Washington «confunde intencionalmente a Al Qaeda con otros grupos alrededor del mundo que luchan por su independencia y liberación, ya que es una forma conveniente de obtener apoyo y mantener a la gente asustada», afirmó el escritor y periodista estadounidense Reese Erlich. «No existe la guerra contra el terrorismo», dijo e IPS. Basándose en investigaciones […]
Washington «confunde intencionalmente a Al Qaeda con otros grupos alrededor del mundo que luchan por su independencia y liberación, ya que es una forma conveniente de obtener apoyo y mantener a la gente asustada», afirmó el escritor y periodista estadounidense Reese Erlich. «No existe la guerra contra el terrorismo», dijo e IPS.
Basándose en investigaciones originales y entrevistas, el nuevo libro de Erlich, Conversations with Terrorists («Conversaciones con terroristas») presenta interesantes retratos de seis líderes polémicos.
Entre ellos están el presidente de Siria, Bashar Al Assad, el máximo líder del palestino Hamás (acrónimo árabe de Movimiento de Resistencia Islámica), Khaled Mashal, la política derechista israelí Geulah Cohen y el fundador de la Guardia Revolucionaria Iraní, Mohsen Sazargara. También se encuentran el asesor espiritual del movimiento chiita libanés Hezbolá (Partido de Dios), el gran ayatolá Mohammad Fadlallah, y el jefe del Ministerio de Radio y Televisión bajo el régimen islamista Talibán afgano Malamo Nazamy.
«A algunos de ellos ya los había entrevistado antes de que se me ocurriera la idea del libro. Por ejemplo, a Bashar Al Assad y a Khaled Mashal», explicó Erlich. «Son acusados en Estados Unidos tanto de ser terroristas como de auspiciar el terrorismo desde el Estado».
«El terrorista de ayer es hoy un líder nacional, y el combatiente por la libertad hoy puede pasar a ser calificado de terrorista mañana», añadió Erlich, co-autor de libros como «Target Iraq» («Objetivo Iraq», 2003) y «Iran Agenda» («Agenda Irán», 2007). El escritor dialogó con IPS sobre los detalles de su último libro.
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IPS: ¿Qué pueden aprender sus lectores de entrevistas a aquellos que son acusados de terrorismo o de apoyarlo?
REESE ERLICH: El objetivo del libro es hacer que las personas conozcan quiénes son acusados de terrorismo o que podrían ser considerados terroristas, y qué es lo que realmente reclaman y qué sucede en sus países.
IPS: En uno de los capítulos, usted dice que el ayatolá Mohammad Fadlallah es una «víctima de la CIA (Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos)». ¿Qué quiso decir con eso?
RE: Bueno, Estados Unidos estaba absolutamente convencido de que Fadlallah era el cerebro detrás del atentado con bomba contra los cuarteles generales de los infantes de marina (marines) en Beirut (en 1983). Contrataron a un agente libanés para matarlo. Y esto está señalado en el libro «Veil» («Velo»), de Bob Woodward.
Lo confirmamos con Fadlallah en la entrevista. Es un caso muy bien documentado que fue informado en su momento. En 1985, un agente que trabajaba para la CIA hizo estallar un edificio de apartamentos donde vivía el ayatolá Fadlallah. Murieron 80 civiles, pero él (Fadlallah) se encontraba fuera del edifico en ese momento.
Poco después se demostró que Fadlallah no tenía nada que ver con el atentado. Esto me lo confirmó Bob Baer (un ex agente de la CIA en Medio Oriente), que estaba en Beirut entonces e investigaba el caso.
Esto constituye una seria alerta de que cada vez que se escucha a la prensa estadounidense decir que tal o cual terrorista ha sido asesinado, hay que mantener una actitud escéptica.
IPS: En uno de los capítulos usted entrevista a Mohsen Sazegara, ex miembro de la Guardia Revolucionaria iraní. ¿Cuál es su opinión sobre esa organización militar?
RE: No hay dudas de que el gobierno iraní ha estado involucrado en tácticas terroristas. Por ejemplo, asesinaron a algunos líderes del KDP (Partido Democrático del Kurdistán) en Alemania. Es un clásico atentado terrorista fuera de sus fronteras.
Yo hago una distinción entre eso y un legítimo grupo que lucha por la independencia de su país o por la liberación de alguna clase de ocupación.
IPS: ¿Y Hamás y Hezbolá?
RE: Pasé un tiempo con ambos grupos. Desde el punto de vista político, discrepo rotundamente con ellos y dejo en claro que han hecho cosas horribles, y que si yo fuera libanés o palestino no los votaría en las elecciones, sino que escogería a otras personas que quieren ver un progreso político en ambos países.
Pero son fuerzas políticas legítimas. Ganan significativos números de asientos (legislativos). Hezbolá es parte hoy de la coalición gobernante en Líbano. Hamás de hecho ganó los comicios palestinos, que fueron libres y justos. Así que simplemente calificarlos de terroristas no hace nada bien. Tienen que ser parte de un proceso de negociación política.
IPS: Si un grupo político legítimo participa de asesinatos de personas al azar, ¿no es suficiente para ser calificado de organización terrorista?
RE: Tanto Hamás como Hezbolá han utilizado tácticas terroristas. No hay duda de ello. El gobierno israelí usó tácticas terroristas contra libaneses y palestinos. Creo que no hay duda de ello.
Pero Hamás y Hezbolá son muy diferentes de Al Qaeda, que quiere llevar adelante una campaña sin fronteras y no es parte de ningún movimiento de liberación nacional. Coloca al terrorismo en el centro de sus creencias y tácticas. Ese no es el caso de Hezbolá y Hamás. Y Estados Unidos lo sabe bien.
IPS: ¿Cuál es su evaluación del Talibán, luego de haber entrevistado a Malamo Nazamy?
RE: Nazamy consideraba al Talibán un legítimo grupo de liberación, que traería estabilidad, la ley islámica y la justicia a Afganistán. Sin duda no se consideraba a sí mismo un terrorista. Fue jefe de la radio y la televisión afganas, y se negaba a las demandas de otros líderes talibanes de destruir los archivos televisivos, y es muy bien conocido por eso.
Hoy mantiene muchas de sus ideas sobre el Islam, la forma de gobierno, las actitudes hacia las mujeres, etcétera. Pero está dispuesto a permitir que tropas de Estados Unidos permanezcan por un tiempo (en Afganistán) hasta que se puedan llevar a cabo negociaciones, y eso parece suficiente para convertirlo en un aliado del presidente Hamid Karzai y de Washington.