Casi de manera imperceptible para la gran prensa internacional el Dáesh o Estado Islámico (ISCAP), también llamado Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF), no solo se ha instalado en la República Democrática del Congo, sino que, con ataques constantes, se expande al tiempo que afianza lazos con organizaciones “hermanas” que operan en el resto del continente.
Las ADF, fundadas en 1985 y cuyo origen se verifica como una fuerza insurgente de origen ugandés que intentaba derrocar al gobierno de Kampala a mediados de los noventa, se asentó en las provincias de Kivu del Norte e Ituri, en el este de la República Democrática del Congo (RDC), en medio de la guerra civil que terminó con el derrocamiento de Mobutu Seseko después de 32 años en el poder (1965-1997). Fue uno de los más de 120 grupos armados que operaban el este de la RDC, activados por las dos guerras regionales que se desarrollaron casi de manera continua entre 1996 y 2003, cobrándose millones de vidas.
Las ADF relanzaron sus acciones a partir de 2013 y tomaban posturas cada vez más cercanas al integrismo musulmán, por lo que según datos de la Iglesia Católica de la RDC desde entonces hasta principio de 2021 habrían causado más de seis mil muertes. Tras la detención de su fundador, Jamil Mukulu, en Tanzania en 2015, un católico convertido al islam que se fanatizó tras una estadía en Arabia Saudita, fue sucedido por su lugarteniente, Seka Musa Baluku, un ugandés de cuarenta y tres años que aceleró el proceso de radicalización de la antigua insurgencia.
Las ADF realizaron su baya´t (juramento de lealtad) al emir del Dáesh global, Abu Ibrahim al-Hashimi al-Qurashi, en julio de 2019 y desde entonces se proclaman como Madina en Tauheed Wau Mujahedeen o MTM (La ciudad del monoteísmo y los guerreros santos), incrementando sus operaciones no solo en acciones específicas, sino también su ferocidad habiéndose registrado, según un informe de las Naciones Unidas, durante el año pasado la muerte de 849 civiles. Según fuentes estadounidenses, Baluku habría jurado lealtad al Dáesh cuando a partir de 2017 su organización perdió sus medios de financiación.
En este reverdecer las ADF – MTM lanzaron además una agresiva campaña de reclutamiento en la que apuntan a integrar en sus filas no solo a jóvenes congoleños, sino de toda África Oriental, por lo que en sus videos propagandísticos utilizan lenguas y dialectos como el tanzano kiswahili, el ugandés luganda o el ruandés kinyarwanda, además del árabe y el francés En busca de los cientos de miles de jóvenes discriminados por cuestiones étnicas además de la falta de oportunidades tanto de educación como de trabajo, abandonados por los gobiernos en su gran mayoría de sesgo autoritario y profundamente corruptos.
La actual ofensiva que desarrolla en el sur de la provincia de Ituri, saliendo de las áreas más frecuentes de sus operaciones, el vecino territorio Beni, en la provincia de Kivu del Norte, marca su intención de expandirse.
Desde el pasado 1 de junio el MTM ha realizado 66 ataques en el sur de Ituri. Lo que ha provocado la muerte de al menos 207 personas, además de haber secuestrado otras 171, llegando a principios de septiembre a cerca de 1.200 muertos, además de provocar el desplazamiento de un millón de personas. Los ataques se han realizado tanto contra objetivos civiles como contra las fuerzas de seguridad y las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (FARDC).
Desde 2017, año en que se registran los primeros contactos entre las ADF y el Dáesh, que representó el más bajo en operaciones de las antiguas ADF, las acciones se han incrementado de una manera exponencial al tiempo que las áreas operacionales también han tenido un incremento muy significativo que para algunas fuentes llegaría a un 364%
El aumento de los ataques del MTM o ADF se verifica simplemente teniendo en cuenta que en los primeros ocho meses del año ejecutó 28 masacres de dos dígitos, mientras que a lo largo de todo el año pasado “solo” se registraron 22 matanzas de esa intensidad. La mayoría de las operaciones en Ituri fueron realizadas en Irumu del sur de Ituri y en el trayecto de la Ruta Nacional 4 (RN4) y centrándolas en las cercanías de las ciudades de Boga y Tchabi. La RN4 es una carretera fundamental para la economía de la región, ya que vincula una gran parte del noreste congoleño con Uganda.
Así todo hay que tener en cuenta que, según afirman expertos regionales, la integración de las ADF al Dáesh global no puede ser del todo confirmada, ya que no se ha detectado ningún papel preponderante del Estado Islámico en las operaciones de las ADF en la asistencia financiera, logística, material e incluso con el traspaso de milicianos.
Mientras tanto, a dos años de asumir el cargo, Félix Tshisekedi, el presidente de la RDC, no ha articulado estrategias para la resolución del conflicto armado, negándose a activar mediadas como el programa de desmovilización de combatientes, ofreciéndoles inmunidad, viviendas y trabajo.
Tránsito a la muerte
La Ruta Nacional 4 (RN4) se ha convertido en el epicentro de los ataques integristas. Dado que es una de las principales del área, aprovechando su extensión y que a su vera se asientan innumerable cantidad de pueblos y aldeas, se hace prácticamente imposible para las FARDC, las fuerzas de seguridad y el contingente de la Misión de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO) darle protección, por lo que para los integristas resulta sencillo elegir su blanco, golpear y retirarse prácticamente sin ser detectados.
Por lo que a lo largo de la RN4 se han producido principalmente ataques contra la población civil. Solo a manera de ejemplo podríamos señalar los producidos el pasado mayo en el campamento de desplazados de Rubingo, en proximidades de la ciudad de Boga, donde fueron asesinados 55 civiles. El del 13 de julio, en el que una veintena de cuerpos pertenecientes a vecinos de diferentes aldeas cercanas a la ciudad de Idohu aparecieron sin vida y la mayoría de ellos decapitados. En una emboscada a las afueras de Idohu el pasado 30 de julio fue atacado un convoy de camiones para el abastecimiento de esas poblaciones. El 3 de agosto otras 16 personas fueron encontradas muertas también en proximidades de Idohu. El 3 de este mes milicianos del MTM asaltaron una aldea en la zona de Irumu, a unos 50 kilómetros al norte de Idohu, también próxima a la RN4, matando a 15 personas y secuestrando a dos mujeres. Tres días después en Djugu, otra aldea más hacia el norte. 10 mujeres desplazadas fueron violadas por un grupo armado.
Más allá de estos ataques contra civiles, en su mayoría cristianos, se han detectado miembros del MTM practicando la da’wah (predicación) en poblaciones de mayoría musulmana “invitando” a los aldeanos a retornar a la senda salafista.
Este último sábado 11 las FARDC comunicaban que habían muerto cuatro rebeldes integristas de origen ugandés en Ndimo, una ciudad de Irumu en la provincia de Ituri, donde rige el estado de sitio, para impedir la continuidad de la violencia de los rebeldes. Mientras, se conoció que en el intercambio de disparos dos civiles resultaron muertos alcanzados “por el fuego de los terroristas”.
El Dáesh, cuenta con khatibas que compiten con al-Qaeda, ahora tonificado con el impulso de la victoria de los talibanes en Afganistán, en una guerra continental que se extiende desde Libia a Mozambique, desde Nigeria al norte de Mali y de Níger y Burkina Faso a Egipto y Somalia, donde ambas organizaciones continúan abriendo frentes y profundizando su lucha en una guerra donde por el momento el fuego parece abarcarlo todo.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.