Todavía se puede ver el fervor en el rostro bronceado de la pakistaní Mai Jori, parada frente a la multitud, pese a su derrota en los comicios de uno de los distritos de la meridional provincia de Balochistán. Jori es originaria de la aldea de Ghulam Mohammad, en Jafarabad, occidental distrito de esa provincia del […]
Todavía se puede ver el fervor en el rostro bronceado de la pakistaní Mai Jori, parada frente a la multitud, pese a su derrota en los comicios de uno de los distritos de la meridional provincia de Balochistán.
Jori es originaria de la aldea de Ghulam Mohammad, en Jafarabad, occidental distrito de esa provincia del sur de Pakistán. Además es la primera mujer pobre y analfabeta que se presentó a las elecciones locales en esa zona machista y feudal, realizadas el 10 de este mes.
Las continuas amenazas no la hicieron renunciar a su sueño de contribuir a la emancipación de las mujeres de su región y se comprometió a participar en las próximas elecciones de autoridades locales.
«No hay mejor forma de luchar contra la injusticia», dijo Jori a IPS desde la meridional ciudad de Hyderabad, en la provincia de Sindh, donde organizó una manifestación.
«¿Cómo puedo enojarme con tanta gente de mi lado? Mi fuerza es el pueblo», remarcó en sindhi, comentario que debió ser traducido por su primo Abdul Karim, de 26 años. «Esto es sólo el principio, habrá más elecciones y nosotros, el pueblo, algún día vamos a ganar», añadió.
Jori logró participar en la contienda para ocupar un asiento en Jafarabad, vacante tras el asesinato del titular Sardarzada Rustam Jamali.
Pocos confiaban en que pudiera ganar los comicios locales de este mes y reemplazar al fallecido Jamali. Pero Jori llamó la atención pública por ser la primera mujer en presentarse para un cargo en Jafarabad, un distrito machista y con régimen feudal.
«Jori siguió la tradición de grandes mujeres pakistaníes como Fatima Jinnah, hermana del fundador de la nación, Mohammad Ali Jinnah, y de la asesinada ex primera ministra Benazir Bhutto (1953-2007) de desafiar las normas dictatoriales y tradicionales», dijo a IPS Anis Haroon, presidenta de la Comisión Nacional para el Estatus de las Mujeres.
«Aun si perdió, es un gran avance para las pakistaníes», remarcó. «Es una demostración de que campesinos y pobres tienen cada vez más valor», señaló Najma Sadeque, periodista y activista de derechos humanos. «Quizá sea por la situación de desesperación» que hay.
No tenía ninguna posibilidad, según Sadeque, en un país donde «se compran votos, se intimida a los votantes, secuestran a los funcionarios electorales y es habitual adulterar las urnas», explicó.
Los partidarios de Jori presentaron una demanda ante la Comisión Electoral por presunto «fraude masivo» en los comicios que ganó el candidato del gobernante Partido Popular de Pakistán (PPP), Nasir Jan Jamali.
El tercer candidato fue el señor feudal Mir Attaullah Buledi, independiente, pero con apoyo de la Liga Musulmana de Pakistán-Nawaz (PML-N), y el favorito para quedarse con el asiento vacante de la asamblea local. Pero Jafarabad todavía es el «territorio de Jamali».
La Liga Musulmana de Pakistán-Nawaz (PML-N) está encabezada por el ex primer ministro Nawaz Sharif (1990-1993, 1997-1999).
«Nunca vi tantas Kalashnikovs, lanza-cohetes y pistolas tan cerca en mi vida», relató Shahina Ramzan, miembro del comité ejecutivo central del Partido Nacional Awami, que presentó a Jori como su candidata.
Al respaldar a Jori, el relativamente nuevo partido pretendió demostrar que hay más cosas en juego en política que el dinero y las relaciones feudales, y que las mujeres están dispuestas a defender sus derechos.
Jori explicó que decidió ser candidata para luchar contra las costumbres bárbaras, según las cuales la violencia contra la mujer es una práctica cotidiana amparada por las costumbres y la tradición.
También prometió suministrar agua, pero no sólo para irrigar la tierra, sino para beber y usar en las tareas domésticas.
Además se comprometió a que los centros de salud tuvieran profesionales y medicamentos y dio su palabra de que las mujeres ya no morirían yendo a parir al pueblo más cercano, a unas cuatro horas de camino.
Por último, aseguró que las escuelas primarias construidas por los colonos británicos en 1846 serían mejoradas para recibir estudiantes de secundaria.
Jori y su equipo hicieron campaña, a pie o en burro, casa por casa y aldea por aldea, mientras sus contrincantes se desplazaban en vehículos todoterreno.
Al principio, los actos de Jori sólo atraían a unas 200 personas, pero en una semana llegó a reunir una muchedumbre de unas 5.000 personas, la mitad de las cuales eran mujeres.
«Lo que ocurrió es en sí mismo inusual dadas las restricciones que impiden la movilidad de las mujeres en el distrito de Jafarabad», señaló Ramzan, del Partido Nacional Awami.
Jori no tiene mucho que perder, salvo su vida. No es propietaria ni tiene cuenta bancaria, dos elementos fundamentales para ser candidata, una actividad muy costosa. Los vecinos de su aldea reunieron el dinero necesario para su campaña.
Realizó una «hermosa campaña de clase», señaló Farooq Tariq, portavoz del Partido Laborista de Pakistán. «Es el principio de una nueva era en política», añadió.
Por su parte, el activista Aasim Sajjad Akhtar consideró «importante»,la candidatura de Jori, pero se preguntó sobre las posibilidades de que alguien como ella logre triunfar en este país, donde el proceso electoral está «comprometido» de antemano.
«En una democracia todo el mundo debería de tener una oportunidad, pero en la práctica no es posible, salvo para los pesos pesados», apuntó. La gente sabe que los candidatos que votan «son de lo mejor», pero siendo realistas, «no hay nada que personas como Jori puedan hacer para aliviar sus problemas», añadió.
La verdad es que «los votantes quieren a alguien que sea más accesible a ellos y las mujeres no lo son», arguyó Rakhshanda Naz, de la Fundación Aurat, de Peshawar, capital de la Provincia de la Frontera Noroccidental.
«En las zonas tribales, como donde vive Jori, las personas poderosas pueden emplear cualquier estrategia porque no toleran la discrepancia y hasta recurren a la violencia», indicó Naz. «Pueden caer bajo y hasta asesinar a la pobre mujer», apuntó.
«Quizá le ayude afiliarse a alguno de los principales partidos», añadió.
«No es posible una revolución sin que haya una reforma agraria y los señores feudales abandonen la política y los altos cargos», sostuvo la periodista Sadeque, quien admira la actitud de Jori.
Pero «hasta que las activistas de las ciudades se unan y se identifiquen mucho más con las campesinas y las trabajadoras fabriles, no creo que pueda haber un progreso significativo», concluyó.