El 7 de mayo de 2000 Vladimir Putin asumió por primera vez la presidencia de Rusia: había llegado al Kremlin con un 53% de los votos, en unas elecciones anticipadas tras la renuncia de Boris Yeltsin. Luego, renovó en 2004, y durante el período 2008-2012 ocupó el papel de Primer Ministro, para retornar nuevamente a […]
El 7 de mayo de 2000 Vladimir Putin asumió por primera vez la presidencia de Rusia: había llegado al Kremlin con un 53% de los votos, en unas elecciones anticipadas tras la renuncia de Boris Yeltsin. Luego, renovó en 2004, y durante el período 2008-2012 ocupó el papel de Primer Ministro, para retornar nuevamente a la presidencia en este, su tercer mandato. ¿Cuál ha sido su peso específico, durante esta larga década y media, en la situación política, social y económica de Rusia? ¿Cómo influyó a nivel geopolítico, en la configuración de un mundo crecientemente multipolar? ¿Cuáles son sus desafíos actuales?*
El influyente periódico inglés The Guardian editó, días atrás, un especial sobre el presidente ruso, donde se afirmaba que es «*difícil negar que Putin haya tenido un enorme impacto en su país y en el resto del mundo»*. Esa frase puede ayudar a entender el rol que Putin cumplió a nivel geopolítico en los últimos años, afianzando una sólida alianza con China, la otra «locomotora» del pujante bloque de los BRICS, que ha venido intentando consolidar un mundo pluripolar y multicéntrico. Allí está, como ejemplo concreto, la creación del Banco del Desarrollo de estos países, ratificada la semana pasada por el propio Putin, quien oficia en la actualidad como presidente pro témpore del bloque.
En el ámbito interno, un repaso de estos años nos permite verificar el modelo económico que Putin ha llevado adelante. En primer lugar, destacar un hecho de carácter profundamente político: su firmeza inicial frente a los oligarcas rusos que durante la era de Boris Yeltsin supieron influir fuertemente en la arena política rusa, condicionando decisiones y funcionando como «verdadero poder» por fuera del Kremlin luego de la caída de la URSS. Putin terminó con esa era, dotando al Estado de mayores niveles de autonomía y decisión, avanzando asimismo en una política soberana en términos políticos, sociales y económicos. Luego, el crecimiento de por sí: los ingresos reales de la población, en términos anuales, mostraron un aumento constante desde su llegada, mejorando la distribución del ingreso. Así, de acuerdo a datos del propio Banco Mundial, Rusia se convirtió en la sexta economía del mundo en términos de paridad del poder adquisitivo del Producto Bruto Interno (con un PBI per cápita que duplica al chino, por ejemplo). Además, avanzó en una fuerte reducción de su deuda externa: pasó de 138 mil millones de dólares en 1999 a unos 42 mil millones en la actualidad.
La aprobación de más del 70% de la población a las políticas implementadas por sus gobiernos -algo que fue reconocido y difundido por la propia CNN meses atrás- desmonta aquella caricatura de un «tirano solitario» en el Kremlin que algunos medios hegemónicos a nivel internacional han pretendido propagar durante estos años. Su política hacia Crimea, luego de las políticas injerencistas de EEUU en Ucrania, no hizo más que consolidar su imagen al interior de la Federación Rusa. Ahora bien, Putin enfrenta varios desafíos. El más importante tiene que ver con la política de sanciones económicas que EEUU y la Unión Europea implementaron en el último tiempo, lo que llevó a Moscú a incrementar su política comercial con América Latina. Además, a fines de 2014 la economía rusa pasó sobresaltos indudables -devaluación del rublo incluída- que comienzan a ser revertidos sin trastocar la inversión social, tal como indica en un estudio reciente la propia compañía norteamericana Bloomberg.
Asimismo, el intento de aislamiento sobre la figura propia de Putin tampoco funcionó: este fin de semana los presidentes Xi Jinping, Raúl Castro y Nicolás Maduro, entre otros, participaron en Moscú de los eventos en conmemoración por el 70 aniversario del triunfo sobre la Alemania nazi. También dieron el presente allí el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, y la directora general de la UNESCO, Irina Bókova. En esas fotos Putin volvió a burlar aquellos intentos por marginar a Rusia en un mapa geopolítico que dista mucho al que conocimos durante la década del 90 del siglo pasado, con hegemonía plena de Washington. Sin duda, la proyección a un mundo crecientemente multipolar ha comenzado a verificarse en los últimos años, y allí Putin ha tenido un papel destacado, notorio, para esta nueva configuración internacional.
¿Aspirará a un cuarto mandato? La constitución le permite el derecho a presentarse en 2018. Y, de acuerdo al politólogo ruso Nikolái Zlobin en declaraciones al diario Vedomosti, «su administración trabaja ya partiendo de esa premisa». Los niveles de popularidad lo asisten: quince años después de su llegada al Kremlin, duplica la imagen positiva que tenía en 2000. Igualmente, para esa decisión, habrá que esperar. Mientras tanto, Putin se ha dado el gusto de celebrar este fin de semana su «década y media ganada» junto a líderes de todo el mundo, en imágenes que la Casa Blanca preferiría haber evitado.
Juan Manuel Karg es Politólogo UBA y Analista Internacional.
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