Tres años después del golpe de Estado protagonizado por el ejército, el Tatmadaw, en Birmania, tras la victoria electoral de la Liga Nacional Democrática (LND) de Aung San Suu Kyi, que permanece en arresto domiciliario y debe cumplir todavía más de veinte años confinada, los enfrentamientos armados no se detienen y la inestabilidad amenaza el futuro birmano. La dictadura de la Junta Militar responde a los intereses de los mandos del ejército y de los empresarios asociados, que actúan a través de la Corporación Económica de Myanmar (CEM) y del Conglomerado Económico de Myanmar Ltd. (CEML) y poseen bancos, explotan recursos naturales, hoteles, redes de telefonía y empresas en todos los sectores. Una parte de los empresarios está ligada al poder de la Junta, pero otra conecta con la LND y querría impulsar sus negocios con empresas japonesas y occidentales arrebatando a los militares su poder económico. El hombre fuerte de la Junta, el general Min Aung Hlaing, verdugo de los rohinyás musulmanes, es un ultraderechista que mantuvo buenas relaciones con el feroz ex presidente filipino Rodrigo Duterte y ahora con el presidente indio Narendra Modi, ambos destacados políticos de extrema derecha y fervientes anticomunistas.
El abanico de fuerzas políticas birmanas opuestas a los militares abarca desde los sectores liberales partidarios de un acercamiento a Estados Unidos, hasta la izquierda y el Partido Comunista, pasando por los numeros grupos armados de las minorías étnicas. La Junta Militar dispone del Partido de la Unión, la Solidaridad y el Desarrollo (USDP), de extrema derecha, que fundaron en 2010 y es el heredero de la histórica Asociación de la dictadura militar que ostentaba el mismo nombre. La LND de Aung San Suu Kyi (un partido liberal conservador, ligado a la Internacional socialista y próximo a Estados Unidos, donde mantiene una oficina de representación) es el principal partido de la oposición, y creó tras el golpe de Estado el National Unity Consultative Council, NUCC, un órgano que asesora al gobierno en el exilio, NUG, que preside Duwa Lashi La, e incluye a grupos guerrilleros y organizaciones ciudadanas y que recibe el apoyo de Estados Unidos y de Malasia. El NUG cuenta con su propia organización armada, las Fuerzas de Defensa Popular (PDF, por People Defence Force, creadas tras el golpe de Estado de 2021), y en su deseo de atraer a las minorías del país postula una república federal, y una economía de corte capitalista. Las inclinaciones del NUG son evidentes: Aung Myo Min, ministro de Derechos Humanos en ese gobierno quiere aproximarse a la Unión Europea y a Estados Unidos, y considera que «Rusia no solo está invadiendo Ucrania, también está apoyando al régimen militar de Myanmar». A principios de enero de 2024, el NUG expresó públicamente su «profunda gratitud» a Estados Unidos y a Antony Blinken por su apoyo, aunque al mismo tiempo suscribe el principio de «una sola China» en un difícil equilibrio por la enorme influencia de Pekín en la región, e hizo pública una declaración donde se compromete a cooperar con el gobierno chino en asuntos de seguridad y a perseguir en territorio birmano los delitos y las estafas en Internet, el tráfico de drogas y la trata de personas, asuntos que afectan a ciudadanos chinos y preocupan al gobierno de Pekín. La petición hecha a Estados Unidos por las PDF para que le suministre más armamento ha sido recibida con cautela por el Pentágono.
La izquierda está muy debilitada. Po Sangchung, portavoz del Partido Comunista de Birmania, declaró que participan en los combates para derrocar a la Junta Militar y que los comunistas pretenden reforzar los lazos unitarios entre los distintos grupos opositores, aunque la definición del futuro del país que hace la oposición no va más allá de derribar a la Junta Militar. El Partido Comunista, perseguido con saña durante décadas por la dictadura, que tiene claras simpatías históricas hacia Mao Zedong y China, dispone del Ejército Popular de Liberación, aunque sus fuerzas son más limitadas que otros grupos armados, y mantiene reservas hacia el NUCC y el gobierno del NUG en el exilio y quiere abolir la Constitución de 2008 redactada por el ejército que asegura una situación de privilegio para los militares.
La Junta Militar prometió tras el golpe celebrar elecciones en 2023, que se han pospuesto hasta 2024 ó 2025, aunque no hay ninguna seguridad en su convocatoria. En septiembre de 2023 delegados de la Comisión Electoral birmana visitaron Rusia para asesorarse y documentar el proceso. Desde la asonada, la represión y los enfrentamientos han causado miles de muertos: según estimaciones de la Asociación de Asistencia a Presos Políticos (AAPP) de Birmania, hasta enero de 2024 habían muerto 4.423 civiles en el país. La dictadura militar recurre a la tortura, que ha causado la muerte a centenares de detenidos, y a bombardeos indiscriminados como el que mató en 2023 a un centenar de personas en Pazigyi, en la región de Sagaing que controla el NUG.
Se desconoce el número de combatientes muertos, tanto en el ejército como en las guerrillas. El Tatmadaw niega con frecuencia la detención de personas, aunque así les conste a sus familiares, y se realizan severos patrullajes de las fuerzas del régimen por barrios y poblaciones y muchos detenidos afrontan juicios sumarísimos ante tribunales militares, sin garantías para los procesados. La Junta militar ha bombardeado a la población en los estados de Chin (junto a Bangladesh e India), Rajine (fronterizo con Bangladesh y donde la guerrilla capturó comisarías de policía en la antigua capital del Estado, Mrauk-U, una ciudad de doscientos mil habitantes), Kachin (en el norte, limítrofe con China) y Kayah (sur del país, junto a Thailandia y habitado por los karen) y en regiones como Sagaing y Magwae, en operaciones de castigo a las minorías étnicas, y ha organizado milicias armadas que colaboran con el Tatmadaw. Los combates inquietan a los países vecinos: India, Bangladesh, Thailandia, Laos y China. También se suceden las huelgas, como las que tuvieron lugar en enero de 2024 en las ciudades de Monywa y Magwae, en el centro del país.
Más de un millón de personas han tenido que abandonar sus hogares, además de un millón de rohinyás que malviven en los campos de refugiados de Bangladesh, donde su situación es muy precaria: la Junta birmana impide que llegue ayuda humanitaria y el ex secretario de Relaciones Exteriores de Bangladesh, Touhid Hossain, aseguró a la prensa que su país no debe permitir que más refugiados crucen la frontera, «pase lo que pase en Myanmar», mientras el jefe de la Guardia Fronteriza bengalí, el general AKM Nazmul Hasan, inspeccionaba la frontera con Birmania y los campos de refugiados en Cox’s Bazar. También en el Estado birmano de Rajine malviven en campos provisionales más de cien mil rohinyás. Miles de personas se han dirigido a la India tras huir del Estado Chin, centenares de birmanos rohinyás intentan alcanzar Indonesia o Malasia, se dirigen hacia el golfo de Bengala y la India en inseguras embarcaciones; contingentes de otras minorías se han refugiado en China, y los combates han llevado a unos cien mil birmanos a huir a Thailandia. La precariedad económica en el país y la pobreza del campesinado ha hecho aumentar la producción de opio, hasta el punto de que en 2023 Birmania ha sustituido a Afganistán como el mayor productor del mundo de adormidera, según un informe publicado por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) en diciembre de 2023. Se produce sobre todo en los Estados Shan y Kachin y en Sagaing, tanto en territorios controlados por el Tatmadaw como por grupos guerrilleros, aunque los beneficios más importantes los consiguen redes criminales y militares de la Junta. La gravedad de la situación económica ha llevado al NUG a hacer, al inicio de 2024, un llamamiento internacional para que los países donantes envíen urgente ayuda humanitaria para hacer frente a la crisis.
La falta de legitimidad de la Junta Militar es patente. Birmania mantiene miles de presos políticos, aunque en enero de 2024 la Junta Militar anunció una amnistía para 9.766 presos, entre ellos un centenar de ciudadanos extranjeros. Tras el golpe de Estado, el Consejo de Seguridad de la ONU pidió que fuesen puestos en libertad los presos políticos y reclamó el fin de la violencia, que pese a la demanda no se ha detenido. Estados Unidos, China y la India siguen atentamente la situación, que puede derivar en una fragmentación del país, donde existen numerosos grupos guerrilleros armados, milicias cómplices de la Junta Militar, frecuentes cambios de bandera de jefes guerrilleros e intervención de servicios secretos de Estados Unidos y la India: el Pentágono ha enviado a militares estadounidenses (temporalmente fuera del ejército) a Birmania para adiestrar a grupos opositores. La organización Free Burma Rangers, dedicada supuestamente a proporcionar ayuda médica y defender los derechos humanos, es la cobertura de militares de los servicios especiales estadounidenses que actúan en el interior de Birmania desde la frontera con Thailandia y también en Iraq y Sudán. Por su parte, Delhi, proveedor de armamento al Tatmadaw, quiere, como China, asegurar la estabilidad en su frontera y evitar que Birmania sea base de acción de grupos armados que se infiltran en la India.
La Operación 1027, lanzada el 27 de octubre de 2023 por la Alianza de Hermandad de tres grupos guerrilleros tomó por sorpresa a la dictadura y ha creado serias dificultades al ejército birmano, y se apoderó de varias ciudades en el norte y de algunas bases militares, y afirmó que su acción se dirigía también contras las mafias delincuentes. Esa coalición está compuesta por el Ejército de la Alianza Democrática Nacional de Myanmar (MNDAA), el Ejército de Liberación Nacional Ta’ang (TNLA) y el Ejército de Arakan, y tienen claras simpatías hacia China. En el norte del país, y en el centro, en Sagaing, cerca de Mandalay, también participan en los combates fuerzas del Ejército Popular de Liberación, que ha sido reconstruido y es la organización armada del Partido Comunista de Birmania. En abril de 2023, el ejército birmano llevó a cabo una matanza en Sagaing, asesinando a casi doscientas personas, niños entre ellas, y los enfrentamientos armados han llevado a decenas de miles de personas a desplazarse a otras regiones del país. En el este birmano, en Shan; en la región de Mandalay; en el estado de Chin, donde la guerrilla de apoderó de Rikhawdar, junto a la frontera con la India; y en el noreste, en Kachin, se producen constantes enfrentamientos armados y las diferentes guerrillas han conquistado importantes ciudades. En el norte del país actúa el Ejército para la Independencia Kachin (KIA), que colabora con la Alianza de Hermandad, así como el Ejército de Liberación Bamar, las fuerzas Karen e incluso las Fuerzas de Defensa Popular (PDF) del NUG. Duwa Lashi La, presidente interino del NUG, trabaja para unir a los distintos grupos armados étnicos con las PDF, tarea complicada porque muchas de las minorías se enfrentaron al gobierno de Aung San Suu Kyi, y la Junta Militar intenta atraerse a algunos de ellas, con diferente fortuna, hasta el punto de que tras el solpe de 2021 los militares consideraron la eventualidad de avanzar hacia el federalismo en el país para terminar con sus enfrentamientos con las minorías étnicas. Al mismo tiempo, el Tatmadaw crea grupos y milicias armadas y compra a otros destacamentos a través de la captación de jefes guerrilleros. Además, algunos grupos étnicos minoritarios mantienen una posición neutral: aunque se oponen a la Junta militar, no participan en las operaciones armadas. La endiablada complejidad birmana tiene aspectos de guerra civil, pero también atisbos de lucha revolucionaria.
Grupos guerrilleros como el Ejército para la Independencia Kachin, la Unión Nacional Karen, el Partido Nacional Progresista Karenni (KNPP), y el Frente Nacional Chin (CNF) se oponen a la Junta Militar y forman parte de la coalición del NUG de Aung San Suu Kyi, mientras que la Alianza de Hermandad mantiene una cierta distancia porque quieren asegurar el dominio en sus territorios al margen de quien gobierne en Naipyidó. Otras organizaciones mantienen la cautela a la espera de ver quien consigue la victoria en los enfrentamientos armados. Entre estos se encuentra el Ejército de la Alianza Democrática Nacional (MNDAA) y el Ejército Unido del Estado Wa (UWSA), estado que actúa en la práctica como un pequeño país independiente.
El 3 de enero un proyectil lanzado desde Birmania alcanzó la región china de Yunnan causando varios heridos. Al día siguiente, Sun Weidong, viceministro de Asuntos Exteriores chino, viajó a Birmania para entrevistarse con Min Aung Hlaing y exigir seguridad en la frontera, y el ministro de Seguridad chino, Wang Xiaohong, habló con el ministro del Interior birmano para asegurar la paz en los límites comunes. China tiene más de dos mil quinientos kilómetros de frontera con Birmania y Laos, en una difícil geografía donde la policía china ha descubierto misiones espías occidentales operando desde el lado birmano, lo que llevó al ministerio de Seguridad chino a lanzar una plataforma (www.12339.gov.cn) para la denuncia de operaciones delictivas y de espionaje: solamente en 2023, la policía china resolvió en esa región fronteriza 29.000 casos criminales, sobre todo fraudes por Internet pero también secuestros y asesinatos, según declaró Jia Junqiang, portavoz chino, cuyo ministerio ha dictado además órdenes de detención contra los jefes de grupos delincuentes de Laukkai, entre ellos Bai Suocheng (principal sospechoso en el entramado de delitos cibernéticos, fundador de la Guardia Fronteriza birmana en Kokang, antiguo presidente administrativo de la región de Kokang y aliado del general Min Aung Hlaing, el hombre fuerte de la Junta Militar birmana), y contra el comandante de la Guardia Fronteriza, Wei San, también ligado a la Junta militar, según publicó el diario The Irrawaddy. En Laukkai, Kokang, en el Estado Shan, cerca de la frontera con China, operan grupos delincuentes que se enriquecen con las drogas, la prostitución, la trata de personas y las estafas. Allí se concentran burdeles, casinos y oficinas para organizar robos a través de las redes de Internet, a veces con la complicidad de grupos guerrilleros y de militares birmanos, en una compleja ecuación donde se mezclan guerrilleros, militares y delincuentes, y donde el trasiego de lealtades es frecuente: Bai Suocheng fue también subcomandante de la guerrilla del Ejército de la Alianza Democrática Nacional de Myanmar (MNDAA), y traficante de armas y drogas. La actuación de la policía china ha conseguido reducir notablemente los delitos: Pekín quiere estabilidad en sus fronteras, proteger el oleoducto China-Birmania, y presiona a las partes para seguir impulsando negociaciones y pacificar la zona.
A mediados de enero de 2024, gracias a la mediación de China, delegados del Tatmadaw y de la guerrilla birmana se reunieron en la ciudad china de Kunming para firmar un alto el fuego entre el ejército y esos tres grupos armados étnicos en el norte de Myanmar. Previamente, la guerrilla había conquistado esa región de Kokang, que limita con China. Pocos días después, el TNLA, Ejército de Liberación Nacional Ta’ang, acusaba al Tatmadaw de haber roto el acuerdo. La mediación china busca abrir una nueva dinámica y proteger a sus ciudadanos que viven en cerca de la frontera birmana, mientras presiona a la Junta militar para que ponga fin a la delincuencia.
Birmania tiene en China su principal socio comercial. Pekín redujo aranceles a sus importaciones birmanas y las empresas chinas han desarrollado proyectos para la generación de energía, la investigación agrícola, transportes y protección de la naturaleza, también bajo el mandato de Aung San Suu Kyi, y el gobierno de Pekín, que paralizó los contactos con Naipyidó tras el golpe de Estado, evita intervenir en los asuntos internos birmanos y mucho menos en las operaciones militares de los combatientes, y defiende que el alto el fuego es beneficioso para el país, atenazado por la pobreza y la parcial paralización de la economía: con su Corredor China-Myanmar y la participación común en la Asociación Económica Integral Regional (RCEP) Pekín pretende impulsar la cooperación económica entre los dos países y abrir una nueva dinámica en la región, objetivo similar al que plantea en otras regiones conflictivas de Asia.
La ASEAN elaboró en abril de 2021 un plan para Birmania (denominado «consenso de cinco puntos» de Yakarta) articulado por un mediador de la organización, que contemplaba el cese inmediato de los enfrentamientos armados entre el ejército y la oposición, la apertura del diálogo entre las partes y el envío de ayuda humanitaria para la población. China apoya esa mediación de la ASEAN y el plan, que hasta ahora no se ha podido aplicar. A mediados de enero de 2024, con Laos ejerciendo la presidencia rotatoria de la ASEAN, la organización envió al diplomático laosiano Alounkeo Kittikhoun, que se reunió en Naipyidó con el primer ministro de la Junta Militar, general Min Aung Hlaing y asistió a un encuentro entre el Tatmadaw y algunos grupos guerrilleros. Laos, con un sistema socialista y gobernado por el comunista Partido Popular Revolucionario, es un aliado de China.
El futuro de Birmania afecta directamente a los equilibrios en el sudeste asiático y en el mundo. En octubre de 2023, el Pentágono publicó un informe donde mantiene que el principal peligro para Estados Unidos es China y su Ejército Popular de Liberación, EPL, afirmando que Pekín dispone ya de más de quinientas cabezas nucleares. El informe acusaba a China de buscar bases para apoyo logístico del EPL, y especulaba con la supuesta intención de Pekín de establecerlas en casi veinte países, entre los que se encuentran Birmania y Thailandia, aunque no existan indicios de ello. Además, Estados Unidos permite que su aliado Israel suministre armamento a la Junta Militar birmana, y Shell, ENI, Total, Chevron y otras compañías occidentales persiguen los recursos petroleros birmanos y son una pieza más del engranaje estadounidense que persigue limitar la influencia económica de China en Birmania y en todo el sudeste asiático.
Al mismo tiempo, en un plan que mezcla sofisticadas operaciones políticas y burdas acusaciones, Estados Unidos y sus aliados europeos acusan a Pekín de complacencia con la Junta militar y de apostar por la inestabilidad en el país para apoderarse de los recursos naturales birmanos, acusaciones falsas a todas luces: la Junta del corrupto general golpista Min Aung Hlaing tiene una profunda animadversión hacia China, aunque no puede ignorar a su gigantesco vecino. A principios de noviembre de 2023 desfiló en Rangún una manifestación que contaba con el sostén de la Junta Militar y que acusaba a China de apoyar a la Alianza de Hermandad que inició la Operación 1027, y aunque Pekín no apoya a la Junta Militar y defiende la transición a un gobierno elegido por la población, Estados Unidos intenta promover entre la población birmana resentimiento hacia China con la acusación de que aprovecha en beneficio propio los recursos birmanos. Así, la propaganda occidental acusa a Pekín, al mismo tiempo, de connivencia con la Junta y de haber auspiciado la Operación 1027 de la guerrilla basándose en declaraciones de dirigentes guerilleros de la Alianza de Hermandad que afirmaban colaborar con China para acabar con los grupos delincuentes de estafas por Internet; acusaciones contradictorias desmentidas además por la inmediata mediación china para conseguir un alto el fuego tras el inicio en octubre pasado de la Operación 1027. De hecho, ya en abril de 2023 un enviado especial chino propuso a la Junta iniciar negociaciones de paz para detener los combates con las minorías étnicas. Esas acusaciones estadonidenses se enmarcan en la campaña contra China que desarrolla Washington en distintos escenarios del planeta, desde el sudeste asiático hasta Europa o África.
China mantuvo buenas relaciones con el gobierno de Aung San Suu Kyi, y tiene como prioridad asegurar la estabilidad en el país y el desarrollo de sus proyectos económicos ligados a la nueva ruta de la seda. Birmania asegura una conexión desde la región china de Yunnan (que cuenta con más de cincuenta millones de habitantes) con el océano Índico, evitando el cuello de botella del estrecho de Malaca, uno de los puntos débiles de las rutas marítimas chinas, y Pekín quiere desarrollar las infraestructuras portuarias en el Estado de Rajine, en el golfo de Bengala, para asegurar otra ruta comercial sin el recorrido por las costas de la península de Malaca. El Corredor económico China-Myanmar dispone ya del puerto de Kyaukpyu (en la isla Ramree, en ese Estado Rajine), una terminal petrolera en la cercana isla Maday, y una zona industrial y la línea ferroviaria de alta velocidad entre la ciudad china de Kunming y Mandalay, además del oleoducto y el gasoducto que enlazan la costa birmana con la región china de Yunnan. China importa también de Birmania tierras raras, que han adquirido una importancia estratégica para todas las grandes potencias.
El gobierno chino quiere evitar la desestabilización del sudeste asiático y la extensión de la guerra civil birmana que convierta al país en un estado fallido, e impedir el aumento de la influencia de Estados Unidos y de la India. Vigilando todos los flancos, Washington no ha impuesto sanciones a las empresas de los militares birmanos y contemporiza con sus aliados Singapur y Thailandia que siguen suscribiendo acuerdos con la Junta Militar. A su vez, la Unión Europea, aunque es un actor secundario en el país, aplicó sanciones a Naipyidó, y sigue importando productos birmanos. Martin Thümmel, el diplomático alemán que se ocupa del sudeste asiático en Berlín, recibió a finales de enero a Zaw Wai Soe, ministro del NUG, para concertar la ayuda alemana. Por su parte, Bangkok mantiene discretas negociaciones con la dictadura birmana, con conocimiento de Estados Unidos, y no olvida su gratitud: el Tatmadaw apoyó el golpe de Estado del general Prayuth Chan-o-cha en 2014 en Thailandia.
Aung San Suu Kyi, elogiada por Hillary Clinton y apoyada por Estados Unidos hasta el punto de que la convirtió con una exitosa campaña en una figura mundial, está lejos de ser la esperanza para Birmania: transigió con los militares birmanos, justificó las matanzas, la «limpieza étnica» y la persecución de los rohinyás, y aunque mantiene un importante apoyo popular es la pieza que utiliza Estados Unidos para ligar el futuro birmano a su dispositivo militar en Asia contra China, sin desdeñar la evolución de la Junta Militar, como hizo Obama. La Junta Militar tiene un precario dominio sobre el país e intenta buscar una solución a su naufragio a través de negociaciones con los grupos armados y con las principales potencias, China, Estados Unidos y la India, junto con la intervención de la ASEAN. Birmania se enfrenta al riesgo de la desintegración y al aumento del número de refugiados a causa de los combates, en una situación que puede desestabilizar a los países vecinos y al sudeste asiático y convertirse en otro escenario del enfrentamiento global entre China y Estados Unidos, mientras la población birmana padece la represión militar, sobrelleva el espejismo de la LND de Aung Aung San Suu Kyi, y soporta la debilidad de la izquierda.
A Washington no le preocupa la represión ni las matanzas en Birmania: le inquieta que China amplie su influencia en el sudeste asiático. Otras piezas encajan en los objetivos de la Casa Blanca y del Departamento de Estado, como en Thailandia (un aliado tradicional de Estados Unidos donde los militares que dieron el golpe de Estado de 2014 quieren mantener, por criterios económicos, una cierta equidistancia entre Washington y Pekín), donde el gobierno estadounidense favorece a Pita Limjaroenrat y su partido Avanzar, que tiene buenas relaciones con Taiwán y recela de China, aunque también apoya al gobierno de Srettha Thavisin surgido del pacto entre los militares golpistas del general Prayuth Chan-o-cha y el Puea Thai de la familia Shinawatra. A Estados Unidos tampoco le preocupa el siniestro y anticomunista monarca thailandés Maha Vajiralongkorn: pone huevos en todas las cestas con los ojos puestos en China, y en la hoguera birmana no quiere arriesgar una derrota estratégica en el sudeste asiático si no consigue atraerse a los nuevos gobernantes que surjan tras la desaparición de la Junta Militar.
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