Justin Trudeau, primer ministro de Canadá, al ovacionar de píe junto con Vladímir Zelenski y el parlamento canadiense, a Yaroslav Hunka, veterano de guerra que luchó en la 14.ª división de Granaderos Waffen-SS, desnudó sin querer el mundo fantasioso actual.
Anthony Rota, presidente de la Cámara de los Comunes del Parlamento de Canadá, al presentar a su invitado, dijo: “Tenemos hoy entre el público a un ucraniano-canadiense, Yaroslav Hunka, veterano de la Segunda Guerra Mundial, héroe de Ucrania, héroe de Canadá, y le agradecemos todos sus servicios”. ¿Qué servicio pudo prestar un voluntario ucraniano de las Waffen-SS? Hunka, además de luchar contra la URSS, entonces aliada de Canadá, cometió atrocidades contra civiles judíos, polacos, rusos, gitanos, etc.
Se conoce que las Waffen-SS fue declarada entidad criminal en los juicios de Núremberg; que sus miembros alemanes debían tener sangre nórdica y jurar lealtad inquebrantable a Hitler y al nazismo; que a partir de 1943 se aceptó el ingreso de no alemanes, incluso de países no germánicos, o sea, fueron escogidos por su ideología nazi y no por su “pureza racial”; que por temor al castigo por las atrocidades cometidas, al terminar la guerra sus miembros escaparon lo más lejos posible, por lo que Canadá se convirtió en el lugar preferido. Si se supone que estos “méritos” dizque son desconocidos por el gobierno canadiense, se le informa la verdad, que a lo mejor le de luces para enmendar su política rusófoba.
La Gran Guerra Patria, que se desarrolló en el Frente Oriental y que Alemania nazi llamó guerra de los pueblos arios contra las razas bárbaras descendientes de Atila y Gengis Khan, fue en realidad una guerra de exterminio contra los pueblos de la URSS. La creencia en el espacio vital fue la base ideológica del nazismo, que dio derecho al pueblo alemán, por ser de raza superior, a eliminar a los pueblos de raza inferior y expandir el territorio de Alemania hacia Rusia, para controlar sus inmensos recursos. Fue copia de la doctrina estadounidense del Destino Manifiesto, según la cual, EEUU es una nación predestinada por Dios para crecer, multiplicarse y expandirse, aun a costa de incautar tierras y aniquilar y explotar a los pueblos indígenas, por medio de guerras justas y evitando el mestizaje.
El Plan General del Este fue creado para concretar el espacio vital mediante la deportación de las razas inferiores a Siberia, su esclavitud o su exterminio físico. En los territorios conquistados se asentarían colonos alemanes, que utilizarían a estas poblaciones de mano de obra; los que sobraran serían desplazados más al este o se les dejaría morir de inanición. También hubo el Plan Hambre, por medio del cual los nazis pensaban apropiarse de los alimentos de la URSS, su fin, matar de hambre a treinta millones de soviéticos, método con el que exterminaron a casi tres millones de prisioneros soviéticos. Pensaban resolver así el problema de la alimentación de Alemania y constituir el Gran Imperio Alemán, que llegaría hasta los Urales.
Hoy se repite la misma lucha bajo la misma rusofobia, sólo que dirigida por los Neocon, un poderoso grupo político que está dispuesto a todo con tal de mantener la supremacía de EEUU sobre el resto del mundo. Parecería que los Neocon han resucitado la teoría del Espacio Vital para imponer a Rusia la voluntad anglosajona, y así desaparecer al único competidor serio que frena sus pretensiones hegemónicas; por eso apoyan a los nacionalistas ucranianos. Su historia es la siguiente.
La Guerra Civil Rusa, que se desató entre 1917 y 1922, desangró a Rusia. En ese periodo, el nacionalismo ucraniano fundó la República Popular de Ucrania, que fue combatida por el resto de movimientos políticos ucranianos. Finalmente, el Ejército Rojo controló Rusia y los nacionalistas ucranianos pasaron a la clandestinidad.
En 1941, Alemania y sus aliados invadieron la Unión Soviética y le provocaron la muerte de 27 millones de sus ciudadanos, la gran mayoría civiles, entre ellos, ocho millones de ucranianos. Los nacionalistas ucranianos juraban combatir bajo las órdenes de Hitler, con fidelidad y sumisión incondicional, contra el bolchevismo. En septiembre de 1941, los nacionalistas ucranianos asesinaron a 33.771 judíos en Babi Yar, un barranco cercano a Kiev.
Stepán Bandera, héroe nacional de la actual Ucrania, es el más connotado líder del nacionalismo ucraniano, dirigió numerosos pogromos contra el pueblo judío y participó en los asesinatos de millones de ciudadanos soviéticos. Sus huestes lucharon junto a las tropas de la Wehrmacht durante la Segunda Guerra Mundial; son este tipo de nacionalistas ucranianos los que, a partir del golpe de Estado del 12 de abril de 2014 ocupan los más altos cargos en Ucrania.
¿Cómo se dio este golpe? Le hicieron creer al Presidente Yanukovich que Ucrania ingresaría a la UE. Cuando él leyó el acuerdo, se asustó, pues no sólo cavaba su sepultura sino también la de su país. No lo firmó. Entonces, bajo el auspicio de EEUU, se organizaron manifestaciones contra la ignominia en que Ucrania había vivido los últimos años: mafias, oligarquías y corrupción. Luego trajeron matones entrenados en Estonia y Polonia. Primero les encargaron disparar contra los manifestantes y mutilar y quemar viva a la milicia, que estuvo desarmada. Cien muertos. Después, la prensa amarilla acusó a los uniformados. Cuando, en común acuerdo con la oposición, Yanukovich firmó todo lo que le exigían, las bandas nazis lo arrojaron del poder y, entre gallos y media noche, eligieron un gobierno de mojiganga, que fue inmediatamente declarado legítimo por Occidente.
Victoria Nuland, visible recadera Neocon, fue a Kiev para respaldar a los golpistas que derrocaron a Yanukóvich. ¿Cómo aceptar que una nieta de inmigrantes judíos, que huyeron a EEUU para escapar de los pogromos ucranianos de Rusia zarista, distribuyera galletas a los matones de Svoboda y Pravy Sektor, como símbolo de apoyo a los nacionalistas ucranianos que veneran a Hitler? ¡Qué insensatez se vive!
Los actos del nuevo régimen fueron: Prohibir hablar ruso, la lengua más hablada del país, y quien lo hablaba era aporreado; imponer leyes draconianas, amenazando a gobernadores y alcaldes; proscribir a casi todos los partidos políticos; establecer una férrea censura contra los medios de comunicación; asesinar, maltratar, torturar y secuestrar a políticos, diputados, periodistas e intelectuales, que no eran del agrado del poder ilegítimo; reprimir a la Iglesia ortodoxa de Ucrania, debido a su vínculo con el Patriarcado de Moscú, y perpetrar un horrendo crimen, la masacre en la Casa de los Sindicatos de Odesa, donde quemaron vivos a más de cincuenta personas, se fotografiaron junto a las víctimas y burlonamente los llamaron negros, además, dispararon contra las ambulancias con heridos. ¿Qué dijeron los líderes de EEUU y la UE ante tanta barbaridad? ¡Nada! Sólo acusaron de terrorista a la población del Donbass, que no se amedrantó y desconoció al gobierno nazi. ¡Qué hipocresía!
Ante tanta barbaridad, en Crimea, Odesa, Járkov, Donetsk, Lugansk y otras ciudades hubo protestas masivas; sus poblaciones exigían que Ucrania fuera un Estado federal. Como respuesta, el presidente en funciones, Alexandr Turchínov, inició la represión con la participaron las fuerzas armadas. Entonces, Crimea y las regiones de Donetsk y Lugansk declararon su independencia de Ucrania y al este de Ucrania comenzó “La guerra del Donbass”. ¿Qué exigió y exige Occidente a Rusia? Que se cruce de brazos y permanezca impávida mientras Kiev aniquila al pueblo ruso.
El 24 de febrero de 2022, el Presidente Putin anunció el envío de tropas rusas a Ucrania, con la misión de desnazificar y desmilitarizar a ese país. Rusia no podía permitir que los fascistas de Ucrania continuaran masacrando a millones de rusos, tenía que defender a los habitantes de Donbass y apoyar la independencia de los pueblos de Donetsk y Lugansk.
Esta verdad, ocultada por las mentiras que propaga la gran prensa de Occidente, fue desnudada en el homenaje a un nazi ucraniano por el Parlamento de Canadá, por ser, como dijo Oleg Stepánov, embajador de Rusia en Canadá: “Una bofetada a los verdaderos héroes canadienses que lucharon por la liberación de Europa de los nazis junto con sus hermanos de armas rusos y soviéticos (… ) Rusia siempre recordará el heroísmo del pueblo de Canadá que luchó con nosotros para librar al mundo de la plaga nazi”.
Y no importa que ante las críticas, a lo que en realidad no fue un error sino una ovación al nazismo, Anthony Rota dimita, pues con su dimisión paga los platos rotos por Trudeau, que no solo sabe que Canadá es un nido de criminales nazis sino que financia y entrena al Ejército Ucraniano, seguidor de las doctrinas de las Waffen-SS. Para borrar esta ignominia, se requiere de un cambio radical en la política del gobierno de Canadá, que reconozca que Ucrania es un Estado fascista, le pida disculpas a Rusia y la acompañe en su lucha como en la Segunda Guerra Mundial, algo que su gobierno jamás hará, pues eso exige ser independiente.
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