Una nueva guerra en Europa volvió a tirar los dados de la historia. Rusia abrió fuego contra Ucrania. Pero no es una simple invasión. El guerrero sabio no sacrifica un peón para crear fuegos artificiales, lo hace porque ya ubicó todas sus piezas en las casillas correctas y está listo para ganar. China, junto son su aliado simbiótico, aguarda el momento propicio para inaugurar el Nuevo Sistema Mundo Euroasiático.
“Las cosas y eventos ocurren en la red del cosmos. Cuando tu mente las percibe, estos ocurren delante de tus ojos. Pero el hecho es que los mismos ya han ocurrido antes que lo notaras… Es más un asunto de percepción que de observación”.
Ulema Govinda
Cuando Ucrania fue invadida hace más de siete siglos… otra superpotencia estaba en declive. En el otoño de 1362, a orillas del río Syniukha en el este de Europa, el general Algirdas del Gran Ducado de Lituania estaba por cometer un acto temerario, impensable solo unas décadas antes. Iba a invadir Ucrania y apoderarse del Principado de Kiev.
Kiev en ese momento era un estado cliente del Imperio Mongol, que durante mucho tiempo había sido la superpotencia dominante del mundo conocido por entonces: la Gran Eurasia. Pero Mongolia estaba en evidente declive… como ahora lo está la Superpotencia Indispensable, en los sueños de su expresidente Barack Obama.
Cuando los pájaros de acero se metieron por los balcones de la casa presidencial, removiendo con sus alas el tiempo estancado de un siglo de oprobios, porque el que quien controle el core dominará el mundo, la multitud despertó de su letargo de cinco siglos en la caverna de las ilusiones y olió la brisa de muerto grande y de podrida grandeza.
Hoy, cuando el mundo occidental —vía el Ministerio de la Propaganda— le dice al mundo —sentado al interior de La Caverna de Matrix— que la invasión de Rusia a Ucrania es el renacimiento del imperialismo soviético al mando de un autócrata llamado Vladimir Putin, hay que sacar al planeta de la caverna para que vea lo que realmente está sucediendo.
UN CONFLICTO SISTÉMICO MUNDIAL
“Cuando el sabio señala la Luna, el necio mira el dedo”.
Confucio
La invasión de Ucrania y la impávida postura de Rusia ante la incongruente respuesta de los halcones gallinas de Occidente, NO debe analizarse como una extensión de la Guerra Fría, la locura de un presunto autócrata o el renacimiento de un imperio comunista, como los está vendiendo el Ministerio de las Fake News occidental.
Lo que estamos viviendo hoy en día, va más allá de una invasión militar porque, como ya lo reportan diversos medios de economía y finanzas, ya tiene y tendrá implicaciones globales en la economía global en el abastecimiento de la energía, en la cadena alimenticia mundial, e incrementa insumos para la inflación mundial de precios que ya estaba en marcha y que se puede acelerar hacia una hiperinflación. Esas serán apenas algunas de las escaramuzas del conflicto sistémico mundial que estamos viviendo como puede verlo aquí, aquí y aquí.
Por lo anterior y mucho más, este es uno de esos momentos en la historia de la humanidad que acontece después de un largo proceso de siglos: El cambio de un Sistema-Mundo por otro, como lo predijo hace más de tres décadas el ilustre profesor estadounidense Immanuel Wallerstein.
El Nuevo Sistema Mundo Euroasiático (NSME) en el amanecer de su Primavera Kondratiev y el viejo Sistema Mundo Occidental (SMO) en el ocaso de su invierno como lo había señalado la propia revista The Economist hace más de cuatro años, reafirmando lo que nosotros ya habíamos previsto.
Esta es, entonces, la primera gran batalla entre el NSME —que hizo su Declaración de Independencia el pasado 4 de febrero— y el decadente SMO que rigió el planeta en los últimos 530 años exactamente, tras la Primera Globalización con la Conquista de América en 1492.
Cuando nos referimos al NSME no solo se trata de Rusia, sino de la poderosa simbiosis —forjada hace más de dos décadas— con China, la Fábrica-Mundo y la primera economía capitalista del mundo, que tomará las riendas de los asuntos globales dentro de los territorios geográficos de la Gran Eurasia. Este nuevo sistema tendrá sus propias reglas. No solo estará basado en su poderío militar y nuclear, sino principalmente en la concentración de recursos energéticos y una infraestructura tecno-científica, económica y financiera, sustentada—y esta es la madre de todas las revoluciones— en la supremacía de la IV y —eventualmente V— Revolución Industrial de la Inteligencia Artificial y la Computación Cuántica, donde el core euroasiático ya ha tomado una clara ventaja como lo han admitido incluso los académicos de la prestigiosa universidad de Harvard, en EE.UU.
Tanto la Inteligencia Artificial como la Computación Cuántica serán los nuevos paradigmas que cambiarán el destino de la humanidad, tal como lo hicieron la rueda, la pólvora, la electricidad y las pasadas revoluciones industriales. Atrás quedará el tormentoso Matrix de las Ideologías que solo sirvió para que una élite global divida y conquiste a la humanidad.
Es en este contexto que podemos aseverar lo siguiente: el mundo ha cambiado y ha cambiado por completo. Carece de importancia que el 99.9% del planeta aún no se dé cuenta de este acontecimiento histórico.
UNA PREDICCIÓN DE HACE 4 AÑOS
El 5 de febrero del 2018 los autores de este portal anunciaron “La Guerra en la Muralla Invisible, en la transición hacia un Nuevo Sistema Mundo Capitalista Euroasiático”, publicado en La Tribuna Hispana USA, en la culminación de una serie de tres artículos (los dos previos pueden leerlos aquí y aquí).
No fue una elaboración fortuita, sino una previsión basada en los trabajos de cuatro eminencias, ahora olvidadas en el ostracismo de la historia: John Halford Mackinder, Nikolai Kondratiev, Leroy Fletcher Poutry e Immanuel Wallerstein. Y precisamente por eso nuestro portal lleva el nombre de El Nuevo Sistema Mundo.
¡Cuatro años después! exactamente, horas más, horas menos, el pasado 4 de febrero del 2022, se anunció la “Declaración de la Independencia Euroasiática”, a través de un documento histórico firmado por los presidentes Xi Jingping (China) y Vladimir Putin (Rusia).
Como era de esperarse, el mundo occidental no le prestó ninguna atención al documento. Los voceros de la Gran Cábala que controla el SMO, incluso, lo tomaron como un documento más de una cooperación “insuficiente”, mientras que la ocupación de Rusia a Ucrania comenzó a ser vendida como una guerra criminal.
Una primera comprobación. La acción militar de los rusos no es una acción defensiva. No solo se trata de que el territorio ucraniano sea usado por Estados Unidos y la OTAN para instalar misiles apuntando a Rusia (¿Qué haría EE.UU. si Rusia instala misiles en Cuba o Venezuela?) o laboratorios de armas biológicas.
Por el contrario, es una acción agresiva para evitar que el Core de Eurasia —en una larga guerra que comenzó hace más de un siglo— sea un territorio en que, como lo dice la Declaración de Independencia Chino-Rusa, “la protección de sus intereses fundamentales, la soberanía estatal y la integridad territorial”, es exclusivo de los euroasiáticos, y que tanto Rusia como China “se oponen a la interferencia de fuerzas externas en sus asuntos internos”. Viéndolo desde la misma perspectiva, es la misma posición que Estados Unidos y la Unión Soviética acordaron al final de la II Guerra Mundial, en 1945, cuando dividieron a Europa en dos fracciones, la occidental y la oriental, cada una de las cuales quedó bajo su control —para la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) era un escudo defensivo para que el aparato militar occidental no llegara hasta sus fronteras, lo que eventualmente sucedió a partir de 1991, tras la desaparición de la Unión Soviética, con el avance de la OTAN que siempre fue la rama europea del complejo industrial militar de Estados Unidos.
¿La Declaración Independencia de Eurasia es algo inesperado? De ninguna manera. Las previsiones apuntaban hacia la segunda mitad de la presente década. Pero como escribimos hace dos años, en marzo del 2020, la pandemia del Covid-19 sería “el catalizador de la gran batalla entre el agónico SMO —edificado a sangre y fuego sobre la ficción del Imperio de Papel de Wall Street— y el Nuevo Sistema Mundo Euroasiático”. Estuvimos en la dirección correcta.
HABLA EL VOCERO DE LA GRAN CÁBALA
“Negar un hecho es lo más fácil del mundo. Mucha gente lo hace, pero el hecho sigue siendo un hecho”.
Isaac Asimov
Un mes después, en abril de 2020, Richard Haass, presidente del influyente Consejo de Relaciones Exteriores (CFR – Council on Foreign Relations), escribió que “el mundo que saldrá de la crisis será reconocible. Un liderazgo estadounidense menguante, una cooperación mundial vacilante, la discordia de las grandes potencias: todo esto caracterizaba el entorno internacional antes de la aparición de Covid-19, y la pandemia lo ha acelerado más que nunca. Es probable que sean rasgos aún más prominentes del mundo que sigue”.
Y luego en una entrevista con la BBC Haass agregó: “Mi argumento es que, a pesar de todo esto, no necesariamente va a ser un punto de inflexión en relaciones internacionales, porque muchas de las tendencias” —la decadencia del SMO y la emergencia de un NSME— “ya existían antes de que el virus nos impactara. Entonces lo que creo que va a pasar es que las tendencias que existen van a tomar más velocidad y volverse más pronunciadas y dominantes. Entonces la historia no va a cambiar su curso sino que se va a acelerar”.
Haass también tenía claro el rol de Estados Unidos en este nuevo contexto, validado recientemente por Joe Biden: “Sí, Estados Unidos desde la administración de Obama y mucho más en la de Trump, se ha retirado de su tradicional rol de liderazgo en el mundo. Lo hemos visto en Medio Oriente. También hemos visto cómo se ha retirado de varios acuerdos internacionales, la falta de cercanía con nuestros aliados internacionales y la falta de interés en cómo se gobierna el mundo”.
Entonces, esto no es una prolongación de la Guerra Fría o el regreso del Comunismo Soviético, como muchos “expertos” y el Ministerio de la Propaganda Occidental intentan retratar la movida de Putin en Ucrania. Pensar así significa que fueron verdaderos el Comunismo, el Choque de las Civilizaciones, las Guerras Religiosas en Oriente Medio, El Fin de la Historia, la autonomía del Estado Islámico (una fabricación de la CIA y el MI6), la ingenuidad de las Revoluciones de Colores o la tibieza de la Primavera Árabe. Creer todo eso es como al salir de La Caverna de Platón y ver la luz de la verdad, tomarse la píldora roja y volverse a quedar cómodamente instalado en Matrix.
Y para revalidar lo que dijo Haass —“A confesión de partes, relevo de pruebas”— citaremos lo que dijo el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, poco después de conocerse la invasión rusa: “Rusia y la República Popular China también quieren un orden mundial. Pero este es una orden que es y sería profundamente antiliberal… Es un orden que…” (¡no podía decir otra cosa!) “…es más destructivo que aditivo”.
Pero ¿cómo entender esta Declaración de la Independencia del NSME? Tácito decía que “La verdad se robustece con la investigación y la dilación; la falsedad, con el apresuramiento y la incertidumbre”.
Lo de Ucrania es apenas una pieza dentro de un enorme y complejo rompecabezas. Por esto es importante no solo ver el panorama completo sino también entenderlo desde una perspectiva histórica que se remonta, al menos, a un siglo atrás.
UNA GUERRA CENTENARIA Y SU ORIGEN
“Tendremos un gobierno mundial, nos guste o no. La pregunta es solo si el gobierno mundial se logrará por consentimiento o por conquista”.
James P. Walburg, un banquero internacional ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EE.UU., en 1950.
En 1904, el historiador y geógrafo inglés Sir Halford John Mackinder, escribió para la Royal Geographical Society “El Eje Geográfico de la Historia” y ahí postuló que: Quien controle el Core del continente Euroasiático podrá gobernar la Isla-Mundo. Los nueve doceavos de agua (mares, lagos, ríos) requieren de armadas bien dispuestas en el Pacífico y el Atlántico. Eurasia representa dos doceavos (por eso su importancia incluyendo las materias primas que contiene para su explotación, como el gas, el petróleo y las tierras raras, entre otros), mientras que América toda solo es un doceavo de la masa terrestre.
Siete años después, cuando Mackinder miró el lugar de China en el mundo en 1911 —hacia el fin del gobierno imperial chino y los albores de lo que hoy conocemos como la República Popular China— predijo: “Siempre que este gran pueblo decida aprovechar al máximo… los recursos… la industria, las comunicaciones y la defensa, es inevitable que después de una o dos generaciones China se cuente entre las Grandes Potencias del mundo” —irónicamente, desde 1978, ese fue el lapso tiempo que le tomó a China emprender su renacimiento como un imperio, esta vez capitalista con características china, como dicen ellos, tras la muerte de Mao.
Entonces, desde los albores del Siglo XX, cuando aún estaba en disputa cómo sería el nuevo imperio emergente para ubicarse en el eje del SMO, el objetivo de Occidente fue capturar el control del Core Euroasiático. En este contexto, podemos afirmar, como lo registran los hechos históricos, que la historia mundial en los últimos 120 años fue y será un destino marcado por la teoría de Mackinder. Negarlo será como mirar el dedo que apunta a la luna. Para ello impusieron sus propias reglas: la de su propio Sistema Mundo Occidental.
Immanuel Wallerstein, la figura principal de la teoría de los sistemas mundiales, definió los “sistemas mundiales” en relación con “una zona espacial/temporal que atraviesa muchas unidades políticas y culturales, que representa una zona integrada de actividad e instituciones que obedecen ciertas reglas sistémicas”. Él creía que la economía mundial capitalista está marcada por “una división axial del trabajo” de procesos centrales y periféricos que resultan en un “intercambio desigual” que favorece las zonas centrales. Estas zonas centrales funcionan fuertemente como cuasi-monopolios que explotan las zonas periféricas que se encuentran en una posición débil a pesar de ser más competitivas.
Entonces, así como lo habían hecho otros imperios el Sistema Mundo Occidental forjado desde el Siglo XVI, Estados Unidos, o mejor dicho, la Gran Cábala anglosajona con sus sedes en Nueva York, Washington, D.C., y la City of London, re-escribieron las nuevas reglas del sistema y las impusieron “por consentimiento o por conquista”.
UN GOBIERNO MUNDIAL DESDE 1945
Nos guste o no, ahora vivimos en una nueva era de “Un Mundo”. Esta es la era de las empresas globales, de las comunicaciones y el transporte globales, del suministro global de alimentos y las finanzas y… a la vuelta de la esquina… la acomodación global de los sistemas políticos. En este sentido, no hay mercados domésticos, ni mercados aislados, ni mercados fuera de la red global. Es hora de enfrentar el hecho de que la verdadera soberanía nacional ya no existe. Vivimos en un mundo de grandes negocios, grandes abogados, grandes banqueros, hombres de dinero aún más grandes y grandes políticos. Es el mundo de “El Equipo Secreto”.
En un mundo así, el Equipo Secreto es un poder dominante. No es militar ni policial. Es encubierto, y lo mejor (o lo peor) de ambos. Hace el trabajo ya sea que tenga o no autorización política y dirección, es independiente, es ilegal.
Leroy Fletcher Poutry, en su libro The Secret Team.
Desde que finalizó la II Guerra Mundial en 1945, Estados Unidos ha sido la superpotencia dominante del mundo. En los años 1960’s, estaba en el pináculo de su Verano Kondratiev, su capacidad militar y sofisticación tecnológica eran muy superiores —simbolizado en sus casi mil bases militares alrededor del mundo que tiene hoy en día— además de poseer e imponer el dólar como la Moneda-Mundo con la cual controla el sistema económico y financiero mundial, además de haber creado una variedad de instituciones multinacionales y globales, como las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional y la OTAN que, bajo su tutela, son testimonio de su poder y autoridad global. Y el colapso de la Unión Soviética en 1991 le dio a Estados Unidos una posición preeminente, eliminando a su principal adversario y provocando que los territorios y países del antiguo bloque soviético abrieran sus mercados y recurrieran en muchos casos a seguir las pautas y órdenes del Gran Hegemón, para convertirse en sus vasallos.
Entonces, desde 1991, sin restricciones para imponer su supremacía, el Gran Hegemón volvió a la carga contra el core Euroasiático de Mackinder y comenzó a rodearlo a través de la incursión militar de la OTAN en los países limítrofes con Rusia bajo las reglas de Occidente. Las “reglas basadas en el orden”, aunque escritas e impuestas por Washington: “Nosotros hacemos las reglas y tú las sigues, pero nosotros nos reservamos el derecho de cambiarlas cuando queramos para nuestros propósitos y no el de ustedes”. Noam Chomsky la llamó “La Quinta Libertad”. La potestad del Gran Hegemón de SMO para imponer su voluntad a los estados-vasallos de todo el mundo.
“La presencia de fuerzas estadounidenses en el extranjero es uno de los símbolos más profundos de los compromisos de Estados Unidos con aliados y amigos. A través de nuestra voluntad de usar la fuerza en nuestra propia defensa y en defensa de los demás, Estados Unidos demuestra su determinación de mantener un equilibrio de poder que favorezca la libertad. Para lidiar con la incertidumbre y enfrentar los numerosos desafíos de seguridad que enfrentamos, Estados Unidos requerirá bases y estaciones dentro y más allá de Europa occidental y el noreste de Asia, así como arreglos de acceso temporal para el despliegue a larga distancia de las fuerzas estadounidenses.
“Estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU.”,
17 de septiembre de 2002.
Nunca antes, ni siquiera en el apogeo de los Imperios Romano o Británico, el poder de una nación había disfrutado de un alcance tan vasto. La Moneda-Mundo se convirtió en una de las principales herramientas de dominación, sin adquirir esa moneda a cambio de dar todas sus riquezas, ningún país subdesarrollado o apenas industrializado puede sobrevivir. La posición global de Estados Unidos parecía inexpugnable y, con el cambio de milenio, se acuñaron términos como “hiperpoder” y “unipolaridad” para describir lo que parecía ser una forma de poder nueva y única. Pero nada es eterno y ellos mismo cambiaron las sólidas bases de su imperio por leña apolillada (emisión inorgánica de dólares, exportación de empleos, economía basada en actividades de servicios), que fue marchitando su grandeza.
LA ARROGANCIA Y LA VANIDAD DEL IMPERIO
“La vanidad, mi pecado favorito”.
Al Pacino, en el film “El abogado del diablo”.
La desaparición de la URSS y diez años después el 11-S fueron también el principio del fin, pero no por causa de los rusos o los presuntos terroristas, sino del propio Gran Hegemón. Sí, puede resultar paradójico decirlo, pero, en los asuntos humanos, lo que cambia el rumbo de la historia no son los hechos en sí, sino la energía que los impulsa. Como dice una enseñanza oriental: Miramos las huellas a lo largo del camino, pero rara vez llegamos a comprender la fuerza al interior de los calzados que las marcaron.
“El diablo no es el príncipe de la materia, el diablo es la arrogancia del espíritu, la fe sin sonrisa, la verdad jamás tocada por la duda.”
Umberto Eco
“La victoria es por naturaleza insolente y arrogante.”
Cicerón
“Un simio puede sentirse dueño del mundo, pero seguirá siendo un simio”.
En las ilusiones del Hegemón, cuando la URSS desapareció en 1991 llegó “El Fin de la Historia” y se abrió la dimensión para un Nuevo Siglo sin restricciones. Pero ese momento fue, precisamente, el principio del fin de ellos mismos, porque, en sus ambiciones infinitas, bebieron el vino de la arrogancia y se desbocaron no solo en una aventura militarista —siempre enfocados en los contornos de la contención y conquista de la Gran Eurasia— sino también de la autodestrucción de los pilares económicos y sociales de su nación (desindustrialización y destrucción de su clase media), sin saber a ciencia cierta que, desde el otro lado del mundo, China y Rusia comenzaron a ser conscientes de que también había que aplicar a Mackinder. Pero, he aquí el nuevo eje de la historia, desde sus propios intereses —como dos civilizaciones milenarias que, dentro de su propia historia habían experimentado y aprendido la gloria y los sinsabores de la supina arrogancia.
“Un pequeño saber no se puede comparar con uno grande, ni una corta vida con una larga existencia”.
Chuang Tze.
Cuando Estados Unidos —siguiendo las pautas del Proyecto para el Nuevo Siglo Americano del Siglo XXI— lanzó su invasión y ocupación de Afganistán en el 2001 y posteriormente la de Irak, a principios del 2003, bajo falso pretextos de armas de destrucción masiva que nunca existieron, y en los años posteriores la ocupación, destrucción y bombardeos de siete naciones en el Oriente Medio, el mundo entró en una vorágine convulsiva. Recordemos las vertiginosas alzas del precio del petróleo y la inflación a principios del Siglo XX, luego la Gran Recesión del 2008 que marcaron el empobrecimiento de grandes poblaciones a escala global y la gobernanza de una élite plutocrática simbolizada en el 1% durante las revueltas sociales en el corazón del capitalismo global con la famosa y ahora olvidada “Ocupemos Wall Street”, en el otoño del 2011, que fue socavada en tiempo récord.
No era el Fin de la Historia, era el Comienzo de una Nueva Historia desde las cenizas del viejo imperio.
En ese lapso de tiempo, la economía estadounidense fue re-estructurada a tal escala que de ser una economía súper-industrializada, hasta la década de los 1990’s, se convirtió en una economía de servicios y exportadora de productos básicos, como si fuera un país tercermundista, como lo describió el economista Paul Craig Roberts, en tanto su capacidad productiva fue traslada principalmente a China.
Ese fue tal vez el error monumental que cometió la Gran Cábala en su corta vida (siete décadas).
LA MARATÓN DE LOS CIEN AÑOS / LA OTRA GUERRA ENCUBIERTA
«Yo estuve en medio del mundo y me manifesté a ellos… Los hallé a todos ebrios (y) no encontré a nadie con sed de la verdad… porque son ciegos en su corazón y no se percatan de que han venido al mundo vacíos y se irán del mundo vacíos… pero cuando hayan expulsado su vino, entonces se arrepentirán».
El Evangelio según Tomás
«El general que sabe cuándo atacar,
hace que su enemigo no sepa cuando defenderse».
El Libro de los Cinco Anillos.
«Un hombre verdaderamente sabio,
suele parecer poco ingenioso».
Proverbio chino.
“No importa si el gato es negro o blanco, mientras pueda cazar ratones es un buen gato”.
Deng Xiaoping
Desde hace unas tres décadas, algunos funcionarios e intelectuales de la cúpula comenzaron a darse cuenta de la gran estrategia China de extraer el conocimiento científico y tecnológico del capitalismo estadounidense y de penetrar a las élites estadounidenses al punto de corromperlas para obtener beneficios. El libro de Michael Pillsbury “The Hundred Year Marathon“, revela como los chinos, desde la década de los 1970’s, con la visita de Richard Nixon a Mao Tse Tung, hicieron creer a Washington que una reanudación de las relaciones a todo nivel —desde el político hasta militar, pasando por la transferencia de tecnología y conocimientos— para mejorar la posición de China, serviría como una fuerza de contención y disuasión contra la entonces Unión Soviética.
De hecho, cuando las grandes corporaciones estadounidenses comenzaron a transferir sus plantas de fabricación a Asia desde mediados de los 1990’s, para beneficiarse no solo de las mano de obra barata (diez veces menor que en Estados Unidos) y las regulaciones más laxas de contaminación y seguridad, los estrategas del Hegemón creyeron que, eventualmente, la economía de mercado y los cambios que el propio gobierno chino estaba implementando dentro de su sociedad en ese sentido, hacia una occidentalización, iban a convertir a China en otro estado vasallo, como lo son los estados de la Unión Europea y decenas más al rededor del mundo.
Sin embargo, ellos omitieron que estaban enfrentándose a un descomunal y pragmático rival, que absorbió lo mejor del gato capitalista —bajo la máxima de Deng Xiaoping— y se convirtió en lo que es hoy: La primera superpotencia industrial del planeta —la Fábrica-Mundo, de la cual Estados Unidos depende en más del 25% de su consumo—, el líder de la emergente IV Revolución Industrial de la Inteligencia Artificial y la Computación Cuántica, y una potencia económica y financiera capaz de clonar el sistema occidental, y no menos importante —junto con Rusia— una superpotencia militar —no solo por su capacidad nuclear, sino también capaz de apagar las pantallas del enemigo y neutralizar sus capacidades cibertecnológicas. La fresa para el pastel, los chinos también se han comprado a la elite estadounidense.
“La avaricia es de naturaleza tan malvada y perversa, que jamás sacia su voraz apetito, y después de comer tiene más hambre que antes”.
Dante Alighieri
Así, luego de una larga preparación sino-rusa en los últimos 20 años, para igualar y /o superar las capacidades del Gran Hegemón en un amplio espectro, colocando estratégicamente todas las piezas en el tablero de ajedrez geopolítico multidimensional, el dúo sino-ruso tomó la decisión de sorprender a su rival. Y decimos sorprender porque el ataque partió del core hacia la periferia y no a la inversa como siempre había sucedido por más de un siglo.
LA REBELION EUROASIÁTICA LA NUEVA REALIDAD
“El arte de la guerra se basa en el engaño. Por lo tanto, cuando es capaz de atacar, ha de aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca del enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se está cerca.
Golpear al enemigo cuando está desordenado. Evitarle durante un tiempo cuando es más fuerte. Si tu oponente tiene un temperamento colérico, intenta irritarle. Si es arrogante, trata de fomentar su egoísmo. Ataca al enemigo cuando no está preparado, y aparece cuando no te espera. Estas son las claves de la victoria para el estratega”.
SUN TZU, El arte de la guerra (500 a.C.)
El 24 de febrero del 2022, dos años después de la guerra biológica mundial —la Pandemia del Covid 19, cuyo origen real quizá se conozca algún día— cuando la mayor parte del planeta estaba saliendo del cataclismo económico —causado por los cierres a gran escala ordenado por la élite político-científica de Occidente— y tres semanas después de la Declaración de la Independencia de Eurasia, las bombas tomaron el lugar del virus.
Rusia lanzó su escalada militar para reafirmar que avanzarán a paso firme en “la protección de sus intereses fundamentales, la soberanía estatal y la integridad territorial” Euroasiática. Ucrania es el símbolo de esa determinación —118 años después de que Mackinder lanzara su edicto para la conquista del core euroasiático.
Entonces, la iniciativa rusa —lamentable por el derramamiento de sangre de civiles y militares de ambos lados— pone de manifiesto el rechazo a la Quinta Libertad de los amos del SMO que aún deliran con el sueño de Mackinder, pero que ahora ya es una verdadera pesadilla. Es una ruptura absoluta entre Occidente y Eurasia —no por nada muchas naciones de Asia se abstienen de unirse a occidente en el conflicto en Ucrania— y adelanta acciones bajo otras normas, las nuevas reglas del NSME, aún desconocidas por Occidente. La cita de Marx: “La violencia es la partera de la historia” cobra vigencia en esta transición.
“Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles!”
Revelaciones 8-13
La historia registrará el nacimiento de los bebés gemelos, las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, solo unas horas antes del 22/02/22, una fecha de fácil recordación. Casi como un símbolo del nacimiento del NSME edificado por otro binomio: Xi Jinping (China) y Vladimir Putin (Rusia).
Es la aplicación de la teoría formulada por Mackinder a principios del Siglo XX, pero con una modificación. El ataque —que debe considerarse también como una guerra de Rusia contra la OTAN/EE.UU. en el territorio de Ucrania, según Andrei Martyanov— es desde el core euroasiático hacia la periferia —no de la periferia al core, que comenzó desde la I Guerra Mundial, una década después que Mackinder formuló su teoría en 1904, hasta el día de hoy— y que tiene como aliado a China, su gemelo simbiótico, ubicada en el extremo oriental de ese vasto territorio.
La historia registra experiencias a la inversa, la periferia y las fallidas conquistas del Core: I Guerra Mundial (1914) más la Revolución de Octubre (1917); II Guerra Mundial (1939); disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (1991); y avance de la OTAN a través de los países limítrofes con Rusia —todo lo cual, y esto es muy importante entenderlo, implica un gran negocio multibillonario en la venta de armas a favor del Complejo de la Industria Militar estadounidense.
En esos cuatro momentos aparecieron tres líderes rusos que frenaron las arremetidas de Occidente: Vladimir I. Lenin, José Stalin y Vladimir Putin. Cada uno, a su manera independientemente de cómo puede ser juzgado desde diversos puntos de vista, impidieron la conquista del Core Euroasiático y, por ende, del planeta.
Ahora China y Rusia se han preparado para que los nativos de la Gran Eurasia, y no los invasores, sean los dueños de su propio destino y el eje del NSME. Porque, como anticipó Mackinder: Quien conquiste la Isla-Mundo, lo tomará todo.
Fuente: https://elnuevosistemamundo.org/el-nuevo-sistema-mundo-comenzo-a-girar/
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.