Aún quedan muchas dudas acerca de la decisión de 5 a 4 del Tribunal Supremo que ratificó la Ley de Atención Asequible de Salud. ¿Qué significa esto para la Cláusula de Comercio? ¿Cuántos estados se negarán a incrementar Medicare? ¿Qué revela esto de John Roberts? Pero de lo siguiente no hay duda: Obamacare ha llegado […]
Aún quedan muchas dudas acerca de la decisión de 5 a 4 del Tribunal Supremo que ratificó la Ley de Atención Asequible de Salud. ¿Qué significa esto para la Cláusula de Comercio? ¿Cuántos estados se negarán a incrementar Medicare? ¿Qué revela esto de John Roberts?
Pero de lo siguiente no hay duda: Obamacare ha llegado para quedarse. ¿No lo creen? Solo fíjense en la confusión entre los republicanos que tratan de responder al fallo del Tribunal Supremo. No podían decidirse si ir a la izquierda, a la derecha, hacia arriba, hacia abajo o a los lados. Así que fueron en las cinco direcciones al mismo tiempo.
John Boehner, el presidente de la Cámara de Representantes que nunca tiene ni idea, inició la cosa con un compromiso: si el Tribunal Supremo no revoca Obamacare, los republicanos de la Cámara lo harán. Y él y el Líder de la Mayoría Eric Cantor anunciaron de inmediato un voto de rechazo en la Cámara para el 11 de julio. Quizás Boehner olvidó que la Cámara ya votó el año pasado, el 19 de enero de 2011, a favor de revocar Obamacare, y ese proyecto de ley nunca se aprobó en el Senado. Y este tampoco lo será.
Mitch McConnell, que tampoco tiene ni idea, fue el próximo al unirse al llamado de Boehner a la revocación y demandó al Congreso que partiera de cero. «Los norteamericanos quieren que comencemos otra vez», dijo en una declaración preparada, «y la decisión de hoy no cambia ese hecho en lo absoluto». ¡No me diga! Si McConnell piensa en serio que la mayoría de los norteamericanos desea que se renueven las desagradables batallas por la atención de salud que arrasaron con el Congreso en 2009, está más perdido de lo que pensamos.
Sin embargo, tanto Boehner como McConnell mostraron claridad en su respuesta, comparada con la total confusión demostrada por Mitt Romney. Cuando la congresista por la Florida Connie Mack y otros republicanos calificaron a Obamacare del mayor impuesto de la historia al pueblo norteamericano» -lo cual Rush Limbaugh exageró hasta convertirlo en «nada más que el mayor incremento de impuestos en la historia del mundo» -Romney envió a su vocero para expresar su desacuerdo. Es una «penalidad», no un impuesto, dijo Eric Fehrnstrom a MSNBC. Después de todo, así lo calificó Romney en Massachusetts.
Pero tan solo dos días después, el propio Romney, al responder a una crítica proveniente de los extremistas de línea dura de su partido, organizó apresuradamente una entrevista con CBS en la que se contradijo al declarar que el precio que pagarían los gorrones por no comprar un seguro, incluso aunque no pudieran pagarlo, era en realidad un «impuesto», no una penalidad.
En ese punto, ni siquiera The Wall Street Journal de Rupert Murdoch pudo defender ya a Romney. En un editorial del 4 de julio, acusó a la campaña de Romney de lucir «confundida, además de políticamente idiota», y cuestionaba la capacidad de Romney como candidato: «El señor Romney aseguró a los republicanos que era el más indicado para argumentar en contra del presidente Obama, a quien desesperadamente desean derrotar. Hasta ahora, el señor Romney los está defraudando». Cuando se es el candidato republicano a la presidencia y The Wall Street Journal se vira en contra, estás perdido.
Acerca de la reforma de la atención de salud, el pueblo norteamericano también parece estar harto de Romney. Una encuesta de rastreo de la Fundación Familia Kaiser realizada inmediatamente después de la decisión del Supremo, arrojó que 56 por ciento de los norteamericanos concuerda que ya es hora de que los oponentes a la reforma de la atención de salud dejen de tratar de bloquear la ley y se dediquen a otros problemas nacionales. Al mismo tiempo, Reuters reportó que, entre todos los electores inscritos, el apoyo a Obamacare aumentó a 48 por ciento del 43 anterior a la decisión del tribunal; la oposición disminuyó de 57 a 52 por ciento.
Claramente lo que está sucediendo es que, a pesar de numerosos anuncios de TV que lo presentan como una absorción de la atención de salud por parte del gobierno, mientras más padres comiencen a aprovechar las oportunidades en Obamacare, por ejemplo, más les gustará. Eso solo se refuerza por la decisión del Tribunal Supremo. Algunas de las mayores disposiciones de la reforma de la atención a la salud -como la eliminación de los límites anuales en la cobertura de seguro -no entran en vigor hasta 2014.
Todo esto se agrega a la realidad de que, con cada día que pasa, la revocación de la reforma se hace más y más imposible. El reto para el presidente Obama y los demócratas es dedicarse a convencer de sus beneficios al pueblo norteamericano.
He aquí un buen comienzo. En 2009, Andy Griffith hizo un comercial en apoyo de la legislación de la reforma de atención de salud del presidente Obama. «Y con la nueva ley de atención a la salud», proclamó el alguacil de Mayberry «más buenas cosas están por llegar: chequeos gratuitos, menores costos para medicamentos por receta, y mejores maneras de proteger a Medicare y a nosotros del fraude… Creo que a ustedes les va a gustar».
Pongan en el aire otra vez ese comercial -y verán como aumenta el apoyo del público a Obamacare.
Bill Press es el anfitrión de un programa diario de radio distribuido nacionalmente, y autor de un nuevo libro, La máquina de odio contra Obama, a la venta ya en librerías. Pueden escuchar «The Bill Press Show» en su sitio web www.billpress.com. Su correo electrónico es [email protected] .