Si bien los motivos de cómo se originó son todavía muy confusos, lo cierto es que desde el último martes se están librando fuertes enfrentamientos en el sur de Filipinas, entre miembros de la organización wahabita Abu Sayyaf (Padre de la espada) que en 2014 hizo su juramento de lealtad o bayat al Daesh con […]
Si bien los motivos de cómo se originó son todavía muy confusos, lo cierto es que desde el último martes se están librando fuertes enfrentamientos en el sur de Filipinas, entre miembros de la organización wahabita Abu Sayyaf (Padre de la espada) que en 2014 hizo su juramento de lealtad o bayat al Daesh con el Ejército de ese país.
La batalla por el control de la ciudad de Marawi de 200 mil habitantes, en la sureña provincia de Mindanao, la segunda isla más grande del archipiélago filipino, con una población de 22 millones de personas en su mayoría musulmanes, cuna del actual presidente Rodrigo Duterte y con una larga tradiciones de luchas separatistas y masacres.
La versión oficial indica que tras el fracaso de la operación montada por el ejército, para capturar al líder de Abu Sayyaf, Isnilon Totoni Hapilon, que se encontraba en Marawi, recibiendo asistencia médica. Tras estallar los primeros enfrentamientos, se incrementaron cuando llegaron a la ciudad comandos de la organización wahabita del Grupo Maute. Aunque otras versiones indican que fue una operación concertada entre varias organizaciones wahabitas, ejercitándose para tomar la ciudad y establecer las bases para un estado islámico en la región.
Una de las primeras bajas de los ataques iniciados el último martes fue el jefe de policía, de Malabang a setenta kilómetros al sur de Marawi, quién fue tomado prisionero, al volver a su casa, tras lo que fue inmediatamente decapitado.
Decenas de combatientes recorrieron la ciudad de Marawi, armados, en vehículos que lucían las banderas negras del Daesh, para después ocupar un hospital y la casa de gobierno local, además de incendiar varias iglesias (Filipinas es de mayoría católica) incluso la Catedral de Santa María, donde los integristas capturaron a un grupo de unas 15 fieles, entre ellos a un sacerdote y varias religiosas, cuando se preparaban para su tradicional fiesta de María Auxiliadora.
Los fundamentalistas terminaron por incendiar también una escuela y dos prisiones de donde liberaron a más de un centenares de sus seguidores. Francotiradores apostados en diferentes puntos resistieron durante horas el ingreso de tropas del gobierno al casco de la ciudad.
Un número estimado en al menos 500 hombres del Abu Sayyaf, y el conglomerado de organizaciones que encabeza, atacaron finalmente la Brigada 103 estacionada en la Base militar de Campo Lánao. Mientras otra unidad de combatientes se hizo con el control de la Cooperativa Eléctrica Lanao del Sur en la aldea Gadungan, cercana a la ciudad de Marawi.
Entre los grupos que actuaron figura el Maute, con base en la provincia de Lanao del Sur, situada en el este de Mindanao, surgida en 2012 con el nombre de Khilafah Islamiyah Movement (KIM), en 2014 adoptó el nombre EI-Ranao, para declarar su fidelidad a Abu Bakr al-Bagdadí o el Califa Ibrahim. Fundada por los hermanos Abdullah y Omar Maute Romato, la organización saltó a la fama tras la decapitación de un soldado y dos trabajadores en abril de 2016. Los investigadores han acusado al grupo Maute de las bombas que en septiembre pasado asesinaron a 14 personas en la ciudad de Davao, lugar natal del presidente Duterte.
Se estima que prácticamente la mitad de población, cerca de unas 100 mil personas, desoyendo las recomendaciones de las autoridades, de permanecer en sus casas, se lanzaron a las rutas para escapar de los combates, a pesar de que ya estaban siendo bloqueadas por unidades del ejército.
Al tiempo que informado del enfrentamiento, el presidente filipino Rodrigo Duterte suspendió la vista oficial que estaba realizando en Moscú, decreto la ley marcial para la provincia de Mindanao y emprendió la vuelta.
El día 24, contingentes militares de apoyo comenzaron a llegar a Laguindingán, el principal aeropuerto de Mindanao, actuando inicialmente en la recuperación del Hospital Amai Pakpak, donde unos 120 civiles, estaban siendo retenidos y utilizados como escudos por los comandos salafistas. Operación que aparentemente ha sido exitosa.
A primeras horas del día 26 el teniente coronel Jo-ar Herrera, portavoz de la 1ª División de Infantería de las Fuerzas Armadas anunció: «Tenemos la ciudad bajo control y hemos tomado el mando de las principales instalaciones, incluido el hospital», señalando también que los combates entre el Ejército y los extremistas había cesado, aunque restaba por realizar operaciones de rastrillaje y limpieza en algunas zonas de la capital de la provincia de Lanao del Sur, se estima que algunos militantes wahabitas pudieron huir de la ciudad disimulados entre las miles de personas que se lanzaron a las rutas escapando de los combates.
Aunque las autoridades no han habado de bajas y mucho menos civiles, se estima que por la magnitud de los combates podría superar las ciento cincuenta.
En abril una ofensiva de tropas del ejército combinadas con la aviación eliminó cerca de 200 combatientes del grupo Maute y tomaron un su campamento en la selva cerca de la ciudad de Piagapo, en Lanao del Sur, donde se encontró gran cantidad de bombas caseras, granadas, uniformes de combate y pasaportes indonesios y malayos. También tras los recientes combates de Marawi, las autoridades han declarado haber encontrado entre los cadáveres de los terroristas, algunos de esas naciones vecinas.
Si bien la presencia de grupos fundamentalistas en el Sudeste Asiático no es ninguna novedad (Ver Los Primero Lejanos de la Yihad I Y II) se está notando el incremento de sus componentes, lo que para la Ministra de Exteriores australiana Julie Bishop, pueda ser el preámbulo de un Califato en el sur de Filipinas, tras ser expulsado muchos terroristas de Siria e Irak.
El sur de Filipinas es escenario de un viejo conflicto separatista islámico que ha causado en las últimas cuatro décadas entre 100 y 150 mil muertos, además de haber impedido el desarrollo de la región rica en recursos naturales.
Otro frete de problemas político es la existencia en esa provincia en la ciudad de Zamboanga, de la base norteamericana del Comando de Mindanao Occidental (Wesmincom) con un número de componentes desconocido hasta por las autoridades de Manila, que o bien podría ser un próximo objetivo terrorista o que tomaran intervención en la lucha entre los extremistas y el ejército filipino.
El presidente Duterte se ha mostrado renuente a la presencia de bases norteamericana en el país, a pesar de la actividad terrorista.
El hombre de los cinco millones de dólares.
El emir Isnilon Totoni Hapilon, también conocido como Abu Abdullah al-Filipini , es el terrorista más buscado del sudeste asiático. Nacido en 1966, en Bulana, provincia de Basilán, predicador que habla árabe, inglés y su lengua madre talago. Egresó como ingeniero de la Universidad Nacional de Filipina, la más prestigiosa del país.
Hapilon tiene antiguos vínculos con movimientos extremistas filipinos. Se inició en el Frente Moro de Liberación Nacional (FMLN), hasta llegar a ser comandante, más tarde pasó a incorporarse al frente Abu Sayyaf para convertirse en su segundo al mando y jurar lealtad a al-Bagdadí en agosto de 2014.
Hapilon, dirigió el secuestro de Dos Palmas Resort en la provincia de Palawan en 2001, cuándo veinte turistas, 17 filipinos y tres ciudadanos norteamericanos, de los cuales uno Guillermo Sobrero, fue decapitado.
En 2002, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos acusó a Hapilon por el ataque de Dos Palmas tras lo que fue incluido en la lista «Most Wanted Terrorist» del Departamento de Estado, con una recompensa de 5 millones de dólares por información que conduce a su captura.
En agosto de 2014, Hapilon fue identificado en un video junto a dos hombres enmascarados jurando lealtad al Daesh, creado solo ocho meses antes.
Hapilón fue quien estructuró unas diez organizaciones wahabitas que pasaron a identificarse como Dawlatul Islam Wilayatul Mashriq y que en 2016 pasó a formar parte integral del Daesh, con Hapilón como emir de la organización.
El ejército filipino ha diseñado varias operaciones para dar caza a Hapilon y ha estado varias veces cerca de capturarlo e incluso de asesinarlo.
En 2008, las tropas bombardearon un campamento de Abu Sayyaf cerca de la isla de Jolo con artillería y fuego de mortero, que heriría a Hapilon en una mano. También habría sufrido otras heridas en 2013.
En enero último campamentos del Abu Sayyaf, fue atacado por tropas del ejército y la aviación que lanzó bombas de 225, sin haber podido provocar grandes daños.
Aunque el general Rustico Guerrero ex jefe del comando militar occidental, ha negado la presencia del Daesh en Mindanao y que en realidad Abu Sayyaf, y Hapilon están usufructuando la fama mediática de la organización fundada a principios de 2014 en Mosul, por al-Bagdadí.
Sin duda el Sudeste Asiático donde se asienta la comunidad musulmana más grande del mundo en Indonesia con 205 millones de fieles, es para fanáticos como al-Bagdadí una tentadora posibilidad, que quizás pueda fraguarse en un califato tras la fuga de Siria e Irak.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.