Según las últimas estadísticas, en lo que va de 2018 el flujo de inmigrantes en Europa es de 50.000 personas, frente a 186.768 el año pasado, 1.259.955 el 2016 y 1.327.825 el 2015. Existe una diferencia tan asombrosa entre la realidad y las percepciones, que está claro que estamos ante una de las manipulaciones más notables […]
Según las últimas estadísticas, en lo que va de 2018 el flujo de inmigrantes en Europa es de 50.000 personas, frente a 186.768 el año pasado, 1.259.955 el 2016 y 1.327.825 el 2015. Existe una diferencia tan asombrosa entre la realidad y las percepciones, que está claro que estamos ante una de las manipulaciones más notables de la historia.
La última encuesta, en la que participaron 23.000 ciudadanos de Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia, Suecia y Estados Unidos, muestra una enorme desinformación. En cinco de estos países, la gente cree que los inmigrantes son tres veces más numerosos que en la realidad.
Los italianos piensan que son 30 por ciento de la población cuando son 10 por ciento, menos que el promedio de la Unión Europea. Los suecos se acercan más a la realidad: creen que los inmigrantes son 30 por ciento, cuando de hecho son 20 por ciento.
Los italianos creen que 50 por ciento de los inmigrantes son musulmanes, cuando de hecho son el 30 por ciento.
Por el contrario, 60 por ciento de los inmigrantes son cristianos, y los italianos creen que son el 30 por ciento y en los seis países, los ciudadanos piensan que los inmigrantes son pobres y carecen de educación o conocimientos, y que representan, por lo tanto, una pesada carga financiera.
Los italianos creen que el 40 por ciento de los inmigrantes están cesantes, pero en realidad no superan el 10 por ciento, el mismo porcentaje de paro de todo el país.
Luego, el séptimo informe sobre el impacto económico de la Inmigración, de la Fundación Leone Moressa, basado en datos del Instituto Italiano de Estadísticas, presentó algunos hechos totalmente ignorados.
Los 2,4 millones de inmigrantes en Italia han producido 130.000 millones de euros, es decir 8,9 por ciento del producto interno bruto (PIB): un monto mayor que el PIB de Hungría, Eslovaquia y Croacia.
En los últimos cinco años, las empresas fundadas por inmigrantes constituyen el 25,8 por ciento del total, con 570.000 empresas, 9.4 por ciento del total.
El director del sistema de pensiones italiano, Tito Boeri, dijo en el parlamento que los inmigrantes le aportan al sistema 11.500 millones de euros, más de lo que cuestan. También hizo hincapié en que Italia está viviendo una crisis demográfica, con siete nacimientos por cada 11 muertos.
Matteo Salvini, el emergente líder italiano que ha basado su éxito político en transformar a los inmigrantes en la mayor amenaza que enfrenta Italia, le respondió usando Twitter: «Boeri vive en Marte». Y ahí se terminó la historia. Para más de 50 por ciento de los italianos, el tuit de Salvini fue más efectivo que las estadísticas reales.
Lo mismo ocurrió con hasta este mes director general de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), William Swing, quien citó un estudio realizado por esa agencia de las Naciones Unidas y el McKinsey Global Institute que señaló que «solo 3,5 por ciento de la población mundial son migrantes, producen nueve por ciento de la riqueza global, medida en términos del PIB, que es más del cuatro por ciento que si se hubieran quedados en sus casas».
Esto no tuvo ningún impacto en los electores del presidente estadounidense Donald Trump, los cuellos blancos, rurales y rojos, que están convencidos de que la inmigración es una amenaza para el país, un país donde todos son inmigrantes.
En otras palabras, los hechos son irrelevantes. Las percepciones subjetivas pesan más.
Consideremos el caso de Alemania, donde la canciller Angela Merkel se está debilitando por el tema de la inmigración, controlando al último minuto una rebelión de su Ministro del Interior, Horst Seehofer, líder de la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU), el partido hermano de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la jefa de gobierno.
El tímido y cohibido Trump se mostró feliz al acudir en ayuda de Seehofer, tuiteando que el pueblo de Alemania se está «volcando contra» su gobierno por el tema de la inmigración, lo que ha llevado a un aumento de la criminalidad.
El hecho de que en Alemania haya habido una fuerte disminución de la delincuencia, por supuesto, no tiene ninguna importancia para alguien que ha escrito más de 3.750 declaraciones falsas entre sus 38.187 tuits, con más de 53 millones de seguidores.
La circulación total, de los 1.331 diarios de Estados Unidos, es de aproximadamente 62 millones, pero el tiraje total de los 100 diarios más grandes está por debajo de los 10 millones de copias. Por lo tanto, todo lo que escriben está sumamente fustigado por los tuits de Trump.
Trump no está solo en su campaña… tiene aliados como el húngaro Viktor Orbán, el italiano Matteo Salvini, el polaco Jaroslaw Kazynscky, el austriaco Sebastián Kurz, el eslovaco Peter Pellegrini y el checo Milos Zeman, todos en el poder.
Luego, en los flancos tenemos Marine Le Pen en Francia, Nigel Farage en Gran Bretaña y así sucesivamente en casi todos los países europeos, con excepción de España y Portugal. Todos juntos, han utilizado la inmigración, el nacionalismo y la xenofobia como la herramienta del nuevo «derecho alternativo» para el éxito.
Volvamos al caso de Alemania. Baviera, que amenaza al gobierno de Berlín, es el Estado más rico de Alemania, con una población de 12,2 millones de personas. Múnich, con 1,4 millones de habitantes, es la tercera ciudad del país, después de Berlín y Hamburgo. La capital bávara es el segundo mayor empleador del país, y ha atraído inmigrantes, que en conjunto son menos de 200.000. El diario local, Suddeutsche Zeitung, estima que los musulmanes son 32.000.
Alternativa para Alemania (AfD), el partido de extrema derecha que obtuvo 13 por ciento de los votos en las últimas elecciones, logrando 92 escaños en el parlamento, se basa esencialmente en una plataforma antiinmigrante.
En una encuesta realizada en marzo, superó levemente a los socialdemócratas de centro izquierda. La encuesta encargada por el periódico Bild al instituto demoscópico INSA, indicó un apoyo de 16 por ciento a AfD, en comparación con 15,5 por ciento del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), un nuevo mínimo para el que tradicionalmente ha sido uno de los partidos más grandes del país.
En las últimas encuestas, AfD parece ganarle a la CSU en Baviera, donde los inmigrantes musulmanes son escasos. Sin embargo, la base principal de AfD se encuentra en la antigua Alemania Oriental, donde los inmigrantes representan un cuarto de los de Alemania Occidental. Por lo tanto, no existe un vínculo racional entre reaccionar a la presencia de inmigrantes y el sufragio. AfD saca más votos donde hay menos inmigrantes.
La CDU ahora está desplazándose agitadamente hacia posiciones xenófobas de extrema derecha para no perder electores con respecto al AfD. Probablemente perderá de todos modos ya que la historia muestra que los electores siempre prefieren el original a las copias. Pero se cree que los alemanes y los bávaros son personas racionales.
Las estadísticas son claras. Cada año hay 300.000 trabajadores menos. De los 80,6 millones de alemanes, solo el 61 por ciento está en edad laboral. En 2050, se reducirá a 51 por ciento, y los mayores de 65 aumentarán de 21 por ciento a 33 por ciento.
La tasa de natalidad en Alemania es de 1,5 hijos por mujer, mientras que sería necesaria una tasa de natalidad de 2,1 hijos por mujer, para que la población no disminuya. La gran afluencia de inmigrantes ha aumentado la tasa de natalidad a un modesto 1,59. Los inmigrantes tienden a imitar las tendencias locales y tampoco quieren tener muchos hijos.
Por lo tanto, está claro para todos que dentro de dos décadas la productividad disminuirá drásticamente (algunos sostienen que en 30 por ciento) debido a la menor cantidad de personas trabajando y no habrá suficientes contribuyentes para mantener funcionando los sistemas de pensiones y de seguridad social. Será el fin de la locomotora alemana.
La misma consideración se aplica a toda Europa, que tiene una tasa de natalidad de 1,6 hijos por mujer, lo que significa que la población disminuirá aproximadamente en un millón de personas cada año.
La División de Población de la Organización de las Naciones Unidas considera que Europa debería tener una afluencia de 20 millones de inmigrantes solo para mantener su población y su economía. Esto es claramente imposible en el sistema político de hoy.
En una muy acertada observación, la filósofa española Adela Cortina ha hecho notar que los jugadores de fútbol, los artistas y los ricos -incluso los musulmanes, como los príncipes-, son bienvenidos en Europa. Los que no son bienvenidos son los pobres.
Ella escribió un libro sobre por qué no nos enfrentamos a la xenofobia real. Lo que enfrentamos, escribió, es la aporofobia, un término que acuñó usando la palabra ‘apora’, el vocablo griego que significa pobre. De hecho, esta defensa de la civilización europea es una versión actualizada del colonialismo.
Se cuenta con muchos datos sobre el impacto positivo de la inmigración. El último es un estudio muy complejo que contempla más de 30 años de inmigración, llevado a cabo por el muy respetado Centro Nacional Francés de Investigación Científica (CNRS) y publicado por Science Advances.
Contempla los 15 países europeos que recibieron 89 por ciento de las solicitudes de asilo en 2015, el año de la gran afluencia desde Siria, Iraq y Afganistán.
Después de cuatro años, en parte debido a la duración del proceso burocrático, el PIB aumenta en 0.32 por ciento.
Los impactos en el sistema fiscal también son relevantes. El profesor Hippolyte D’Albis, uno de los autores, observa que inicialmente los inmigrantes, por supuesto que son un costo, pero este dinero público se reinvierte en la sociedad y durante diez años producen más riqueza que la población local. Después de 10 años se engloban en las estadísticas generales.
Es obvio que el sueño de las personas que vienen a Europa para escapar del hambre o la guerra es encontrar un trabajo lo antes posible, pagar impuestos y contribuciones, trabajar duro para garantizar su estabilidad y futuro. Al menos por una década.
Es interesante ver la diferencia entre la nueva y la vieja derecha. La vieja derecha no estaba contra los inmigrantes, entre otras cosas porque proporcionaban mano de obra barata. Era ligeramente nacionalista, pero nunca fue xenófoba (aparte de con los judíos). La nueva derecha alternativa no está interesada en las estadísticas ni en la economía. Solo le interesa fomentar el miedo para llegar al poder, y sostiene que la realidad es una noticia falsa fabricada.
Trump ha afirmado que los 250.000 manifestantes contrarios a su visita a Gran Bretaña, que lo mantuvieron fuera del centro de Londres, eran sus partidarios. No necesitas ser solo un narcisista, también necesitas revertir la realidad.
Por lo tanto hay que preguntarse ¿qué le ha pasado a la gente? El hecho de que Trump tergiversara la intención de 250.000 manifestantes normalmente habría caído en el ridículo.
Pero no: para los seguidores de Trump, sus tuits son una verdad indiscutible.
Su reunión con el líder norcoreano, Kim Jong-un, arrojó resultados muy vagos. Se retiró del acuerdo con Irán, que tenía varias páginas de concordancia, diciendo que no abordaba los problemas.
En la cumbre de este mes de julio de la OTAN en Bruselas, atacó a todos, y luego dijo que todos se habían comprometido a aumentar su presupuesto militar 4 por ciento (Estados Unidos se sitúa en 3,6 por ciento).
En su visita a Gran Bretaña, reprendió a la asediada primera ministra Theresa May, defendió un Brexit rígido y saludó al dimisionario ministro de Asuntos Exteriores, el pro Brexit duro Boris Johnson como su favorito. Le dijo a May que no había venido a negociar, sino a obtener lo que quería.
Luego se reunió con el presidente ruso, Vladimir Putin, y dijo que Estados Unidos era el responsable de las malas relaciones entre ambos países, que Putin era creíble cuando aseguró que no hubo injerencia rusa en las elecciones estadounidenses del 2016, y que las agencias de inteligencia y el Departamento de Justicia, con la investigación de esas elecciones por parte del asesor especial Robert Mueller, fueron una desgracia para Estados Unidos.
¿Cuándo en la historia de Estados Unidos un presidente que regaña a sus aliados y elogia a sus enemigos, ni siquiera hace fruncir el ceño al electorado republicano, que ahora es Trumpiano por encima de cualquier otra cosa?
Como indica una encuesta publicada en junio del año pasado por Varieties of Democracy (V-Dem), de hecho, el concepto de democracia en sí está en peligro.
La encuesta solicitó a más de 3.000 académicos y expertos nacionales que evaluaran a cada uno de 178 países sobre la calidad de las características principales de la democracia. A fines de 2016, la mayoría de la gente vivía en democracias.
Desde entonces, un tercio de la población mundial, 2.500 millones de personas, ha pasado por la «autocratización», en la cual un líder o grupo de líderes comienza a limitar los atributos democráticos y a gobernar de manera más unilateral.
Cuatro de los países más poblados -India, Rusia, Brasil y Estados Unidos- se han visto afectados por la «autocratización». Otros países grandes en declive democrático en los últimos 10 años son Congo, Turquía, Ucrania y Polonia.
Estados Unidos cayó de puesto siete al 13 en solo dos años. Al Congreso estadounidense no le gusta ponerle riendas al presidente, el partido opositor parece no tener ninguna influencia sobre el partido gobernante, y el Poder Judicial se está volviendo mucho más proselitista que equilibrado.
La Corte Suprema de Estados Unidos parecía un contrapeso al Ejecutivo, pero ahora su clasificación ha caído al 48 lugar.
Una encuesta realizada por el McKinsey Gobal Institute descubrió que en la actualidad, 41 por ciento de los estadounidenses no les importaría no vivir en democracia si el líder que les gusta siguiera en el poder más allá del plazo constitucional.
Es un hecho que las personas eligen a aquellos que les gusta, y por lo tanto cualquier país tiene el líder elegido por sus votantes, ya sea Putin, Erdogan, Orbán, Trump … y no hace siglos, Mussolini y Hitler.
Si quieren escuchar a los salvadores enviados por Dios, a quienes no les importa la realidad, ese es su derecho. Solo podemos deplorar el creciente sonambulismo de las personas.
El problema grave es que esta visión del mundo solo desatará un desastre en un futuro no muy lejano. Es realmente urgente, por ejemplo, crear una política de inmigración, establecer criterios para aquello que los países industrializados necesitan para poder permanecer en la competencia global.
Esto no sucederá, ya que todos los inmigrantes son presentados como una amenaza, en este camino descarado al poder, independientemente de la realidad.
La población de África se duplicará en las próximas décadas. Nigeria alcanzará los 400 millones. Sesenta por ciento de los habitantes de África ahora tienen menos de 25 años, en comparación con 32 por ciento en Estados Unidos y 27 por ciento en Europa.
¿Los europeos van a acribillar a los inmigrantes, como algunos xenófobos ya están pidiendo, convirtiéndose en una región de ancianos, con poca o ninguna pensión y un sistema social inexistente? ¿Perderá Europa su identidad original y los valores consagrados no solo en la constitución europea, sino también en las constituciones nacionales?
El parlamento francés ha eliminado el término «raza» de su constitución, y el gobierno luso otorgará la ciudadanía portuguesa a los inmigrantes que tengan un trabajo estable después de un año.
En cambio, el gobierno de los Países Bajos, con el apoyo del parlamento, ha decidido negar el permiso de regreso de los niños nacidos de padres holandeses inscritos en el ISIS, con el argumento de que esos niños han nacido y se criaron en un clima de odio y la violencia, por lo que constituyen un peligro para la sociedad neerlandesa.
Holanda fue una vez un símbolo de tolerancia, y durante siglos ha sido asilo de refugiados, huyendo de los conflictos religiosos o políticos. Hoy en día, tiene una población de 17,2 millones de personas, con un alto nivel de vida. ¿Cuántos de esos niños hay del Estado Islámico? ¡El asombroso número de 145!
¿No sería posible encontrar 145 familias para esos niños, que no tienen responsabilidad por su situación, dónde podrían olvidar los horrores que atravesaron y disfrutar de los beneficios de su nacionalidad que, según el derecho internacional, se considera irrevocable?
Mientras tanto, Estados Unidos ha estado separando a más de 5.000 niños de sus padres inmigrantes.
¿Es esta la nueva Europa y Estados Unidos que desean sus ciudadanos?