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China 2021 (V)

El tono de la política ambiental

Fuentes: Observatorio de la Política China

Para China, y desde hace ya algunos años, la cuestión ambiental se ha convertido en un asunto de la máxima importancia, inseparable de la transformación de su modelo de desarrollo. Entre las “tres duras batallas” enunciadas por el liderazgo chino se incluye la lucha contra la contaminación, lo cual la señala rotundamente como una prioridad política.

En la superación de los desequilibrios actuales, la cuestión energética es clave. El pasado 21 diciembre, se dio a conocer un libro blanco sobre el desarrollo energético del país. En él se afirma que “China ha estado trabajando en todos los frentes para reformar las maneras de consumo de energía, construir un sistema de suministro de energía limpio y diversificado, implementar una estrategia energética impulsada por la innovación, avanzar en la reforma del sistema energético y reforzar la cooperación energética internacional”, precisa el texto.

China es hoy el mayor emisor de dióxido de carbono en el mundo, un potente gas de efecto invernadero que ha causado que las temperaturas globales aumenten y los niveles del mar suban. Cada año, China produce un 28 por ciento de la producción mundial, y en el año 2019, sus emisiones superaron a las de Estados Unidos, Europa y Japón, combinados. En años recientes, China ha estado tomando medidas para una transición a menores niveles de carbono. Un ejemplo es el esfuerzo por promover las energías renovables. China es uno de los mayores inversores del mundo en este tipo de energía y tiene el mercado de bonos ecológicos más grande del mundo. De hecho, se ha convertido en el mayor productor en el mundo de paneles solares, turbinas de viento y vehículos eléctricos; también en uno de los principales inversores en energías limpias. Aunque sus emisiones actuales han aumentado en comparación con 2005, las emisiones de CO2 de China por unidad de PIB disminuyeron un 48 por ciento en 2019, lo que equivale a una reducción de aproximadamente 5.620 millones de toneladas.

La estructura energética del país también ha mejorado. El consumo de carbón continúa aumentando, pero su porcentaje de energía total producida se redujo de 72,4 por ciento a 55,7 por ciento, mientras que las energías no fósiles aumentaron de 7,4 por ciento a 15,3 por ciento. Por tanto, va en la buena dirección aunque le queda mucho por hacer. Los combustibles fósiles, que producen grandes cantidades de dióxido de carbono, aún representan el 85 por ciento del consumo de energía en el país. Esto significa que si China realmente quiere cumplir su objetivo para 2060, tendrá que duplicar sus esfuerzos para lograr una economía baja en carbono.

Otro aspecto sensible es el relativo a las tierras cultivables: el Consejo de Estado señaló que uno de sus objetivos para el año entrante persistir en evitar el uso de tierras cultivables para fines no agrícolas, cultivar más tierras agrícolas de alto nivel, mejorar la conservación del agua y la protección del suelo negro, consolidar el suministro de cereales y subproductos agrícolas importantes, y detener la contaminación en la industria agrícola. Los problemas relacionados con las semillas y las tierras agrícolas forman parte de la agenda de prioridades de 2021 como parte de los esfuerzos por garantizar la seguridad alimentaria.

Otra línea de acción relevante se refiere a la habilitación de un marco legal de referencia. Por ejemplo, el 26 de diciembre, en el Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional se votó a favor de la adopción de una ley de conservación del río Yangtsé. Se trata de la primera norma del país sobre una cuenca fluvial específica.

Ese marco regulatorio define igualmente un procedimiento sancionador disuasorio. Según un informe reciente, China aplicó un total de 162.800 sanciones administrativas a infractores del medio ambiente en 2019, multando o confiscando cerca de 11.880 millones de yuanes (alrededor de 1.820 millones de dólares). Desde 2018, los tribunales de todos los niveles han abordado 89.000 casos penales relacionados con el medio ambiente y cerca de 510.000 casos civiles de primera instancia.

El apoyo financiero se vio ampliado en más de un billón de yuanes de fondos del gobierno central que se destinaron a la protección del medio ambiente en 2019, con un aumento de 11,9 por ciento respecto a 2018. Esta línea de acción, a falta de conocerse los datos relativos a 2020, se profundizará en el XIV Plan Quinquenal con inicio en 2021.

En el ámbito internacional, en una cumbre de los BRICS realizada en noviembre, el presidente chino Xi Jinping alentó a “cumplir el Acuerdo de París en base al principio de la responsabilidad común”, dos semanas después de que EEUU se retirara oficialmente de ese acuerdo. En la ONU, Xi anunció la iniciativa de “aumentar las aportaciones voluntarias para que las emisiones de CO2 disminuyan para 2030 y China se convierta en un país neutro en carbono para 2060″, un compromiso que invita a un esfuerzo mayor de todos los países en la lucha contra el cambio climático.

Este viene siendo el tono de sus compromisos que sin duda se mantendrán en 2021. En la cumbre sobre el clima del G20 de Riad, Xi aseguró que su país se esfuerza por acelerar el crecimiento de nuevas industrias energéticas más ecológicas. Además, mostró el apoyo a la propuesta de Arabia Saudita de que los países se comprometan a una economía circular del carbono como principal motor para la recuperación económica tras la crisis causada por la pandemia de la Covid-19. Xi también reclamó más cooperación al G20 en temas como la reducción de la degradación de la tierra, la conservación de los arrecifes de coral y la limpieza de plástico de los océanos. La 15ª reunión de la Conferencia de las Partes (COP15) en el Convenio sobre la Diversidad Biológica se celebrará en la ciudad china de Kunming en mayo de 2021.

De alumno rezagado, China se va resituando paso a paso en la vanguardia del compromiso ambiental en el mundo.

Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China

Fuente: https://politica-china.org/areas/sociedad/china-2021-v-el-tono-de-la-politica-ambiental