministas sacamosd a las mujeres de sus casas para que podamos compartir la experiencia y organizar las luchas entre nosotras. Los conservadores quieren que las mujeres trabajen desde casa. Afirman que la tecnología permite a las mujeres trabajar desde casa por comodidad; pero cuando lo hacen se aíslan más y se enfrentan a una mayor opresión patriarcal. Por eso pensamos que trabajar en un lugar de trabajo puede llegar a ser liberador para las mujeres. Aunque las diferencias salariales entre hombres y mujeres son muy elevadas, tanto en la agricultura como fuera de ella.
Además, el gobierno de Modi está convirtiendo el nacionalismo hindú y las tradiciones en modelos de conducta para los jóvenes, lo cual es una ideología totalmente patriarcal. Lo que asistimos es a una contrarrevolución social. Ha habido un gran aumento de los casos de violación en los últimos meses y los jefes de los partidos de derecha, como Yogi Adityanath y Shivraj Chauhan, dicen que se trata de una especie de conspiración; si alguien intenta investigar estos casos, lo ponen entre rejas. Ha sido un reto realmente grande. En 2013 hubo un gran caso de violación en Nueva Delhi, que creó un gran movimiento. Las organizaciones de mujeres forzaron al gobierno de entonces a crear una comisión para cambiar el marco legal y hacer frente a la creciente violencia contra las mujeres. Antes de eso, el Parlamento promulgó la Ley de Violencia Doméstica en 2005 debido a la presión del movimiento de mujeres. Lo que quiero decir es que todos estos logros están siendo atacados.
¿Qué vínculos existen entre el capitalismo, el nacionalismo hindú y la opresión de las mujeres en la India?
Hemos tenido un capitalismo patriarcal desde principios de la década de 1950, pero éste no estaba alineado con el neoconservadurismo o el fundamentalismo hindú o el fundamentalismo religioso. Todas las religiones y castas tienen su propio patriarcado, pero cuando el capitalismo y el fundamentalismo se unen, tenemos una combinación realmente muy letal. Estos dos son los responsables de la contrarrevolución de la que hablaba. Por eso es importante vincular el laicismo con las cuestiones relativas a los derechos de la mujer. Seguir luchando contra el sistema de castas está vinculado a los derechos de las mujeres. Si eres una mujer de una casta oprimida, entonces estás doblemente oprimida.
Hoy en día se están produciendo cambios en las leyes de ciudadanía. En el plano religioso, esto está cambiando el carácter fundamental de la nación. El 60% de las personas cuyos nombres no figuraban en la lista de ciudadanos eran mujeres porque no tenían papeles o documentos adecuados que pudieran probar la información que daban, como la fecha de nacimiento de sus padres. Algunas de ellas nacieron antes de la partición en Pakistán Oriental. La ciudadanía se basa en pruebas documentales, pero la gente no tiene esos documentos. Por eso las mujeres luchan contra eso. Las mujeres protestan no porque sean anti-Modi en sí, sino por lo que les ofrece el gobierno Modi. Antes, cuando ocurría algo que afectaba a la vida de las mujeres, éstas podían salir a protestar. Hoy, es casi como una dictadura. La base social del gobierno está en las corporaciones y en estas fuerzas neoconservadoras, no en la gente.
Hay dos temas que llaman la atención cuando observamos la situación de las mujeres en India: la violencia y los retos relacionados con el trabajo y la autonomía económica. ¿De qué manera la pandemia ha puesto de relieve o ha profundizado estas cuestiones en la vida cotidiana de las mujeres?
En mayo de 2020, una encuesta de la All India Democratic Women’s Association sobre las trabajadoras domésticas reveló que más del 65% de las mujeres perdieron su empleo porque trabajaban en el sector informal. Como sus maridos también trabajaban en el sector informal, perdieron sus ingresos familiares. Las políticas de «permanecer en casa» y el confinamiento aumentaron el trabajo no remunerado de las mujeres. También provocó un aumento de la violencia doméstica, de la que no tenemos cifras adecuadas porque el Estado se niega a registrar estos datos. Antes de la pandemia, India tenía la tasa de participación laboral de las mujeres más baja de quizá los últimos 40 años, en torno al 17,4%. Entre tres y seis millones de mujeres fueron expulsadas del mercado laboral.
En el movimiento tenemos mucho que decir sobre el trabajo no remunerado y queremos que se reconozca todo el trabajo de las mujeres mediante salarios justos o protección social. Si ocurre esto, será la muerte de la familia patriarcal, ya que las mujeres podrán salir a trabajar con dignidad y también controlar sus propios ingresos. En cambio, a lo que asistimos es el aumento de la violencia doméstica, la violencia de casta y la violencia religiosa contra las mujeres sin acceso a un trabajo remunerado digno. Además, la malnutrición ha aumentado en los últimos dos años, y las más afectadas son las mujeres y los niños. La desnutrición de las mujeres ha subido al 65%.
La pandemia ha provocado una enorme crisis alimentaria. Llevamos seis meses pidiendo comida gratuita para las mujeres y sus familias, y también exigimos que las mujeres y sus familias reciban 15.000 rupias al mes como ayuda por la pérdida de ingresos. Además, estamos exigiendo y agitando la justicia para las mujeres e interviniendo en la espantosa supresión de los matrimonios interconfesionales y el aumento de la violencia; hemos exigido que el gobierno y la policía tomen cartas en estos asuntos. El gobierno está tratando de revertir nuestros logros en nombre de la pandemia, y tenemos que luchar contra esta tendencia.
Has dado muy buena información sobre lo que está pasando con las mujeres en la India y sabemos que ahora mismo todo está relacionado con la pandemia. No hay manera de huir de este tema. En cuanto a las huelgas de los agricultores y las demandas de un mejor enfoque de los problemas profundizados por la pandemia, ¿cuáles son los próximos pasos de las luchas?
Una cosa es cierta: si bien nuestra tarea a largo plazo es construir un movimiento amplio contra el patriarcado y la autoridad patriarcal, también luchamos contra la corporativización de nuestro sistema agrícola y la flexibilidad del mercado laboral que se está introduciendo en nombre de la competitividad. Estas dos medidas tienen que ser combatidas en alianza con el resto de las organizaciones campesinas y obreras. Nuestra lucha por nuestros propios derechos en la agricultura estará supeditada a nuestra lucha contra la corporativización de la agricultura. Ya sabemos que la agricultura corporativa existe, y los contratos de trabajo a menudo conducen al trabajo forzado de las mujeres. Por ejemplo, en el Estado del Primer Ministro Modi [Gujarat], Monsanto se promocionó a través de la Operación Sol y los contratistas obligaron a trabajar a las mujeres de los Estados cercanos. Y esas mujeres trabajaban en condiciones de trabajo forzado y, además, a menudo eran agredidas sexualmente. La violencia contra las mujeres y la opresión de los trabajadores son dos cosas que están totalmente relacionadas. ¡Tenemos que luchar!
En segundo lugar, también creemos que las cuestiones relacionadas con la sexualidad también están vinculadas a estas otras cuestiones. No creemos que la sexualidad sea un tema autónomo. Hay muchas organizaciones que no están de acuerdo con nosotras, pero ciertamente las organizaciones feministas socialistas estarían de acuerdo con nosotros. Para nosotras la lucha principal es facilitar la reproducción social, ya sea a través de la protección social universal o de la socialización de la propia reproducción social mediante la democratización del propio hogar. Por ejemplo, ¿por qué una mujer debe ser la única responsable de la crianza de un hijo? Es una responsabilidad pública. Al fin y al cabo, los niños que crecen son el futuro de la economía, del Estado y de la política. Pero lo que llamamos socialización y redistribución del trabajo de cuidados no puede ocurrir sólo dentro del hogar: la división patriarcal del trabajo también existe en relación con la clase y otras relaciones sociales. Así, la manifestación del patriarcado es diferente para las distintas clases de mujeres.
Creo que la conciencia de clase es muy importante para el movimiento feminista. Y quizás eso es lo que nos distingue de otras organizaciones feministas. Pero, a pesar de estas diferencias, tenemos que encontrar un terreno común con otras organizaciones de mujeres autónomas y de masas para ampliar nuestras luchas. Tenemos que unirnos para dar ese gran empujón porque el poder corporativo está imponiendo sus reglas de juego y tenemos que cambiar eso. Va a ser bastante difícil, pero tenemos que luchar no sólo contra Modi, sino también contra el poder corporativo, que hoy está respaldado por las fuerzas neoconservadoras y fundamentalistas.
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Traducción: viento sur