Decenas de miles de personas se reunieron el domingo bajo un calor sofocante en la isla de Okinawa en Japón en una de las mayores manifestaciones en las últimas dos décadas contra las bases militares de Estados Unidos tras la detención de un estadounidense sospechoso de asesinar a una mujer de la localidad. La protesta […]
Decenas de miles de personas se reunieron el domingo bajo un calor sofocante en la isla de Okinawa en Japón en una de las mayores manifestaciones en las últimas dos décadas contra las bases militares de Estados Unidos tras la detención de un estadounidense sospechoso de asesinar a una mujer de la localidad.
La protesta marca un nuevo mínimo en las relaciones entre los Estados Unidos y el primer ministro japonés, Shinzo Abe, y amenaza los planes de mover la base aérea de Futenma a una parte menos poblada de la isla.
Los promotores de la protesta cifraron en 65.000 personas la asistencia a la concentración en un parque en el centro de Naha.
«Cuando se lastima un dedo meñique todo el cuerpo siente el dolor. Quiero que Abe sienta el dolor de Okinawa», dijo Shigenori Tsuhako, de 70 años, que acudió a la protesta porque su nieta, de 20 años, tiene la misma edad que Rina Shimabukuro, la mujer asesinada.
Los Estados Unidos y Japón acordaron en 1996 cerrar la base de Futenma, situada en una zona residencial, después de que la violación de una escolar de 12 años por parte de tres militares estadounidenses desatase masivas protestas.
Pero los planes habían permanecido en suspenso ya que los residentes de la zona próxima a donde pretendía reubicarse la instalación se han opuesto argumentando preocupaciones sobre el ruido, la contaminación y el crimen.
Los miembros de la asamblea de Okinawa contra la reubicación ganaron la mayoría en la elección de la asamblea de la prefectura de este mes, apoyando el plan del gobernador de Okinawa, Takeshi Onaga, de que la base se ubique en otro lugar.
En declaraciones a la multitud en Naha, Onaga dijo que iba a luchar para que los marines estadounidenses se trasladaran fuera de la isla.
Okinawa alberga a 50.000 ciudadanos de Estados Unidos, incluyendo 30.000 militares y contratistas civiles.
La isla, que fue testigo de algunos de los combates más sangrientos entre los EE.UU. y Japón en la Segunda Guerra Mundial, permaneció bajo ocupación estadounidense hasta 1972 y alrededor de una quinta parte de la isla todavía se encuentra bajo control militar de los Estados Unidos.
El teniente general Lawrence D. Nicholson, comandante de los marines de Estados Unidos en Okinawa, dijo a Reuters el sábado que Washington podría estar en condiciones de devolver una zona selvática de 10.000 acres (40,5 kilómetros cuadrados) a principios del año que viene, la mayor cesión desde 1972.
Sin embargo, con Estados Unidos y Japón tratando de contener el creciente poder de China en el Mar Oriental, la cadena de islas de Okinawa, que se extiende cerca de Taiwan, es un valioso bastión estratégico para los planes militares.
La fuerza de autodefensa de Japón está haciéndose fuerte en la región con bases de radar y baterías de misiles anti-buque.
El arresto el mes pasado de un trabajador civil de EE.UU. llevó a los militares estadounidenses a anunciar un período de 30 días de luto por la víctima y a restringir las bebidas fuera de la base, en un intento de calmar la ira local.
Pero las relaciones se tensaron aún más después del arresto de un marine estadounidense en Okinawa tras un accidente de circulación bajo sospecha de conducir ebrio.
«Todas las bases estadounidenses en Japón deben cerrar. Quiero Abe que escuche lo que la gente de Okinawa está diciendo», dijo Ryoko Shimabukuro, un trabajador estatal de 28 años que participaba en la protesta.