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Lin Chun, China y el capitalismo global (I)

Fuentes: Rebelión

Una postura pública democrática a favor de la defensa de la sociedad esta obligada, por tanto, a frenar no solo al Estado sino también a la concentración en manos privadas del poder, la riqueza y los recursos en el marco de una «sociedad civil». Lin Chun   Lin Chun, profesora en la London School of […]

Una postura pública democrática a favor de la defensa de la sociedad esta obligada, por tanto, a frenar no solo al Estado sino también a la concentración en manos privadas del poder, la riqueza y los recursos en el marco de una «sociedad civil».

Lin Chun

 

Lin Chun, profesora en la London School of Economics y autora de La transformación del socialismo chino, es también autora de China and Global Capitalism (Palgrave Macmillan, Londres, 2013), un libro que ha sido traducido recientemente por Esther Pérez para El Viejo Topo: China y el capitalismo global. Reflexiones sobre marxismo, historia y política. En mi opinión, uno de los libros más interesantes sobre la historia reciente de China: informado, excelentemente argumentado, con claridad en la exposición, defendiendo principios socialistas, apuntando sus tesis e hipótesis más importantes, reivindicando figuras injustamente denostadas, con agudas notas epistemológicas y singulares aportaciones a la tradición marxista, etc. Para no ocultar mis cartas: fui maoísta de joven y probablemente antiguas pasiones e ilusiones puedan jugar su peso en mi valoración.

Me propongo escribir algunas aproximaciones sobre algunas de las tesis centrales de la autora, al igual que sobre sus argumentaciones más esenciales.

La posición central de Lin Chun [LC] queda reflejada en las palabras con las que cierra el libro (p. 277). Son las siguientes:

Los días más oscuros de la revolución china, señala LC, «como cuando decenas de miles de trabajadores fueron masacrados y el Partido tuvo que retirarse al campo para comenzar desde el principio, en 1927», o cuando nada menos que el 90% de las zonas rojas, «al tiempo que eran barridas por completo las organizaciones clandestinas urbanas del Partido, y el ejército rojo se vio obligado a caminar más de 10.000 km en medio de extremas privaciones» para construir nuevas bases en el norte del país, proceso en el que el partido comunista chino perdió el 90% de sus fuerzas a mediados de la década de los 30, «los comunistas no desesperaron». Soportaron exactamente, recuerda LC, lo que Lenin predijo en el caso de la Unión Soviética: «Una guerra larga, terca, desesperada, a vida o muerte; una guerra que exige perseverancia, disciplina, firmeza, resolución indomeñable y unidad de propósito». Marcharon hacia la victoria y la consiguieron como sabemos.

Las condiciones, obviamente, son hoy muy distintas señala LC, excepto, recuerda, «en la inmensidad de sus propios objetivos», mientras que, admite, «la claridad acerca de sus tareas y programas o sobre quiénes son sus amigos y sus enemigos ya no existe». Pero, este es el cierre de la autora, «es en la lucha política donde hay que buscar la respuesta a nuestras muchas preguntas, por China y, en consecuencia, por el mundo». En la lucha política. Por China y por el mundo.

La finalidad del libro es explicada por la autora en las primeras líneas del Prefacio. En estos términos:

«Este libro aborda la cuestión de China en el mundo moderno y su cambiante relación con el capitalismo global, pasado y presente. También considera las futuras posibilidades que tiene China de redefinir esta relación, teniendo en cuenta que la historia no tiene un punto final». Solo situando a la República Popular de China en el contexto histórico e internacional de sus transformaciones revolucionarias, socialistas y post-socialistas «puede una economía política cada vez más incrustada en el mercado global ser correctamente entendida». El propósito del ensayo es «comprobar si un modelo chino renovado, como alternativa al impasse eco-social de la modernización estándar y con unas potenciales implicaciones universales, es todavía posible». Crítica con los enfoques tanto económica como culturalmente deterministas, la argumentación de la autora se centra en el poder de la política transformadora en sentido socialista.

El libro se estructura en un prefacio y tres partes. La primera tiene dos apartados: 1. El posicionamiento de China en el desarrollo capitalista mundial 2. El debate de la historia: de la «sociedad oriental» a la «gran divergencia». La segunda parte tiene cinco capítulos: 1. El socialismo chino y el capitalismo global. 2. La política del autoposicionamiento chino. 3. ¿Puede haber un modelo chino? 4. Clase, productores directos e impasse de la modernización. 5. El auge de lo social: por una economía moral comunista. La tercera, la parte más teórica, está dividida en dos capítulos: 1. Hacia un universalismo materialista histórico y 2. El marxismo y la interpretación de China.

Finalmente: unas notas, que merecen lectura, una amplia bibiografía (con referencias en chino) y un índice onomástico.

Respecto a las aproximaciones usuales sobre el desarrollo del comunismo en China, reflexiones como se sabe nada inocentes, basten estas palabras: «Puede que las políticas aventureros, ultramodernas, de la China maoísta hayan sido catastróficamente derrotadas. Pero cuando se las juzga con sentido común tanto en sus intenciones como en sus resultados, siguen siendo categóricamente distinguibles de las acusaciones de «asesinato por hambre» deliberado del pueblo o «genocidio», que se plantean en cierta literatura influyente» (p. 79).

Las palabras con la que LC cierra el prefacio nos pueden servir para finalizar nosotras esta primera aproximación: «Maurice Meisner, que en una reseña señalaba la presencia de un matiz de utopismo en mi discusión de un «mercado socialista democrático, observa que un proyecto así es, no obstante, «históricamente plausible», y que «sin anhelos utópicos, las personas no solo perderían su voluntad de hacer historia, sino que también se quedarían paralizados en su capacidad de juzgar la historia que otros hacen por ellos». Me sentí enormemente conmovida por su generosidad y sus puntos de vista. Dedico este libro a su memoria» (pp. 10-11). Sin anhelos utópicos, parálisis y, a la larga, aceptación del sistema.

Me situó en la próxima entrega en uno de los temas más controvertidos del proceso revolucionario chino: la revolución cultural.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.