Recomiendo:
0

Karzai se pone a patinar sobre una fina capa de hielo

Fuentes: Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

El presidente afgano Hamid Karzai ha dejado gravemente maltrecha la credibilidad de una de las instituciones más nobles de la historia y la cultura de su país. Gran parte de la población afgana confía en estos momentos en que la institución de la loya yirga (gran asamblea tribal) pueda sobrevivir a la presidencia de Karzai.

Quedan ya muy pocas instituciones afganas tras la sistemática destrucción de la sociedad y de sus tradiciones originarias perpetrada a lo largo de las últimas tres décadas de guerra civil, interferencias extranjeras y sangriento caos.

Cada vez se convocan menos loyas yirgas; en los últimos 300 años de historia afgana se han celebrado menos de veinte. Y es más que probable que en ellas nunca se llamara a santificar los vínculos de un gobernante afgano con una potencia extranjera. Karzai ha violado una tradición sacrosanta. Y podría tener que pagar un alto precio por ello.

La yirga de 2.300 miembros y cuatro días de duración que concluyó en Kabul el pasado sábado estaba abarrotada de «líderes tribales y otros dirigentes comunitarios» que habían sido convocados por Karzai. Según el New York Times:

    «Desde el principio se cuestionó la yirga tanto por su oportunidad -parecía destinada a socavar una sesión activa que se celebraba en el parlamento- como por su composición, porque alrededor del 90% de los delegados habían sido nombrados a dedo por el Sr. Karzai o sus ayudantes.

    Importantes personalidades afganas, incluidos muchos miembros del parlamento, destacados dirigentes cívicos y la oposición política, respondieron boicoteando la reunión. Eso debilitó el peso tradicional que la sociedad afgana concede a las yirgas. Los candidatos seleccionados por Karzai dieron diligentemente su aprobación a la decisión de éste de establecer una asociación estratégica con Estados Unidos que permita la permanencia de bases militares en el país una vez que la mayor parte de las tropas se hayan marchado en 2014. La resolución de la yirga señalaba que la asociación estratégica duraría diez años y que podría ampliarse de estimarse necesario.»

En resumidas cuentas, Karzai puede ahora afirmar que tiene un mandato de la nación afgana incluso aunque el parlamento llegara a negarse a ratificar el pacto estratégico entre EEUU y Afganistán.

Más preguntas que respuestas

Karzai declaró rápidamente: «Estoy de acuerdo con vuestras determinaciones y la resolución a la que se ha llegado hoy representa una decisión integral que debemos apoyar y poner en práctica».

La parte cómica es que Karzai ni siquiera compartió los términos del acuerdo con la yirga, ya que Washington insistió en que no sería buena idea darles publicidad. En efecto, el teatro político desplegado no fue producto en su totalidad de una idea genial de Karzai.

Washington quería que Karzai asegurara un mandato de la loya yirga antes de que el pacto se firme en la Conferencia de Bonn II del 5 de diciembre, a la que están invitados noventa países.

La esperanza de EEUU es que el «mandato» de la loya yirga y la presencia de la «comunidad internacional» en Bonn den al pacto estratégico un grado de legitimidad que las indignadas potencias regionales -especialmente Rusia, Irán y Pakistán- no puedan cuestionar fácilmente.

Washington tiene también la sensación (con toda la razón) de que la opinión afgana está en contra de la ocupación extranjera. Es muy significativo que el recientemente formado Frente Nacional, que incluye a pesos pesados como el ex vicepresidente Ahmad Zia Massoud (hermano del fallecido Ahmad Shah Massoud), el líder de Jumbish, Abdur Rashid Dostum, y el jefe de Hezb-e-Wahdat, Muhammad Mohaqiq, que tienen una base de poder entre las comunidades tayika, uzbeka y hazara, definieron como «inconstitucional» el paso dado por Karzai de convocar una loya yirga y llamaron a boicotearla.

La administración del presidente de EEUU Barack Obama se había pillado los dedos en Iraq, donde el primer Ministro Nuri al-Maliki no pudo conseguir avasallar a la opinión pública para que aceptara una presencia ampliada de EEUU tras una retirada formal a finales de este año.

Una vez más, la oposición regional a las bases militares estadounidenses es mucho más fuerte respecto a Afganistán. Teherán ha sido un crítico mordaz del pacto propuesto por Karzai. Pakistán no hace un secreto de que no ve con buenos ojos las bases militares de EEUU en Afganistán.

El ministro de asuntos exteriores ruso, Sergey Lavrov, cuestionó las intenciones estadounidenses en un amplio comunicado emitido en Moscú el miércoles. Parecía tener muy presente la yirga que estaba celebrándose:

    «No está nada clara aún la planeada retirada de Afganistán en 2014, porque se nos está diciendo que la finalización de las operaciones antiterroristas allí está correlacionada con los planes para establecer y mantener grandes bases militares estadounidenses en el país.

    Hemos planteado estas preguntas a nuestros socios estadounidenses y las hemos discutido con los líderes de Afganistán. Hasta ahora hay más preguntas que respuestas, especialmente con la información de que los colegas estadounidenses quieren ampliar su presencia militar en los países de Asia Central.

    Desde el principio de la operación contra al-Qaida y los talibanes, se nos ha dicho constantemente que la presencia extranjera en Afganistán y el uso de las instalaciones de tránsito en Asia Central eran solo necesarias a fin de eliminar la amenaza terrorista específica que se manifestó el 11 de septiembre de 2001, y que no hay escondido ningún cálculo geopolítico detrás. Vamos a suponer que los principios mencionados al inicio de la operación van a respetarse en su totalidad.» (Énfasis añadido)

Con los talibanes afirmando repetida y categóricamente su oposición al pacto de Karzai con Washington, e influyentes secciones de la opinión afgana (no talibán) y potencias regionales clave cuestionando la medida, ¿qué espera lograr el presidente afgano?

En pocas palabras, confía en obtener el permiso estadounidense para continuar en el poder en el período posterior a 2014. Pero Karzai se va a encontrar con las cosas muy difíciles ahora que ha encallado su proceso de paz y reconciliación con los talibanes.

Sus relaciones con los líderes pakistaníes siguen de mal en peor. La ministra de asuntos exteriores pakistaní, Hina Rabbani Kar, aireó públicamente la semana pasada su disgusto con el gobierno de Karzai. El reciente movimiento turco de mediación no ha tenido al parecer éxito. Karzai celebró una reunión glacial la pasada semana con el primer ministro pakistaní, Yusuf Raza Gilani, al margen de una cumbre regional del sur de Asia en Male.

Una vez león, siempre león

Sin duda, el factor más preocupante sobre el tablero de ajedrez es que Pakistán contempla la Conferencia de Bonn con una especial falta de entusiasmo. Sin el apoyo incondicional de Pakistán, el proceso de Bonn no va a tener mucho significado. El ministro alemán de asuntos exteriores, Guido Westerwelle, visitó Islamabad la pasada semana y se reunió con el jefe del ejército, el general Ashfaq Kiani.

Sin embargo, una crisis política devoradora amenaza con desplegarse en Pakistán, derivada de las revelaciones de que hace pocos meses el gobierno civil del presidente Asif Ali Zardari buscó la ayuda de Washington para aplastar a la cúpula del ejército.

Aún es pronto, pero hay dos cosas que cada vez son más evidentes. Una, la crisis política está destinada a fortalecer al ejército pakistaní frente a un gobierno civil que se percibe se ha vendido a EEUU.

Dos, Washington figura en el epicentro del consiguiente enfrentamiento entre civiles y militares en Pakistán y esto va a debilitar la capacidad de EEUU para influir en los dirigentes de Islamabad a corto plazo.

Hay muchas probabilidades de que los dirigentes pakistaníes no se muevan un centímetro de su posición respecto al acuerdo afgano. EEUU puede tener su pacto de seguridad con Karzai, pero no significa nada si el proceso de paz no puede avanzar de forma significativa. Cuanto más tiempo pase, más insostenible será la posición de Karzai.

Karzai debería saber ya que Washington tiene muy pobre opinión sobre él y que no andan escasos de políticos afganos que podrían ocupar su puesto en 2014 e igualmente servir a los intereses estadounidenses.

Washington no se pudo sentir muy cómodo tras el «ardiente» discurso de Karzai en la loya jirga del miércoles cuando se hizo pasar por un nacionalista acérrimo enfrentado a los estadounidenses. Para establecer sus credenciales nacionalistas, Karzai dijo una serie de palabras que se han convertido en el blanco de las bromas del bazar de Kabul:

    «Aunque esté viejo, enfermo y débil, un león sigue siendo un león. El resto de los animales de la selva tienen miedo incluso de un león enfermo y se mantienen lejos de él. Somos leones, EEUU debería tratarnos como leones y no queremos menos que eso. Por tanto, estamos preparados para entrar en un acuerdo estratégico entre un león y EEUU.

    Un león odia que un extraño entre en su hogar; a un león le disgusta que un extraño penetre en su espacio, un león no quiere que a sus hijos se los lleven de noche. El león no permite que funcionen estructuras paralelas, el león es el rey de su territorio y gobierna en su propio territorio. El león no tiene nada que ver con el resto de los habitantes de la jungla.»

Y después añadió:

    «Ellos [la presencia estadounidense] nos traen dinero; entrenan a nuestros soldados y policías y aportan seguridad a la casa del león. El león no tiene tiempo para hacer todas esas cosas. Pero ellos tienen que proteger su entorno sin tocar el hogar del león. Tienen que proteger las cuatro fronteras de la selva.»

Karzai parecía ser muy consciente de que el pueblo afgano siente aversión ante un gobernante que es de forma tan clara el títere de una potencia extranjera. Los británicos pusieron en 1830 a Shuja Shah en el trono por pura gratitud tras concluir el primer y único «pacto estratégico» de Kabul con un poder imperial, pero Shuja no pudo permanecer en el poder cuando los británicos se marcharon.

Lo que podría salvar a Karzai es que es una persona intuitiva. Decidió hacer en helicóptero el corto viaje desde su palacio presidencial hasta la sede de la yirga. Cuando acabó la reunión el sábado y volvió a casa, echó también a volar, como señuelos, dos helicópteros más.

El embajador M. K. Bhadrakumar fue diplomático de carrera del Servicio Exterior de la India. Ejerció sus funciones en la extinta Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanka, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía

Fuente: http://www.atimes.com/atimes/South_Asia/MK22Df01.html