En el vendaval de rejortajes del congreso, de los burócratas y de la administración sobre el Huracán Katrina, lo único que fué puesto de lado es lo que fué puesto de lado desde el primer día — y todo los días después: el Pueblo. Han pasado seis meses desde que la nación vivió el peor […]
En el vendaval de rejortajes del congreso, de los burócratas y de la administración sobre el Huracán Katrina, lo único que fué puesto de lado es lo que fué puesto de lado desde el primer día — y todo los días después: el Pueblo.
Han pasado seis meses desde que la nación vivió el peor desastre natural (y político), y las cosas siguen aún tan inestables, tan inseguras, tan caóticas para las decenas de miles de gente fueron muy pobres para huír la noche de la catástrofe.
Mientras los políticos se la pasan peleando por salir en las noticias, y se emite reportaje tras reportaje, los residentes de la ciudad, en su mayoría negros (especialmente los que vivían en la parte baja del Noveno Distrito) están desparramados por todo el país, luchando contra FEMA por fondos para sus viviendas, buscando trabajo, tratando de rehacer sus vidas.
Entre tanto, las grandes corporaciones y las agencias de planificación de la ciudad, están eliminando grandes áreas del Noveno Distrito, y planeando para una Nueva Nueva Orleans, una que será, (cómo lo diríamos), muchísimo menos… «chocolate».
Muchos antiguos residentes están apiñados en pequeños cuartos de hotel, algunos viven ajustados en casas privadas, y muchos más aún están sin casa, mientras que 100, 000 casas rodantes compradas por FEMA para ésto, están paradas allí, vacías… sin usar.
Una prueba de las grandes diferencias sociales y de clase se pudo ver cuando mientras tanta gente vive en tal desesperación, las corporaciones blancas de noticias hicieron un ridículo escándalo cuando el alcalde de la ciudad dijo a un grupo de sobrevivientes de Katrina que Nueva Orleans volvería a ser una «ciudad chocolate» otra vez.
Un estudio reciente sobre el futuro de Nueva Orleans sugiere que la «Nueva» Nueva Orleans será más blanca y más económicamente rica que la ciudad que sufrió los vientos y las aguas de Katrina. El estudio, dirigido por John R. Logan, titulado «El Impacto de Katrina: Raza y Clase en las Vecindades Destruídas por la Tormenta» (The Impact of Katrina: Race and Class in Storm-Damaged Neighborhoods.) <<www.s4.brown.edu/Katrina/report.pdf>>, demuestra cómo el 80% de negros de Nueva Orleans quizás no vuelvan jamás. En verdad, casi el 50% de residentes de la clase trabajadora blanca quizás tampoco regrese.
Logan, profesor de sociología de Brown University, informa que los líderes políticos y del mundo de los negocios están asegurándose que Nueva Orleans tenga una nueva población –gente más blanca y más económicamente rica que antes.
Se acuerdan de las grandes y sublimes promesas que se hacían por los micrófonos cuando Katrina todavía era noticia fresca? Palabras, promesas vacías, disparates.
Hay otra razón por la que el dinero prometido jamás llega a la Ciudad de la Media Luna.
La guerra.
La Guerra Contra Iraq es como una aspiradora eléctrica fiscal, que barre con todo dólar sin dueño que encuentra.
El huracán Katrina ha creado otro problema que muy poco se discute: la profunda toxicidad que abunda hoy en la región, donde plomo, arsénico, petróleo crudo, benceno y docenas de otras substancis tóxicas se han infiltrado en la tierra, en los ladrillos y en el aire tropical.
Recuerdo los ataques del 11 de Setiembre, cuando oficiales de la ciudad y del gobierno federal aseguraban al pueblo que las nubes de polvo blanco que arrastraba el viento no eran peligro para la salud de los residentes de Manhattan. Ahora, años después, sabemos que todo éso eran mentiras diseñadas para dar una falsa idea de seguridad y paz a gente que vivía en peligro.
Aún cuando hoy ha sido puesto de lado por las agencias de noticias, el Huracán Katrina vive en la mente de millones como ejemplo de lo peor del ethos norteamericano cuando se trata del sufrimiento de los negros pobres.
Brima Conteh, un activista africano que vive en París, lo demostró recientemente. Cuando se le preguntó sobre los recientes disturbios en Francia, el contestó la pregunta con otra pregunta; y explicó:
«Dos negros norteamericanos quisieron venir a vernos durante los disturbios en París, y la primera pregunta que les hicimos fué, ‘Nosotros quisiéramos saber qué es lo que ustedes están haciendo allá, en los Estados Unidos, sobre Katrina.’
«Aún en Francia, la gente habla de ‘Los Estados Unidos aquí… los Estados Unidos allá — A pesar del racismo, los Estados Unidos es visto de un modo diferente. Pero la gente empezó a preguntarse, ‘si tienen tantas grandes estrellas negras norteamericanas, que porras está pasando allá?’.» (De: Tram Nguyen, «Lecciones de Francia: el Activista Africano Brima Conteh Habla Sobre las Raíces y Repercusiones de los Disturbios en París» [«Lessons From France: African Activist Brima Conteh Talks About the Roots and Reverberations of the Unrest in Paris»], *Colorlines* Magazine (Setiembre, ’06), p. 9.
Las imágenes de Katrina no han desaparecido. Resuenan alrededor del mundo rebotando desde los satélites de noticias, hablando, educando, revelando…
Desde el primer día esas imágenes dijeron que a los Estados Unidos de Norteamérica, la nación más rica de la humanidad desde los tiempos de Roma, no le importa un comino los negros pobres. Ha pasado medio año, y ese mensaje resuena tan claro hoy como ayer.
Copyright 2006 Mumía Abu-Jamal