La desesperación hace que cualquier medio, los más crueles e ilegales, justifiquen los propósitos de los poderosos. La historia parece repetirse. Siempre ha resultado beneficiosa para la clase política dominante en el mundo esa vieja maniobra de desviar la atención sobre los problemas económicos y sociales que afronta los países, exaltando el chovinismo, excavando las […]
La desesperación hace que cualquier medio, los más crueles e ilegales, justifiquen los propósitos de los poderosos.
La historia parece repetirse. Siempre ha resultado beneficiosa para la clase política dominante en el mundo esa vieja maniobra de desviar la atención sobre los problemas económicos y sociales que afronta los países, exaltando el chovinismo, excavando las brechas culturales y odios irracionales entre los pueblos, para finalmente terminar con provocar la guerra entre países.
Es precisamente a esa maniobra a la que nuevamente recurre la clase política dominante en Japón (su decadente burguesía) cuando promueve los sentimientos ultra nacionalistas en el pueblo japonés y provoca a la República Popular China por los territorios en disputa (Las islas Diaoyu, o Senkaku según Japón).
Hoy Japón experimenta la peor crisis económica de su historia, con el agravante de que no existen salidas posibles a ésta dentro del sistema capitalista. Por otro lado, los gobernantes japoneses creen contar con un «aliado» como EE.UU. (apelando al acuerdo de seguridad mutua) que los apoyarían en su peligroso juego contra un enemigo común. Además, estos saben que a EE.UU., conviene justificar su presencia, ventas de armas y control de la zona. Por estas razones, la provocación se convierte en el acicate de la burguesía japonesa y estadounidense contra el gigante asiático.
El pasado martes 1 de julio, el primer ministro derechista de Japón, Shinzo Abe, aprobó una resolución (prácticamente una enmienda constitucional, también considerada por muchos como un golpe de Estado) que reinterpreta la Constitución de aquel país por primera vez en casi 70 años [1]. Con ésta se permite que el país nipón pueda tomar iniciativas militares de carácter ofensivo en el extranjero (y no defensivos) e independiente de EE.UU. Algo hasta hace poco imposible.
Vale recordar que luego de su derrota en la 2da Guerra Mundial, Japón fue obligado por su «aliado» en 1947 en adoptar una Constitución pacifista y a no poseer un ejército propio. Aunque ésta permitía que Japón disponga de Fuerzas de Autodefensas Nacionales (una especie de policía militar), de su «seguridad» se encargaría EE.UU. que ha sembrado al país de varias bases militares, algunas de estas con almacenes de armas nucleares.
Años atrás, el país del sol naciente había enmendado ésta última disposición constitucional que también prohibía a estas fuerzas participar en misiones en el extranjero. Bajo el control de militares estadounidenses, las «Autodefensas» niponas lograron participar en misiones «para el mantenimiento de la paz» (en realidad misiones de guerra) en África y Afganistán.
A los efectos reales, Japón cuenta hoy con un ejército propio y con experiencia de combate, también posee una industria armamentista con tecnología importante capaz de competir con el Complejo Militar-Industrial estadounidense y europeo.
Pero la República Popular China que es una potencia económica, militar y nuclear en crecimiento. El actual dirigente chino Xi Jinping ha dado muestras firmes de no dar marcha atrás ante lo que considera como la justas reclamación de su país sobre el Mar de China Oriental y las Islas Diaoyu (Senkaku para Japón), en cuyos subsuelos marinos se esconden importantes riquezas energéticas.
Japón, apoyado, pero sobre todo instigado por EEUU, está jugando con fuego.
China mueve todas sus piezas y alianzas en la zona, mientras afianza sus relaciones económicas-militares con la potencia Rusa.
El Dragón chino sabe muy bien lo que es jugar con fuego. Su boca puede escupir fuego, pero prefiere actuar con particular paciencia sin dejarse tentar por las provocaciones US-niponas. Sin embargo, en los últimos años ha venido aumentado su presupuesto militar hasta alcanzar, según señalan algunos analistas, un gasto de 200 mil millones de dólares [2].
El Dragón se ejercita y muestra sus músculos a los provocadores. Meses atrás estableció zonas de defensa aéreas que cubren las islas en reclamación y sus aguas territoriales en disputas con Filipinas, Vietnam, Malasia, etc. [3].
Se calienta la zona.
Notas:
[1] Abe organiza un golpe a la Constitución pacifista
http://spanish.xinhuanet.com/mundo/2014-07/01/c_133451710.htm
[2] China aumenta su presupuesto militar
http://www.abc.es/internacional/20140305/abci-china-gasto-militar-201403050417.html
[3] China establece zonas de defensa aéreas
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