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Kuomintang: entre el harakiri y la perestroika

Fuentes: Observatorio de la Política China

El comité para la reforma del KMT planteó sus recomendaciones acerca de la política a través del Estrecho.

Según sus conclusiones, esta debiera articularse sobre cuatro bases: defensa a ultranza de la República de China, rechazo de la política “un país, dos sistemas”, exigencia de reconocimiento de la República de China por parte de Beijing para que pueda respetarse el “Consenso de 1992” y restablecimiento del estatus de la República de China en las organizaciones internacionales.

El diputado Lin Yu-fang, coordinador de este panel, invocó, además, otras ideas relevantes como el llamamiento al PCCh para que ayude a Taiwán a incorporarse al sistema internacional en lugar de persistir en el acoso diplomático, o la promoción de acuerdos en materia de derechos humanos a través del Estrecho.

El informe requiere también el establecimiento de un protocolo preventivo ante situaciones anormales en el Estrecho y la adopción de un código de conducta para aminorar cualquier posibilidad de conflicto relevante.

La reacción en Beijing, sin entrar al trapo en los detalles, se centró en la importancia de preservar las esencias. Sin duda, la plataforma sugerida por el KMT eleva el listón de las relaciones con el PCCh y las amenaza de quiebra absoluta. El enfoque propuesto supone abandonar una “política positiva” en los asuntos a través del Estrecho, según la Oficina de Asuntos de Taiwán del Consejo de Estado.

Si bien el KMT no se desprende formalmente del apego al Consenso de 1992, lo cierto es que introduce una condición que el PCCh no va a asumir; por tanto, al llamar la atención sobre el principio de una sola China y el Consenso de 1992 como fundamentos políticos del desarrollo pacífico de las relaciones a ambos lados, se invita al KMT a valorar en su justo término la importancia de estos principios básicos. El “desvío” del KMT de estos fundamentos, advierten desde Beijing, dañará la confianza y supondrá obstáculos en los intercambios y la cooperación.

Previamente a la presentación de las sugerencias, el presidente del KMT, Chiang Chi-chen, se reunió con el director del Instituto Americano en Taiwán, Brent Christensen, para transmitirle el interés de su formación en reforzar los vínculos con EEUU. En breve, el KMT reabrirá su oficina de representación en Washington….

Después de haber perdido las elecciones presidenciales, legislativas y revocatorias, el KMT podría no haber tocado fondo: la elección parcial del alcalde de Kaohsiung prevista para el 15 de agosto indicará si el partido seguirá en caída libre o se levantará de las cenizas. Lo más probable es lo primero.

El impacto interno de estas propuestas en la formación nacionalista está por ver pero, sin duda, serán cuestionadas por facciones importantes del Partido. No son descartables rupturas de cierta consideración, tanto si se adoptan finalmente como si no. Por su parte, cabe imaginar que el PDP ahondará en sus heridas manteniendo el acoso a propósito de su patrimonio y su papel en la dictadura (memoria histórica).

El balance desde el otro lado del Estrecho no puede ser más deprimente: en medio de una intensa transformación de la opinión pública, los verdes se refuerzan a cada paso, los azules se debilitan, mientras la situación se complica por momentos: EEUU se implica cada vez más en el apoyo a Tsai Ing-wen y los experimentos de una revisión constitucional, alentada por los sectores independentistas, amenazan con enturbiar muy seriamente la atmosfera bilateral.

Para Chiang, hacer borrón y cuenta nueva parece ser la primera opción para garantizar la supervivencia del KMT en el siglo XXI. Pero un cambio abrupto y no suficientemente consensuado en aspectos clave de su identidad política bien podría representar el toque de gracia para su marginación definitiva. Y si esta evolución lleva al PCCh al convencimiento de que no es ya posible la reunificación pacífica, la catástrofe pudiera ser algo más que una hipótesis académica.

Fuente: https://politica-china.org/areas/taiwan/kuomintang-entre-el-harakiri-y-la-perestroika