La planificación militar más trascendental en la Tierra está teniendo lugar en este momento. ¿Quién le presta la menor atención, dado el continuo cambio de guardia en la Casa Blanca, así como los últimos tweets, revelaciones sexuales, e investigaciones de todo tipo? Y sin embargo, cada vez más es como si, gracias a la planificación […]
La planificación militar más trascendental en la Tierra está teniendo lugar en este momento. ¿Quién le presta la menor atención, dado el continuo cambio de guardia en la Casa Blanca, así como los últimos tweets, revelaciones sexuales, e investigaciones de todo tipo? Y sin embargo, cada vez más es como si, gracias a la planificación en curso en el Pentágono, hubiese comenzado una versión de la Guerra Fría del siglo XXI (con nuevas características peligrosas) y casi nadie se ha dado cuenta aún.
En 2006, cuando el Departamento de Defensa explicó su papel en la seguridad del futuro, se daba una sola misión primordial: su «larga guerra» contra el terrorismo internacional. «Con sus aliados y socios, los Estados Unidos debe estar preparado para librar esta guerra en muchos lugares al mismo tiempo y durante una serie de años», según describía la Revisión Cuadrienal de Defensa del Pentágono ese año. Doce años más tarde, el Pentágono ha anunciado oficialmente que esa ‘larga guerra’ está llegando a su fin, a pesar de que por lo menos siete conflictos de contrainsurgencia todavía están en curso en todo el Gran Oriente Medio y África, y una nueva ‘larga guerra’ ha comenzado, una campaña permanente para contener a China y Rusia en Eurasia.
«La gran competencia por la energía, no el terrorismo, se ha convertido en el principal reto para la seguridad y la prosperidad de Estados Unidos», afirmó el responsable presupuestario del Pentágono, David Norquist, en la presentación de la solicitud de presupuesto del Pentágono 686 mil millones de dólares en enero. «Es cada vez más evidente que China y Rusia quieren promover un mundo en consonancia con sus valores autoritarios y, en el proceso, sustituir el orden libre y abierto que ha permitido la seguridad global y la prosperidad desde la Segunda Guerra Mundial».
Por supuesto, hasta que punto el Presidente Trump está comprometido con la preservación de ese «orden libre y abierto» sigue siendo una interrogante dada su determinación de acabar los tratados internacionales y desatar una guerra comercial global. Del mismo modo, si China y Rusia realmente tratasen de socavar el orden mundial existente o simplemente hacer que estuviese menos dominado por EE UU sería una cuestión muy importante, pero no hoy. La razón es bastante simple. El llamativo titular que debería haber visto en cualquier periódico (pero que no ha visto) es este: «El ejército de Estados Unidos ha tomado una decisión sobre el futuro. Se ha comprometido, él y los EEUU, en una lucha geopolítica en tres frentes para resistir los avances de China y Rusia en Asia, Europa y Oriente Próximo».
Por importante que este cambio estratégico pueda ser, el presidente Trump ni lo menciona, porque es un hombre que carece de la capacidad de concentración necesaria para este tipo de pensamiento estratégico a largo plazo y alguien que considera a la Rusia de Vladimir Putin, y a la China de Xi Jinping como «amigos hostiles» en lugar de recalcitrantes adversarios. Para apreciar los cambios trascendentales que están ocurriendo en la planificación militar en EE UU, es necesaria una inmersión profunda en el mundo del Pentágono: sus documentos presupuestarios y sus » comunicados de posición» anuales de los comandantes regionales que ya supervisan la aplicación de esta nueva estrategia en tres frentes.
El nuevo tablero de ajedrez geopolítico
Este énfasis renovado en China y Rusia en la planificación militar de Estados Unidos refleja la manera como altos oficiales militares están reevaluando la ecuación estratégica global, un proceso que comenzó mucho antes de que Donald Trump llegase a la Casa Blanca. Aunque después de los atentados del 9/11 los altos mandos abrazaron plenamente la visión de la «larga guerra contra el terror», su entusiasmo por las operaciones contraterroristas sin fin que conducen esencialmente a ninguna parte en lugares remotos y, a veces, sin importancia estratégica comenzó a decaer en los últimos años, mientras observaban la modernización de China y Rusia de sus fuerzas militares y su utilización para intimidar a sus vecinos.
Mientras que la larga guerra contra el terror alimentó una enorme expansión de las Fuerzas de Operaciones Especiales (SOF), que continua -un ejército secreto de 70.000 combatientes en el seno de una estructura militar mucho mayor- sin embargo, necesita poco o implicaba escasamente a las unidades militares «pesadas»: las brigadas de tanques del Ejército, los grupos de portaaviones de la Armada, los escuadrones de bombarderos de la Fuerza Aérea, y todo lo demás. Sí, la Fuerza Aérea, en particular, ha desempeñado un importante papel de apoyo en las operaciones recientes en Irak y Siria, pero las unidades militares regulares en gran medida han sido sustituidas allí y en otros lugares por fuerzas de operaciones especiales con armamento ligero y drones. La planificación de una «guerra de verdad» contra un «competidor similar» (con fuerzas y armamento equiparables) ha sido hasta hace poco menos prioritaria que los conflictos interminables en el Gran Oriente Medio y África. Esto alarmó e incluso enfureció a los contingentes militares regulares cuya necesidad, al parecer, por fin ha llegado.
«Hoy en día, estamos saliendo de un período de atrofia estratégica, conscientes de que nuestra ventaja competitiva militar se ha ido erosionando», afirma la Estrategia de Defensa Nacional del Pentágono. «Nos enfrentamos a un mayor desorden global, caracterizado por el declive de las viejas normas en que se basaba el orden internacional», un declive atribuido oficialmente por primera vez, no a Al Qaeda e ISIS sino a la conducta agresiva de China y Rusia. Irán y Corea del Norte también se identifican como amenazas importantes, pero de una naturaleza claramente secundaria en comparación con la planteada por las dos grandes potencias competidoras.
Como era de esperar, este cambio requerirá no sólo un mayor gasto en equipamiento militar de alta tecnología caro, sino también un nuevo diseño del mapa estratégico mundial para favorecer al ejército regular. Durante la larga guerra contra el terrorismo, la geografía y las fronteras parecían menos importantes, dado que las células terroristas parecían ser capaces de operar en cualquier lugar donde el orden mundial se estuviese descomponiendo. El ejército de Estados Unidos, convencido de que tenía que ser igualmente ágil, se preparó para desplegarse (a menudo fuerzas de operaciones especiales) en campos de batalla distantes en todo el planeta, más allá de las condenadas fronteras.
En el nuevo mapa geopolítico, sin embargo, Estados Unidos se enfrenta adversarios bien armados dispuestos a proteger sus fronteras, por lo que las fuerzas estadounidenses están siendo desplegadas según una versión actualizada de la antigua y familiar estrategia de confrontación. En Asia, los Estados Unidos y sus aliados clave (Corea del Sur, Japón, Filipinas y Australia) deben contener a China, a través de una línea que se extiende desde la península de Corea a las aguas de los mares del este y sur de China y el Océano Índico. En Europa, los Estados Unidos y sus aliados de la OTAN hacen lo mismo con Rusia, en un frente que se extiende desde Escandinavia y los Países Bálticos al sur de Rumania y luego hacia el este a través del Mar Negro hasta el Cáucaso. Entre estos dos teatros de contención se encuentra el siempre turbulento Gran Oriente Medio, en el que Estados Unidos y sus dos aliados cruciales allí, Israel y Arabia Saudita, hacen frente al despliegue de Rusia en Siria y a un Irán cada vez más influyente y más cercano a China y Rusia. Desde la perspectiva del Pentágono, este va a ser el mapa global estratégico en el futuro previsible. Es probable que la mayoría de las grandes inversiones e iniciativas militares se concentren en el fortalecimiento de las fuerzas navales, aéreas y de tierra en su lado de estas líneas, así como en la búsqueda de los puntos vulnerables de China y Rusia al otro lado.
No hay mejor manera de apreciar la dinámica de esta nueva perspectiva estratégica que echar mano de los «comunicados de posición» anuales de los jefes de los «estados mayores de combate unificados» del Pentágono, que integran a la Armada,la Fuerza Aérea, el Ejército y la Infantería de Marina, que cubren las zonas alrededor de China y Rusia: el Comando del Pacífico (PACOM), con responsabilidad sobre todas las fuerzas de Estados Unidos en Asia; el Comando Europeo (EUCOM), que cubre las fuerzas de Escandinavia hasta el Cáucaso de Estados Unidos; y el Comando Central (CENTCOM), que supervisa Oriente Medio y Asia Central, donde se desarrollan muchas de las guerras antiterroristas en curso.
Los altos mandos de estas meta-organizaciones son los funcionarios más poderosos de Estados Unidos en sus «áreas de responsabilidad» (AORs), mucho más influyentes que cualquier embajador de Estados Unidos en la región (y a menudo que los jefes de estado locales). Eso hace que sus declaraciones y las listas de compra de armamento que invariablemente les acompañan tienen una importancia real para cualquier persona que quiera comprender la visión del Pentágono de futuro militar global de Estados Unidos.
El frente indo-pacífico
El jefe al mando de PACOM es el Almirante Harry Harris Jr., un antiguo aviador naval. En su comentario de posición anual, realizado ante el Comité de Servicios Armados del Senado el pasado 15 de marzo, Harris pintó un panorama sombrío de la posición estratégica de los Estados Unidos en la región de Asia y el Pacífico. Además de los peligros planteados por una Corea del Norte con armas nucleares, argumentó, China estaba emergiendo como una formidable amenaza para los intereses vitales de Estados Unidos. «La rápida transformación del Ejército Popular de Liberación en una, fuerza de combate con alta tecnología moderna sigue siendo impresionante y preocupante», aseveró. «Las capacidades de EPL están progresando más rápido que las de cualquier otra nación en el mundo, beneficiándose de fuertes recursos y con prioridades claras.»
Más amenazante, en su opinión, es el progreso de China en el desarrollo de misiles de alcance medio balísticos (IRBM) y buques de guerra avanzados. Tales misiles, explicó, podrían atacar las bases estadounidenses en Japón o en la isla de Guam, mientras que la armada china en expansión podría desafiar a la Marina de EEUU en mares lejanos de la costa de China y, tal vez algún día, el dominio de Estados Unidos del Pacífico occidental. «Si este programa de construcción [naval] continúa», dijo, «China superará a Rusia como la segunda mayor marina del mundo en 2020, en términos de submarinos y naves de la clase fragata o más grandes».
Para contrarrestar dicha evolución, y contener la influencia china se requiere, por supuesto, gastar más dinero de los contribuyentes en sistemas de armas avanzados, especialmente misiles de precisión. El almirante Harris pidió un aumento enorme de la inversión en tales armamentos con el fin de superar las capacidades chinas actuales y futuras y asegurar el dominio militar de EE UU sobre los espacios aéreo y marítimo de China. «Con el fin de disuadir a potenciales adversarios en el Indo-Pacífico», declaró, «hay que construir una fuerza más letal mediante la inversión en capacidades críticas y aprovechar las innovaciones».
Su lista de necesidades presupuestaria fue impresionante. Por encima de todo, habló con gran entusiasmo de las nuevas generaciones de aviones y misiles de lo que se llama, en la jerga del Pentagono, «sistemas anti-acceso / zona de negación», capaces de atacar las baterías IRBM chinos y otros sistemas de armas destinadas a mantener lejos a las fuerzas estadounidenses de forma segura del territorio chino. También dio a entender que no le importaría tener nuevos misiles nucleares para este propósito. Unos misiles, sugirió, que podrían ser lanzados desde buques y aviones y así poder sortear el Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, del que Estados Unidos es signatario y que prohíbe los misiles nucleares de alcance intermedio con base en tierra. (Para dar una sensación del lenguaje arcano de los expertos nucleares del Pentágono como él mismo, esto es lo que dijo: «Hay que seguir ampliando la Fuerza Nuclear Intermedia compatible con el Tratado con capacidades de ataque de teatro para efectivamente contrapesar las capacidades anti-acceso / zona de negación [A2 / AD] y las tácticas de conservación de fuerzas del adversario»).
Por último, para fortalecer aún más la línea de defensa de Estados Unidos en la región, Harris pidió reforzar las relaciones militares con varios aliados y socios, incluyendo Japón, Corea del Sur, Filipinas y Australia. El objetivo de PACOM, afirmó, es «mantener una red de aliados y socios para cultivar unas redes de seguridad basadas en principios comunes, que refuerzan el orden internacional libre y abierto». Idealmente, agregó, esta red con el tiempo abarcaría a la India, extendiendo aún más el cerco a China.
El teatro europeo
Un futuro igualmente conflictivo, aunque poblado por actores diferentes en un paisaje distinto, fue el ofrecido por el general del ejército Curtis Scaparrotti, comandante del EUCOM, en su testimonio ante el Comité de Fuerzas Armadas del Senado, el 8 de marzo. Para él, Rusia es la otra China. Como él mismo dijo en una descripción escalofriante, «Rusia busca cambiar el orden internacional, romper la OTAN, y socavar el liderazgo de Estados Unidos con el fin de proteger su régimen, reafirmar el dominio sobre sus vecinos, y lograr una mayor influencia en todo el mundo … Rusia ha demostrado su voluntad y capacidad para intervenir en los países de su periferia y proyectar su poder, especialmente en Medio Oriente».
Esto, huelga decirlo, no es la perspectiva que hemos escuchado del Presidente Trump, que ha sido siempre reacio a criticar a Vladimir Putin, Rusia o a describirlos como adversarios reales. Para los militares y los agentes de inteligencia estadounidenses, sin embargo, Rusia es la amenaza preeminente para los intereses de seguridad de Estados Unidos en Europa. Actualmente se habla de ello de una manera que recuerda a la época de la Guerra Fría. «Nuestra máxima prioridad estratégica» Scaparrotti insistió, «es disuadir a Rusia de llevar a cabo más agresiones y de ejercer su influencia maligna sobre nuestros aliados y socios. [Con este fin,] … estamos actualizando nuestros planes operativos para proporcionar opciones de respuesta militar para defender a nuestros aliados europeos contra la agresión rusa».
La vanguardia de la campaña anti-rusa de EUCOM es la Iniciativa de Disuasión Europea (EDI), un proyecto que el presidente Obama inició en 2014 tras la anexión rusa de Crimea. Originalmente conocida como la Iniciativa de Garantia Europea, el objetivo de EDI es incrementar las fuerzas estadounidenses y de la OTAN desplegadas en los «estados de la linea del frente» -Estonia, Letonia, Lituania, Polonia- ante Rusia en el «frente oriental» de la OTAN. Según la lista de necesidades del Pentágono presentada en febrero, unos 6.500 millones de dólares deberían ser destinados a EDI en 2019. La mayor parte de esos fondos se utilizarían para almacenar municiones en los estados de la línea del frente, mejorar la infraestructura de la fuerza aérea, multiplicar los ejercicios militares conjuntos con las fuerzas aliadas y la rotación de fuerzas adicionales estacionadas en Estados Unidos en la región. Además, unos 200 millones se destinarán a la misión del Pentágono para «asesorar, capacitar y equipar » a Ucrania.
Al igual que su contraparte en el escenario del Pacífico, el general Scaparrotti también tiene una lista de necesidades de armamento caro, incluyendo aviones avanzados, misiles y otras armas de alta tecnología que, según él, son imprescindibles para contrarrestar la modernización de las fuerzas rusas. Además, reconociendo la capacidad de Rusia en la guerra cibernética, pide una inversión sustancial en tecnología cibernética y, al igual que el almirante Harris, hizo una críptica alusión a la necesidad de aumentar la inversión en fuerzas nucleares «utilizables» en un futuro campo de batalla europeo.
Entre Oriente y Occidente: el Comando Central
El Comando central de EEUU supervisa una gama sorprendente de conflictos en la guerra contra el terror en la vasta región, cada vez más inestable, que se extiende desde el límite oeste de PACOM al oriental de EUCOM. Durante la mayor parte de su historia moderna, CENTCOM se ha centrado en la lucha contra el terrorismo y en las guerras de Irak, Siria y Afganistán, en particular. Ahora, sin embargo, incluso a pesar de continuar la larga guerra anterior, el Comando ya está empezando a posicionarse para una nueva versión de la Guerra Fría de lucha perpetua, un plan para resucitar el viejo concepto de contención tanto de China como de Rusia en el Gran Oriente Medio.
En una reciente comparecencia ante el Comité de Fuerzas Armadas del Senado, el jefe del Comando Central, el general Joseph Votel concentró en el estado de las operaciones estadounidenses contra ISIS en Siria y en contra de los talibanes en Afganistán, pero también afirmó que la contención de China y Rusia se ha convertido en parte integral del futuro de la misión estratégica de CENTCOM: «la Estrategia de Defensa Nacional recientemente publicada identifica correctamente el resurgimiento de una gran competencia por la energía como nuestro principal desafío de seguridad nacional y vemos los efectos de esa competencia en toda la región».
Votel aseguró que a través de su apoyo al régimen sirio de Bashar al-Assad y sus esfuerzos para ganar influencia con otros actores clave en la región, Rusia está ocupando un papel cada vez más visible en el área de responsabilidad del Comando Central. China también está tratando de incrementar su influencia geopolítica tanto económica como a través de una pequeña pero creciente presencia militar. De particular preocupación, Votel afirmó, es el puerto gestionado por China en Gwadar, Pakistán, en el Océano Índico y una nueva base china en Djibouti, en el Mar Rojo, en frente de Yemen y Arabia Saudi. Este tipo de instalaciones, según Votel, contribuyen a «al posicionamiento y la fuerza de proyección militar» de China en el área de responsabilidad del Comando Central y son indicios de las dificultades futuras del ejército de Estados Unidos.
En tales circunstancias, Votel testificó, es responsabilidad de CENTCOM sumarse a PACOM y EUCOM a la hora de resistir el creciente despliegue chino y ruso. «Tenemos que estar preparados para hacer frente a estas amenazas, no sólo en las zonas en las que se producen, sino también en sus áreas de influencia». Sin proporcionar detalles, pasó a decir: «Hemos desarrollado … muy buenos planes y procesos de cómo lo haremos».
Lo que esto significa es cuanto menos ambiguo, pero a pesar de los compromisos de Trump en su campaña electoral sobre una retirada estadounidense de Afganistán, Irak y Siria, una vez que ISIS y los talibanes sean derrotados, es cada vez más evidente que el ejército estadounidense se prepara para estacionar sus fuerzas en los países (y quizás en otros), comprendidos en la región bajo la responsabilidad del Comando Central por tiempo indefinido, para la lucha contra el terrorismo, por supuesto, pero también para asegurar que habrá una presencia militar estadounidense permanente en áreas donde se intensifique la competencia geopolítica entre las grandes potencias.
Un invitación al desastre
De una manera relativamente rápida, los líderes militares estadounidenses han aplicado su afirmación de que Estados Unidos se encuentra en una nueva guerra larga para dibujar los contornos de un frente de contención que se extendería desde la península de Corea por Asia, a través del Medio Oriente y partes de la ex Unión Soviética hasta el este de la Unión Europea y, finalmente, los países escandinavos. En su plan, las fuerzas militares de Estados Unidos -reforzadas por los ejércitos de aliados de confianza- deberían desplegarse en cada segmento de este frente, en un grandioso plan para bloquear supuestos avances de la influencia china y rusa que, en su alcance global, deberían asombrar a la imaginación. Gran parte de la historia futura podría definirse mediante este esfuerzo descomunal.
Las preguntas sobre el futuro incluyen si esta es o no una política estratégica coherente o sostenible. El intento de contener a China y Rusia de esta manera sin duda provocará reacciones de las otras potencias, algunas, sin duda, difíciles de resistir, incluyendo ataques cibernéticos y diversos tipos de guerra económica. Y si usted creía que la guerra contra el terror en vastas zonas del planeta representaba una extralimitación global importante para una sola potencia, sólo tiene que esperar. Mantener grandes fuerzas y fuertemente equipadas en tres enormes frentes también será muy costoso y sin duda incompatible con las prioridades del gasto doméstico y posiblemente provoque un debate divisivo sobre la restauración de la conscripción militar obligatoria.
Sin embargo, la verdadera pregunta -que Washington no se ha hecho todavía- es: ¿De entrada, para qué sirve una política así? ¿No hay otras maneras de gestionar la conducta cada vez más provocadora de China y Rusia? Lo que es particularmente preocupante de esta estrategia de tres frentes es su inmensa capacidad para la confrontación, error de cálculo, escalada, y finalmente guerra real en lugar de ser una mera pero exagerada planificación preventiva.
En varios puntos a lo largo de este frente, el Mar Báltico, el Mar Negro, Siria, el Mar del Sur de China y el Mar Oriental de China, por nombrar solo unos cuantos, las fuerzas de Estados Unidos y China o Rusia ya están en contacto de una manera u otra, a menudo intentando a empujones ocupar espacios de una manera potencialmente hostil. En cualquier momento, uno de estos choques podría provocar un tiroteo y una escalada no deseada y, al final, posiblemente, un combate a gran escala. A partir de ahí, cualquier cosa puede pasar, incluso la utilización de armas nucleares. Evidentemente, los funcionarios de Washington deberían pensarlo bien antes de comprometer a los estadounidenses en una estrategia que aumentaría cada vez más la probabilidad de que ello ocurra y podría convertir lo que es todavía la planificación de una guerra larga en una guerra larga real con consecuencias mortíferas.
Michael T. Klare es profesor de estudios sobre paz y seguridad mundiales en el Hampshire College. Su libro mas reciente es The Race for What’s Left.
Fuente: http://www.tomdispatch.com/post/176406/tomgram%3A_michael_klare%2C_the_new_%22long_war%22/#more
Traducido por G. Buster para Sin Permiso