Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística, por Carlos Sanchis
El activo de Slobodan Milosevic ya había estado subiendo entre los serbios que vieron sus enérgicas actuaciones en su juicio por crímenes de guerra en La Haya.
Su muerte le hace ahora un mártir y lleva a cuestionar seriamente la futura cooperación de Belgrado con el tribunal para crímenes de guerra.
Un mar de fondo de emoción en Serbia por el líder caído, conocido en occidente como el «Carnicero de Belgrado», crearía un obstáculo político a la entrega del antiguo comandante serbo-bosnio Ratko Mladic y otros cinco sospechosos fugitivos, al tribunal; tan sólo unas semanas antes de la fecha tope para la extradición.
La muerte de Milosevic y el suicidio en prisión la semana pasada del anterior líder serbo-croata declarado culpable, Milan Babic, un testigo estrella en el juicio contra Milosevic, han creado la impresión en Belgrado, de que La Haya es como un patíbulo para los nacionalistas serbios; un lugar donde occidente les deja pudriéndose.
¿»Cómo van ahora a explicar al público serbio que Milosevic no estaba muy enfermo, como él había afirmado, y que la cárcel de La Haya es segura para los servios»?, preguntaba el analista político Brace Grubacic.
Milosevic que padecía problemas de corazón e hipertensión había solicitado recientemente ser liberado de forma temporal para ir a Moscú a someterse a tratamiento.
Pero la presidencia del juez Patrick Robinson se negó, estipulando que incluso con las garantías rusas de enviarlo de regreso, el tribunal estaba «no satisfecho… de que el acusado, si era liberado, volvería para la continuación de su ensayo.»
Ivica Dacic, guardián del Partido Socialista de Milosevic, se hizo eco de los puntos de vista de muchos en Belgrado, el sábado, cuando dijo: «Milosevic no murió en La Haya; fue asesinado en La Haya.»
Añadió que antes de morir, Milosevic «logró defender los intereses nacionales y estatales de Serbia y del pueblo serbio, y todos se lo debemos agradecer.»
Toma Fila, abogado de la familia Milosevic, dijo: «La muerte de Milosevic rasgará a tiras la credibilidad del tribunal, la cual ya estaba seriamente empañada. Él es el sexto serbio en morir a manos de este tribunal.»
El anterior ministro checo de exteriores, Jiri Dienstbier, que sirvió como enviado especial de la ONU para los derechos humanos en Yugoslavia desde 1998 al 2001 dijo: » temo que su muerte será mal empleada por los extremistas [en Serbia] que lo proclamarán [Milosevic] un héroe nacional.»
Esos miedos han tardado poco tiempo en materializarse. El ultra nacionalista Partido Radical Serbio, firme aliado en tiempo de guerra de Milosevic, dijo en un comunicado que » tras la muerte de Milosevic nada será lo mismo en Serbia.»
«El Partido Radical promete a los ciudadanos de Serbia que ya no tolerará el hostigamiento de los patriotas serbios y sus familias,» refiriendo supuesto «hostigamiento» por el pro-occidental presidente de Serbia, Boris Tadic y el ministro de exteriores Vuk Draskovic.
Muchos observadores tanto en Serbia como en occidente, pusieron en duda la validez del tribunal de La Haya para crímenes de guerra por otras razones; haciendo pensar que la oportunidad para una apreciación histórica se había perdido porque se había permitido que el juicio se alargara interminablemente durante años.
El anterior primer ministro sueco Carl Bildt que ejerció como enviado especial de la ONU a los Balcanes entre 1999 y 2001, calificó la muerte de Milosevic de » grave daño al tribunal de La Haya.»
En una declaración escrita a la agencia informativa sueca TT, Bildt dijo que «a pesar de años de juicios nunca tendremos un veredicto, y por consiguiente una conclusión respecto a importantes preguntas sobre la culpa.»
Natasa Kandic, una importante activista de los derechos humanos en Serbia que ha proporcionado pruebas a los fiscales de crímenes de guerra de la ONU, ha dicho que la muerte de Milosevic antes del fin del proceso judicial ha causado un «daño histórico».–Sapa-AP