Es sorprendente la tranquilidad con que Angola se dedica a la acelerada restauración y construcción de infraestructuras una década después del fin de la guerra civil de 27 años, sin grandes secuelas de bandas armadas, ajustes de cuentas o violencia étnica. Para analizar las claves de este proceso, el corresponsal de IPS en Brasil, Mario […]
Es sorprendente la tranquilidad con que Angola se dedica a la acelerada restauración y construcción de infraestructuras una década después del fin de la guerra civil de 27 años, sin grandes secuelas de bandas armadas, ajustes de cuentas o violencia étnica.
Para analizar las claves de este proceso, el corresponsal de IPS en Brasil, Mario Osava, entrevistó al escritor Pepetela, nombre de guerra de Artur Carlos Maurício Pestana dos Santos.
Militante del gobernante Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), guerrillero de la lucha por la independencia, viceministro de Educación en los primeros siete años del gobierno angoleño y profesor de sociología, se convirtió en uno de los principales escritores de este país, reconocido en 1997 con el premio Camões, el más importante de la lengua portuguesa.
Sus 19 novelas y dos piezas teatrales trazan un panorama histórico de Angola, narran la lucha contra el dominio colonial portugués y, últimamente, su desencanto por los rumbos del país, un «capitalismo salvaje» que sepultó los ideales socialistas de su «generación de la utopía», título de uno de sus libros de ficción, publicado en 1992.
Pepetela, sin embargo, cree que los objetivos de aquella generación se han cumplido en «50 por ciento» y hasta concede que se puede haber llegado a «55 por ciento», al reconocer conquistas estampadas en la Constitución y las leyes, como la igualdad de remuneración para hombres y mujeres y el mínimo de 40 por ciento de representación femenina en el parlamento.
IPS: Es admirable que la paz se haya consolidado en tan poco tiempo, sin las secuelas previsibles de una guerra tan larga, como el vandalismo y los focos de violencia. ¿Cómo explica esa transición? ¿Qué papel jugaron en ella el presidente José Eduardo dos Santos y el MPLA ?
PEPETELA: Es difícil de explicar, pero un factor importante fue el cansancio. La gente estaba harta de guerra y violencia. Los hechos no se olvidaron; de vez en cuando hay alguna discusión encendida y los del MPLA erran y proclaman que ellos ganaron la guerra (la otra parte no puede decir lo mismo).
Pero son momentos de descontrol sin consecuencias. José Eduardo tuvo el tino de declarar que no había vencedores ni vencidos. Eso fue importante. E intentó siempre una política de integración, sobre todo en las Fuerzas Armadas. Pese a sus defectos, eso nadie se lo niega.
También habría una gran capacidad de los angoleños de solidarizarse y sostener el sentido de comunidad, algo más difícil de analizar y más subjetivo.
IPS: Me espantó la interpretación de que la guerra contribuyó a la unidad nacional. ¿Tuvo el conflicto esa capacidad de unir a los angoleños y superar las divisiones étnicas?
P: Fue un elemento importante para reforzar la idea de nación, algo abstracto, sobre todo para los campesinos. Los dos ejércitos reclutaron gente en todo el país, la mezclaron, obligándola a cohabitar y crear lazos, y la llevaron de un lado a otro.
Muchos criaron a sus familias fuera de sus regiones de origen, con personas de otras etnias. Por tanto, pasaron a percibir que Angola era mucho más que la aldea en la que habían nacido. Casi todos aprendieron a hablar y leer en portugués, otro elemento importante de cohesión.
IPS: Pero, ¿qué quedó del sueño socialista del MPLA, de la lucha anticolonial y de los primeros años de independencia?
P: Del sueño socialista, nada. Del programa del MPLA, hay un país independiente, que tiene a veces un discurso socialdemócrata, traicionado en la práctica todos los días.
IPS: ¿Cómo definir entonces el sistema económico angoleño? ¿Capitalismo de Estado?
P: En la terminología antigua, sí. Yo prefiero llamarlo capitalismo salvaje en fase de regulación, y por tanto en vías de dejar de ser salvaje.
IPS: ¿En qué consiste ese 50 por ciento de objetivos de su «generación de la utopía» que considera cumplidos y cuáles no se alcanzaron?
P: Son los que mencioné: la independencia, la nación y la paz. Falta el resto, una sociedad más justa, más humana.
IPS: ¿Cómo funciona la educación? ¿Responde a la enorme voluntad de aprender que atestigüé en el interior del país?
P: Creció en números y debe seguir creciendo. Pero la calidad es muy baja, tanto que asusta. Y en todos los niveles. Tampoco está adaptada para servir a una política de desarrollo sostenible.
IPS: Varias personas con las que hablé fueron unánimes en que el desplazamiento de jóvenes hacia la capital se debe a que buscan una mejor escolaridad secundaria y universitaria. Las escuelas del interior, ¿no podrían al menos contener a los jóvenes en las provincias?
P: Hubo mucha construcción de escuelas e institutos secundarios en el interior, en las ciudades pequeñas. Pero eso solo no alcanza. Deben existir todas las demás estructuras que hagan que los jóvenes no sueñen con la gran ciudad.
IPS: La presencia dominante del portugués como lengua nacional, el papel de la música y de la televisión, ¿atenúan las divisiones étnicas?
P: De hecho, el portugués se hizo dominante desde la independencia, con riesgo de causar la desaparición de las lenguas africanas, lo que representa la pérdida de muchas raíces culturales y sociales.
Ha faltado armonizar la necesidad de desarrollar el idioma de la unidad y las culturas originarias. No es fácil, pero los intentos no pasaron de ser burocráticos. La música sigue las tendencias de Estados Unidos, de los afroamericanos.
IPS: Y en la literatura, ¿qué es lo nuevo que ha aparecido como expresión de la angolanidad?
P: No me parece que haya una gran renovación en la literatura. Prometió más de lo que cumplió. Surgen pocos nombres con capacidad de perdurar. Hay un problema, el pésimo conocimiento de la lengua portuguesa escrita, que dificulta la aparición de talentos jóvenes. Pueden tener capacidad narrativa, pero si no dominan la lengua, es difícil que expresen su talento natural.
IPS: ¿La literatura tendrá en Angola la importancia que tuvo en la formación de identidades de naciones más «viejas», como Portugal o Brasil, o será sofocada por los medios audiovisuales?
P: Al principio, la literatura tuvo un gran prestigio, y los escritores eran siempre consultados por los medios de comunicación ante cualquier hecho, una suerte de «médicos del alma». Pero dejaron de serlo.
Hoy tiene mucha más audiencia quien aparece en la televisión, aunque sea para presentar un programa sobre el amor entre los hipopótamos.
IPS: Algunos de sus libros de las últimas dos décadas -«A Geração da Utopia», «Jaime Bunda», «Os predadores»- muestran una profunda decepción con los rumbos políticos de Angola, la corrupción y el abandono de los valores de la lucha de liberación. ¿Pero la nación que se está construyendo actualmente aún vale la pena?
P: Siempre hay aspectos positivos: el hecho de tener un régimen que, a pesar de sus errores, es orgullosamente independiente; esta reconstrucción de las vías de comunicación, aunque se asiente en el petróleo; el reasentamiento de las poblaciones que estaban en campamentos de refugiados y en países vecinos; la paz que se alcanzó.
Todo eso, pese a fallos y retrocesos, son señales innegables de que el país tiene piernas para andar. Debemos preocuparnos esencialmente de la formación de los jóvenes, con exigencia