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Es necesaria una justicia penal universal

El juicio de Milosevich versus el juicio a Pinochet

Fuentes: Rebelión

Estos días casi la totalidad de medio de comunicación se han lanzado a «justificar» la muerte de Milosevich en su celda de detención, se han recordado los crímenes por los que era juzgado, pero cualquiera que dedique unos segundos a reflexionar sobre este suceso llega a la conclusión que es impresionante la campaña de desinformación […]

Estos días casi la totalidad de medio de comunicación se han lanzado a «justificar» la muerte de Milosevich en su celda de detención, se han recordado los crímenes por los que era juzgado, pero cualquiera que dedique unos segundos a reflexionar sobre este suceso llega a la conclusión que es impresionante la campaña de desinformación y propaganda sobre las guerras civiles surgidas por la disolución de la antigua Yugoslavia.
Cualquier estado de derecho prohíbe en su constitución los tribunales de excepción o los formados «ex profeso» para enjuiciar un hecho. El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) es precisamente un tipo de tribunal que no se podría formar en un país medianamente serio, es algo que repugna a cualquier legislación que respete los derechos humanos, ya que la garantía jurisdiccional al juez predeterminado por la ley forma parte de ellos.
La siguiente cuestión sería que los crímenes de guerra y contra la humanidad no deberían quedar impunes y, por tanto, deberían ser juzgados. La respuesta es sencilla, para conocer este tipo de crímenes internacionales se intento instaurar el Tribunal Penal Internacional, a cuyo tratado constituyente no se ha adherido EE.UU. El imperio prefiere crear tribunales «a medida» para enjuiciar sólo los hechos le convienen y a quienes considera sus enemigos.
Sí los crímenes de guerra de la antigua Yugoslavia lo hubiesen conocido el Tribunal Penal Internacional, hubiera tenido un banquillo repleto de caras conocidas, recordemos que la OTAN violó el derecho internacional al no tener el preceptivo mandato del Consejo de Seguridad de la ONU y por atacar objetivos civiles como fueron, por ejemplo, el edificio desde donde emitía la televisión Serbia o la embajada China en Belgrado. Tampoco  la limpieza étnica fue un crimen cometido exclusivamente por tropas serbias, a la situación actual en aquellas tierras nos remitimos.
Pero estos delitos de lesa humanidad nunca podían ser enjuiciados por el TPIY, se lo prohibía su estatuto, era un tribunal teledirigido para conocer sólo una parte de los hechos, en consecuencia, era del todo imposible que se dictara una sentencia justa.
Aunque la prensa intenta intoxicar sobre un posible suicidio de Milosevich, todos los indicios apuntan que ha muerto por una deficiente atención médica, a contrario que a Pinochet, liberado de la acción de la justicia por el gobierno «laborista» del Reino Unido alegándose motivos de salud. Hoy el genocida chileno sigue vivo y sólo ha estado arrestado en su domicilio, lo que nos indica cual falsa es ese ansia de perseguir crímenes contra la humanidad por parte de los dirigentes occidentales.
Si existiera una «auténtica» justicia penal internacional se tendrían que sentar en el banquillo, junto a Slovan Milosevich, los mayores representantes de la socialdemocracia europea: Tony Blair, Felipe Gonzalez, Javier Solana…, así como los últimos presidentes de USA. Todos ellos deben ser ser enjuiciados por crímenes de guerra y contra la humanidad, entre los cuales, los cometidos en la antigua Yugoslavia, sólo son una pequeña parte.