El jueves, un día antes de que un terremoto de magnitud 7,7 sacudiera el corazón de Myanmar, país ya devastado por la guerra, el líder de la junta militar, Min Aung Hlaing, acusado de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad, pronunció un discurso desafiante para conmemorar el Día de las Fuerzas Armadas. Alardeó de que el ejército nunca había cedido a las demandas de las fuerzas insurgentes y prometió seguir luchando en lo que denominó una «guerra justa».
Al día siguiente, la naturaleza ofreció su propia respuesta. Un gran terremoto sacudió el Myanmar central, golpeando las regiones de Mandalay, Naypyitaw y Sagaing, ya muy castigadas por la guerra civil. Al régimen le pilló completamente desprevenido, sin un plan de respuesta a la catástrofe ni mecanismos de socorro operativos.
El viernes, mientras la población civil aterrorizada comenzaba a recuperarse del desastre, Min Aung Hlaing declaró el estado de emergencia e hizo un llamamiento inusitado a la ayuda internacional. El número de personas fallecidas superó rápidamente el millar, y miles más resultaron heridas. Pero mientras la población de Myanmar sufría, los aviones de combate de la junta seguían bombardeando objetivos civiles en la región de Sagaing y en el estado Shan. Mientras tanto, los dirigentes del régimen se hacían fotos en las zonas siniestradas, sin ofrecer más que gestos vacíos.
La semana pasada, Min Aung Hlaing defendió el aumento del gasto militar de su régimen, insistiendo en que era necesario para mantener la «estabilidad nacional». Sin embargo, no había presupuesto para ayuda en caso de desastre. Tras el golpe de estado, saqueó los fondos destinados a la respuesta de emergencia, e incluso encarceló a Daw Aung San Suu Kyi acusándola de corrupción por la compra de un helicóptero de rescate. El otrora funcional Ministerio de Bienestar Social ha sido marginado bajo su mandato.
El ejército de Myanmar tiene un largo historial de fallar a su pueblo durante las crisis. Tras el paso del ciclón Nargis en 2008, que mató a más de 100.000 personas, la junta dio prioridad a un falso referéndum constitucional antes que a salvar vidas. Obstruyeron la ayuda, rechazaron la ayuda internacional e hicieron la vista gorda ante el sufrimiento.
Los generales de hoy siguen el mismo manual, como vimos en la terrible respuesta del régimen actual a la pandemia de COVID-19, que se cobró miles de vidas al colapsarse el sistema sanitario de Myanmar. En 2021, en Rangún, una de las regiones más afectadas del país, los crematorios se esforzaban por dar abasto mientras los cadáveres se amontonaban. Muchas de esas víctimas murieron jadeando debido a la escasez de oxígeno.
El régimen también ha cortado el acceso a Internet y controla casi todos los medios de comunicación locales, incluidos la radio, la televisión y las noticias impresas y en línea. Para muchas personas en Myanmar, la electricidad no es fiable, lo que hace aún más difícil obtener información precisa sobre el desastre y los esfuerzos de socorro. Esta supresión deliberada de la comunicación aísla aún más a la población en tiempos de crisis.
A pesar de la indiferencia de los generales, el mundo está respondiendo. Los Estados Unidos, China, Rusia, India, Malasia, Tailandia y Singapur han proporcionado o prometido ayuda. Pero, ¿cuánta de esta ayuda realmente llegará a las personas necesitadas?
El régimen retrasará, obstaculizará y controlará la distribución de la ayuda. Es poco probable que Sagaing, bastión de la resistencia, reciba apoyo alguno. La corrupción y la mala gestión de la junta están profundamente arraigadas. ¿Cómo se puede confiar en que un régimen que libra una guerra contra su propio pueblo distribuya ayuda? El ejército de Myanmar es famoso por desviar este tipo de cooperación.
Los grupos de la sociedad civil y las ONG locales de Myanmar están dispuestos a ayudar a las víctimas del terremoto. Los donantes deben garantizar que la ayuda se entrega de forma transparente, eludiendo el control de los militares. Proporcionar ayuda humanitaria no debe significar legitimar a la junta. El mundo debe apoyar al pueblo de Myanmar, no a los criminales de guerra de Naypyitaw.
Fuente original en inglés: https://www.irrawaddy.com/opinion/deliver-earthquake-aid-to-the-myanmar-people-not-the-war-criminals.html