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Un retorno letal

Poliomielitis en Afganistán

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

La polio hace siempre que dos imágenes se agolpen en mi mente. Quizá eso explique mi reacción ante la historia que el 17 de enero publicó el New York Times: «After Years of Decline, Polio Cases in Afghanistan Triple in a Year» [*].

Hay otras imágenes, con filas de escolares esperando el sonido de los disparos, conmigo entre ellos, en los años cincuenta. De pacientes cojeando de una pierna, con años de dolores crónicos más adelante, de los que yo afortunadamente estaría libre. Pero hay una de cuyo recuerdo me resulta muy difícil zafarme, como la del hombre del pulmón artificial o el niño encontrado muerto por asfixia.

Cuando yo era una niñita, mi padre me llevaba a ver al hombre en el pulmón artificial. Papá cantaba y tocaba el piano en un grupo masculino de góspel que interpretaba música sacra para el hombre, que era hermano de uno de los cantantes. Del monstruoso artilugio, que emitía una especia de sonido silbante, solo sobresalía su cabeza.

Años después, no hacía mucho que había salido de la escuela de medicina, cuando una enfermera amiga me habló de un pequeño cuya innecesaria muerte aún la perseguía. Jeannie tenía un gran corazón, había sido voluntaria del Cuerpo por la Paz en Colombia. Salió del hospital una noche y cuando regresó a la mañana siguiente se encontró con el pequeño muerto debido a un corte de energía eléctrica que apagó el ventilador forzando así sus indefensos pulmones.

Es bien sabido que la polio no respeta fronteras de clase ni nacionalidad. Sin embargo, la mayoría de sus víctimas menores de cinco años se dan exclusivamente en los países subdesarrollados de África y Asia. La enfermedad, altamente contagiosa, es endémica solo en Afganistán, Pakistán y Nigeria. Los casos que aparecen en países donde la polio no es endémica son consecuencia de virus importados.

En 2009-2010, un virus importado volvió a afectar 23 países anteriormente exentos de polio. Se ha incluido a Angola, el Chad y la República Democrática del Congo entre los países donde se ha restablecido la transmisión, es decir, que el virus se ha extendido de nuevo entre ellos. Esos desarrollos tienen alarmadas a las autoridades responsables de la sanidad, tras décadas de inmensa lucha tratando de conseguir que la polio sea la segunda enfermedad infecciosa, tras la viruela, en ser erradicada del planeta.

Los esfuerzos por erradicar la polio se intensificaron cuando Jonas Salk desarrolló la primera vacuna eficaz en 1955. Consiguió el gran logro, a pesar de los años que estuvo soportando las persecuciones del FBI dirigido por J. Edgar Hoover, como sospechoso de comunismo. Fueron Checoslovaquia y Hungría los primeros países que pusieron en marcha campañas de vacunación masiva, utilizando la vacuna oral Sabin, a partir del año 1959. Checoslovaquia no registró ya casos de polio a partir de 1960 y Hungría fue declarada libre de polio en 1969.

En 1994, se certificó que el Hemisferio Occidental estaba libre de polio. La región europea, incluidas todas las ex repúblicas de la Unión Soviética, estaban libres de polio en 1999. Después, la polio reapareció en 2009 en Tayikistán, que comparte frontera con Afganistán.

Pakistán ocupó en 2011 el primer puesto en casos de polio, con 197 de los 643 casos declarados a nivel mundial. El 17 de octubre de 2011 apareció una artículo en Los Angeles Times: «In Pakistán, polio vaccines cause for fear» [**], lo que apoya la idea de que el conflicto armado ha jugado un papel en Pakistán al hacer esa distinción. El autor se refiere a la «guerra contra militantes islámicos» a lo largo de la frontera afgana y a los desplazamientos de población en esas zonas como los principales factores que dificultan que pueda vacunarse a la gente contra la polio.

La mayor parte del artículo se dedica al papel del islam radical alegando que está sembrando una desconfianza irracional en las vacunas debido al sentimiento anti-estadounidense. Según el artículo, ese sentimiento se alimentó a causa del incidente de los dos pakistaníes asesinados por el contratista de la CIA Raymond Davis, y por la decisión de Obama de no informar a los dirigentes pakistaníes antes de que se lanzara la «operación estadounidense» contra Obama bin Laden. Y, desde luego, al falso pretexto de la CIA de llevar a cabo vacunaciones para conseguir acceder al recinto donde se encontraba bin Laden antes del ataque.

No es por sugerir que esas explicaciones son insuficientes para comprender los sentimientos anti-EEUU, pero lo que aún sorprende sobre todo a esta lectora es que no haya mención alguna de la guerra no declarada que EEUU tiene emprendida contra Pakistán. Una guerra cuyos mortíferos aviones no tripulados han asesinado a más de 2.000 pakistaníes, incluidos 168 niños, en los últimos siete años.

Cuando existe un conflicto armado, desplazamientos de población, malnutrición e imposibilidad de acceso a los servicios sanitarios, todo contribuye a que mueran civiles y a que sufran todo tipo de enfermedades, incluida la polio. Iraq, que estaba libre de polio en 1990, empezó a ver casos en la década de los noventa tras la Guerra del Golfo y durante los trece años de sanciones.

Afganistán estaba a punto de eliminar la polio en 2001 antes de que EEUU lanzara una guerra contra el país. El conflicto armado ha jugado un papel muy importante en prácticamente todos los países donde la polio ha persistido o ha vuelto a aparecer. En ningún lugar resulta tan obvio como en Afganistán.

Los 76 casos informados de polio en Afganistán durante 2011 (cifra que se revisó llegando a los 80), reflejan probablemente, señala el artículo del New York Times, la existencia de muchos miles más. «Cada caso detectado es un indicador de cientos de casos «silenciosos», principalmente de niños con infecciones leves que se convierten en portadores».

Aunque el artículo del Times menciona la palabra «conflicto» en Afganistán y cita a Peter Crowley, de UNICEF, afirmando que la «seguridad es uno de los factores», no aparece ni una palabra sobre la guerra y ocupación estadounidense, ahora en su onceavo año.

El presidente Karzai culpó a los talibanes de que se hayan triplicado los casos, acusando a los insurgentes de bloquear a los equipos encargados de la vacunación, una acusación rechazada por los rebeldes. Las autoridades internacionales de sanidad, al parecer impactadas y alarmadas por la politización del problema, corroboraron la afirmación de los talibanes. Y hubo un funcionario que hizo una declaración asombrosamente ingenua, quizá una mera expresión de buenos deseos: «La salud no es un asunto político».

¿Qué es lo que se desprende del artículo del Times? ¿Por qué no se analiza una afirmación tan especialmente absurda? ¿Por qué no hay mención alguna a la guerra más larga de la historia de EEUU?

Mucho se ha escrito acerca de la oposición de los musulmanes a la vacuna de la polio, como en Los Angeles Times, centrándose típicamente no en la preocupación sobre la seguridad de la vacuna oral Sabin, sino en teorías conspiratorias. Eso se aplica también a Nigeria, el tercero de los tres países del mundo que son actualmente endémicos en polio.

En 2003, se paró la campaña de vacunación de la polio en el norte musulmán de Nigeria hasta que se verificó su seguridad, tras lo cual, en 2004, volvió a ponerse en marcha. A pesar de lo mucho escrito acerca de la desconfianza de los musulmanes en Occidente, esta autora no ha encontrado ni una sola referencia a las dos guerras emprendidas por EEUU contra países musulmanes, y mucho menos sobre el papel del petróleo en esas guerras.

Las reservas de petróleo de Nigeria son las séptimas mayores del mundo y el país es el mayor exportador de petróleo en África, suministrando el 20% del que consume EEUU, más del que procede del Oriente Medio. Nigeria, que en otro tiempo proveyó de millones de esclavos a EEUU, es ahora su mayor socio comercial en el África Subsahariana.

Supera el alcance de este artículo abordar los factores políticos actuales e históricos que inciden de forma importante en todos los países que sufren brotes de polio, entre ellos la guerra, el colonialismo, el neoliberalismo, el imperialismo y la recesión económica global.

Donde existen conflictos armados, la estrategia para combatir la poliomielitis, respaldada por análisis confusos como los que utilizan el New York Times y Los Angeles Times, consiste en llamamientos a «Días de Calma» y corredores de seguridad para que los trabajadores de la sanidad pública, que a menudo arriesgan sus vidas y a los que se compensa con una miseria, puedan llevar a cabo campañas de vacunación. ¿Son acaso esos breves altos el fuego todo lo que podemos esperar en la lucha para detener esta devastadora enfermedad completamente prevenible?

La triplicación de los casos de polio en Afganistán y su extensión a muchos países anteriormente libres de polio son las consecuencias de los más de diez años de la guerra lanzada por EEUU y sus aliados contra Afganistán, y de la guerra, no declarada, de EEUU contra Pakistán. Las imágenes de las víctimas infantiles quedarán grabadas para siempre en el legado de nuestro país.

N. de la T.

[*] «Tras años de declive, se triplican en un año los casos de poliomielitis en Afganistán».

[**] «Las vacunas contra la polio son motivo de temor en Pakistán».

La Dra. Catherine Wilkerson trabaja en atención primaria en Michigan.

Fuente:

http://www.counterpunch.org/2012/01/26/polio-in-afghanistan/