“Mi mensaje clave es realmente simple”, dice Simeon Ehui, el recién nombrado director general del Instituto Internacional de Agricultura Tropical (IITA, en inglés), que trabaja con socios en toda África subsahariana para hacer frente al hambre, la pobreza y la degradación de los recursos naturales.
“El tiempo corre”, dijo Ehui a IPS en una entrevista desde Washington en su último día como funcionario del Banco Mundial, donde fue director regional para de Desarrollo Sostenible África, e instó a los líderes de África a reconocer la importancia “absoluta y primordial” de aumentar los fondos para la agricultura.
Ehui, que también asume como director regional para África Continental del Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional (Cgiar, en inglés), una red global de organizaciones de investigación de seguridad alimentaria, dice que la seguridad alimentaria de África está empeorando.
Enumera los desafíos: la crisis climática y los fenómenos meteorológicos extremos que actualmente están provocando inundaciones en África occidental y central y sequías en el este; crecimiento demográfico relativamente elevado; migración a áreas urbanas; y específicamente, la guerra entre Ucrania y Rusia que provocó el aumento vertiginoso de los precios de los fertilizantes químicos y los cereales.
Como ha señalado el Banco Africano de Desarrollo, la invasión de Ucrania por parte de Rusia provocó que los precios de los fertilizantes aumentaran dos o tres veces con respecto a los niveles de 2020, creando graves brechas de suministro en todo el continente e impulsando la inflación de los alimentos.
En el África subsahariana, los hogares gastan hasta 40 % de su presupuesto en alimentos, en comparación con 17 % en las economías desarrolladas. África, dice el banco, depende demasiado de los alimentos básicos y los insumos agrícolas, importando más de 100 millones de toneladas de cereales al año.
Gran parte de ese déficit de alimentos y la pobreza que lo acompaña se concentra en varios estados africanos, encabezados por Nigeria (donde el IITA tiene su sede en Ibadan), que se prevé que supere a Estados Unidos como el tercer país más poblado del mundo para 2050 con unos 400 millones de personas.
“Mi visión es sistemas agrícolas alimentarios prósperos en África”, dijo Ehui y, específicamente para IITA y Cgiar, esto significa fomentar las condiciones para mantener centros de excelencia en investigación donde los científicos estarán entusiasmados de trabajar, con transparencia en la gestión e igualdad de género.
“Tenemos que ser capaces de responder rápidamente… Necesitamos acelerar nuestra investigación para responder a las necesidades de la gente”, agregó.
Si bien la crisis climática mundial está teniendo un gran impacto en la seguridad alimentaria, Ehui está de acuerdo en que las cuestiones políticas no pueden dejarse de lado.
“No podemos divorciar las cuestiones de política de la agenda más amplia [cambio climático]. Los dos van juntos”, señaló, destacando la tenencia de la tierra, la apropiación de tierras y los obstáculos para que las mujeres tengan acceso a ella.
IITA aportará análisis y opciones para que los formuladores de políticas mejoren el acceso a la tierra e impulsen las inversiones en agricultura.
Cuando se le preguntó si le preocupa que la Fundación Bill y Melinda Gates desempeñe un papel excesivamente dominante al proporcionar más de la mitad de los fondos del IITA para proyectos de «investigación y distribución», Ehui comenzó expresando su agradecimiento por el apoyo de la fundación, particularmente en el desarrollo para combatir las peligrosas aflatoxinas en el maíz, el maní y otros cultivos.
Sin embargo, el nuevo director general también dijo que quiere «diversificar las fuentes de financiación y ampliar la investigación».
También rechaza las críticas de algunos sectores sobre el «fracaso» de la llamada Revolución Verde de África tal como la adoptó Bill Gates, y dice que el modelo de cultivo único de la India de la «revolución verde» y la falta de cuidado del medio ambiente no habían sido aplicables a África y sus propios sistemas complejos.
IITA y Cgiar están respondiendo a las necesidades de los pequeños agricultores en África, sostuvo Ehui, y eso significa una agricultura sostenible y regenerativa.
«El enfoque en la agricultura regenerativa refleja la importancia de la gestión de los recursos naturales y los ecosistemas locales», dijo Ehui, un ciudadano de Costa de Marfil y Estados Unidos que trabajó durante 15 años en el Cgiar, gestionando programas de desarrollo de investigación multiagrícola en África y Asia, antes de convertirse en director regional en el Banco Mundial.
Cuando se le preguntó si había un cambio genuino hacia prácticas regenerativas y sostenibles para África, Ehui dijo que Cgiar se había centrado durante mucho tiempo en el uso de tecnologías locales para mejorar la seguridad alimentaria, por ejemplo, reduciendo la dependencia de fertilizantes químicos para aquellos que no podían pagarlos y usando los insumos locales disponibles en su lugar.
“Cuando yo era un joven científico, trabajábamos en estas tecnologías”, señaló.
La llamada Cumbre Dakar 2 sobre seguridad alimentaria en enero de este año reconoció cómo la invasión de Ucrania por parte de Rusia había expuesto la dependencia excesiva de África de las importaciones de fertilizantes químicos.
“Tenemos los recursos para hacerlo localmente”, dice Ehui, quien presidió una sesión de la cumbre.
En la cumbre, el presidente de Senegal, Macky Sall, entonces jefe de la Unión Africana, declaró que “África debe aprender a alimentarse por sí misma” y que al menos 10 % de los presupuestos nacionales deberían gastarse en agricultura.
Ehui señaló que se ha demostrado que cada dólar gastado en investigación agrícola genera un retorno de 10 dólares y que dicha inversión contribuirá en gran medida a mejorar las condiciones socioeconómicas de las personas.
Satisfacer las necesidades básicas también ayudará a detener la migración a través del Mediterráneo hacia Europa, agregó.
A pesar de los desafíos, la agricultura está creciendo en gran parte del África subsahariana y sigue siendo el pilar de la mayoría de las economías africanas y un importante empleador.
Con 65 % de la tierra cultivable restante del mundo en África y con una población joven y dinámica, el Banco Africano de Desarrollo cree que África es capaz de alimentarse a sí misma a medida que el mundo se acerca a una población total de nueve mil millones de personas para 2050.
Pero, ¿se han atendido las peticiones escuchadas en la cumbre de Dakar? “Ha habido un cambio”, responde Ehui.
El financiamiento para la agricultura aún está “por debajo del nivel óptimo”, pero “algunos países” han respondido, y confía en que, con trabajo, las cifras aumentarán pronto.
Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.
T: MLM / ED: EG