Desde hace siglos, los Dhuka pasan los inviernos inclementes en la taiga de Mongolia junto a sus manadas de renos, pero las restricciones gubernamentales para preservar el ecosistema amenazan el estilo de vida de estos nómadas. Unos 200 de ellos perpetúan en el norte de Mongolia la tradición ancestral de criar renos bajo temperaturas de […]
Desde hace siglos, los Dhuka pasan los inviernos inclementes en la taiga de Mongolia junto a sus manadas de renos, pero las restricciones gubernamentales para preservar el ecosistema amenazan el estilo de vida de estos nómadas.
Unos 200 de ellos perpetúan en el norte de Mongolia la tradición ancestral de criar renos bajo temperaturas de hasta -50 grados centígrados.
El gobierno mongol prohibió las cría de renos en varias zonas de la taiga y en 2011 convirtió en parque nacional los bosques de coníferas de áreas fronterizas con Rusia.
En esa parte es precisamente donde se instalan los Dukha, conocidos también como los Tsaatan, para alimentar a sus renos antes de la llegada del invierno.
«Ya no hay sitio para nosotros en la taiga. La decisión de las autoridades del parque no es muy diferente de una condena a muerte», suspira Sandagiin Ganbat, un Dukha de 57 años y padre de cinco hijos.
La vida de los Dhuka es dura. La taiga sólo cuenta con unas cuantas pistas por las que circulan en caballo o reno. La lucha contra el frío es un problema diario y los lobos, otro.
Algunas de sus carpas están equipadas con paneles solares y teléfonos por satélite. Pero los jóvenes Dukha se sienten tentados por la modernidad y las comodidades de las ciudades, en plena expansión.
Tsendeegiin Ganbat recuerda un invierno en el que no tenía casi nada para comer. «Me sentí preparado para abandonarlo todo, a medida que las temperaturas bajaban y mis hijos se enfermaban», cuenta.
Ahora su hijo de 11 años, Bayandalai, estudia en un colegio de la localidad más cercana y vuelve a casa el fin de semana.
Tsendeegiin Ganbat también tiene una hija que estudia en Ulán Bator, la capital del país en la que prevé quedarse en cuanto se diplome. Sus padres lo entienden.
Caza prohibida
Y es que aparte de la cría de renos, las autoridades restringen la caza en nombre de la protección de la fauna silvestre.
La mayoría de los Dukha no se alimentan de sus renos, de los que sólo consumen la leche. En cambio cazan alces y otros mamíferos. Las restricciones a la caza les obliga a comprar carne de cordero, cabra y cereales a las granjas de las inmediaciones.
El gobierno defiende sus medidas debido a la fragilidad del ecosistema de la taiga.
El parque nacional no permite a las poblaciones nómadas vivir en él por otra razón: para protegerse frente a la explotación aurífera ilegal, desastrosa para el medio ambiente, explica a la AFP Tsedendashiin Tuvshinbat, un responsable del ministerio de Medio Ambiente mongol.
Los nómadas pueden llevar sus manadas fuera del parque, añade. Algunos jóvenes Dukha no están conformes y llevan a los animales a las zonas prohibidas para que pazcan musgo y líquenes.
Otros muchos parecen resignarse. La mayoría de los Dukha viven gracias a las subvenciones del gobierno, que les concede el equivalente a 65 dólares mensuales por adulto, y con los ingresos generados por las visitas de los turistas a sus campos.
«Si no tuviéramos subvenciones, todos los criadores de renos habrían seguramente acabado en la cárcel. Y no habría renos ni jinetes para montarlos», comenta Sandagiin Ganbat.