El conflicto global de una guerra regional.
El fantasma que recorre el mundo actual es el de la guerra, pero se trata de una guerra donde nadie propone la paz. Es una guerra regional, pero su espectro tiene un alcance global. Por el momento el conflicto se desarrolla en términos convencionales, si bien su potencialidad es también nuclear. ¿Qué actitudes sostienen alrededor de este grave problema los principales actores secundarios, esto es, no solo las partes actualmente beligerantes, Rusia y Ucrania?
El canciller alemán Olaf Scholz expresó su deseo de que Rusia no gane y Ucrania no pierda, una opción difícil incluso en la perinola. La ONU brilla clamorosamente por su ausencia. Emmanuel Macron, que había diagnosticado hace unos años la “muerte cerebral” de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (en adelante OTAN u Organización), ahora se somete, como todos los europeos, al esquema belicista de Washington, comandante en jefe de esa Organización.
Francia y Alemania habían acordado unos tratados de paz entre Ucrania y Rusia que ninguna parte respetó ni hizo respetar. Los principales socios de la Unión Europea (UE) contemporánea pasaron a ser alfiles de la geopolítica estadounidense. El Reino Unido, que formalmente ya no integra la UE, llegó a ser lo que siempre fue: el principal escudero de Washington en política internacional.
En la última cumbre de la OTAN, reunida en Madrid, España celebró que sus colonias de Ceuta y Melilla hallaran cobijo bajo el paraguas atómico de esa Organización. El primer ministro del Partido Obrero Socialista Español (PSOE), que gobierna el país con mayor desocupación de la Europa comunitaria, mostró su plena disposición para aumentar el presupuesto militar al 2 % por presión de Estados Unidos, negando así cada uno de los términos del nombre de su agrupación política. Al mismo tiempo, el PSOE perdía en manos de la derecha su bastión histórico, Andalucía. Sevilla tampoco paga traidores.
Deutschland unter alles
Los socialistas alemanes se mostraron dispuestos asimismo a acatar los dicterios del hegemón, y no solo ellos: el Partido Verde, integrante de la coalición de gobierno, está embelesado por comprar cazabombarderos furtivos a la Boeing con el dinero que lloverá para lo que en otras épocas de denominaba Ministerio de Guerra y, tras la caída de Hitler, pasó a llamarse en todas partes “Defensa”, una sutileza que los medievalistas quizá encuadrarían en la clásica disputa filosófica entre el nombre y la cosa.
Alemania es el país más poderoso de la UE, salpicado de bases militares estadounidenses, pero carente de armas atómicas. A diferencia de Francia y del ex miembro de la Unión, el Reino Unido, carece de sillón en el Consejo de Seguridad, pero es el integrante de la UE más importante y, entre los muy importantes, es el que ofrece blancos más próximos a la artillería atómica rusa. No solo eso: la principal potencia exportadora de Europa basa su competitividad en la afluencia de gas barato proveniente de Rusia. Construyó un segundo gasoducto bajo el mar Báltico para multiplicar el suministro pero no pudo llegar a inaugurarlo por la invasión de Putin. Estados Unidos se opuso a ese proyecto desde el principio; ahora Alemania puede afrontar un problema económico mayúsculo si se niega a utilizarlo. Ni siquiera tiene plantas de regasificación que permitirían importar combustible de Estados Unidos por vía marítima. Abastecer de gas a Europa por mar es el nuevo negocio del sector energético estadounidense; la guerra en Ucrania, declaró el Secretario de Estado Antony Blinken, es una gran oportunidad.
Después del desastre de Fukuyima, los alemanes decidieron desactivar las centrales atómicas, muy impopulares en el país. El suministro ruso sufrió numerosos percances atribuidos a chantajes rusos. Pero el último fue un sabotaje que, según todo indica, ejecutaron los amigos americanos. Y llegará el crudo invierno, no solo para su industria, sino para la población necesitada de calefacción. Este drama se extenderá por toda Europa.
Por primera vez en muchos años Alemania tiene déficit comercial. Y lo que es peor para el orgullo nacional, sube la inflación cuyo éxtasis en la década de 1920 condujo a Hitler y dejó traumado para siempre al país. Alemania, en su omnipotencia dogmática y regional, presionó en el pasado a España y a Italia para que fijaran en sus constituciones límites al déficit fiscal, supuesto origen, para el dogma ordoliberal que domina el pensamiento de la elite nacional, de todas las penurias económicas. Esta variante del neoliberalismo, muy constitucionalista, ahora amenaza a Berlín. Por otro lado, y como explicó Wolfgang Streeck, el delirio legalista alemán llegó al punto de reformar la propia Carta Magna para asegurar el aumento del presupuesto militar.
Bienvenido Mr Marshall
En 1953, en plena dictadura franquista, el director Luis García Berlanga dio a conocer una película emblemática, Bienvenido Mr Marshall, una parodia en la que un pequeño pueblo esperaba su salvación con la llegada de un influyente jerarca estadounidense que por supuesto nunca apareció. España era todavía un país paria. Curiosamente, la contigua dictadura portuguesa ya se había afiliado a la OTAN, pero el tirano Francisco Franco continuaba en la zona de sospecha por alianza con el Eje y su entrevista con Hitler en la estación vasca de Hendaya en 1940. Allí el Führer alemán le exigió sumisión y compromiso bélico; el gallego zahorí le pidió algo así como la mitad de África. Se dice que Hitler bostezó varias veces y tomó el tren de regreso. Pero en 1959 el Presidente Dwight Einsenhower visitó Madrid e integró España a Occidente al módico precio de la concesión de unas bases militares.
En 1966 se produjo un accidente entre aviones estadounidenses y unas bombas nucleares cayeron al mar de Almería. El entonces ministro franquista de Turismo, para no perder clientes y demostrar que todo estaba bien con los peligros radioactivos, corrió a bañarse en sus playas junto al embajador de Estados Unidos. Fraga Iribarne, el funcionario, sería luego el fundador del principal partido de la derecha bajo la democracia. El progresista PSOE completó el trabajo de asimilación militando a favor de la adhesión de España a la OTAN en un plebiscito que llamó y ganó en 1986.
Madrid fue la sede de la última reunión de la OTAN el pasado mes de junio. Noruega, el país que concede el Premio Nobel de la Paz, fue el lugar de nacimiento de su actual Secretario General, Jens Stoltenberg. Nada que pueda extrañar de la sede de un comité de premiación que condecoró a Henry Kissinger y Barack Obama. En Madrid, Estados Unidos exigió a través de Stoltenberg, el hombre sin atributos, sumisión a sus lineamientos geopolíticos a todos los integrantes de la Organización. Dos aspirantes a pertenecer a ella, antes neutrales, Suecia y Finlandia, acordaron con Turquía colaborar en la represión de los rebeldes kurdos que encontraban refugio en esos países, para que Ankara no interpusiera un veto a su integración en la OTAN. Finlandia tiene una larga frontera con Rusia (Noruega una pequeña, Suecia ninguna) y su independencia, hecho inédito en la historia, fue firmada por Stalin tras una guerra con la URSS. Ahora se reporta que los finlandeses agotaron las existencias de pastillas de yodo en previsión de un ataque nuclear ruso.
Un yanqui en la corte del rey Francisco
El economista estadounidense Jeffrey Sachs, multipremiado profesor en las más distinguidas universidades de su país y miembro de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales, se pronunció de manera contundente contra los neoconservadores belicistas que siguen dominando la política internacional de su país aún bajo la presidencia de Joe Biden. El propósito evidente de este grupo es desangrar a Rusia, desplazar a Putin y controlar las riquezas minerales y energéticas de Rusia, sin importar el precio que los ucranianos deban pagar para lograr esos objetivos.
En un artículo, Sachs ofreció un sorprendente árbol genealógico de esa familia política:
«El movimiento neocon surgió en la década de 1970 en torno a un grupo de conocidos intelectuales, varios de los cuales estaban influidos por el politólogo de la Universidad de Chicago Leo Strauss, y el profesor de historia clásica de la Universidad de Yale, Donald Kagan. Algunos líderes neoconservadores han sido Norman Podhoretz, Irving Kristol, Paul Wolfowitz, Robert Kagan (hijo de Donald), Frederick Kagan (hijo de Donald), Victoria Nuland (mujer de Robert), Elliott Cohen, Elliott Abrams y Kimberley Allen Kagan (mujer de Frederick)».
Sachs tuvo mucha influencia en la catástrofe económica que convirtió a la Rusia soviética en un país capitalista y allanó el camino para el surgimiento de dirigentes como Putin. En ese proceso, la expectativa de vida del país cayó, el desempleo se multiplicó así como el hambre, la tuberculosis y otras calamidades. Los economistas neoliberales, que se apropiaron de la bandera del reformismo, le pasaron la cuenta de estos percances adaptativos a Lenin. El neo-reformismo antirrevolucionario logró su objetivo económico, pero no consiguió controlar la dinámica política que la crisis inducida había desatado.
Rusia se convirtió en una economía de mercado que proveía energía pero conservaba un inmenso arsenal o, como dicen en Alemania, se volvió una estación de servicio con armas nucleares. Pero la estación de servicio ahora está cortando el suministro. Esto le pondrá un precio político a la sumisión de los gobiernos europeos a la estrategia de Estados Unidos que no es otra que una larga guerra que desangre a Rusia a expensas de Ucrania para debilitar al potencial aliado militar de la expansiva China.
En este gran juego geopolítico, los lagrimones de cocodrilo de Occidente por el sufrimiento inaudito del pueblo ucraniano deben medirse también teniendo en cuenta cuál era la situación del país antes de la guerra. Ucrania estaba asfixiada por el FMI desde su independencia. Su crecimiento, reconocido por el organismo, fue cero desde que se unió a él y así se prolongó el marasmo que venía de su época soviética, como evidencia el gráfico del propio FMI en su página web. La única diferencia es que Ucrania, tras independizarse de la URSS, se endeudó con el Fondo.
Sanciones
Como dejan claro muchos investigadores, entre ellos el gran ensayista italiano Marco D’Eramo, las sanciones económicas se convirtieron en el principal modo de presión no abiertamente militar de las potencias sobre los países periféricos. Cuba las lleva soportando desde hace varias décadas con resultados nulos para la democracia que iban a promover. Irán y Venezuela las sufren más o menos dependiendo de la coyuntura y de los acuerdos con la volátil política de Estados Unidos. Moscú las recibió hace algunos años y ahora se agudizaron.
Las sanciones afectan a los pueblos pero suelen no hacer mella sobre los gobiernos que pretenden desestabilizar. El problema es que, como notó un comentarista ruso, las nuevas y más estrictas sanciones a Rusia se están convirtiendo en un boomerang contra aquellos países que las aplican, así como el tratado de Versalles solo produjo humillación y reacción; a la larga terminó perjudicando a quienes lo dictaron. Los pueblos más perjudicados podrían ser aquellos cuyos gobiernos aplican sanciones. El próximo invierno boreal lo definirá.
El general invierno que obró decisiva y defensivamente contra las invasiones de Napoleón y de Hitler a Rusia, ahora golpea a su manera siempre dramática sobre el Oeste, sobre Europa. Las noticias sobre la guerra en Ucrania, iniciada por una criminal iniciativa del Kremlin, son confusas; están sumidas en un mar de propaganda. Es difícil saber qué sucede realmente en los frentes militares y en el interior de los países beligerantes. El compacto consenso de la prensa indica que Rusia tuvo una estrategia desastrosa y perdió la iniciativa, sufrió bajas terribles y abandonó una inmensa cantidad de material. Ucrania, provista por Estados Unidos y sus aliados a la fuerza en esta guerra, tendría gran capacidad de fuego y una tropa llena de fuerza moral para enfrentar a unos rusos desanimados y desarmados que solo producen masacres civiles sin triunfos militares contundentes. Quizá esto sea así; sin embargo, la guerra se extendió a Europa y es allí donde probablemente se decida. Dentro de toda la confusión de la batalla, en el flanco occidental algo resulta palmario: el general invierno está pasando a la ofensiva.
Fuente: https://www.elcohetealaluna.com/la-guerra-sin-la-paz/