Traducido para Rebelión por Josafat S.Comín
A comienzos de mes, el gobierno de la RPDC recordó a la comunidad internacional, que el cúmulo de problemas relacionados con uno de los últimos regímenes comunistas en el mundo, y en concreto el programa nuclear de Pyongyang y la normalización de las relaciones intercoreanas, están lejos de ser resueltos.
Bien al contrario, Corea del Norte va «más lejos que nunca» al anunciar oficialmente que es poseedor del arma nuclear.
Cuestión de principios.
El ministerio de exteriores norcoreano declaró que su país tiene «armamento nuclear de producción propia». «Hemos emprendido acciones decididas, encaminadas a abandonar el Acuerdo de no Proliferación de Armamento Nuclear, produciendo nuestra propia arma atómica de autodefensa, en respuesta a la política de la administración estadounidense del presidente Bush, la cual no oculta su intención de aislar y asfixiar a la RPDC». En la declaración se señala además que «el arma nuclear norcoreana tiene carácter disuasorio bajo cualquier circunstancia. La realidad actual nos enseña que solo una fuerza potente puede defender la verdad y la justicia».
Anteriormente, el representante del ministerio de exteriores de Corea del Norte, había declarado que la RPDC suspende por tiempo indeterminado su participación en las conversaciones sextipartitas para la normalización del conflicto de la crisis nuclear en la península coreana:
Recordemos que el hecho mismo de la celebración de estas conversaciones, cuyo primer encuentro tuvo lugar en Pekín en el 2003 con la participación de las dos Coreas, China, EE.UU. Y Japón, se consideraba un gran avance en la resolución del conflicto.
Se celebraron tres encuentros a seis bandas, cada uno de los cuales finalizaba con nuevas exigencias y pretensiones de las partes. El problema nuclear representaba el centro de otros muchos problemas: desde la normalización de las relaciones intercoreanas, pasando por la presencia de las tropas estadounidenses en Corea del Sur, hasta el secuestro de personas y la «incorrecta interpretación de la historia».
La cuarta cumbre de negociaciones sextipartitas estaba fijada para septiembre del año pasado pero no llegó a celebrarse. Ahora no sabemos si volverá a celebrarse, al menos en el formato anterior. Aunque el Pyongyang oficial ha dejado entrever la posibilidad de dar marcha atrás a su propia valentía: «La RPDC mantiene su disposición a solucionar el conflicto a través del dialogo y la negociación, cuyo objetivo final sea la desnuclearización de la península coreana».
Defender la verdad y la justicia
Los EE.UU. piensan que Pyongyang utiliza el complejo de Yomben para la creación del arma atómica. Allí se encuentran las principales instalaciones nucleares de Corea del Norte, incluyendo el único reactor activo que opera en el país, con una potencia de 5 mil kilovatios. Y el laboratorio radiotécnico, donde se asegura, que se extrae el plutonio de uso militar procedente el combustible del reactor.
La RPDC tiene otros dos reactores nucleares inconclusos: uno de 50 mil Kilovatios en Yomben y otro de 200 mil en Techkon.
En virtud de los acuerdos alcanzados con los EE.UU. en 1994, Pyongyang congeló la actividad de sus centros atómicos, a cambio de la promesa americana de construir en Corea del Norte dos reactores sobre la base de agua blanda, cuya utilización con fines militares es bastante compleja, así como de suministrar masut, imprescindible para resolver los problemas energéticos norcoreanos.
Sin embargo la llegada al poder de Bush supuso el abandono de este acuerdo por parte de los EE.UU. al acusar a la RPDC de utilizar secretamente uranio enriquecido para la creación del arma atómica. Como respuesta el «ofendido» Pyongyang anunció su salida del régimen de no proliferación del arma nuclear y la reactivación del programa nuclear. Al poco tiempo, se empezaron a recibir informaciones de que la RPDC, transformando 8 mil varillas de uranio del reactor de Yomben, habría obtenido plutonio en cantidad suficiente para la creación de entre 6 y 12 cabezas nucleares.
El Pyongyang de Kim Chen Ir no solo no refutó esas informaciones, sino que subrayaba constantemente que posee «capacidad de disuasión nuclear».
Muchos analistas piensan que Kim Chen Ir se ha vuelto a marcar un farol, y no tiene el arma nuclear, pero que al anunciar su posesión se previene de las posibles acciones de fuerza de Washington. Parece que el líder norcoreano ha extraído esta enseñanza tras el derrocamiento de Sadam Husein. Como es sabido, este último intentó demostrar que no poseía armas prohibidas de destrucción masiva y la respuesta fueron la agresión y su caída.
El problema no está en el arma nuclear.
La principal exigencia de EE.UU hacia Pyongyang es la congelación de su programa nuclear. La RPDC, como aseguran sus dirigentes, está dispuesta a hacerlo, bajo determinadas circunstancias. Incluso estaría dispuesta a renunciar por completo a su programa nuclear.
Hay que decir que el abanico de condiciones que propone Pyongyang es bastante amplio. Incluye la percepción de compensaciones por su renuncia al programa atómico, la exclusión de la RPDC de la lista del «eje del mal», la no intromisión de los EE.UU. en el diálogo intercoreano, la salida del contingente militar estadounidense, conformado por unos 37 mil efectivos, etc. Todas ellas se podrían resumir en 2 puntos: Garantías de seguridad para la RPDC y su régimen gobernante y la prestación de ayuda económica.
Esto no gusta a Washington. En la casa blanca hace tiempo que llegaron a la conclusión de que hay que cambiar el régimen de Pyongyang. No es la seguridad del pueblo coreano lo que preocupa a los EE.UU. como declaran los representantes estadounidenses.
La llegada al poder en Corea del Norte de un nuevo régimen controlado por los EE.UU. reforzaría la influencia norteamericana en la península coreana, algo que es de vital interés para ellos, si pensamos en la concurrencia con China por el liderazgo en la región. La cuestión es como conseguirlo.
Hoy por hoy el líder norcoreano goza de respaldo absoluto en el país, y si nos creemos el último anuncio, dispone de armamento nuclear.
Por otro lado, mientras se mantenga la tensión en la península, las posiciones de EE.UU. no se ven amenazadas. Más bien al contrario; le sirve para ejercer una influencia añadida sobre sus más cercanos aliados -Japón y Corea del Sur- empujándoles a incrementar el esfuerzo armamentístico y a participar en la estrategia militar estadounidense. Sirva como ejemplo la notable presión que ejerció Washington sobre Tokio y Seúl, obligándoles a enviar sus propios contingentes militares a Iraq. A cambio recibían la promesa de ser defendidos de los posibles ataques por parte de la RPDC, incluyendo la utilización del arma atómica, como declaró Donald Rumsfeld.
Sin embargo, la preocupación de la comunidad internacional por el programa nuclear de la RPDC y el deseo de conocer realmente si es cierto el potencial atómico norcoreano, obligan a Washington a dedicarse a este problema.
Hay que señalar que el anuncio norcoreano, se convierte en la primera prueba para la nueva Secretaria de Estado Condoleeza Rice. Sus primeras declaraciones al respecto han venido a decir que «de confirmarse las informaciones de la posesión por parte de Corea del Norte, de armamento nuclear, esto no hará sino reforzar su aislamiento». En declaraciones a la emisora RTL afirmó: «Vamos a ver que ocurre en adelante».
La guerra de Corea en el 53 finalizó en un armisticio. Formalmente los EE.UU. y la RPDC continúan siendo enemigos militares. Y sin embargo, la vía militar para el derrocamiento de Kim Chen Ir no parece probable. Corea es una nación dividida. En 1992 se firmó entre las dos Coreas un pacto de no agresión, intercambio y colaboración. Corea del Sur, aliado estratégico de los EE.UU. recuerda permanentemente a Washington, el perjuicio inaceptable que supondría para Seúl que se declarase una guerra.
Es decir: en el terreno militar EE.UU tiene las manos atadas en la península coreana. Prevalece el problema de seguridad de Corea del Sur.
Al mismo tiempo, los «halcones» del pentágono están decididos a todo. Un alto representante del ministerio de defensa de los EE.UU declaró que es imprescindible adoptar la variante de «un bloqueo aéreo y militar como el que se estableció en Cuba en el 62», además de asestar golpes preventivos sobre sus instalaciones nucleares. Parece que el presidente Bush se inclina también por esta perspectiva. Al menos eso se desprende de su intervención en el Congreso sobre «el estado de la nación», donde se dijo que los EE.UU se reservan el derecho de iniciar una guerra en cualquier momento, si existe una amenaza para la seguridad del país.
Y es precisamente Corea del Norte (junto con Irán) de donde según ellos, proviene esa amenaza.
Claro que tampoco podemos esperar otra cosa de la actual administración estadounidense. Sentarse en la mesa de negociaciones con los norcoreanos y llegar a lo que ya había en el 94, sería reconocer que todo el escándalo entorno al programa nuclear de la RPDC, no es sino un gran fracaso político de Bush.