Tanto la Guerra de Vietnam como la invasión de Afganistán fueron ruinosas para EEUU: se gastaron inútilmente miles de millones de dólares y dejaron el prestigio de la superpotencia por los suelos.
Tres acontecimientos históricos hirieron el orgullo estadounidense y dañaron su autoestima de pavo real destructor y justiciero: La debacle de Vietnam, los atentados del 11-S (“una espantosa minucia” comparada con las matanzas de civiles de los señores de la guerra USA) y la caída de Kabul. Ahora el águila calva se encuentra también desplumada, en pelotas, y está perdiendo su irresistible “glamour”, su anormal poder de seducción.
No creo que “los guerreros y guerreras de la libertad” (así llama USA a sus legiones) fueran “al país de los pastunes” a implantar una democracia coherente con la realidad afgana, ni a apropiarse de sus riquísimos yacimientos mineros. Estoy convencido de que fueron por los mismos motivos que les llevaron a la Guerra de Vietnam, lo que describe muy bien Hannah Arendt en su ensayo “Los papeles del Pentágono” (Se puede leer una crónica al respecto pinchando en este enlace “EEUU salvador del mundo”).
Tanto la Guerra de Vietnam como la invasión de Afganistán fueron ruinosas para EEUU: se gastaron inútilmente miles de millones de dólares y dejaron el prestigio de la superpotencia por los suelos.
¿Por qué quisieron triunfar donde fracasó la URSS? Respondiendo a la pregunta de La Esfinge creo, en línea con el citado ensayo de Hannat Arendt, que “se intentó machacar a un país débil para presentar al Imperio como el gran médico y salvador del mundo” y de paso demostrar a Rusia y a China (en Vietnam el mensaje iba dirigido a la URSS y al gigante asiático) a quien hay que temer, ante quien hay que arrodillarse.
Como en Vietnam, el desenlace de la ocupación de Afganistán fue humillante, como reconocen los mismos estadounidenses, y EEUU cayó en picado, cual águila enferma que muta en buitre implume.
Lo anterior dejó un vacío que rápidamente llenaron China y Rusia, lo que desató un cabreo mayúsculo de Biden, marioneta que manipulan desde las sombras “los verdaderos jefes” de la superpotencia. Se puede decir que esa figura, pobre reflejo de Obama, “Premio Nobel de la Paz”, es el mayor exponente de la IA (Inteligencia Artificial), monstruo de innúmeras cabezas que ya se ha tragado a la mayoría de los países de la ONU.
Tras la caída de Kabul en manos de los talibanes, “los verdaderos gobernantes de USA” se apresuraron a concretar una nueva alianza militar que, sin duda, pone en peligro la paz mundial. Se trata del pacto castrense Aukus, que fue anunciado en una declaración conjunta, el pasado 15 de septiembre, por Joe Biden, Boris Johnson y Scott Morrison, líderes de EEUU, Reino Unido y Australia, respectivamente.
Mediante el AUKUS (acrónimo del trío angloparlante), realizado a espaldas de la Unión Europea, Washington y Londres se comprometen a suministrar a Australia la tecnología necesaria para fabricar una flotilla de submarinos de propulsión nuclear, que se construirá en Adelaida, ciudad meridional del país de los canguros. Se trata de un nuevo prototipo de destrucción masiva, que puede permanecer meses debajo del agua y atacar con enorme precisión los centros vitales de China y Rusia.
Dicho pacto supone un reforzamiento del llamado “Quad” (acrónimo de Cuadrilátero de Defensa en inglés) alianza bélica de reciente creación integrada por EEUU, Australia, Japón e India. Ese cuarteto comparte un objetivo común: poner frenos a la expansión política, económica y militar de China. El gran dragón asiático ha dicho que esta vez no va a dar ningún paso atrás y que está preparado para contraatacar. La acefalia USA ha provocado un acercamiento sin precedentes entre Moscú y Beijng, que ya realizan maniobras militares conjuntas.
Los expertos creen que tanto el AUKUS como el QUAD suponen una clara advertencia a China, entre otras cosas, en el caso de que se atreva a traspasar la línea roja impuesta por Washington e intente recuperar a la fuerza Taiwán, considerada por Beijing “la isla rebelde”. El Gobierno chino es muy sensible a todo lo relacionado con las TRES TES (Taiwán, Tiananmen y Tibet), los tres demonios que más enfurecen al Partido Comunista.
Frente al maquiavélico argumento de Washington de que China es una gran amenaza para el mundo occidental, ha alzado la voz la Unión Europea, a través de sus principales portavoces, y ha recalcado que el gigante asiático “no es una amenaza para Europa y que Beijing es, llamando las cosas por su nombre, una competidora”, y punto.
Respecto al pataleo de Francia y de su presidente Emmanuel Macron, el país de la Liberté, Egalité y Fraternité, se siente, ante todo, traicionado por USA (en el amor y la guerra todo vale) pues Australia había firmado en 2016 un suculento contrato de 66.000 millones de dólares (56.000 millones de euros) con la empresa gala Naval Group para suministrar a Camberra una docena de submarinos diésel-eléctricos muy avanzados.
Ahora la carrera armamentística se acelerará hasta que la humanidad estalle, salpicando de sangre las estrellas, y las hormigas tomen el relevo al mono que se alzó sobre dos patas y dio la gran noticia: Ya puedo bajarme de los árboles y matar a los otros con las ramas.
Ahora regresemos al 11-S (se calcula que hubo unos tres mil muertos y veinte cinco mil heridos). Un día antes de esa efemérides, el pasado 10 de septiembre, el periodista de la BBC Stephen Sackur, que conduce el programa Hard Talk, habló con Rudy Giuliani, ex alcalde de Nueva York, y le dijo que “a pesar de que EEUU trató de llevar la democracia a Irak, Afganistán, etc., a causa de sus acciones y Cia han muerto cientos de miles de civiles”. A lo que “Rudy” respondió, con una apestosa sonrisa de chacal: “¡Qué va, eso es una exageración, como mucho morirían veinte mil civiles!”
La ocupación de Afganistán por parte de EEUU y las nefastas guerras que desató en medio mundo, destruyendo el sueño de una paz mundial, no deben servir de argumento para ignorar el sufrimiento que causan los talibanes a los niños, niñas, mujeres, disidentes, etc., que son víctimas de abusos, lapidaciones, torturas, ejecuciones, la quema de rostros con ácido, amputaciones, matrimonios vejatorios, el encierro, tras las rejas, tras el burka, mientras Occidente sigue, cual ciego Polifemo, bebiendo, quejándose y bailando, al ritmo del Himno a la Alegría de Ludwig van Beethoven.
Nota:
Sigo sin entender a la izquierda que, al tiempo que muestra su odio a EEUU, abraza a los ayatollahs, mulahs (que ejercen una profesión comparable a los tribunales de la Santa Inquisición de la Edad Media), y son excesivamente duros con las mujeres. Los rojos deberían sustituir la religión por la amistad, la fraternidad, la solidaridad, el amor libre y deseado, eso produce muchos más beneficios que los mensajes de los profetas que fueron atravesados por la luz divina. El capitalismo y las dictaduras encuentran su fuerza, entre otras cosas, en las religiones. La amistad, fraternidad, solidaridad, el amor libre y deseado, etc., son un grave peligro para “los amos del mundo”, que basan su poder en el individualismo que reina en este distópico siglo XXI y en las diferentes Iglesias que disfrutan pastoreando a sus rebaños, con música celestial o con guadañas.
Blog del autor: Nilo Homérico