Tras la serie de ataques coordinados ocurridos este miércoles en la ciudad india de Bombay, surgieron interrogantes sobre su autoría y las consecuencias que puedieran tener sobre la estabilidad de una región considerada volátil. Miembros del gobierno indio han señalado la existencia de una posible conexión paquistaní en los ataques, algo que Islamabad ha negado […]
Tras la serie de ataques coordinados ocurridos este miércoles en la ciudad india de Bombay, surgieron interrogantes sobre su autoría y las consecuencias que puedieran tener sobre la estabilidad de una región considerada volátil.
Miembros del gobierno indio han señalado la existencia de una posible conexión paquistaní en los ataques, algo que Islamabad ha negado tajantemente.
Según el corresponsal de la BBC, Rob Watson, es habitual que India acuse a Pakistán de los ataques que ocurren en su territorio.
Sin ir más lejos, el pasado agosto Nueva Delhi sugirió que espías paquistaníes estaban detrás del atentado contra la embajada india en Afganistán que dejó un saldo de 41 muertos y más de 140 heridos.
En julio de 2006, la policía india acusó a los servicios de inteligencia de Pakistán (ISI) de haber colaborado en los atentados ferroviarios que mataron a 186 personas en Bombay.
En cualquier caso, existe preocupación en la comunidad internacional por el deterioro que pudieran causar en las relaciones entre India y Paksitán los ataques de esta semana.
Según nuestro corresponsal, Estados Unidos y sus aliados esperaban que el reciente acercamiento entre los dos países sirviera para solucionar muchos de los conflictos que se viven en la región, incluyendo la disputa por la región fronteriza de Cachemira y el incremento de la violencia en Afganistán.
Ahora, según nuestro corresponsal, se teme que el aumento de las tensiones entre Nueva Delhi e Islamabad pudiera desestabilizar la región.
El conflicto de Cachemira
La provincia fronteriza de Cachemira ha sido el centro de una larga disputa entre India y Pakistán, que ha desatado dos guerras -en 1947 y 1965- y estuvo a punto de originar confrontaciones nucleares en 1998 y 2001.
El conflicto comenzó en 1947. Ese año, el territorio británico del Raj se independizó y se dividió en dos naciones -India y Pakistán- de acuerdo a las religiones mayoritarias: hinduismo e islam.
La partición fue un proceso doloroso. Más de medio millón de musulmanes, sikhs e hindúes murieron durante los disturbios y masacres que se produjeron.
En aquel momento se decidió la incorporación de Cachemira a India, pese a que el territorio contaba con un 80% de población musulmana.
Desde entonces, tanto Pakistán como la ONU han exigido en varias ocasiones la celebración de un referéndum para que los habitantes de Cachemira puedan decidir sobre el estatus del territorio.
Confrontación nuclear
En diversas ocasiones, las tensiones en Cachemira han provocado temores de una carrera armamentista en la región, ya que los dos vecinos han llegado a convertirse en potencias nucleares.
Las pruebas nucleares llevadas a cabo por India y Pakistán en 1998 despertaron preocupación en el resto del mundo.
En mayo de 1999 se temía el estallido de una guerra nuclear entre ambos países, después de que tropas respaldadas por Pakistán ingresaran en una zona montañosa de Cachemira administrada por India.
En 2002, tras un ataque al parlamento indio en Nueva Delhi atribuido por el gobierno de ese país a militantes apoyados por Islamabad, ambos países movilizaron a sus ejércitos y por varias semanas se temió el inicio de una confrontación.
Proceso de paz
Finalmente, India y Pakistán volvieron a sentarse a dialogar y en 2004 emprendieron un nuevo proceso de paz, en el que todavía quedan varios asuntos candentes por resolver.
Fruto de ese proceso, en octubre de este año los dos países reabrieron una antigua ruta comercial a través de la Línea de Control de la disputada provincia.
La apertura de esta ruta se sumó a otras medidas de reconciliación introducidas en Cachemira en los últimos años, como la creación de conexiones de autobús y tren.
Pero en los últimos meses, las protestas contra el control indio sobre la región, en las que han muerto una treintena de independentistas, amenazan con poner fin a las esperanzas de paz tras años de relativa calma.
Cambios en Islamabad
Durante años ha sido una constante que Nueva Delhi acusara a Islamabad de dar apoyo a los grupos de militantes que operaban en el país.
Esta vez, en Islamabad se han apresurado a desvincularse de los sangrientos ataques de Bombay y han señalado la posibilidad de que hayan sido llevados a cabo por extremistas nacidos en India que actuaron sin apoyo externo.
El primer ministro de Pakistán, Yusuf Raza Gillani, llamó a su homólogo indio Manmohan Singh el viernes para ofrecerle sus condolencias.
Un portavoz de Gillani anunció que los servicios de inteligencia pakistaníes viajarán a Bombay para colaborar en las investigaciones.
Nuevo gobierno
Según algunos corresponsales, la actitud de las autoridades pakistaníes es una muestra de los esfuerzos que está haciendo el primer gobierno democrático de Pakistán desde el golpe de estado de 1999 para mejorar las relaciones con India.
De hecho, no hace mucho tiempo, el presidente Asif Ali Zardari realizó el ofrecimiento unilateral de no hacer un uso de armas nucleares en caso de un conflicto.
Además, según señala la revista The Economist, Zardari, en un gesto esperado por India, ha molestado a los fundamentalistas islámicos de su país al describir a los militantes de Cachemira como terroristas.
Según esta publicación, los servicios de inteligencia de Pakistán, que fueron acusados en el pasado de estar implicados en ataques en territorio indio, han sido renovados y su brazo político habría sido desmantelado.
Según el corresponsal de la BBC, David Loyn, otra muestra de la relación más fluida que existe entre India y Pakistán es la reunión que los ministros de interiores de ambos países mantuvieron este martes en Islamabad, o la visita que está realizando el canciller pakistaní a Nueva Delhi.
Ahora, según algunos analistas, tras los ataques de este miércoles en Bombay, se pondrá freno a cualquier avance positivo en las relaciones entre los dos países, al menos hasta la celebración de las elecciones generales en India el próximo año.