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El «poder menguante» de Xi Jinping

Fuentes: Rebelión

Las especulaciones en algunos medios internacionales en torno a la pérdida de poder de Xi Jinping podrían no pasar de una efímera nube de verano, quizá más relacionada con la necesidad de visibilizar que en todas partes cuecen habas a la vista de la profundización de las crisis políticas en Occidente que con una dinámica real que sugiera cambios significativos en el liderazgo chino.

El origen de la controversia actual es la reunión del Buró Político del PCCh del pasado mes de junio en la que, entre otros, se aprobó una revisión del «Reglamento sobre el trabajo de las instituciones de toma de decisiones, deliberación y coordinación del Comité Central del Partido». La razón deriva de la ausencia en la información que ha trascendido de los tópicos al uso en la corrección política china, lo cual, sensu contrario, evidenciaría una supuesta incapacidad de Xi para hacer valer sus atributos como núcleo del liderazgo o la vigencia omnipresente de su pensamiento, afectando también a su capacidad efectiva para influir en el sentido de las decisiones principales.

Lo cierto es que no es la primera vez que esas invocaciones se omiten. Ningún otro indicio, por otra parte, sugiere que las dinámicas de personalización, concentración y centralización del poder, características del xiísmo, hayan aflojado. Asimismo, la agenda política del PCCh y el tono general, más allá de ajustes en función de la coyuntura, no presenta signo alguno de decaimiento.

Reglamentación

La lectura más simple es que el documento revisado cabe contextualizarlo en la dinámica de los últimos años para institucionalizar y reglamentar los procedimientos que disciplinan la vida interna del PCCh. Es este un ámbito al que habitualmente se le presta poca importancia desde el exterior por considerarlo burocrático si bien, a tono con el énfasis en la idea de gobernanza a través de la ley, en el PCCh ha ganado una particular consistencia. Y es política.

Con tan escasos y endebles mimbres (aun complementados con los reveses habidos en la lealtad de figuras significativas del mando castrense lastradas por el flagelo de la corrupción), insinuar destitución gradual del poder o una retirada progresiva motu proprio que podría culminar en el próximo congreso del PCCh (2027) se antoja más un deseo que una realidad. No hay sucesión a la vista ni nada que invite a precipitarla de modo abrupto. Por el contrario, Xi sigue al mando y cuesta identificar desvíos de la trayectoria.

Otra cosa es que, en efecto, a la vista de la coyuntura crítica que afronta China, asistamos en los últimos meses a una visibilización más coral del liderazgo. Esto se manifiesta, sobre todo, a través de la multiplicación de las giras de inspección, en la que es muy frecuente la implicación de los principales líderes centrales. No se trata de misiones ligadas a la lucha contra la corrupción, que discurren por otra vía, sino de iniciativas políticas que visan mostrar cercanía a los territorios y velar por la implementación activa y rápida de las decisiones, salvando las reticencias locales que, en ocasiones, priman sus intereses sobre los centrales, en especial cuando afectan a la proteccion de empresas o de empleos.

La preocupación por alcanzar los objetivos de desarrollo (una dimensión mucho más amplia que la inquietud generada por los aranceles de Trump) invita a una enérgica implicación de las autoridades centrales en poner orden en la competencia y el mercado en especial en los sectores estratégicos a través de una regulación más detallada. En la misma línea, importa afinar los alcances del crucial plan quinquenal que debe aprobarse en las dos sesiones del año próximo que debe asegurar la consecución de los objetivos marcados para 2035, la primera estanción cronológica para evaluar el éxito del xiísmo.

Nada indica por el momento un regreso a las normas del denguismo (colegialidad, edad de retiro, designación cruzada de líderes, etc). Es agua pasada en la medida en que, internamente, los marginados en 2022, los allegados a Hu Jintao, no disponen de capacidades reconocibles de influencia efectiva.

Cuarta sesión plenaria

Cabe contextualizar también aquella decisión en el origen de las presentes especulaciones en la próxima celebración de un nuevo cuarto pleno del Comité Central, que debe reunirse en otoño. Habitualmente, estas sesiones ponen el foco en cuestiones estructurales ligadas a la gobernanza interna, un tema que es obsesivo en el xiísmo, con el objetivo principalísimo de fortalecer el papel dirigente del PCCh en todas las áreas y dotarlo de una renovada legitimidad.

Los mecanismos de gestión en el liderazgo constituyen una parte sustancial de este sistema institucional de alto nivel basado en la administración del Partido conforme a las reglas. Es expresión sintética de la vocación neolegista que abriga el ideario de Xi Jinping. Desde el inicio de su mandato se han acentuado la normativización de esos procesos, su profesionalización constante, y todo apunta a un reforzamiento de dichas tendencias en los ejercicios venideros. Y no parece que ello vaya a redundar en una limitación del poder de Xi.

Xulio Ríos es asesor emérito del Observatorio de la Política China

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.