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Las determinaciones geopolíticas de Estados Unidos y Rusia

Fuentes: Rebelión

    Raíces geopolíticas del conflicto La presión de Estados Unidos sobre la frontera rusa y la urgente reacción rusa por rechazarla no tienen que ver solo con la soberanía, el nacionalismo o la expansión imperial. Los imperativos geopolíticos también desempeñan un rol. En términos estratégicos Estados Unidos debe evitar el crecimiento de cualquier desafío […]


 

 

Raíces geopolíticas del conflicto

La presión de Estados Unidos sobre la frontera rusa y la urgente reacción rusa por rechazarla no tienen que ver solo con la soberanía, el nacionalismo o la expansión imperial. Los imperativos geopolíticos también desempeñan un rol. En términos estratégicos Estados Unidos debe evitar el crecimiento de cualquier desafío potencial a su dominio. Al controlar América del Norte, Estados Unidos estableció una relación de seguridad con Canadá y México que implica la ausencia de amenazas existenciales. Descansando en ese control cualquier amenaza solo provendría de algún país cuyo poder sea también de alcance continental.

No existen tales Estados en el sistema internacional ni poderes cuyo incremento pueda ser considerado inminente. La mayor parte del mundo no muestra una voluntad de integración tal que plantee una amenaza significativa.

Sólo dos regiones podrían eventualmente desafiar a Estados Unidos. Una de ellas es el cono sur sudamericano, sede de uno de los dos sistemas naturales que interconectan vías navegables con tierras cultivables. El otro es la cuenca del Mississippi, y ambos constituyen la geografía con la que se construyen las grandes potencias. El territorio del Río de la Plata es considerablemente menor que el núcleo de América del Norte y se divide en cuatro estados soberanos. Brasil, el mayor de ellos, tiene una cultura y un idioma diferente a los demás, lo que dificulta la unificación. Aunque la consolidación -y el desafío que deriva de ella- parece inevitable, no será inminente.

 

El otro lugar del mundo donde podría surgir un rival de Estados Unidos es Eurasia, aunque vastas regiones de ella no puedan contribuir a tal surgimiento. Las tierras del norte de Eurasia -Europa, Rusia y China- son candidatas para una coalición anti-estadounidense. El norte de Eurasia tiene más tierras cultivables que América del Norte, pero se divide en tres regiones: la llanura del norte de Europa, la estepa de Eurasia y la cuenca del río Amarillo. Aunque las tierras desarrolladas de la llanura del norte de Europa y las estepas euroasiáticas están unas junto a otras, no hay vías navegables que las conecten.

Sin embargo, la posibilidad de unidad existe. Europeos y rusos están construyendo desde hace tiempo una mayor vinculación económica. Aparte de la tiranía de la distancia hay muy pocas barreras geográficas que separen la llanura del norte de Europa, pasando por la estepa euroasiática hasta la región del Río Amarillo. En teoría se podría navegar desde Burdeos hasta el mar Amarillo sin obstáculos.

Los ríos navegables del norte de Europa constituyen la segunda región mundial más rica en capital, después de América del Norte. Las estepas áridas de Eurasia son climáticamente impredecibles lo que disminuye la utilidad de sus 106 millones de hectáreas de tierras de cultivo, pero traen un beneficio inadvertido: las dificultades geográficas obligan a consolidar un poder militar, económico y político en un solo gobierno central, para evitar el quiebre del Estado. Entre estas tres regiones del norte de Eurasia está el capital, el trabajo y el liderazgo necesarios para crear un gigante continental. Lógicamente la política exterior rusa de los tres últimos siglos consistió en dominar o aliarse con China y con las principales potencias europeas para formar una coalición hegemónica.

El imperativo geopolítico decisivo de Estados Unidos es impedir que esto suceda y mantener a Eurasia dividida entre la mayor cantidad posible de poderes diferentes y mutuamente hostiles.

1. Para evitar la formación de una alianza hostil, Estados Unidos otorgó beneficios a tantos Estados como fuera posible. Bretton Woods fue el aspecto económico de ese intento. Y así desalentó el interés de Corea del Sur, Japón y la mayoría de los Estados europeos de alinearse significativamente contra Estados Unidos.

2. El aspecto militar de esta política es importante. Estados Unidos se involucró en relaciones bilaterales para proteger a países de ser absorbidos por otras grandes potencias. La OTAN cumplió este propósito contra los soviéticos y ahora contra los rusos. Incluso dentro de la OTAN, Estados Unidos tiene una cooperación más estrecha con países como Gran Bretaña, Noruega, Dinamarca, los Países Bajos, Polonia y Rumania, expuestos a enemigos extra-OTAN (Rusia en particular).

3. La tercera estrategia para mantener la división de Eurasia es la intervención militar directa. Las intervenciones en Eurasia están diseñadas para establecer o mantener el equilibrio de poder o para impedir el surgimiento de un poder singular dominante. Estados Unidos participó en las dos guerras mundiales para prevenir la dominación alemana, y luego ocupó Europa Occidental durante la Guerra Fría para evitar la dominación rusa. Del mismo modo, la limitación del poder ruso fue la razón principal para la participación en Corea y Vietnam.

Estas intervenciones muestran una desventaja significativa de Estados Unidos. Mientras que un ejército expedicionario transportado por mar permite a Estados Unidos intervenir casi en cualquier parte del mundo en un plazo relativamente breve, la necesidad de mover tropas a través de los océanos significa que quedarán estacionadas al final de una larga cadena de suministros, operando con una marcada inferioridad numérica a su arribo. Esto inclina a Estados Unidos con sus aliados, resguardando sus tropas para una eventual carta de triunfo.

La estrategia de utilizar a sus aliados como baluartes fue exitosa y después de la Guerra Fría redujo la emergencia de hegemonías regionales. El apoyo a los albano-kosovares y bosnios contra Serbia en las guerras yugoslavas de la década de 1990, la Operación Tormenta del Desierto en 1991 y la revolución Naranja en Ucrania en 2004-2005, son algunos pocos ejemplos de esta estrategia.

Rusia, por su parte, enfrenta múltiples obstáculos geográficos. Sus amplias fronteras invitan a la invasión, sus vastos espacios abiertos impiden el logro de economías de escala, la falta de ríos navegables hace que sea pobre y su clima árido y frío reduce el rendimiento de los cultivos. Pero Rusia ha logrado convertir esas debilidades en fortalezas.

 

Consolidó enormes recursos políticos y económicos en un Estado central, de modo que todo el poderío de la nación pueda aplicarse a cualquier tarea que sea necesaria. Aunque puede ser ineficaz y generar períodos de inestabilidad, es el único método con el que Rusia ha logrado seguridad, revirtiendo a su favor hasta la falta de fronteras defendibles. Los amplios espacios abiertos rusos significan que debe extenderse hasta su límite exterior para defenderse, obligada a comandar numerosas minorías, conscientes de que están siendo utilizadas como «amortiguadores». Frente a estos pueblos Rusia ha desarrollado el aparato de inteligencia más invasivo del mundo.

Esta necesidad de centralización, junto con su ubicación en el núcleo de las regiones planas del norte de Eurasia, la convierten en un contrapeso natural de Estados Unidos y eventual miembro de una coalición anti-estadounidense. Su lugar en las planicies de Eurasia y sus desventajas geográficas la obligan a expandirse hacia el exterior para lograr su seguridad y la convierten en un rival natural de Estados Unidos.

La estrategia estadounidense de utilizar a terceros para cercar a los enemigos no funciona tan bien contra Rusia como sí funciona contra muchos otros. La única opción fiable estadounidense para limitar el poder ruso es la estrategia utilizada en la Guerra Fría: colocar fuerzas militares estadounidenses en la periferia rusa, opción que no estuvo viable en los últimos ocho años. Desde mediados de 2003 hasta principios de 2011, las tropas de Estados Unidos estuvieron en Irak y Afganistán, sin flexibilidad para enfrentar un resurgimiento del poder ruso. La preocupación estadounidense con el mundo islámico le permitió a Rusia aprovechar la brecha de oportunidad y recuperarse del colapso soviético.

 

La debilidad rusa

Rusia no cuenta con ríos, océanos, pantanos o montañas que marquen sus fronteras. Su defensa se basa únicamente en el clima relativamente inhóspito y en sus bosques. Rusia es una crónica de cómo sobrevivir a la invasión después de la invasión. Una de las rutas de invasión es la llanura del norte de Europa, de donde vinieron desde los Caballeros Teutónicos a la maquinaria de guerra nazi.

En el siglo XVIII, Pedro y Catalina la Grande presionaron hacia el oeste, conquistando Ucrania y empujando hacia los Cárpatos. También trasladaron la frontera al oeste, incorporando los territorios bálticos y asegurando un flanco ruso en el Mar Báltico. Moscovia y el zarismo comenzaron a conocerse como el Imperio Ruso.

Pero la expansión hacia el oeste, aunque necesaria, no era tan simple. Por más lejos que pudieran trasladarse los rusos dentro de la llanura europea, no había un punto en el que pudieran anclarse efectivamente. La última línea de defensa eficaz fue la brecha de 400 millas entre el Mar Báltico y los Cárpatos. Más allá las llanuras se ensanchan en tal grado que una defensa convencional es imposible porque el territorio es demasiado abierto para defender. Así que la Unión Soviética siguió adelante hasta el Elba.

 

En su apogeo, la Unión Soviética consiguió todo menos su imperativo definitivo de asegurar el acceso permanente al mar. Todas las fronteras eran defendibles excepto la llanura de Europa del Norte, por lo tanto era necesaria la ocupación de Alemania y Polonia.

La frontera occidental rusa va desde Odessa hasta el mar Báltico. Esta frontera es su punto vulnerable, llena de puntos de penetración. Un ataque desde el oeste a través de la llanura encuentra una geografía en expansión que adelgaza las fuerzas rusas. Si los invasores concentraran sus fuerzas, los atacantes podrían abrirse paso hacia Moscú. Ese es el temor tradicional ruso: a falta de barreras naturales Moscú queda al alcance de la mano.

Para enfrentar la debilidad estratégica de la llanura del norte de Europa, Rusia tiene tres opciones:

1. Utilizar la profundidad y el clima geográfico ruso para aspirar a una fuerza enemiga y luego derrotarlo, como lo hizo con Napoleón y Hitler.

2. Enfrentar una fuerza atacante con grandes fuerzas de infantería inmóviles en la frontera y sangrar hasta la muerte, lo que trató de hacer en 1914.

3. Empujar la frontera ruso/soviética tan lejos al oeste como sea posible para crear una nueva barrera contra el ataque, como lo hicieron durante la Guerra Fría. Esto crea profundidad estratégica y aumenta las oportunidades económicas, pero los recursos se extienden demasiado y aumentan los gastos de defensa. En 1992 la disolución de la Unión Soviética marcó los límites de esta opción.

En 1989 la Unión Soviética perdió el control de Europa del Este y en 1992 se disolvió. Rusia se retiró a las fronteras del siglo 17 y perdió toda Asia Central y se debilitó en el Cáucaso. Si hubiera perdido Chechenia, cedía su flanco oriental en el Cáucaso, quedándose sin un anclaje geopolítico. Perdió Ucrania y Moldavia. Pero la contracción geopolítica más grave está en la llanura del norte de Europa, donde se retiró del Elba a un punto a menos de 100 kilómetros de San Petersburgo. La distancia de la frontera de Belarús a Moscú es de 250 kilómetros.

Rusia ha vuelto en muchos aspectos a la posición estratégica de la última Moscovia. La retirada en el oeste, en Ucrania y en el Cáucaso, ha sido humillante.

La pérdida de Ucrania y Moldavia permitiría la intrusión de otros poderes y el potencial surgimiento de un rival ucraniano. Los poderes detrás de los Cárpatos están especialmente posicionados para tomar ventaja de esta geografía política.

Otros objetivos más amplios, como un puerto no bloqueado por estrechos que estén controlados por otros países, están hoy lejos del alcance ruso. Pero es imprescindible la creación de una esfera de influencia que la retorne a unas fronteras imperiales relativamente defendibles.

En 2002 Rusia ni siquiera controlaba su propio territorio, con una insurgencia en Chechenia y con soberanías de facto en otras zonas. El ahorro nacional había desaparecido, ya sea por la crisis del rublo de agosto de 1998 o porque fue saqueado por los oligarcas. Durante las intervenciones estadounidenses en el mundo islámico los rusos se reorganizaron, se recentralizaron y acumularon divisas por las ventas de productos básicos. Rusia tiene ahora un presupuesto estable y medio billón de dólares en el tesoro nacional. Sus guerras internas han sido sofocadas y ha re-asimilado, quebrado o al menos intimidado a las ex repúblicas soviéticas. Y continúa sosteniendo a Irán como un medio para mantener a Estados Unidos empantanado en Medio Oriente.

En pocas palabras, Rusia es un país con capacidad e interés en desafiar los objetivos de la política exterior estadounidense, aun teniendo en cuenta sus fronteras indefendibles y el sometimiento de los grupos étnicos no rusos.

En 2012 Rusia establece una unión aduanera con Bielorrusia y Kazajstán, con Kirguistán y Tayikistán en proceso de admisión. Ucrania, con una estructura económica viable y una fuerte posición estratégica, se colocó como el fiel de la balanza entre Rusia y la Unión Europea, posición de la que tenía plena conciencia.

Por esto surge el conflicto actual entre las potencias por el control de Ucrania. Rusia necesita que Ucrania permanezca bajo su órbita de influencia para alejar de Moscú la frontera pro-occidental. Es cierto que la frontera con Belarús está sólo a 250 km de Moscú, pero Belarús permanece afín a los intereses rusos. Ucrania es el país que se encuentra en la disputa entre occidente y Rusia, ya que su posicionamiento respecto a los intereses de una u otras potencias es mucho más ambiguo y cambiante en el tiempo. La frontera ucraniana está a tan sólo 480 km de Moscú. Si Moscú controlara Ucrania obtendría un acceso mucho más amplio al mar Negro, necesitando sólo sortear el estrecho del Bósforo para la salida de la flota rusa al mar Mediterráneo.

En 2011 las tropas estadounidenses estaban agotadas. La necesidad de un respiro más político que militar obligaba a asimilar las lecciones de las guerras que había librado y así lo entendió el establishment político.

Rusia buscará consolidar y profundizar su penetración en las zonas fronterizas del Cáucaso y Europa Central. Si surgiera un impulso aislacionista en Estados Unidos los rusos podrían seguir reelaborando sus fronteras y acercarse a los límites soviéticos, en regiones como los Cárpatos, las montañas de Tian Shan y el Cáucaso. Y puede presionar a la OTAN en los países bálticos, aunque las posibilidades de una guerra abierta son bajas.

La regeneración rusa es problemática para Estados Unidos. Por el tamaño de Rusia y porque se trata de una potencia nuclear. Entre el reposicionamiento ruso y la retirada militar estadounidense se comienza a gestar el enfrentamiento actual.

Norberto Emmerich @n_emmerich, Escuela de Relaciones Internacionales «José Peralta» (IAEN) y Sergio Martin-Carrillo @Sergio_MartinC, Escuela de Relaciones Internacionales «José Peralta» (IAEN) y miembro de CELAG.

 

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.