Oficiales del ejército de Gabón dieron a conocer el pasado 30 de agosto –en un mensaje televisado- el golpe de Estado que estaban perpetrando en la excolonia francesa (la república gabonesa proclamó su independencia en 1960, y tiene como moneda oficial el Franco CFA de África Central); el golpe terminó con el mandato del ya expresidente Ali Bongo Ondimba, cuya familia llevaba medio siglo gobernando el país, informó la CNN (Omar Bongo accedió a la presidencia en 1967).
Una intentona anterior en este país del África Occidental se produjo en enero de 2019; el canal estadounidense recuerda los golpes militares en cinco excolonias francesas durante los últimos años: Malí (mayo 2021); Guinea-Conakri (septiembre 2021); Burkina Faso (enero y septiembre de 2022); Chad (abril 2021) y Níger (julio 2023).
En cuanto a Gabón, se trata de “un país de 2,3 millones de habitantes, rico en petróleo pero azotado por la pobreza”; durante la acción militar del 30 de agosto, añadió la CNN, la primera ministra francesa, Élisabeth Borne, del partido macronista En Marcha, afirmó que Francia “estaba siguiendo ‘muy de cerca’ la situación en Gabón”.
Algunos análisis publicados tienen un mayor recorrido; en la revista Le Monde Diplomatique (marzo 2020), la periodista Fanny Pigeaud tituló un artículo del siguiente modo: “África se harta de Francia”; en el texto se refería a cómo las manifestaciones y críticas se extendían desde Bamako (Malí se independizó de Francia en 1960, y tiene como moneda el Franco CFA de África Occidental) hasta Dakar (Senegal cuenta con idéntica moneda y fue colonia francesa hasta el mismo año).
Autora, junto al economista Ndongo Samba Sylla, de L’arme invisible de la Françafrique. Une historie du Franc CFA (La Découverte, 2018), destaca en el artículo una consigna que estaba propagándose por las excolonias: “France dégage! (Francia, ¡lárgate!).
Por ejemplo, “a finales de 2019 y principios de 2020 se ha podido oír el grito ‘¡Abajo Francia!’ en las calles de Bamako, donde cientos de manifestantes exigen la salida de las tropas de la operación militar Barkhane, que combaten contra los movimientos yihadistas. Simultáneamente, en Niamey, Níger, estudiantes despedazan la bandera francesa”, subraya Pigeaud en LMD.
Un diagnóstico más reciente (marzo de 2023), también en Le Monde Diplomatique, es el del periodista Rémy Carayol: “Francia se va del Sahel para quedarse. Una engañosa redistribución de efectivos militares”; recuerda cómo -un mes antes- sindicatos de Níger exigieron que se desmantelaran las bases militares extranjeras.
Se da la circunstancia que el presidente de Francia, el derechista Emmanuel Macron, anunció en noviembre de 2022 el final de la operación militar Barkhane, que se desarrolló durante ocho años en la región del Sahel con la justificación oficial de combatir el terrorismo.
En marzo de 2023, “por más que no quede ningún soldado francés en Malí, Francia sigue teniendo cerca de 3.000 efectivos en Níger o en Chad, es decir, tantos como hace ocho años… París, que se niega a admitir una derrota, continúa en guerra en el Sahel contra un enemigo de contornos vagos, cómodamente calificado de ‘terrorista’”, escribía Rémy Carayol, autor de Le mirage Sahélien. La France en guerre en Afrique. Serval, Barkhane et après?
Agencias y medios internacionales dieron cuenta -el pasado 8 de septiembre, citando como fuente el gobierno militar de Malí– de dos atentados en el norte del país, que se saldaron con la muerte de al menos 64 personas; los titulares atribuían el atentado a “terroristas” o a un “ataque yihadista”.
Por otra parte, Sputnik y Canal teleSur informaron un día antes sobre la exigencia –por parte del Parlamento de Chad- de la retirada de los militares franceses; la agencia rusa detalló que el motivo fue el asesinato de un ciudadano de este país por un médico francés en la ciudad de Faya-Largeau; y en Níger, el 2 de septiembre, tuvo lugar una manifestación en la capital Niamey que reivindicaba la salida de cerca de 1.500 soldados franceses.
Francia en África: ¿Un adiós o un hasta pronto?, se preguntaba el periodista y analista argentino, especializado en África, Medio Oriente y Asia Central, Guadi Calvo, en un artículo publicado el 4 de septiembre en Resumen Latinoamericano y Rebelion.org; coincide en que el golpe en Gabón “ha debilitado todavía más la presencia francesa en sus antiguas colonias”.
Pero establece el matiz de que, a diferencia de los discursos (y también acciones) que los dirigentes golpistas tuvieron en Malí, Guinea-Conakri, Burkina Faso y Níger, el alzamiento en Gabón no se caracterizó –en una primera fase- por la “retórica antifrancesa”; y recuerda que la dinastía Bongo ha contado con el respaldo de la antigua metrópoli.
El petróleo y el manganeso son dos recursos destacados en la economía de Gabón; con independencia de la posición de las élites gabonesas, subraya Guadi Calvo, el “sentimiento antifrancés” de la población más pobre no es menor que la de los otros cuatro países.
De hecho, en Níger se produjo –a finales de julio- una protesta popular ante la embajada de Francia, en la que se pronunciaron consignas a favor de Rusia y el presidente Putin; también en Níger (gran productor de uranio, elemento clave para el funcionamiento de las centrales nucleares francesas) y en Senegal, se quemaron banderas de Francia.
El 11 de agosto, el analista político del semanario uruguayo Brecha, Daniel Gatti, apunta una tendencia que se abre paso en la región: “En Malí, Burkina Faso, Guinea, República Centroafricana, es fundamentalmente Rusia, pero también China, quienes han reemplazado a Francia y Estados Unidos como potencias hegemónicas, en el plano económico, el comercial y también el militar”.
El texto del periodista, publicado asimismo en la revista Sin Permiso, resalta cómo el imperialismo francés perdió –entre finales de los años 50 y durante los años 60- sus colonias africanas (por ejemplo Togo, Costa de Marfil y Madagascar lograron la independencia en 1960 y Argelia en 1962).
En ese contexto, “París recompuso un sistema de relaciones con su patio trasero que se tradujo en lo que se conoció como Francáfrica (Françafrique), una suerte de superestructura neocolonial dotada de instrumentos políticos, económicos, acuerdos de seguridad y mecanismos monetarios” (como el Franco CFA), concluye Daniel Gatti.
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