El Thingyan es el acontecimiento cultural más importante de Myanmar, marcado por oraciones, limpiezas simbólicas y juegos de agua.
La ciudadanía teme que la junta militar utilice las actividades para mostrar que la vida está volviendo a la normalidad, a pesar de que el número de combatientes fallecidos sigue creciendo y las personas desplazadas son ya 900.000.
Es el amanecer del martes, la víspera del Thingyan, el festival del agua que marca el Año Nuevo en Myanmar.
Un militante de la Unión Nacional Karen (KNU por sus siglas en inglés) comienza su jornada, recogiendo leña y agua para su batallón, en la selva más profunda de la cordillera Bago Yoma, en la parte central del país.
Mientras realiza sus tareas cotidianas, este diseñador gráfico reconvertido en soldado y que responde al nombre de guerra de Dat Khell, recuerda con nostalgia celebraciones pasadas de este importante festival, antes de que la junta del general Min Aung Hlaing tomara el poder en febrero de 2021.
«Echo de menos el Thingyan y a mi familia en casa», explicó Dat Khell, de 23 años, en una entrevista telefónica con This Week in Asia. «En tiempos normales, recorreríamos la ciudad con un camión al que llamamos ‘vehículo del Thingyan‘. Salpicamos de agua a las personas celebrando en las calles. Bailamos con la música, enfrente de grandes escenarios. Nos empapamos al sol”.
«Cuando estoy con mis camaradas, no muestro que echo de menos los buenos momentos «, comentó. «Pero lo siento profundamente cuando estoy a solas por la noche, en el puesto de centinela».
El festival de Año Nuevo, de cuatro días de duración, es el acontecimiento cultural más largo y significativo en Myanmar, y está marcado por las oraciones y la limpieza de la imagen de Buda en templos y hogares.
En esta animada festividad, rociar con agua a las personas, o bañarlas completamente, dependiendo de la compañía que se tenga, es también obligación, como forma de limpieza simbólica.
Por segundo año consecutivo, el evento se celebra bajo el espectro de la lucha civil, con numerosos grupos opositores al régimen militar combatiendo al Tatmadaw, nombre por el que se conoce al ejército birmano. Observadores independientes afirman que los combates siguen siendo encarnizados, con bajas en ambos bandos. Se espera que esta situación dure hasta mayo, cuando finalizará la estación seca en Myanmar.
“La revolución no es un festival”
Al igual que el año anterior, las personas que como Dat Khell se oponen al régimen militar, afirman que tienen el deber de abstenerse de disfrutar del festival. Creen que el régimen de Min Aung Hlaing utilizará las escenas de celebración en las calles para mostrar al mundo que la normalidad está volviendo al país.
«No voy a culpar a las personas que quieran jugar con el agua durante el Año Nuevo. Pero debo implorar que se mantengan alerta y eviten bajar la guardia cuando estén al aire libre. Que escuchen las advertencias de los grupos pertinentes», comentó Dat Khell, señalando que ha habido ocasiones en que ataques a la junta se han detenido para proteger a civiles que habían desoído las advertencias dadas por su grupo, la KNU.
En todas partes, estudiantes, activistas y el Gobierno de Unidad Nacional paralelo que desafía la legitimidad de la junta militar, han lanzado mensajes para solicitar a la ciudadanía que reconsiderara seriamente sus planes de celebrar abiertamente el Thingyan.
Entre los eslóganes difundidos se podía leer «la sangre que se derrama en las calles no puede lavarse con el agua del Thingyan«. Otros proclamaban: «No aceptamos un Thingyan fascista» y «La revolución no es un festival».
El Órgano de Coordinación de la Huelga General (GSCB, por sus siglas en ingles), grupo compuesto por estudiantes, trabajadores civiles y activistas que se han unido para liderar las protestas masivas, instó entretanto a la ciudadanía a boicotear las actividades festivas organizadas por los militares, alegando que era un deber participar en la huelga por todas las personas que han dado su vida en el movimiento antigolpista.
«No aceptamos este ‘Thingyan divertido’ que la junta golpista está forzando. Este Año Nuevo es el ‘Thingyan de la revolución’, la verdadera voz del pueblo birmano», afirmó el GSCB en un comunicado.
El Dr. Tay Za San, activista que lideró protestas importantes contra los golpistas pocos días después de la toma militar del poder, instó encarecidamente a la ciudadanía a boicotear las fiestas del Año Nuevo.
La junta le ha acusado de difamar al estado y, aunque se mantiene escondido, sigue activo en las redes sociales.
Rindió homenaje a los «mártires» caídos, a las fuerzas que se oponen a la junta, a las personas funcionarias que dimitieron en protesta por el régimen militar y a las decenas de miles de personas refugiadas desplazadas por los combates.
En la tristemente célebre prisión de Insein, que durante décadas ha albergado a presos políticos, las personas encarceladas también han indicado que no participarán en ningún festejo.
Aung Kaung Set, presidente del Sindicato de Estudiantes de la Universidad de Rangún, declaró a This Week in Asia que su organización recibió la semana pasada una carta desde la prisión en la que las personas detenidas manifestaban que no participarían en los actos planeados por sus carceleros para el Año Nuevo.
«La junta militar está intentando reavivar el festival del Thingyan. Pero los precios de productos básicos están disparados y también estamos sufriendo los efectos de la guerra. Ahora hay más de 900.000 personas desplazadas en Myanmar. Por ello, este tipo de celebraciones obligan a las personas en apuros a disfrutar falsamente de las festividades», explicó.
En tiempos normales, se construían en Rangún más de 100 escenarios privados para celebrar el festival del Thingyan, pero esto está suspendido desde 2020 debido a la pandemia de Covid-19.
Sin embargo, la junta está intentando recuperar el festival y ha ordenado la construcción de escenarios por toda la ciudad, a pesar de la actual inestabilidad política y del estallido de la variante Omicron.
«Ahora no tengo ganas de Thingyan y no lo voy a celebrar», afirmó un director de oficina de 27 años del municipio de Sanchaung, en Rangún.
«Algunos de mis amigos están en la selva, entrenándose para combatir a las fuerzas de la junta. Todos los días rezo por su seguridad», añadió. «Quiero que vuelvan a casa lo antes posible para que podamos disfrutar juntos del Thingyan después de esto».
Desde hace más de un año, la Revolución de la Primavera en Myanmar está marcada por la agitación popular contra el golpe de estado perpetrado por los militares. Debido a ello, desde febrero de 2021 más de 1.700 personas han muerto y 13.201 han sido detenidas, de acuerdo con la Asociación de Asistencia a los Presos Políticos (AAPP) que da seguimiento al conflicto.
Min Ye Kyaw es periodista y ha cubierto ampliamente la actualidad, el estilo de vida y la delincuencia en Myanmar. Sus trabajos han aparecido en publicaciones como The Times, The Guardian y Myanmar Mix.
Fuente original en inglés: https://www.scmp.com/week-asia/politics/article/3174020/myanmar-protesters-seek-joyless-new-year-subvert-juntas-fun