Cada vez que se quiere denostar a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, (URSS), en la Segunda Guerra Mundial, se hace referencia a la ejecución masiva de oficiales polacos en el bosque de Katyn en 1940. Dícese descubierta por los alemanes, cuando en 1943 ocuparon el lugar y encontraron las fosas. A cuenta de tal hecho se esfuerzan por colocar en igual juicio a Iósif Stalin y Adolf Hitler. Y hacen una torcida interpretación de la historia, que pretende igualar a los genocidas fascistas del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP), más conocido como Partido Nazi y a la Wehrmacht, las fuerzas de defensa unificadas del llamado Tercer Reichalemán, con los comunistas y soldados soviéticos del Ejército Rojo.
Me interesa motivar la comparación para precisar verdades, ante las manipulaciones que discurren.
Los historiadores poseemos instrumentos teóricos y herramientas, que nos permiten acercarnos a lo que realmente ocurrió en la historia. Y no podemos asumirnos como fiscales, sea cual sea nuestra filiación ideológica y política. Hay que partir precisamente de los hechos probados y su historia, y de lo que realmente ocurrió, sentían y pensaban los protagonistas de los acontecimientos: Cuando se asume con honestidad esta posición -de partidismo científico decimos los marxistas- podemos incluso equivocarnos, pero nunca hay espacio para la mala fábula y la tergiversación.
Una historia de conflictos
Los heraldos del antisovietismo apurados en tejer sus tramas, nunca consideran los contextos históricos, y ahí mismo comienza su falta de objetividad. Para entender Katyn se impone conocer sobre las relaciones ruso-polacas.
El primer Estado eslavo oriental nace en el 867, y casi dos siglos después aparece Polonia como nación, convertidos sus pobladores al cristianismo de orientación romana, mientras los rusos asumían la tradición ortodoxa oriental. Esta diferencia confesional y el tener que defender los polacos un espacio territorial ya repartido, marca desde el inicio las relaciones entre Polonia y Rusia, con ambos Estados involucrados en la contienda por la preponderancia política, estratégica y civilizacional en Europa Central y Oriental
Aunque hubo períodos de paz, fueron más comunes los tiempos de turbulencia. Durante siglos, se produjeron varias guerras polaco-rusas: Los polacos ocuparon Moscú una vez y el Imperio zarista controló gran parte de Polonia durante los siglos XIX y XX. Los señores de la guerra polacos y rusos emularon en violencias y muertes, e instauraron una memoria de crueldades, represalias y venganzas, dañando las relaciones entre ambas naciones.
El pueblo polaco, los campesinos y trabajadores, la intelectualidad nacionalista, siempre mantuvo una actitud beligerante dentro de esa cárcel de pueblos que fue el imperio zarista. La nobleza polaca y los círculos burgueses urbanos temían por sus intereses y se conformaban con demandar un tipo de régimen semi autónomo, pero siempre predominó la distancia y la diferencia con lo ruso. .
Obligados por la terrible situación económica y social que habían heredado, con las tropas rusas diezmadas y sin oportunidades, en los frentes de guerra de la Primera Guerra Mundial, y en ejercicio de la voluntad de paz que defendían los bolcheviques; al tomar el poder en noviembre de 1917 con el liderazgo de Vladimir Ilich Lenin, se empeñan en firmar el fin de hostilidades con Alemania. Y por el Tratado de Brest-Litovsk, entregaron la mayor parte de la Polonia “rusa”.
Luego de la derrota germana en la Primera Guerra Mundial, los polacos van a la conquista de su independencia y la proclaman en noviembre de 1918, al cabo de 123 años de particiones y sometimiento no solo al zar de Rusia, sino también a los gobernantes de Prusia y Austria. El parto de la nueva república tuvo el beneplácito y el apoyo económico y militar de las potencias capitalistas, interesadas en frenar la “expansión del bolchevismo” hacia Europa Occidental.
El goce de la liberación nacional, y el ejercicio de la independencia por muy restringido que fuera para los campesinos y trabajadores, aglutinó a la inmensa mayoría del pueblo polaco que coincidía en defender la independencia, restaurar las fronteras de Polonia anteriores a 1772 y consolidar su posición de país soberano en la región. Cuando Lenin intentó ampliar el movimiento de los soviets hacia Polonia, camino de llegar también a Alemania -y apoyar el movimiento revolucionario allí existente-, encontró una fuerte oposición, y se produce la guerra polaco-soviética de 1920-21, que se pierde para las fuerzas bolcheviques. Más, los comunistas polacos en tanto apoyaron en la guerra al Ejército Rojo, salieron de la contienda en minoría y completo aislamiento político
La oligarquía polaca aliada al occidente capitalista, a su vez fracasó en sus objetivos de anexar territorios de Ucrania, Bielorrusia y Lituania, pueblos que se incorporaron como repúblicas socialistas soviéticas, en el multinacional proyecto de la URSS, fundado por Lenin en diciembre de 1922.
En Polonia el gobierno soviético tendría un Estado de derecha en hostilidad activa. En 1932 llegan a firmar un Pacto de No Agresión, pero el acuerdo existe sin valor real. Los oligarcas polacos cumplen de buena gana la misión de las potencias occidentales de cercar y hostigar el poder soviético, y fomentar en la frontera común, la actividad de la contrarrevolución, la tensión, el espionaje y la subversión dentro del territorio soviético. La respuesta de Stalin ya en el poder, estuvo en la misma línea de confrontación, generalizó la conciencia del adversario, y aplicó de métodos de rigor, control y traslados masivos de poblaciones polacas dentro del territorio de la URSS.
En lo más inmediato, en la memoria más reciente de los soviéticos de 1940, en los jefes, oficiales y soldados del Ejército Rojo que en 1939 cruzan la frontera y ocupan regiones polacas, estaban las pugnas de nacionalidades, de clase y territorios, frente a militares que resistieron y defendieron la independencia de su Estado y les vencieron. Que apoyaba el bloqueo y cerco capitalista, y eran declarados enemigos. No se olvidaban los militares soviéticos de los más de 32.000 soldados del Ejército Rojo, que murieron en el cautiverio polaco después de la guerra.
Katyn
Con las fosas repletas de cadáveres en Katyn, Hitler, y el ministro de propaganda nazi, Joseph Goebbels, orquestaron en el propio 1943, una amplia operación de propaganda, desinformación y justificación del Estado genocida que encabezaban. Stalin y la dirección soviética desmintieron las acusaciones de los dirigentes nazis, y afirmaron que los responsables de las muertes eran los fascistas. Y esta fue la versión que prevaleció al final de la guerra. El triunfo de las fuerzas revolucionarias en Polonia, y su constitución en país socialista tendió un manto de silencio sobre los acontecimientos de Katyn, en aras de no dañar los intentos de construir una relación de amistad, cooperación y alianza, que a nivel del sustrato popular nunca se logró.
El tema de Katyn fue retomado con fuerza en la medida que la estrategia imperialista contra la URSS y el campo socialista, reforzó la subversión política interna, la creación de fuerzas “disidentes” y la guerra ideológico cultural. Luego de años de obstinada y errática negación por parte de las autoridades soviéticas, en el cruce de las décadas ochenta-noventa del pasado siglo, en la llamada glasnost -transparencia-, durante la contrarrevolución en que devino la denominada perestroika -reforma-, se produjo la desclasificación de parte importante de la documentación soviética sobre Katyn. Fue un golpe más de las fuerzas anticomunistas internas, a la ya deteriorada imagen del Estado y el Partido Comunista de la URSS.
Las autoridades soviéticas en 1990 y Mijaíl Gorbachov en particular, entregaron a sus pares polacos, documentos que prueban la ejecución en ese lugar y en otros dos sitios, de militares polacos, en una cifra que se afirma superior a los 20 mil prisioneros. Los documentos confirman que la orden de matar a los oficiales fue de Stalin, a partir de una sugerencia de Lavrenti Beria, entonces jefe del Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos, la policía política o NKVD. Esta decisión fue aprobada por el Politburó -Buró Político- del Partido Comunista de la URSS.
El rédito político del asunto y la oportunidad de desacreditar, también fue utilizada por Boris Yeltsin, que hizo entrega de más documentos. Recién, el pasado año aparecieron otros documentos.
Aún sobre las ejecuciones que se efectuaron en el lugar, falta un completo esclarecimiento. Hay indicios de que bajo la ocupación alemana, los nazis en 1943 también dieron muerte allí a centenares de prisioneros polacos. Cuando Goebbels fue informado de que el ejército alemán debía retirarse de la zona de Katyn, escribió en su diario, el 29 de septiembre de 1943: “Desafortunadamente, hemos tenido que entregar Katyn. Sin duda, los bolcheviques pronto descubrirán que fusilamos a 12.000 oficiales polacos. Ese episodio nos causará muchos problemas en el futuro. Los soviéticos, sin duda, se esforzarán por descubrir tantas fosas comunes como sea posible y luego culparnos a nosotros” 1.
El hecho cruel de Katyn no se justifica aun para aquellos tiempos en que la guerra amenazaba nuevamente las fronteras de la URSS. Ejecutar prisioneros de guerra era un crimen en la cultura jurídica de la época, en atención a los convenios de Ginebra, firmado el primero en esa ciudad Suiza en 1864. Lo es hoy. Lo será siempre.
¿Stalin?
Contra Stalin se levantarse muchas objeciones. Contra los errores del Partido Comunista de la URSS bajo la dirección estalinista también. Hay opiniones intermedias y una cohorte opinática que sigue en defensa absoluta de lo hecho por el líder y el Partido soviético entre 1924 y 1953. Y el tema -que motiva pasiones-, va continuar así. Realmente carecemos de uno y varios estudios bien serios, que re coloquen la figura de Stalin para la memoria, la Historia, la educación, la cultura política y la izquierda revolucionaria actual.
Desde las ideologías comunistas y revolucionarias en curso, desde los marxismos del presente, con lo que aprendimos en los libros soviéticos y luego repensamos en los documentos y las realidades que se develaron tras del derrumbe, con el privilegio de pertenecer a las generaciones de que cubanos que conocimos muy de cerca, somos martianos agradecidos y amaremos siempre a la URSS, con las experiencias antirrusas que vivimos y sentimos en plena época socialista, desde y en la profundidad popular y honesta de polacos y checos… siento que aún me falta la certeza de objetividad y justicia que proporciona un fundamentado ejercicio de ciencia. Y sé que esta deuda por múltiples razones, tardará en satisfacerse.
Pero si de cumplir la misión de maestro de Historia se trata, la necesidad del oficio y de mis estudiantes me ha impuesto sistematizar para brindar -al menos-, las referencias que permitan tomar conocimiento de la complejidad de la personalidad en la historia. Y vale para este tema de Katyn que las comparta:
Bien sabemos que en la concepción represiva de defensa del país y permanencia en el poder, que instauró Stalin, la vida fue despojada de la jerarquía de valor supremo que defendieron los fundadores del socialismo: Desde los socialistas utópicos hasta y después de Carlos Marx, Federico Engels y Lenin. La misma que sostenemos hoy sus continuadores.
Fue Stalin heredero de la psicología y la cultura autoritaria y represiva del imperio zarista, y no pudo ni quiso desembarazarse de ella. Antes, durante y después de la Segunda Guerra Mundial, consolidó su poder político con una plaga de seguidores a ultranza, que con métodos de purga dentro del Partido Comunista y la sociedad soviética, castigó y movió a poblaciones enteras -como los polacos-, encarceló, deportó al Cáucaso y a Siberia, y fusiló a quienes acusó de enemigos del poder soviético, más a adversarios políticos dentro de la Revolución bolchevique, que a enemigos reales.
El autoritarismo, el pragmatismo del fin sobre los medios y la violencia política, desmarcaron el curso leninista del Partido soviético. Y esta realidad explica -nunca justifica- la aprobación por los lìderes partidistas, de la ejecución de los prisioneros polacos en Katyn, parte significativa de la oficialidad burguesa del Ejército polaco, y de intelectualidad liberal y nacionalista del país reclutada para tiempo de guerra.
A su vez Stalin movilizó las fuerzas del multinacional Estado recién creado, en la consecución de notables conquistas económico sociales. Emancipó, educó, protegió, e hizo felices a millones de campesinos, trabajadores y nacionalidades, que rescató de la pobreza, la crueldad y la explotación feudal-capitalista. Y sobre todo, supo forjar un poderoso escudo de defensa de las conquistas alcanzadas, escudo armado y escudo político ideológico, escudo patriótico.
A cambio de la más severa disciplina acrítica, incentivó y apoyó de manera decidida los movimientos comunistas y revolucionarios en el mundo. Para la inmensa mayoría de las militancias comunistas Stalin se convirtió en el más certero y respetado continuador de Lenin. Adelantados para su momento, perceptivos -con lo que hoy llamamos inteligencia emocional- revolucionarios como los cubanos Julio Antonio Mella y Rubén Martínez Villena no simpatizaron con Stalin, establecieron distancias, y confrontaron a los estalinistas, sin renunciar a su militancia dentro del Partido Comunista, otros abandonaron las filas de los partidos pro soviéticos.
De los traumas del estalinismo y de sus consecuencias, el socialismo soviético nunca se recuperó. Soy de los historiadores que consideran que por ahí hay que comenzar a ver la acumulación, que condujo al derrumbe, oficializado el 25 de diciembre 1991.
Si de hechos históricos se trata…
Dados al tema de la Segunda Guerra Mundial y lo que realmente ocurrió, hay elementos de comparación que son imprescindibles para acercarnos a la verdad que nos quieren ideologizar y tergiversar.
La orden de Beria-Stalin, que cumplieron los ejecutores en Katyn, fue la de matar con un disparo en la nuca. La ejecución sumaria de prisioneros fue el proceder más común utilizado por las tropas alemanas, con indicación particular contra oficiales y comisarios políticos soviéticos. Existen decenas de documentos y testimonios que lo confirman. No fue este el proceder que caracterizó al Ejército Rojo.
La Alemania nazi, Hitler, llevó de regreso la guerra a Europa, en alianza con los fascistas liderados en Asia por Japón. Se calcula que el costo humano, en suma total, en todas las regiones, fue de más de 70 millones de personas, de los que 40 millones era población civil, hasta fue el conflicto más desbastador ocurrido en la Historia. Planificaron, organizaron y realizaron los nazis -hasta que la derrota militar se los impidió- la muerte, el etnocidio y el genocidio de etnias, nacionalidades y pueblos enteros, y lo hicieron como negocio de guerra. De expropiación de recursos y riquezas.
Los nazis crearon no menos de 44 mil campos de concentración, incluyendo guetos y otros lugares de encarcelamiento para los enemigos políticos y los “indeseables” por su origen étnico, cultura, discapacidad, preferencia sexual… En estos infiernos, los prisioneros eran despojados, robados y torturados. No pocos campos de concentración, además de lugares de exterminio, eran fábricas que procesaban los despojos de las personas asesinadas.
Es conocido con el nombre de Holocausto, el resultado de la política de exterminio contra el pueblo judío y el asesinato de casi seis millones de judíos europeos. Y hubo muchos más holocaustos.
En los estudios forenses en Katyn y en los campos de prisioneros regidos por los soviéticos -antes y después de la guerra-, no se han encontrado evidencias de prácticas de tortura física, ni de las entidades de crímenes cometidos por los nazis contra los prisioneros. Si hubo rigor y maltratos en las prisiones soviéticas.
La Wehrmacht fue convertida en una maquinaria de exterminio. La aniquilación de la población eslava en los territorios ocupados fue una secuencia de horrores. Miles de pueblos fueron arrasados y sus habitantes asesinados. Una cuarta parte de la población de Bielorrusia no sobrevivió la ocupación nazi. Y estas bestialidades no dejaron de ocurrir en el occidente europeo… Entre varios hechos de consternación, no olvidan los franceses los más de seiscientos pobladores, 205 niños entre estos, asesinados en la Masacre de Oradour-sur-Glane en junio de 1944.
Fueron las tropas del Ejército Rojo, comandadas por Stalin, las que durante la liberación de media Europa, salvaron a los prisioneros de los campos de concentración nazis, incluyendo las tenebrosas fábricas de muerte de Treblinka y Auschwitz.
En los ejércitos en campaña, con miles hombres en guerra, ocurren en todos los ejércitos, incidentes de agravio, hechos de saqueo, violaciones y maltratos contra la población civil. La evidencia testimonial y documental confirma que el Ejército Rojo, y en particular Stalin fue muy severo con la disciplina y el castigo frente a depredadores. Mantuvo una orden bien precisa de protección de la población, incluidas la que le era hostil. Y con tal hacer recorrieron y pelearon los soviéticos por Europa y en Asia. Bien lo saben los pueblos.
El Ejército Rojo fue un instrumento de liberación. Hay cientos de testimonios, filmes y fotos, más documentos que lo muestran. Las tropas del Ejército Rojo fueron recibidas por la población local como héroes y libertadores en Europa Occidental, Manchuria, Corea… después de las ocupaciones despiadadas y brutales, por parte de los fascistas alemanes, de los japonese, de los gendarmes y las tropas asesinas de sus aliados y mercenarios.
Katyn, Hamburgo, Tokio, Hiroshima y Nagasaki…
A diferencia de la publicitación interesada que encontramos sobre Katyn, no abunda -prácticamente no existe-, similar atención a acontecimientos como los de la Operación Gomorra en julio de 1943. Se trató en términos militares de la tormenta de fuego más grande provocada por la Real Fuerza Aérea británica y las Fuerzas Aéreas del Ejército de los Estados Unidos realizada hasta el momento. Arrasaron la parte civil de la ciudad alemana de Hamburgo, asesinaron a unas 37 mil personas, hirieron a 180.000, y destruyendo el 60 por ciento de las casas de la ciudad.
No conozco que quienes acusan a Stalin de criminal de guerra por lo reconocido en Katyn, lo hagan con Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt por lo evidente de Hamburgo.
Y el genocidio de Hamburgo fue superado en crueldad y fuego en marzo de 1945, cuando la Fuerza Aérea de los Estados Unidos dirigió trescientos treinta y cuatro aviones B-29, cargados con mil setecientas toneladas de bombas incendiarias de napalm M69, que fueron arrojadas sobre Tokio, quemaron vivas a 120 000 personas, dejando un millón de víctimas civiles, y la cuarta parte de la ciudad reducida cenizas, en otra tormenta de fuego cuya temperatura llego a los 980 grados centígrados.
No conozco que quienes acusan a Stalin, lo hagan con Roosevelt por lo acontecido contra la capital japonesa.
Harry Truman ya presidente del imperio del Norte, cinco meses después de que la aviación estadounidense arrasò Tokio, los días 6 y 9 agosto de 1945, asesinó a 246 mil civiles japoneses, con las bombas atómicas contra las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, acciones no negociadas con sus aliados de Gran Bretaña y la URSS, ataque a ciudades sin importancia militar o política, crimen vil e innecesario.
Coincido con el rechazo mundial a los bombardeos atómicos, que dañaron y mataron a generaciones de japoneses, a hijos y nietos nacidos años después. Coincido en afirmar que Harry Truman es un criminal de guerra.
En 1946 el Tribunal Militar Internacional de Núremberg, juzgó en ausencia a Hitler y a su caterva de asesinos, unos presentes, otros en huida, y los categorizó como criminales de guerra. El Partido Nazi fue declarado una organización criminal. Los vencedores no dieron espacio para considerar y juzgar sus propios y más controvertidos hechos. Si lo vamos a hacer hoy, listemos, comparemos, valoremos condiciones y causas, para fundamentar el nunca más. No hagamos silencios interesados.
La victoria sobre el fascismo
La URSS ganó la guerra, y esta es una verdad en los hechos: Expulsó a los invasores del territorio soviético. El avance de las tropas soviéticas en el frente Este, derrotó al grueso de las tropas de la Wehrmacht, liberó a las naciones ocupadas, llegó hasta Berlín, dio batalla, decidió el suicidio de Hitler, tomó la ciudad, y precipitó la firma de la rendición incondicional del mando alemán en la noche del 8-9 de mayo de 1945.
La narrativa occidental otorga a los Estados Unidos y Gran Bretaña la victoria en la Segunda Guerra Mundial. Y asume como indiscutible el protagonismo estadounidense en Asia-Pacífico. La rendición japonesa se le confiere a las victorias navales y a los bombardeos atómicos estadounidenses contra las ciudades japonesas.
Se desconoce que el aporte soviético para alcanzar la derrota de Japón. Stalin en cumplimiento de su compromiso con británicos y estadounidenses, después de derrotar a Alemania, la emprende contra Japón. A partir del 8 de agosto de 1945, en tres semanas -con el apoyo Ejército Popular de Mongolia, las guerrillas y resistencias antijaponesas-, liberó la Manchuria, y amplias regiones de China y Corea.
El criminal bombardeo con napalm de la capital del imperio japonés en marzo de 1945, no frenó la maquinaria bélica nipona. No lo haría el repetir la masacre en Hiroshima y Nagasaki, que en nada afectó a la infraestructura y la capacidad militar del país. La entrada de la URSS en la guerra en Asia-Pacífico, sus rápidas y aplastantes victorias, si cambiaron radicalmente las perspectivas del Emperador y sus secuaces políticos y militares. 2
Con plena certeza de que los soviéticos eran imparables, y no dudarían en desembarcar en todas y cada una de las islas, hasta entrar en la capital nipona, del mismo modo que ya lo habían hecho en Berlín, el Emperador no tenía muchas opciones, y sin dudas la mejor de todas para él, fue la de negociar la capitulación con los estadounidenses, el 2 de septiembre, a bordo del barco de la marina de los Estados Unidos, USS Missouri, en la bahía de Tokio.
El Partido Comunista de la Unión Soviética, cuyos militantes, hombres y mujeres, se destacaron como héroes en los frentes de combate, en las guerrillas y la resistencia en las regiones ocupadas, y en las no menos épicas tareas de la retaguardia, salió de la guerra con una enorme militancia y ganado prestigio.
En su condición de estadista y jefe militar vencedor, de Secretario General y líder del Partido Comunista, Stalin fue considerado un héroe nacional por la inmensa mayoría de los pueblos soviéticos. Y en la época lo fue para millones de personas en los países liberados y en otras latitudes.
El XIX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviéticase llevó a cabo del 5 al 14 de octubre de 1952 en la sala de reuniones del Soviet Supremo de la URSS, en el Kremlin de Moscú… A Israel Tomàs, miembro de la delegación del Partido Socialista Popular a la cita, le facilitaron los audífonos para que escuchara la traducción del discurso de Stalin… Pero el cubano no quiso audífonos… el necesitaba oír en directo la voz de Stalin… y mientras escuchaba al líder soviético lloró de emoción. Israel, guapo en la lucha contra la dictadura machadista, militante de huelgas y clandestinajes, de broncas y puñetazos con la policía, que no “se ablandó” en la cárcel, junto a Fidel y al Movimiento 26 de julio en la Guerra de Liberación, me contó aquel pasaje de su vida treinta años después, y sus ojos al recuerdo, volvieron a humedecerse…
Esta es la historia que sostengo y fundamento.
Notas:
1. Joseph Goebbels: Diario I (Enero 1942-Diciembre 1943). José Janés, Los Libros de Nuestro Tiempo, Barcelona, 1949.
2. Christian Lamesa: Gran Victoria soviética sobre el Imperio del Japón, Tercera Información 26/08/2024. En: https://www.tercerainformacion.es/articulo/memoria-historicatercerainforma ciones.es
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