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G20, hipocresía y después

Fuentes: Rebelión

El G20 demostró una vez más, por si hacía falta, la hipocresía de este mundo nefasto que ha creado la burguesía imperialista. Los líderes de las naciones más poderosas de la Tierra no pueden moverse sin que les creen una burbuja que los separe de las masas a las que gobiernan, someten, explotan y saquean. […]

El G20 demostró una vez más, por si hacía falta, la hipocresía de este mundo nefasto que ha creado la burguesía imperialista.

Los líderes de las naciones más poderosas de la Tierra no pueden moverse sin que les creen una burbuja que los separe de las masas a las que gobiernan, someten, explotan y saquean.

Pasean su impunidad rodeados de un despliegue infernal de armamento de última tecnología, mientras los pueblos más allá de la burbuja sufren las decisiones de tan oprobioso aquelarre.

Este mundo burgués es tan hipócrita que los señores que siembran guerras, terror, saqueos, miseria, hambre y angustia en todo el orbe, son los que nos quieren presentar como ejemplo de paz, desarrollo, igualdad, justicia y humanismo.

Hay una clara contradicción entre la institucionalidad que han legitimado con la fuerza de las armas estos caballeros de la injusticia, y las aspiraciones populares: ejemplo claro de ello fue la rebelión de los chalecos amarillos en Francia, especialmente en París, que salieron a hacer tronar su descontento mientras Macrón gozaba de los placeres de la burguesía en Buenos Aires.

Fue en Buenos Aires donde los medios de comunicación le mostraron al pueblo, desde lejos y por tv, las luces y los lujos de los poderosos. Sólo la tilinguería barata y mediocre clase-mierdera puede embelesarse con ello.

Lástima que la «oposición» se mostró domesticada y dócil: el kirchnerismo llamó a no movilizarse y la izquierda adoctrinada marchó por el corralito que le marcó la Bullrich, enorgulleciéndose de su pacifismo. Qué dirían Tosco y Salamanca. Qué, el Gallego Soto o Facón Largo. Qué, los miles de obreros que dieron sus vidas para que nosotros pudiésemos hoy pelear en un escritorio por mejores salarios, condiciones laborales, aguinaldo, vacaciones, indemnización, cobertura social y de salud.

Mientras en Francia la rebelión hizo dar marcha atrás a Macrón en el aumento de combustibles y dejó su gobernabilidad seriamente dañada, marcando el rumbo que deben tomar los pueblos sometidos, acá los máximos dirigentes de la «oposición más dura», clasista y revolucionaria, se jactan de saber controlar a los grupitos de revoltosos.

El mundo le ha abierto las puertas a una restauración conservadora que quiere llevar a la humanidad a los tiempos añorados por la burguesía, anteriores al siglo 20, cuando los proletarios carecían de derechos. A eso es a lo que aspira el gobierno del lavador offshore Mauricio Macri, que promete «bolsonarizarse» con vista al futuro.

Enfrentar semejante embestida de los explotadores, enseñoreados como se los vio en el G20 de Buenos Aires, requerirá inteligencia, amplitud, organización para la lucha y una revisión del significado y uso de la violencia en el marco de la lucha de clases, concepto que se han arrogado en exclusividad los que siembran injusticias contra todos los pueblos de la Tierra, con la resignada venia de las actuales direcciones del campo popular y revolucionario.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.