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El amigo americano se queda en Kabul

Fuentes: Les blogs du Diplo

Traducido del francés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos

El Acuerdo de Seguridad Bilateral firmado el martes 30 de septiembre en Kabul autoriza a Estados Unidos y a la OTAN a mantener una importante presencia militar en Afganistán. Dos tercios de los aproximadamente 30.000 soldados que continúan en el país se retirarán el próximo 31 de diciembre al acabar la misión de combate de la OTAN, la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad, que ha durado trece años con el éxito que conocemos…

Unos 10.000 estadounidenses permanecerán en Afganistán en 2015 para apoyar y formar a las fuerzas afganas (350.000 soldados y policías). Un pequeño contingente de fuerzas especiales se destinará a operaciones antiterroristas.

Hacía año y medio que se discutía el acuerdo, calificado de «histórico» por Barack Obama. La Loya Jirga, la asamblea de los más altos notables afganos, lo había ratificado en dos sesiones anuales sucesivas, pero no había sido ratificado por el expresidente Hamid Karzai, que al final de su mandato se las daba de defensor de la soberanía afgana: en primer lugar, criticaba vivamente las condiciones en las que se ordenaban los ataques con drones, que dependían de la voluntad de las autoridades estadounidenses y que no dejaban de provocar daños colaterales. En segundo lugar, se negaba a conceder a los soldados extranjeros que permanecieran en el país a partir de otoño de 2015 la inmunidad jurídica exigida por Washington [1].

Marco jurídico

Paralelamente, un Acuerdo sobre el Estatuto de las Fuerzas (SOFA, por sus siglas en inglés) firmado también el martes entre Afganistán y la OTAN regula las condiciones de estacionamiento de las tropas extranjeras a partir de finales de 2014 y proporciona un marco jurídico a la futura cooperación entre la OTAN y el ejército afgano en los ámbitos de formación, asistencia y asesoramiento, en términos de secretario general de la OTAN. Según el acuerdo:

– al menos hasta 2017 la OTAN seguirá contribuyendo a la financiación de las fuerzas de seguridad afganas con un coste anual de 5.100 millones de dólares, 4.000 de los cuales estarán a cargo de los estadounidenses,

– además de los 10.000 estadounidenses, a partir de 2015 podrán permanecer en el país 2.500 militares de la OTAN bajo los colores del la Operación Apoyo Resuelto («Resolute support»),

– las diferentes fuerzas militares extranjeras (sobre todo alemanas, italianas, etc) podrán mantener una decena de bases aéreas en todo el país,

– los drones utilizados para patrullar sobre Pakistán, sobre todo las «zonas tribales» de Waziristan, seguirán despegando de las bases aéreas afganas,

– se garantiza la inmunidad jurídica de los marines y de los demás soldados estadounidenses.

Plan Marshall

«Es el momento de entrar en una nueva era de nuestras relaciones con Estados Unidos», afirmó el nuevo presidente Ashraf Ghani en su toma de posesión el 29 de septiembre. Confirmó así su voluntad de acabar con la degradación de las relaciones con Washington, iniciada por su predecesor Hamid Karzai que, sin embargo, fue instalado en el poder por los estadounidenses en 2002.

Estados Unidos seguirá pagando entre 5.000 y 8.000 millones de dólares al año para la reconstrucción del país, reconocía recientemente el inspector general estadounidenses para la reconstrucción John Sopko, según François d’Alançon, de La Croix.

Según d’Alançon, de aquí a final de año «Estados Unidos habrá gastado 104.000 millones de dólares (unos 82.000 millones de euros) para la reconstrucción de Afganistán, esto es, una cantidad superior a la empleada en el Plan Marshall para la reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial».

Opción cero

Nuestro colega de La Croix recuerda que Ashraf Ghani es un antropólogo formado en el Universidad de Columbia de Nueva York, de 65 años, casado con una libanesa cristiana de confesión greco-ortodoxa y padre de dos hijos. Este ex cuadro del Banco Mundial y ex ministro de Hacienda del primer gobierno de Hamid Karzai ha pasado la mayor parte de su vida en Estados Unidos y tenía nacionalidad estadounidense antes de renunciar a ella en 2009 para poder presentarse como candidato a la presidencia. Así pues, estaba inmerso en el modelo estadounidense.

De todos modos, según Georges Lefeuvre, especialista en Afganistán citado por Le Temps del 2 de octubre de 2014, Ashraf Ghani no tenía más opción que entenderse con Washington: «Sin un acuerdo habría prevalecido la opción cero, que habría implicado la salida de todos los militares extranjeros y el final del apoyo financiero de 4.000 millones de dólares al año concedido a Kabul para pagar a su ejército». Un apoyo del que Afganistán no puede prescindir: casi dos terceras partes de su presupuesto depende de la generosidad de los donantes extranjeros [2].

Privilegios

El modelo del SOFA firmado a beneficio de la OTAN se remonta a 1951, cuando se desplegaron las primeras fuerzas de la Alianza Atlántica bajo esa bandera en Gran Bretaña, Alemania, Italia, España o Francia. Este acuerdo, que regía su estancia según el principio provisional de tropas extranjeras en un país aliado, en unas bases o durante maniobras o ejercicios puntuales, comporta un aspecto jurisdiccional ya que el Estado de origen del soldado o del órgano incriminado goza de un régimen de prioridad de jurisdicción si las infracciones se comenten durante el servicio y conciernen a los bienes de este Estado, a un miembro del contingente de este Estado o a su familia; en los demás casos, tiene prioridad el Estado en el que residen.

Estos acuerdos estipulan la colaboración entre las distintas autoridades concernidas, por ejemplo, llevar a cabo investigaciones, compartir el coste de las indemnizaciones: una vez más, en caso de daños causados en el ejercicio de sus funciones en el marco del tratado de la OTAN cada parte renuncia a cualquier indemnización; de lo contrario, prevalecen las leyes y reglamentos del Estado receptor. El acuerdo establece las circunstancias en las que se puede o se debe usar el uniforme, lo mismo que las armas…

Generalmente se conceden privilegios fiscales y aduaneros a los miembros de la fuerza aliada: la exención del pasaporte y del visado, y de la inspección de los funcionarios de inmigración, la exención de registrarse y de ser controlado como extranjero, la exención de los derechos de aduana, al menos para las importaciones relacionadas con la misión; la posibilidad de elegir el régimen fiscal más favorables del país de origen o del de acogida, etc.. En los acuerdos de defensa y de cooperación militar entre determinados países africanos y Francia se prevén modalidades de este tipo.

Traslado exprés

En 1952 los generales del SHAPE, el comando aliado instalado en la Puerta de la Muette de París, había obtenido el estatus diplomático. Solo las Fuerzas Aéreas Estadounidenses, bajo los colores de la OTAN, disponían en Francia de catorce bases aéreas, nueve bases de mando, siete depósitos aéreos, siete emplazamiento para la Ingeniería Aérea, otros siete para los servicios sanitarios, etc., y de unos 15.000 hombres [3].

La logística había dictado la decisión de establecer en Francia la parte esencial de las unidades de la OTAN: era más fácil abastecer las unidades del ejército estadounidense desplegadas en Alemania Occidental a través de puertos y aeropuertos, y a través de la red de oleoductos y ferrocarriles franceses. Además, parecía más prudente mantener lejos, en Francia, a las unidades responsables de las armas nucleares que acercarlas a «primera línea» (en el momento, Alemania del este, Polonia, etc.).

La decisión del general de Gaulle de abandonar el mando integrado de la organización en 1964 obligó a los estadounidenses a lanzar la Operación «Freloc» (fast relocation, «traslado rápido»), con el traslado exprés de unos 30.000 militares mientras que los 7.000 civiles franceses empleados en las bases de la OTAN se encontraban sin trabajo…

Notas:

[1] La falta de entendimiento con las autoridades de Iraq concerniente a esta misma impunidad llevó a Estados Unidos a evacuar sus tropas antes de lo previsto, lo que dejó un vacío de seguridad a partir de 2011 con consecuencias que llegan hasta hoy.

[2] Lo mismo ocurre con Pakistán, para el que el Congreso aprobó 25.000 millones de dólares de ayuda civil y militar entre 2002 y 2012. El presupuesto aprobado para 2014 era de 2.500 millones de dólares, suficientes para relativizar las protestas en este país contra los daños provocados por los ataques de los drones estadounidenses.

[3] Véase Olivier Pottier, Les bases américaines en France, L’Harmattan, 2003. Y también François Jarraud, Les Américains à Chateauroux, Arthon, 1981.

Philippe Leymarie es colaborador de Le Monde diplomatique. Se ocupó de los temas relativos a África y la defensa en Radio-France internationale (RFI). Junto con Thierry Perret, es autor de 100 Clés de l’Afrique (Hachette littérature, 2006).

Fuente: http://blog.mondediplo.net/2014-10-04-L-ami-americain-reste-a-Kaboul