La seguridad y la defensa han ganado relevancia en la agenda china en paralelo a su vasto programa de modernización de las fuerzas armadas y a la paulatina concreción de sus intereses en este ámbito, circunstancia que activa la reacción de terceros, en especial de EEUU, temeroso de verse irremediablemente desplazado.
El último incidente entre las fuerzas navales estadounidenses y chinas tuvo lugar a fines de agosto, cuando Beijing aseguró haber conducido un buque de guerra estadounidense desde las islas Paracel (islas Xisha), que también son reclamadas por Taiwán y Vietnam.
Un nuevo y reciente informe de los responsables de la Infantería de Marina, Armada y de la Guardia Costera de los EEUU indica con rotundidad que “el orden internacional basado en reglas está nuevamente bajo ataque” y que el entorno de seguridad ha cambiado drásticamente desde 2015. El informe señala que China presenta “la amenaza estratégica a largo plazo más apremiante” para EEUU y que por tanto, en los próximos años, las fuerzas navales estadounidenses serán más “decididas” para contrarrestar a China en el Indo-Pacífico. Para el Pentágono, el Mar de la China Meridional es el escenario más caliente para las futuras operaciones en Asia.
En efecto, estas aguas han sido escenario en los últimos meses de tomas de posición en competencia entre las armadas del Ejército Popular de Liberación (EPL) y de los Estados Unidos. En 2018 y 2019, la Marina estadounidense penetró en numerosas ocasiones en la zona de 12 millas náuticas alrededor de los islotes y arrecifes reclamados por China que Beijing considera sus aguas territoriales. En los primeros seis meses de 2020, el Pentágono ordenó tantas operaciones de libertad de navegación (conocidas como “FONOP”, siglas en inglés) como en los últimos dos años del mandato de Barack Obama, respaldó más de dos mil misiones navales con patrullas aéreas en los primeros seis meses de este año, expandió el financiamiento militar a sus aliados y tomó la decisión sin precedentes de respaldar efectivamente los reclamos marítimos de los rivales de China en el mar de China Meridional, abandonando cualquier ambigüedad formal.
Para EEUU, es vital frenar la expansión de la soberanía china efectiva hacia el sur, hasta Indonesia, cuyo archipiélago controla el paso al Océano Índico y al Pacífico Sur. Casi el 90% del comercio chino y el 80% de sus importaciones de petróleo pasan hoy a través del estrecho de Malaca. Beijing, por su parte, vive bajo el temor permanente a un potencial escenario en el cual Estados Unidos intervenga esta ruta comercial.
Esto explica que el punto más caliente del planeta sea el Mar de China meridional, porque es la principal ruta de entrada y salida del comercio chino, con puntos de fácil bloqueo naval. Según fuentes de EEUU, las actividades militares de China en el área, incluidos ejercicios, entrenamientos, visitas a puertos y operaciones, aumentaron en un 50 por ciento, hasta 65 en 2020, de los 44 ejercicios que hubo en 2019. El analista de Asia Times, Richard Heydarian, recuerda que Jake Sullivan, elegido por Biden como asesor de seguridad nacional, pidió recientemente la intensificación de las operaciones de libertad de navegación contra China en estas aguas, lo que marca una posible escalada de la política que siguió Trump. Biden, piensan otros, enfrentará la presión interna del Partido Demócrata para reducir el gasto en defensa, lo que podría imponer una reducción de la frecuencia de despliegue de tropas en el Mar de China Meridional.
Por su parte, la Armada china también ha aumentado el ritmo de sus actividades. Desde 2016, la ampliación de los islotes con 1.300 hectáreas de hormigonado artificial, ha permitido construir una eficiente red de puntos de apoyo logístico y operativo. Durante 2020, el EPL organizó 17 salidas y ejercicios. Beijing está decidido a mantener una línea divisoria destinada a disuadir a Washington sin correr el riesgo de una confrontación directa. Y amenaza con convertir sus islas en bases militares en pleno funcionamiento, exactamente lo que viene haciendo en los últimos meses.
Otro foco inevitable es Taiwán. En Taipéi creen que el incremento de las actividades de China en los mares contiguos o sus escaramuzas fronterizas con India son evidencia de que busca “expandir su dominio” y que Taiwán es su próximo objetivo. El control chino de Taiwán impulsaría significativamente el control regional de Beijing y el acceso a la región del Pacífico. “Teniendo en cuenta que China puede querer lanzar un ataque dentro de un par de años o varios años más adelante de una manera más masiva, necesitamos adquirir más armas de Estados Unidos”, aseguraba el primer ministro Su Tseng-chang.
Los gestos proliferan. Buena muestra de ello son algunos tránsitos recientes: el USS Mustin, un destructor de misiles guiados de la clase Arleigh-Burke de Estados Unidos, navegó a través del Estrecho de Taiwán el sábado 19 de diciembre, el 12º tránsito de este tipo realizado por un buque de guerra estadounidense este año. Por su parte, el portaaviones Shandong, el primero construido de manera autónoma por Beijing, pasó el 21 por el Estrecho de Taiwán acompañado de cuatro barcos de escolta.
Los tres elementos de la estrategia de Beijing en Taiwán son aumentar el desequilibrio militar entre ambos, detener las ventas de armas estadounidenses a Taiwán y alterar gradualmente el “statu quo” en el estrecho.
Es poco probable que a corto plazo China y Estados Unidos libren una guerra abierta, a pesar de que ambas potencias están incrementando su compromiso militar en estos dos frentes geopolíticos más candentes de Asia oriental, el Mar de la China Meridional y el Estrecho de Taiwán. Pero estos desarrollos, como el incremento de las patrullas aéreas, aumentan el riesgo de enfrentamientos accidentales e involuntarios en puntos críticos de la región. A ello se unen fracasos como el intento de celebrar, como estaba programado, las reuniones del acuerdo de consultas militares marítimas China-EEUU 2020.
En los últimos meses, la cooperación entre los países del QUAD (Diálogo de Seguridad Cuadrilateral que reúne a EEUU, Japón, India y Australia) se ha acelerado y los ejercicios navales conjuntos Malabar en el Océano Índico se completaron el pasado noviembre. La invitación de la India a Australia fue especialmente significativa, ya que permitió a las cuatro naciones participar por primera vez en 13 años. Con el apoyo continuo de EE.UU. bajo Biden, el Quad tiene el potencial de convertirse en una coalición más consolidada y eficaz. Si se abre a otros socios regionales, como Corea del Sur, Filipinas y Vietnam, podría ser una versión asiática de la OTAN.
El South China Morning Post mostró recientemente imágenes satelitales que informan de que las autoridades militares chinas han construido un gran dique seco en la isla de Hainan, con capacidad para albergar portaaviones incluso más grandes que los dos que actualmente se encuentran en servicio en la Armada de Beijing. La preparación ante cualquier contingencia se acelera.
Por último, cabe significar que el vasto programa de modernización del EPL está impulsando la industria de armas de China, según indica el Stockholm International Peace Research Institute (Sipri). Los gigantes de la defensa de Estados Unidos dominan las cinco primeras posiciones. Junto con otras siete empresas estadounidenses, representan el 61% de las ventas mundiales. A continuación siguen las chinas, que controlan el 16% del mercado. El año 2020 es el quinto consecutivo de China en la segunda posición, muy por delante de Rusia.
Xulio Ríos es director del Observatorio de la Política China