El ministro de Relaciones Exteriores de la República Popular de China, Wang Yi, se ha reunido en París con el titular de Asuntos Exteriores francés, Jean-Nöel Barrot, en el contexto de la cooperación bilateral estratégica entre los dos países, informó el Observatorio de la Política China el 5 de julio; frente al establecimiento de aranceles, afirmó Wang Yi, “la competitividad no se puede mejorar construyendo muros y barreras”.
Al día siguiente, el primer ministro del Consejo de Estado, Li Quiang, intervino en la XVII Cumbre de los BRICS, celebrada en Río de Janeiro; el también miembro del Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista de China (PCCh) afirmó:
“Continúan surgiendo conflictos geopolíticos y fricciones económicas y comerciales, las llamas de la guerra siguen ardiendo en algunas regiones, las normas y el orden internacionales enfrentan serios desafíos, y la autoridad y eficacia de los mecanismos multilaterales se están debilitando”.
(Estados Unidos bombardeó el 22 de junio, por orden del presidente, Donald Trump, instalaciones nucleares en territorio iraní; el 13 de junio, Israel ya había atacado infraestructuras iraníes con el mismo objetivo; frente a las agresiones, el canciller Wang Yi rechazó la opción de la guerra y abogó por la negociación respecto al Programa Nuclear de Irán).
Pero más allá de la información de actualidad, ¿qué relevancia ha tenido y mantiene el ideario marxista en China?; tanto en las relaciones internacionales como en la política interior. El libro de 262 páginas Marx&China. La sinización del marxismo, del investigador y ensayista Xulio Ríos,publicado en mayo por la editorial Akal (en la colección A Fondo), da respuesta a la cuestión.

La obra aborda la relación entre el gigante asiático y Karl Marx, desde la época de la Revolución Comunista -que triunfó en 1949- y Mao Zedong: el dirigente revolucionario que proclamó la República Popular China (RPCh), y fue líder supremo hasta 1976; asimismo durante el mandato de Deng Xiaoping, considerado pragmático y aperturista, a partir de las reformas iniciadas en 1979.
O con el actual presidente Xi Jinping, que el pasado 15 de julio se reunió con el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, para reforzar la cooperación entre los dos países (el encuentro se produjo después que Estados Unidos amenazara con imponer aranceles del 100% a Rusia, si no se alcanzaba un acuerdo para el fin del conflicto en Ucrania).
¿En qué consiste la sinización del marxismo? Se trata de “la adaptación dialéctica del marxismo por parte del PCCh en el proceso de revolución, construcción y reforma a largo plazo (…); la plasmación de un modelo de socialismo propiamente chino no se instrumenta a lo largo de un camino rectilíneo o libre de obstáculos, sino que es un proceso inagotable basado en la experimentación (…)”, escribe Xulio Ríos.
El Partido Comunista de China fue fundado en 1921; además de adaptar los fundamentos del marxismo a la realidad del país, el Partido ha defendido la integración de estos principios con la cultura tradicional.
El autor señala el ejemplo del pensamiento maoísta y la noción de búsqueda de la verdad a partir de los hechos, que tiene un precedente en el libro Historia de la dinastía Han.
Xulio Ríos es fundador del Observatorio de la Política China y asesor de Casa Asia. Además del ensayo publicado en la colección A Fondo (dirigida por Pascual Serrano), ha escrito Bienvenido, Míster Mao (2014); China Moderna (2016); La China de Xi Jinping (2018) y Una historia del PCCh: la metamorfosis del comunismo en China (2021).
La sinización del marxismo, como proceso, puede concretarse en cinco etapas; la primera, “desde la nueva revolución y el periodo de Mao hasta la reforma”; la segunda fase, de reforma y apertura, con focos en el XIII Congreso del PCCh (1987) y la teoría de Den Xiaoping (Líder Supremo desde 1978 hasta noviembre de 1989).
A continuación la presidencia de Jiang Zemin (1993-2003), también secretario general del PCCh desde 1989, con la introducción del principio de la triple representatividad; la cuarta etapa tiene como protagonista a Hu Jintao, cuyo liderazgo político se desplegó en la primera década de 2000 (enunció el Concepto Científico de Desarrollo); y, por último, la época de Xi Jinping, presidente de la RPCh desde 2013.
Xulio Ríos menciona a estudiosos en la materia como Wang Weiguang, Li Shenming, Liu Guoguang, He Xinyuan, Wei Xinghua, Pang Xianxian, Tian Xinming, Liu Shulin, Chen Xianda, Gu Hailiang, Zhang Jingru, Zhang Jingru y Cheng Enfu, quien distingue -en la obra Dialéctica económica de China– entre dos tipos de marxismo: político y académico.
Sobre los inicios, “la Revolución de Octubre (en Rusia) alentó la propagación del marxismo en China. A Li Dazhao se le reconoce la condición de pionero en ese empeño, en el que también participaron figuras como Chen Duxiu, uno de los líderes intelectuales del Movimiento de la Nueva Cultura”, subraya el autor de Marx&China.
Y, en términos generales, concluye: “Los más de 100 millones de militantes comunistas chinos se adscriben a un ideario ecléctico que integra visiones tanto universales como nacionales para fundamentar el rechazo de cualquier invocación de alternativas externas”, por ejemplo las de ideología liberal.
El avance del socialismo con características chinas se pone de manifiesto, entre otros factores, con el incremento de la producción nacional; una tasa media de crecimiento anual del PIB (en el periodo 1978-2023) del 9,4%, recuerda Cheng Enfu en el prólogo.
Pero ello no ha evitado problemas como la desigualdad en la economía de mercado socialista (en la que el Estado marca las reglas) o el impacto ambiental del desarrollo; es el contexto en el que actúa el presidente Xi Jinping, quien se ha centrado, a grandes rasgos, en la modernización para alcanzar el sueño chino; actualmente, entre las grandes firmas tecnológicas a escala mundial, destacan Alibaba (comercio electrónico en Internet) o Tencent (productos y servicios de Internet e Inteligencia Artificial).
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