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Enfermos de cáncer indios temen quedarse sin tratamiento si se prohíben los genéricos

«Los pobres no valemos nada»

Fuentes: El País

Ajay Kumar no sabe que la medicina que le mantiene vivo podría subir de precio más de 13 veces, de unos 150 a 2.000 euros al mes. Tiene leucemia mieloide crónica desde hace un año, y la controla con V-Net, un genérico de Glivec, el anticancerígeno de la farmacéutica suiza Novartis. Si la multinacional gana […]

Ajay Kumar no sabe que la medicina que le mantiene vivo podría subir de precio más de 13 veces, de unos 150 a 2.000 euros al mes. Tiene leucemia mieloide crónica desde hace un año, y la controla con V-Net, un genérico de Glivec, el anticancerígeno de la farmacéutica suiza Novartis.

Si la multinacional gana la demanda que ha interpuesto contra la ley de patentes india, el genérico dejará de producirse. Lo mismo podría ocurrir con otros medicamentos. La India exporta más de la mitad de sus genéricos a países pobres.

Como Kumar, la mayoría de quienes toman el genérico no saben la trascendencia que tiene en sus vidas la decisión que tome el tribunal el 15 de febrero. «Son muy pobres para enterarse. Su lucha diaria por sobrevivir, contra la enfermedad y el hambre, los mantiene ocupados», dice una coordinadora de la Asociación para Ayuda a Pacientes con Cáncer (CPAA por sus siglas en inglés), Neelima Batra.

El precio de los genéricos es ya de por sí insalvable para personas como Kumar. La leucemia cambió la vida de toda su familia. Hace un año eran pobres, pero ahora viven en condiciones paupérrimas. Él, de 40 años, era jornalero en Bihar, un Estado al este de India. Ganaba 60 rupias al día (poco más de un euro). Pero comenzó a sentirse muy cansado. Cada vez más, hasta que no pudo trabajar. En el hospital le dijeron que tenía cáncer en la sangre y lo enviaron al hospital de Nueva Delhi. Se llevó a su esposa y sus dos hijos. Ahora el único ingreso de la familia es el del hijo de 12 años, que trabaja en una tienda de té por 100 rupias al mes (menos de dos euros).

«No nos alcanza ni para pagar el cuartucho de la casa de descanso

[un refugio para enfermos del Gobierno, que cobra unos 10 céntimos de euro por día]», dice. Para el medicamento y la comida dependen de la CPAA. Esta ONG compra algunos genéricos, y recibe otros de las farmacéuticas indias. Así ayuda a unos 5.000 enfermos. Los que podrían no tener acceso a la droga si India termina por proteger Glivec. «Desgraciadamente nuestros recursos son limitados. Si los medicamentos suben, podremos atender a menos personas», cuenta Batra.

A pesar de todo, Kumar se considera afortunado: sólo un poco más de la mitad de quienes necesitan el fármaco pueden obtenerlo. Unos 20.000 toman genéricos, y 6.750 Glivec. Unos 25.000, simplemente, no tienen acceso. El problema principal, según el presidente de la asociación, Yogendra Sapru, es que la producción no es suficiente. A finales de 2003, forzada por sus compromisos con la Organización Mundial del Comercio, India dio a Glivec derechos exclusivos de mercado y seis de las nueve de compañías de genéricos tuvieron que parar.

A principios del año pasado, tras una impugnación de la CPAA, el Gobierno de India rechazó la protección del fármaco por considerar que no es una innovación. A partir de entonces las empresas han vuelto a producir, pero «todavía no logran cubrir los requerimientos», asegura Sapru.

Para Novartis, los 6.700 tratamientos que regala a través de los oncólogos cubren el 99% de los pacientes que toman Glivec en India. El intento de patente busca posicionarse entre la creciente clase media y alta, mientras que la farmacéutica afirma que no dejaría de regalar los medicamentos a la mayoría enormemente pobre. Esto obedece a una «lógica empresarial, que a la vez sostiene una significativa dimensión de responsabilidad social corporativa», dice el presidente de Novartis en España y responsable de mercados emergentes, Jesús Acebillo.

Que la compañía suiza regale la medicina no es suficiente, según las ONG. Su postura sentaría el precedente para que India diera otras patentes para otros medicamentos. A diferencia de los enfermos de cáncer, los VIH positivos están más concienciados. Saben por experiencia que la competencia entre productores de genéricos ha reducido el precio de los antirretrovirales. Ahora los de primera línea son gratis, pero cuando fallan y los pacientes necesitan nuevas combinaciones, el precio sube a 170 euros por paciente por mes. Una suma exorbitante para India: una persona promedio gana unos 386 euros al año.

Este es el caso de Nareinder Tandon, que tiene VIH. Al principio las cosas fueron fáciles: tuvo drogas gratis. Pero hace dos años tuvo que empezar a tomar menos antiguos. «Moriré si el Gobierno concede las patentes. Pero al fin y al cabo, los pacientes pobres, no valemos nada», dice.

Fármacos amenazados

El juicio emprendido por la multinacional suiza Novartis contra la ley de patentes india va más allá de la protección de un medicamento. Los laboratorios de genéricos del país tienen en cartera al menos otros 11 productos que tendrían que dejar de producir si prospera la demanda. De ellos, 10 son antivirales usados como segunda línea de tratamiento contra el VIH, y el restante combate el citomegalovirus, una infección asociada al sida. Si prosperase la demanda, estos genéricos quedarían fuera del mercado. Teóricamente, la Organización Mundial de Comercio permite que un país rompa las patentes ante un caso de crisis sanitaria. Pero el caso todavía no se ha dado. La presión de las ONG ha conseguido que los laboratorios regalen o vendan barato sus productos a los países más afectados.