Los 400 estadounidenses más ricos incrementaron su riqueza total 40 por ciento el año pasado, en plena pandemia, la misma que ha devastado a millones de personas en este país y el resto del mundo, y elevaron el monto de su fortuna colectiva a 4,5 billones de dólares, según la lista anual de los 400 más ricos de Estados Unidos de la revista Forbes.
Para ingresar a este exclusivo club de los 400 más ricos, se requiere una fortuna mínima de 2.9 mil millones de dólares y por ello más de medio centenar fueron expulsados de la lista de ricos supremos, entre ellos, el ex presidente Donald Trump, quien por primera vez en 25 años no figura en la lista, ya que su fortuna se calcula en sólo 2.5 mil millones (perdió 600 millones).
La concentración de riqueza, explícita en esta lista de Forbes, es parte de la mayor desigualdad económica en la historia de Estados Unidos desde 1928, tema que está al centro del debate político y social nacional, pero el hecho de que se volvieran más ricos que nunca durante una pandemia con consecuencias económicas masivas para las mayorías en el país, confirma lo que sostienen el senador Bernie Sanders e intelectuales como Noam Chomsky, Cornel West y Robert Reich, de la presencia de una oligarquía.
La pandemia se expresó para el resto del papis en mayor pobreza, más hambre, y por un tiempo con niveles de desempleo dramáticos. Obviamente, muchos de estos personajes y sus empresas pagaron poco o nada de impuestos federales, con tasas muy por debajo de la gran mayoría de los contribuyentes, a tal extremo que no requieren de los servicios para ocultar sus fortunas del fisco en cuentas y entidades offshore como las reveladas por los Papeles de Pandora.
Gabriel Zucman, gurú económico de los parlamentarios demócratas, señaló que “cuando Estados Unidos tenía un impuesto muy progresivo crecía el doble que ahora”, afirma rotundo. E insistió: “Los superricos no promueven el crecimiento. Son las políticas de educación, infraestructuras… Y para eso hace falta recaudar impuestos”. “La desigualdad no es un resultado inevitable de la globalización y la tecnología”, añadió.
El andamiaje fiscal se ha vuelto regresivo. Los 400 más ricos pagan en porcentaje menos impuestos que las clases medias y pobres tras la reforma fiscal de Donald Trump, porque se abolieron los impuestos a la riqueza, y se bajaron los impuestos al capital, a los dividendos y a las empresas. Por el contrario, los tributos a pobres y clases medias suben: se mantienen cotizaciones y renta -que tienen tope para los ricos- y se ha elevado el IVA, insignificante para un millonario.
Jeff Bezos, fundador de Amazon, repitió por cuarto año consecutivo en su puesto número uno en la lista de Forbes de los estadunidenses más ricos con una fortuna personal de 201 mil millones de dólares (su ahora ex esposa MacKenzie Scott está en el número 15 con 58.5 mil millones). Elon Musk, de Tesla, le sigue con una fortuna de 190.5 mil millones y en tercero está Mark Zuckerberg, de Facebook, con 134.5 mil millones.
Bill Gates está en cuarto puesto con 134 mil millones (su ex esposa Melinda French Gates ocupa el número 158 con 6.3 mil millones). Los fundadores de Google, Larry Page y Sergey Brin ocupan los siguientes dos lugares, y entre los 20 más ricos también están Michael Bloomberg, y en los sitios 11, 12 y 13 están los integrantes de la familia Walton, dueños de Walmart
Los Papeles de Pandora, proyecto de investigación periodística del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), reveló los clientes y cómplices de una economía clandestina internacional para los ricos y sus métodos de operación, pero llamó la atención el hecho de que no hay muchos estadounidenses entre los ultrarricos que usufructúan los paraísos fiscales.
Es que ellos no los necesitan para ocultar sus fortunas, ya que bajo las leyes y el sistema tributario de su país evitan el pago de impuestos de manera legal, como Bezos, Musk, Bloomberg, que pagan casi nada –o nada- en impuestos federales sobre sus ingresos, según ProPublica, una organización de periodismo de investigación.
Los documentos oficiales muestran que los más ricos, de manera legal, logran pagar apenas una mínima fracción en impuestos sobre el crecimiento por cientos de millones, y hasta miles de millones, de sus fortunas. El análisis de ProPublica descubre que la tasa real de impuestos sobre el incremento de riqueza cada año de los 25 estadounidenses más ricos es de sólo 3.4 por ciento, cuando la tasa media de impuestos de un hogar es de 14 por ciento, si tienen ingresos superiores a 628 mil 300 dólares anuales.
«Nos sorprendió bastante que puedas bajar los impuestos a cero si eres multimillonario. En realidad, que alguien pueda no pagar nada de impuestos realmente nos dejó perplejos. La gente rica puede eludir el sistema de una manera totalmente legal», dijo Jesse Eisinger, editor de ProPublica, al programa Today de la BBC.
«Tienen una enorme capacidad para encontrar deducciones, encontrar créditos y explotar las lagunas del sistema. Aunque el valor de su riqueza crezca enormemente porque poseen acciones de sus propias empresas y estas no dejan de subir en bolsa, eso no se registra como ingreso. Compran un activo, construyen uno o heredan una fortuna y luego piden prestado contra su riqueza. Ya que no obtienen ganancias ni venden acciones, no reciben ingresos, que es lo que podría estar sujeto a impuestos”, dijo.
Asimismo, más de la mitad de los 100 estadounidenses más ricos usan fideicomisos para evitar el pago de impuestos cuando trasladan sus fortunas a sus herederos, descubrió ProPublica. Bloomberg, los hermanos Koch, la viuda del fundador de Apple están entre los que usan estos mecanismos especiales, todo lo cual lleva a que las arcas públicas pierdan cientos de miles de millones.
Lo cierto es que, como afirma David Brooks, los estadounidenses con más dinero ya viven esencialmente en un paraíso fiscal, y no necesitan recurrir al extranjero, o sea, offshore. Con estas revelaciones periodísticas es cada vez más difícil fingir que los más ricos en Estados Unidos viven bajo las mismas reglas que los demás.
La «economía clandestina» de empresas fantasmas y fideicomisos bajo prestanombres en paraísos fiscales es un lucrativo negocio internacional con el propósito de ayudar a los ricos a evadir impuestos o investigaciones criminales o para lavar dinero, o sencillamente para disfrazar sus activos.
Entre las revelaciones de los Papeles de Pandora destaca que Estados Unidos se ha vuelto uno de los mayores paraísos fiscales del planeta; pero menos sorprendente es que empresas y ricos estadounidenses, incluyendo muchos bajo sospecha o investigación criminal, acusados de conductas sospechosas, delitos, abusos y violaciones humanitarias en el extranjero, siguen escondiendo sus fortunas en paraísos fiscales en el extranjero.
Mientras, los gobernantes estadounidenses, republicanos y/o demócratas, no dejan de hablar de la transparencia y la lucha contra la corrupción y acusan de ello a cualquier gobierno que no siga sus dictados. Pero las investigaciones revelan que con esta industria centrada en los estados de Dakota del Sur, Florida, Texas, Delaware y Nevada entre otros, EEUU es uno de los mayores paraísos fiscales del mundo, sobre todo para fideicomisos que son establecidos para ocultar fortunas de megarricos.
Los Papeles de Pandora revelan que el estado de Dakota del Sur se ha vuelto rival de los famosos paraísos fiscales en el Caribe y Europa con aproximadamente 360 mil millones de dólares en este tipo de cuentas, y con algunas de las protecciones legales más extensas del mundo.
Allí tienen sus cuentas personajes como Carlos Morales Troncoso, ex vicepresidente de República Dominicana y ejecutivo en jefe de la mayor empresa azucarera de la isla, la familias del conglomerado ecuatoriano Grupo Isaías, el magnate de jugo de naranja brasileño Horst Happel y el empresario textilero colombiano José Douer Ambar, todos ellos bajo algún tipo de investigación o acusados de abusos laborales–.
Asimismo, estadunidenses ricos, bajo sospecha por maniobras ilícitas o investigados por delitos usaron los servicios para ocultar sus fondos, incluso de las víctimas de sus crímenes, como Marc Collins Rector, un ejecutivo del mundo del espectáculo en Los Ángeles que abusó sexualmente de jóvenes en los 90 y evitó pagar las demandas de las familias de las víctimas ocultando sus millones en cuentas offshore en Belice.
David Brooks afirma que uno de los principales actores internacionales en este negocio de finanzas clandestinas es el bufete de abogados más grande de Estados Unidos, Baker McKenzie, con 4.700 abogados en 46 países. Christine Lagarde, actual jefa del Banco Central Europeo y anteriormente del Fondo Monetario Internacional fue una abogada y ejecutiva del bufete en las oficinas en París a principios de los años 2000.
«Cuando multimillonarios, multinacionales y los políticamente conectados buscan ocultar riqueza y evitar impuestos, frecuentemente voltean a Baker McKenzie», el “arquitecto y pilar de una economía en las sombras, frecuentemente llamada offshore que beneficia a los ricos a expensas de las tesorerías de naciones y las carteras de los ciudadanos ordinarios”, señala los Pandora Papers.
Baker McKenzie, ayudó a establecer empresas fantasmas en Chipre para la megamultinacional RJR Nabisco, canalizar miles de millones de ganancias de Facebook a cuentas en Irlanda con sus bajas tasas de impuestos, y a Nike ocultar beneficios en cuentas holandesas. Entre sus clientes están varios implicados en corrupción política, fraudes empresariales y otros vinculados a regímenes autoritarios.
Chuck Collins, coordinador del proyecto sobre desigualdad económica del Institute for Policy Studies en Washington, quien asesoró a periodistas de Pandora, comentó que «todos nosotros aquí en Estados Unidos deberíamos de estar absolutamente avergonzados de que nos hemos convertido en un imán para fortunas cleptocráticas. Nuestros políticos necesitan clausurar el sistema de riquezas ocultas». Pero la realidad es que ellos forman parte de la red.
*Trudeau es miembro del Observatorio de Estudios Macroeconómicos (Nueva York), Carnevali es Investigador del Observatorio en Comunicación y Democracia, ambos asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)