Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Aunque es más que claro que Israel corre grandes riesgos por pocas ventajas al planificar ataques contra las instalaciones nucleares de Irán, la tendencia de los políticos y expertos israelíes a subestimar los riesgos y la probabilidad de éxito crece a pasos agigantados.
Siguiendo el argumento de que Israel no quiere esperar hasta que haya un nuevo gobierno en EE.UU., para parafrasear una de las voces de Israel en EE.UU., el consultor de CBS Michael Oren, la actitud crecientemente belicosa de Israel contra Irán tiene en realidad el efecto adverso: coloca barricadas en el camino de políticos iraníes que desean llegar a un compromiso con los «Seis de Irán» respecto el programa nuclear de Teherán. Teherán está considerando un paquete de proposiciones presentadas por EE.UU., Francia, Gran Bretaña, Rusia, China y Alemania respecto a sus actividades de enriquecimiento de uranio.
El jefe de política exterior de la Unión Europea, Javier Solana, recibió una reacción inicial positiva de políticos de Irán durante una reciente visita, subrayando la disposición de Teherán de entrar en negociaciones serias.
Pero al escalar las amenazas contra Irán precisamente cuando la UE está empujando el arco de la diplomacia hacia Irán, Israel ha hecho que a Teherán le sea casi imposible mostrar una cierta flexibilidad, ya que sería interpretada ampliamente como si permitiera que Israel la intimidara. En términos de cálculo regional y el prestigio nacional de Irán, eso comprometería la posición de Irán en Oriente Próximo y debilita su seguridad nacional.
El Secretario del Foreign Office británico, David Miliband, escribió un artículo en el International Herald Tribune, intitulado «Diplomacy must work» [La diplomacia debe funcionar], que presenta un cuadro razonable de la diplomacia de los «Seis de Irán» pero
sugiriendo que la actitud de Irán es contraproducente e irrazonable.
Brilla por su ausencia en el artículo de Miliband, aludiendo al nacionalismo iraní, alguna comprensión de la psicología colectiva iraní y la lógica operativa del nacionalismo iraní que, históricamente, no reacciona bien bajo presiones o amenazas externas. [1]
Un sondeo de opinión realizado por el sitio en la Red de Teherán, www.tabnak.com, muestra que la mayoría de los iraníes está a favor de aceptar «el paquete de incentivos» ofrecido por los «Seis de Irán.» El paquete, incluye cooperación nuclear civil así como una ampliación del comercio en aviación, energía, alta tecnología y agricultura.
Basado en entrevistas con 35.000 iraníes, el sondeo indica que sólo un 24% piensa que Irán debería rechazar el paquete, en comparación con un 21% que está a favor de aceptarlo completamente y más de un 50% que piensa que el gobierno iraní debiera aceptar el paquete modificando algunos aspectos.
Sin embargo, el sentido de la opinión pública puede cambiar bruscamente contra cualquier compromiso si continúan las amenazas y acciones coercitivas, vistas en la implementación de nuevas sanciones de la UE contra algunos responsables clave de Irán, el Banco Melli, y más compañías iraníes. Ali Larijani, presidente del parlamento (Majlis) ha advertido contra la «conducta contradictoria» de los «Seis de Irán» como menoscabo del proceso de negociación. De la misma manera, el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Mohammad Ali Hosseini advirtió que la «política de premios y castigos no tiene efecto respecto a los derechos legales de Irán.»
Es ir muy lejos si se piensa que en esta coyuntura crítica. la diplomacia nuclear con Irán pueda tener éxito subiendo la apuesta inicial ya que el recurso a amenazas de violencia debilita el camino diplomático y reduce las posibilidades de salida del impasse nuclear.
¿Qué opción militar?
El almirante Michael Mull, presidente del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., se encuentra esta semana en Israel para discutir Irán. Puede esperarse que se presente el tema de un ataque conjunto, ya que Israel necesitaría los misiles crucero y los bombarderos estratégicos de EE.UU. si fuera a haber un bombardeo masivo de superficie de las instalaciones nucleares de Irán.
La pregunta pertinente es: ¿qué se puede lograr con esta opción militar?
Una respuesta breve, reflejada en la advertencia de Larijani de que amenazas contra Irán resultarán en un «trato cerrado,» es que el ejercicio de la opción militar tendrá el efecto de colocar a Irán en el camino a la proliferación nuclear. Es porque Irán probablemente terminaría su cooperación con la Agencia Internacional de Energía Atómica de Naciones Unidas (IAEA) y se lanzaría a la proliferación nuclear clandestina como reacción a la agresión militar.
A menos que Israel esté dispuesto a emprender una «guerra permanente» con Irán, implicando constantes ataques contra Irán, sus dirigentes deben darse cuenta de que su opción militar podrá dañar algunas instalaciones iraníes, pero que es muy probable que el programa nuclear de Irán sobreviva y que con considerable certeza recomenzaría sin el beneficio de la supervisión y el análisis externo, orientado totalmente hacia la disuasión nuclear.
Este hecho es totalmente pasado por alto por políticos estadounidenses favorables a Israel, como el ex enviado de EE.UU. ante Naciones Unidas, John Bolton, quien actualmente aguijonea a los israelíes para que lancen su ataque antes del fin de la presidencia del presidente George W Bush en algunos meses. Bolton parece no encarar el «día después», es decir, como los iraníes dejarían de lado su aversión declarada hacia las armas nucleares y se decidirían a seguir un camino nuclear total si son sometidos a una guerra no provocada.
Pero Bolton y otros neoconservadores de EE.UU. no han mostrado ningún escrúpulo en cuando a «obliterar Irán» si es necesario para proteger al Estado de Israel, sin tomar en cuenta ciertas voces en Israel, como ser el ex jefe de la agencia de espionaje Mossad, quienes se atreven a decir al público israelí que la amenaza de Irán ha sido «exagerada» o que existe un «espejismo de una amenaza chií,» para hacerme eco del titular de un artículo de Zvi Bar’el en el periódico Ha’aretz.
Aunque los costes de una guerra contra Irán serían prohibitivamente elevados, y Larijani ha solicitado correctamente a los «Seis de Irán» que tengan en cuenta la advertencia de Mohammad ElBaradei de la IAEA de que la región sería engullida por una «bola de fuego,» Israel se ha encasillado en su compromiso verbal de impedir que Irán se haga nuclear, a pesar de que la evidencia al respecto es muy insatisfactoria.
Israel, que posee 150 bombas nucleares, según una reciente declaración del ex presidente de EE.UU., Jimmy Carter, proyecta constantemente sobre Irán sus propias predilecciones hegemónicas y, en boca de Shmvel Bar, que forma parte del Consejo Nacional de Seguridad de Israel, exagera las consecuencias de un Irán nuclear al pronosticar que: «Se convertiría en el poder hegemónico de la región. Dictaría los precios del petróleo. Dirigiría el mundo musulmán.» Es pura y simplemente reduccionismo nuclear.
Primero, un Irán nuclear no tendría influencia alguna sobre el precio del petróleo. Segundo, precisamente como un Pakistán nuclear no ha podido dirigir el mundo musulmán, tampoco un Irán nuclear podría jugar un papel semejante, a la luz de la mayoría suní del mundo musulmán y un Oriente Próximo dominado por árabes. Tercero, Irán ha hecho repetidamente gestos de paz para una seguridad colectiva a sus vecinos en el Golfo Pérsico y no es claro cómo un Irán nuclear, que incitaría a que Arabia Saudí reaccionara pasando a ser igualmente nuclear, ayudaría a las políticas o «ambiciones» regionales de Irán.
En cuanto a la necesidad iraní de contrarrestar a EE.UU. en la región, Iraq será en particular durante el futuro previsible un teatro crucial en el que estarán inmovilizadas las fuerzas de EE.UU., lo que no justificaría ningún escudo nuclear iraní (sin considerar aquí el tema de la ausencia de una capacidad de segundo golpe y la fuerza dominante de EE.UU.). En suma, el discurso israelí deja mucho que desear y es defectuoso en su análisis del resultado.
Nota
1. Vea Afrasiabi y Mojtahedzadeh: «Threats are not the way to influence Tehran» International Herald Tribune, 2 de julio de 2004.
Kaveh L Afrasiabi, PhD, es autor de «After Khomeini: New Directions in Iran’s Foreign Policy» (Westview Press) y co-autor de «Negotiating Iran’s Nuclear Populism», Brown Journal of World Affairs, Volume XII, Issue 2, Verano de 2005, con Mustafa Kibaroglu. También escribió «Keeping Iran’s nuclear potential latent», Harvard International Review, y es autor de «Iran’s Nuclear Program: Debating Facts Versus Fiction.»
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