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Atilio Borón participa en el curso El mundo después de la pandemia, de la Academia de Pensamiento Crítico y la FIM

“No hay posibilidad de volver a una hegemonía imperial estadounidense como la del pasado”

Fuentes: Rebelión

“Por qué Estados Unidos debe liderar otra vez. Rescatar la política exterior de Estados Unidos después de Trump”. Es el títular del artículo publicado en la revista Foreign Affairs (marzo/abril 2020) por el entonces candidato a la presidencia norteamericana, Joseph Biden.

Entre otros aspectos, plantea liderar el mundo, ganar la competencia contra China (“un desafío especial”) y otras potencias. Utiliza para ello la imagen de una mesa, en la que Estados Unidos se situaría a la cabeza. Respecto a Rusia, escribía Biden: “El Kremlin teme una OTAN fuerte, la alianza político-militar más efectiva de la historia moderna”.

El sociólogo Atilio Borón discute las tesis del actual presidente de Estados Unidos: “Esa mesa ya no existe, ahora es triangular e igualitaria con tres partes: Estados Unidos, China y Rusia”. El politólogo y analista argentino es autor, entre otros libros, de América Latina en la Geopolítica del imperialismo (2012) y El hechicero de la tribu. Mario Vargas Llosa y el liberalismo en América Latina (2019). Además en septiembre la red CLACSO publicó la antología Atilio Borón. Bitácora de un navegante. Teoría política y dialéctica de la historia latinoamericana.

El informe de perspectivas económicas de la OCDE estima un incremento del PIB en China del 8,5% en 2021 y del 5,8% en 2022; las previsiones de crecimiento económico en Estados Unidos se situarían por debajo de las del gigante asiático: el 6,9% en 2021 y el 3,6% en 2022. Asimismo, en septiembre Eurostat informó de que China había superado a Estados Unidos -en los siete primeros meses de 2020- como primer socio comercial de la Unión Europea (UE). La agencia estatal Xinhua cita al especialista en Relaciones Internacionales y la cooperación China-África, Adhere Cavince: “China ha sido durante 11 años el mayor socio comercial de África”.

¿Puede calificarse a la potencia asiática como país capitalista, equiparable a Estados Unidos y otros de la UE? Atilio Borón niega este extremo: “China tiene una unas inversiones privadas y una economía de mercado muy reguladas, además de grandes empresas estatales; las principales decisiones sobre la producción, inversión y distribución están en manos del Estado, a diferencia de lo que sucede en Estados Unidos, donde las decisiones están en manos de las empresas y el Estado simplemente las acompaña o implementa”.

Doctor en Ciencia Política por la Universidad de Harvard, Atilio  Borón ha impartido una conferencia titulada China, Rusia, ¿Nuevo polo económico y político? en el curso internacional sobre El Mundo después de la pandemia, organizado por la Academia de Pensamiento Crítico y la Fundación de Investigaciones Marxistas (FIM). El curso concluye el 19 de junio, cuenta con más de 360 personas matriculadas y está abierto a la participación de los alumnos por videoconferencia.

Borón subraya, como una de las razones del “gran salto” de la economía china, el “esfuerzo enorme” de Pekín en inversión y desarrollo en el campo de la Inteligencia Artificial (IA). Así ha ocurrido durante las últimas décadas. Según la publicación Nikkei Asian Review, China presentó en 2018 más de 30.000 patentes públicas de inteligencia artificial, diez veces más patentes que hace cinco años y 2,5 veces más que Estados Unidos, país al que superó en 2015. En noviembre China lanzó al espacio, desde Taiyuan, un satélite de prueba con tecnología 6G. 

“China se ha convertido en un gigante inasible, Estados Unidos tiene razón en asustarse”, concluye el escritor y periodista argentino. Se apoya, como ejemplo de la expansión económica, en las cifras del consumo de cemento: China hizo mayor uso de este material de construcción entre 2011 y 2013 (un total de 6.6 gigatones) que Estados Unidos durante todo el siglo XX (4.1 gigatones), según las cifras del Centro Nacional de Información sobre Minerales de Estados Unidos.

Otra razón del potencial chino la explicitó el expresidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, en abril de 2019, en una iglesia bautista de Georgia. De los detalles dio cuenta la revista Newsweek. Según Carter, quien antes conversó sobre este particular con Donald Trump, China no se embarcó en ninguna guerra desde 1979; por el contrario Estados Unidos había permanecido en paz sólo durante 16 años en cerca de dos siglos y medio de historia. El exmandatario demócrata resaltó que la potencia oriental será la primera economía del mundo en 2030 y que Estados Unidos ha “desperdiciado” tres billones de dólares en gastos militares (En 2008 el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz y la profesora Linda J. Bilmes publicaron el libro titulado La guerra de los tres billones de dólares, referido únicamente a la guerra de Irak).

Los dos éxitos militares “rotundos” de Estados Unidos en las últimas décadas, afirma Atilio Borón, fueron la invasión de la isla caribeña de Granada (operación Furia urgente), en 1983, durante la presidencia de Reagan (el país insular tiene una superficie inferior a la de la ciudad de Madrid); y la ocupación de Panamá (operación Causa justa), entre diciembre de 1989 y enero de 1990, con George H. W. Bush al frente de la Casa Blanca.

En cuanto a Rusia, es el país más grande del mundo, con una superficie similar a la de América del Sur; uno de los países con mayores reservas de agua dulce del planeta, entre las que destaca el lago Baikal; se trata, asimismo, según el informe 2020 del grupo BP, del país con mayores reservas de gas natural probadas del mundo (el 19% de todo el planeta), seguido por Irán, Qatar, Turkmenistán y Estados Unidos. Rusia es también uno de los principales productores mundiales de petróleo, junto a Estados Unidos y Arabia Saudí. Por otra parte el Ártico tiene carácter “estratégico” para Rusia, según el Ministerio de Asuntos Exteriores, ya que en esta zona se genera más del 10% del PIB y el 20% de las exportaciones rusas (Agencia Sputnik, junio 2021).

“Rusia cuenta con un potencial económico formidable”, valora Atilio Borón. “Estados Unidos está realizando denodados esfuerzos para impedir la construcción del gasoducto submarino Nord Stream 2, que permitiría transportar directamente el gas natural ruso a Alemania a través del mar Báltico”, añade el politólogo. Según los últimos datos de Eurostat, Rusia ha sido durante la década 2008-2018 el principal proveedor de petróleo crudo, gas natural, antracita y hulla de la Unión Europea (representaba el 29,8% de las importaciones de petróleo crudo y el 40,4% de gas natural de la UE en 2018).

Según fuentes oficiales, Rusia cuenta con 517 misiles balísticos intercontinentales, de lanzamiento submarino y bombarderos pesados desplegados (canal RT, junio 2021). A finales de 2021 está previsto que concluya la fase de pruebas del misil de crucero hipersónico Tsirkon, que podrá instalarse en submarinos y buques de superficie (canal RT, mayo 2021).

En septiembre los titulares de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguei Lavrov, y China, Wang Yi, se reunieron en Moscú y emitieron una declaración conjunta a favor de la cooperación internacional, la paz y la seguridad mundiales (en julio de 2001 Pekín y Moscú rubricaron el Tratado de Buena Vecindad y Cooperación Amistosa). Uno de los últimos acuerdos entre las dos potencias, suscrito en marzo, tiene como objeto la construcción de una estación de investigación científica en la luna. El 19 de abril el fondo soberano de inversión de Rusia (RDIF, siglas en inglés) y la empresa china Hualan Biological Interin acordaron la producción en China de más de 100 millones de dosis anuales de la vacuna Sputnik V contra el coronavirus.

“El sello de una alianza entre Rusia y China es la peor pesadilla que podía imaginar Zbigniew Brzezinski, el más importante estudioso de la geoestrategia norteamericana a partir de los años 70 del siglo XX”, reflexiona Atilio Borón. Brzezinski fue consejero de Seguridad Nacional durante la presidencia de James Carter (1977-1981). En una de sus obras más destacadas, El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos, de 1997, el politólogo subrayaba la importancia de controlar la región de Eurasia. “El escenario más peligroso sería el de una gran coalición entre China, Rusia y quizás Irán, una coalición ‘antihegemónica’ unida no por una ideología sino por agravios complementarios”, escribía Brzezinski.

Así pues, ¿es posible un retorno al pasado, a una mesa única ocupada exclusivamente por Estados Unidos, tal como la imaginaba el candidato Biden? Atilio Borón lo niega: “No se trata de una coyuntura transitoria, que permita una vuelta atrás y regresar a una hegemonía imperial norteamericana que ya se encuentra muerta y sepultada; esto no significa que Estados Unidos no sea un país con una relevancia enorme, pero ya no puede hacer y deshacer como en otro tiempo, sin clase alguna de obstáculos, en el mundo y lo que considera su patio trasero latinoamericano”, concluye el sociólogo argentino.