Recibidos con una salva de fuego de mortero talibán a su llegada a Kabul, los representantes internacionales trataron de sortear la presión de sus respectivas opiniones públicas con una declaración en la que anuncian que para finales de 2014 el Gobierno títere asuma la seguridad en el país. A cambio, le cederán control directo sobre […]
Recibidos con una salva de fuego de mortero talibán a su llegada a Kabul, los representantes internacionales trataron de sortear la presión de sus respectivas opiniones públicas con una declaración en la que anuncian que para finales de 2014 el Gobierno títere asuma la seguridad en el país. A cambio, le cederán control directo sobre las ayudas y apoyan su plan de «reconciliación» -reinserción- con los talibán.
La llamada «comunidad internacional» reunida en Kabul dio su bendición al proyecto del presidente títere afgano, Hamid Karzai, para asumir antes de finales de 2014 la seguridad del país asiático, así como su política de mano tendida a la infantería de la resistencia talibán.
Reunidos en «la primera cumbre afgana realizada en Afganistán», los representantes de más de 70 gobiernos y organizaciones internacionales dieron asimismo su beneplácito al creciente control, en manos del Ejecutivo de Karzai, sobre los miles de millones de dólares de ayuda financiera, a pesar de las acusaciones de corrupción que pesan sobre aquél.
El comunicado final avala que «las fuerzas armadas nacionales afganas» (eufemismo con el que se conoce a las milicias de Kabul) deben dirigir y llevar a cabo las operaciones militares en todas las provincias de aquí a finales de 2014.
El documento no precisa, por el contrario, si ello llevaría aparejada una retirada de las tropas extranjeras (145.000 soldados).
Verano de 2011
El presidente de EEUU, Barack Obama, fijó en uno de los grandes discursos de su inicio de legislatura el verano de 2011 como el inicio de la retirada de sus tropas de Afganistán. La secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, trató de sortear esta contradicción al asegurar que «esa fecha (julio de 2011) es el comienzo de una nueva fase, no el final de nuestra implicación». Así, prometió que Washington «no tiene ninguna intención de abandonar su misión a largo plazo de instaurar un Afganistán estable, seguro y pacífico».
En la misma línea, el secretario de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, anunció que la alianza seguirá en Afganistán tras el período de transición y asumirán «un papel de apoyo» a las milicias de Kabul.
A nadie se le oculta, sin embargo, la preocupación en las cancillerías occidentales por la sangría de una guerra de ocupación que levanta un creciente malestar en sus opiniones públicas. Clinton evocó la cuestión al asegurar que esa transición «es demasiado importante como para postergarla sine die».
Otra cosas es, pese a que el papel lo aguante todo, la virtualidad de un plan que trata de afganizar el conflicto y delegar la responsabilidad en unas milicias acusadas, como poco, de escasa preparación, cuando no de estar horadadas por los talibán.
Lo mismo cabe decir del aval de la conferencia internacional a la exigencia de Karzai de controlar hasta el 50% de las ayudas internacionales -hasta ahora no ha gestionado más del 20%-.
El Gobierno de Kabul aduce para ello que buena parte de la ayuda gestionada por la «comunidad internacional» se pierde sin llegar a su destino. Pero la misma «comunidad internacional» acusa a Karzai y a su entorno -plagado de «señores de la guerra»- de batir todos los récords de corrupción.
En este galimatías, la conferencia dio también su aval -con un cheque adjunto por valor de 200 millones de dólares- al plan por el que Kabul asegura que reinsertará en los próximos 4 años a unos 35.000 combatientes talibán de bajo rango. Deberán para ello «renunciar a la violencia». El plan no es nuevo y ha tenido escaso, por no decir, nulo eco en la resistencia. Una resistencia cuyos morteros obligaron ayer a varios de los asistentes -entre ellos al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon- a anular el aterrizaje previsto en el aeropuerto de Kabul, a donde llegaron a bordo de Blackhawks tras recalar en la base militar estadounidense de Bagram.
Cameron ve «realista» la salida de Afganistán para el año 2014
El objetivo de transferir la responsabilidad de la seguridad en Afganistán a las fuerzas locales de aquí al año 2014 es «realista», según afirmó ayer el primer ministro británico, David Cameron, en una entrevista con la radio estadounidense NPR. El premier ya había prometido anteriormente que para las siguientes elecciones generales (previstas para 2015) las tropas británicas ya habrían abandonado Afganistán.
«Estamos entrenando al Ejército afgano mes a mes y realmente va de acuerdo a lo previsto» agregó.
«Para mí, el éxito en Afganistán es un Afganistán capaz de controlar su propia seguridad y de impedir la instalación de campamentos para terroristas» aseguró.
Coincidiendo con la celebración de una conferencia en Kabul en la que unos de 70 países analizaron el futuro del país, el inquilino del número 10 de Downing Street se reunió ayer con el presidente estadounidense, Barack Obama. Ese primer encuentro desde que Cameron asumió la presidencia, tuvo como eje central la devastadora marea negra que ensucia el Golfo de México a consecuencia de una fuga en un pozo petrolífero de la compañía británica BP.
rJV