Una patrulla holandesa que durante meses pasa junto a un lugar donde se fabrican bombas de berma: una de las trece secciones de inteligencia que operan en Kamp Holland sabe que allí hay armamento enemigo pero no comparte la información con las otras doce. Pilotos de F-16 que por orden de ISAF bombardean un objetivo […]
Una patrulla holandesa que durante meses pasa junto a un lugar donde se fabrican bombas de berma: una de las trece secciones de inteligencia que operan en Kamp Holland sabe que allí hay armamento enemigo pero no comparte la información con las otras doce. Pilotos de F-16 que por orden de ISAF bombardean un objetivo pero luego, contra las reglas habituales, no reciben información sobre los resultados del ataque. «Eso es secreto». Unidades completas que llegaron a la provincia afgana de Uruzgán en 2006 y 2007 sin completo conocimiento de la región ni de los usos y costumbres de la población.
Estos son algunos de los ejemplos «holandeses» de un informe de más de 300 páginas, escrito por un centro de estudios de Estados Unidos (RAND Corporation) para el alto mando del Ejército del país. El informe es una evaluación de las operaciones de inteligencia en Afganistán e Iraq y estaba destinado exclusivamente a los países de la OTAN, a Australia, Israel y Nueva Zelanda. Pero, a través del sitio webse hizo accesible a todo público.
En el documento se recoge información hasta la primavera de 2007. Desde entonces han cambiado algunas cosas, incluida la cooperación entre los servicios de inteligencia de los países que participan en la operación ISAF de la OTAN o en la Operación Libertad Duradera comandada por Estados Unidos. Pero, estos cambios apenas se conocen y los políticos no parecen muy dispuestos a hablar de ellos.
El ministro holandés de Defensa, Eimert van Middelkoop, no ha leído el informe, pero ante la consulta de Radio Nederlad su respuesta es clara: «Espero que usted entienda que un ministro no puede decir mucho sobre los servicios de inteligencia, menos todavía cuando se trata de servicios de inteligencia que están en plenas operaciones».
En cierto sentido, el informe entrega una imagen desconcertante de la participación holandesa en Uruzgán. El primer comandante de la «Task Force Uruzgán», el entonces coronel (hoy brigadier general) Theo Vleugels, al parecer no recibió a su llegada órdenes claras del alto mando de ISAF. Por lo tanto se puso a trabajar de acuerdo a su propio criterio. Más tarde sí recibió un plan de acción. «Se parecía mucho al nuestro», dijo el coronel Vleugels a los investigadores de la RAND Corporation: «Esto no es muy sorprendente porque la tarea que nos encomendaron fue la que nosotros les dijimos que estábamos haciendo».
Según otros entrevistados, en una primera fase Kamp Holland albergó a cerca de 13 secciones de inteligencia: estadounidenses, australianas, holandesas y un servicio de los Emiratos Arabes. Dentro de estas secciones nacionales había a la vez divisiones. Por ejemplo, las Fuerzas Especiales de estos países tenían sus propias células de inteligencia, al igual que la Air Task Force de la aviación holandesa. A menudo estos servicios trabajaban cada uno por su cuenta.
El teniente coronel holandés Johan van Houten dice en el informe que en 2006 y 2007 las tropas de su país no sabían «casi nada» sobre Uruzgán, en particular muy poco sobre la población local, que estaba directamente involucrada en las operaciones de contra-insurgencia. El informe cita a otro militar que dice que antes de llegar a la provincia afgana no sabía nada sobre las redes sociales y las figuras claves de la región. «Si hubiéramos estado informados podríamos haber entendido las relaciones entre ellos e interpretar correctamente los acontecimientos».
Se presentaron además problemas en apariencia sencillos, como la pronunciación de los nombres de los pueblos y las personas. Incluso faltaban mapas actualizados: al comienzo de las operaciones se habrían utilizado mapas topográficos rusos de la época de la invasión soviética a Afganistán.
El documento señala también la manera en que las distintas unidades holandesas se relacionaban con la población local. Según los entrevistados, las unidades de combate tenían una actitud mucho más negativa ante los afganos que, por ejemplo, los soldados del equipo de Reconstrucción Provincial.
El informe no se refiere a la actual relación que mantienen los distintos servicios de inteligencia. Al respecto el ministro van Middelkoop dio una respuesta más bien halagüeña: «Nunca he recibido noticias negativas. Lo que sí puedo asegurar es que en este tipo de conflictos la capacidad de los servicios de inteligencia es de enorme importancia. Sé que los holandeses mantienen una buena colaboración con los servicios de los otros países, y no puedo agregar nada más».
Traducción: Ricardo Cuadros