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Sahel: salir del pantano de la militarización

Fuentes: Sin permiso

¿Qué sucede en el Sahel? Paul Martial describe la evolución de las relaciones de poder militar situándolas dentro de los contextos políticos y sociales específicos de los diferentes países de la región.

Viernes 13 de junio. Apenas llegaron a Malí [1], mercenarios de la nueva estructura militar rusa «Cuerpo de África», que reemplaza a Wagner, la milicia de Evgeny Prigozhin, cayeron en una emboscada entre Anefis y Aguelhoc en la región de Kidal [2]. El precio es alto. Se informa de varias docenas de muertes. La operación se la atribuye el Frente de Liberación Azawad (FLA), [3] compuesto principalmente por independentistas tuareg [4].

Esta trampa socava la narrativa que presenta a los mercenarios rusos, ya sean de Wagner o del Cuerpo de África (que a menudo han pertenecido sucesivamente a ambas entidades), como formidables luchadores que, en el terreno militar, se suponía que marcarían la diferencia. También relativiza el único éxito que Wagner puede reclamar, a saber, la recaptura de Kidal, bastión de los movimientos independentistas tuaregs y presentado por las autoridades malienses como la reconquista de la soberanía nacional, que sigue siendo precaria en el mejor de los casos.

La sustitución de Wagner por el Cuerpo de África no modificará fundamentalmente la relación entre las autoridades malienses y los mercenarios rusos. La mayoría de los luchadores de Wagner se han integrado en el Cuerpo de África. Lo que podría suponer es un mayor control por parte de las autoridades rusas sobre la política maliense, ya que la nueva entidad depende del Ministerio de Defensa, lo que no era el caso de Wagner. Podrían aparecer otros cambios, particularmente en el frente económico. El gobierno maliense pagaba 10 millones de dólares (9,2 millones de euros) mensuales a la empresa mercenaria.

Con el Cuerpo de África se formaliza la intervención rusa, considerada más como una relación de estado a estado, posiblemente abriendo el camino a una exención de este pago por parte del gobierno maliense. Esencialmente, nada debería cambiar, incluso en el terreno militar, tanto en Malí como para los otros dos países, Níger y Burkina Faso, que forman la Alianza de Estados del Sahel (AES) [5] que también se enfrentan a ataques yihadistas.

El deterioro de la situación humanitaria

Desde la toma del poder por parte de las juntas militares de los países de la AES, los yihadistas de JNIM [6], el acrónimo de Jamāʿat nuṣrat al-islām wal-muslimīn afiliado a Al-Qaeda, y las tropas del Estado Islámico en el Gran Sáhara (ISGS) [7] continúan avanzando. De las 135 entidades administrativas que componen estos tres países del Sahel, la mayoría de los expertos consideran que dos tercios están bajo el control más o menos laxo de grupos islamistas.

Esta progresión va acompañada de un aumento significativo de las muertes, casi 11.200 registradas a finales de junio de 2024. Esto representa el triple en comparación con 2021. Y esta evolución debe ser analizada con precaución, ya que el control de las juntas sobre la información, y la represión contra los periodistas, sugiere que esta cifra sigue estando subestimada.

En el frente humanitario, la situación también ha empeorado, con casi cinco millones y medio de personas desplazadas. En la mayoría de las áreas donde la guerra se libra entre las fuerzas islamistas y los ejércitos, las escuelas y los centros de salud están cerrados, dejando a las poblaciones sin educación y atención. Por ejemplo, en Burkina Faso [8], el 20% de las instalaciones de salud y aproximadamente 5.300 estructuras escolares están abandonadas. El resultado es que el 40 % de los niños no tienen acceso a la escuela.

La inseguridad alimentaria se considera un riesgo importante. En Malí, el 12% de la población sufre de desnutrición, en Níger [9] la mitad de los niños sufren de deficiencias nutricionales moderadas o graves, y en Burkina Faso más de 2,3 millones de personas sufren hambre.

El avance yihadista

Los grupos islamistas están ganando terreno al aprovechar el debilitamiento de los ejércitos nacionales debido a la incompetencia y la corrupción de la mayoría de los altos funcionarios. Desvían los salarios, utilizan parte de la financiación sustancial que los países dedican a su defensa para construir villas o comprar empresas. A esto se suma el tráfico de armas, a veces vendidolas a grupos armados.

Los expertos de Conflict Armament Research [10] estiman que la mayoría de las armas y municiones de los atacantes provienen de ejércitos nacionales, gran parte de las cuales se recuperan después de ataques contra convoyes militares o cuarteles.

Además, los yihadistas han invertido en gran medida en tecnologías, particularmente en comunicaciones gracias a las redes Starlink [11] que permiten la circulación de información entre combatientes, dando una ventaja decisiva durante las batallas. Este fortalecimiento de las capacidades operativas va acompañado, con la red satelital de Musk, de una presencia en las principales redes sociales donde videos cortos destacan los éxitos de sus operaciones militares, contradiciendo los comunicados oficiales de las autoridades.

Además, la ventaja aerea que las fuerzas armadas de los países del Sahel tenían tiende a desvanecerse con el uso de drones por parte de los grupos armados. Los usan para recopilar inteligencia, para bombardeos, pero también para sus batallas. El primer uso de un dron tuvo lugar en Malí en abril de 2024, cuando los combatientes utilizaron un cuadritor, equipado con granadas y proyectiles de mortero para atacar a una milicia Dozo [12] aliada al ejército nacional.

En Burkina Faso, el ataque al campamento militar de Diapaga, que causó la muerte de unas cincuenta personas y permitió la incautación de un arsenal significativo, en particular vehículos blindados, se dirigió con la ayuda de drones. Esto permitió a los líderes insurgentes tener una visión global del campo de batalla. Es probable que el uso de drones por parte de grupos armados se intensifique, aumentando su poder de ataque.

En este contexto, los ejércitos nacionales no pueden mantener territorios, los cuarteles se convierten en objetivos y cada ataque aumenta el número de soldados asesinados o hechos prisioneros, causando desmoralización entre las tropas. El ejemplo del campamento de Boulikessi, considerado altamente estratégico por su control de rutas en el centro de Malí, es bastante revelador. Atacado dos veces en un mes, el ejército maliense no tuvo otra solución que abandonar esta posición bajo el eufemismo de una retirada estratégica.

Las juntas en el poder

Tanto a nivel social como de seguridad, la situación es muy preocupante y continúa deteriorándose. Sin embargo, los militares de los tres países derrocaron al régimen civil para poner fin al déficit de seguridad, como si el ejército no tuviera responsabilidad en este estado de cosas. La toma del poder por parte de los militares tuvo lugar en un contexto de fuerte combatividad popular, aunque diferenciada en los tres países.

En Malí, han tenido lugar movilizaciones significativas lideradas en particular por el Movimiento 5 de junio – Reagrupamiento de Fuerzas Patrióticas (M5-RFP) [13] contra el gobierno del presidente Ibrahim Boubacar Keïta [14], que no solo acumuló fracasos económicos y militares, sino que también varios escándalos de corrupción. Particularmente en la mira estaban las payasadas «bling bling» del hijo del presidente, Karim. En las redes sociales, se le puede ver tomando selfies en un crucero en yate de lujo donde el champán fluye libremente mientras baila con mujeres jóvenes.

El ejército pervirtió la movilización popular usurpando el poder con la complicidad de una minoría del M5-RFP liderado por Choguel Maïga [15] que se convertiría en Primer Ministro sin tener un poder real.

En Burkina Faso en 2014, una revolución derrocó a la dictadura de Blaise Compaoré [16], lo que conduciría a elecciones en las que los dos principales candidatos eran liberales cercanos a Francia. El historial del gobierno de Roch Marc Christian Kaboré [17], al igual que su contraparte civil maliense, no pudo arreglar las cosas de ninguna manera. El ataque al cuartel de la gendarmería de Inata desencadenaría la indignación pública porque, a pesar de varias llamadas, los gendarmes quedaron aislados, reducidos a cazar para alimentarse. Durante el ataque liderado por los yihadistas, unos sesenta soldados murieron.

Si la responsabilidad de este evento recae en gran medida al gobierno de Kaboré y el ejército, esto no impediría que los militares tomaran el poder a través de un primer golpe liderado por el teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba [18] seguido de un segundo. El ejército de Burkina Faso tenía las manos completamente libres, a diferencia de en Malí, por la ausencia de cualquier oposición política. La voluntad del movimiento Balai Citoyen [19], bien enraizado entre los jóvenes, de limitarse únicamente a un papel de vigilancia en la escena política, eliminó la posibilidad de aparecer como una alternativa a los políticos cuya lealtad a Francia era obvia.

Se podría haber tomado otro camino siguiendo el ejemplo de los Comités de Resistencia en Sudán [20]. Inicialmente aparecieron como un movimiento de ayuda civil y solidaridad, luego como una herramienta de movilización, para finalmente, justo antes de la guerra de los generales, ser capaces de proponer una «Constitución revolucionaria del poder del pueblo» presentada como una alternativa al ejército, pero también a los partidos políticos integrados en el sistema.

Níger presenta una diferencia notable. El presidente Mohamed Bazoum [21] fue elegido a través de un proceso electoral generalmente satisfactorio. Había comenzado a seguir un camino interesante para tratar de poner fin a la guerra librada por los yihadistas, intentando tanto una respuesta militar como una política de apertura para las conversaciones de paz. Sin embargo, apareció como un títere de Francia al aceptar acoger en su país a las tropas francesas que previamente habían sido expulsadas de Malí y luego de Burkina. Además, antes de postularse para la presidencia, Bazoum era Ministro del Interior y Seguridad y había dejado muy malos recuerdos entre los activistas del país.

Un incidente que se pasa relativamente por alto, pero que refleja las tensiones y movilizaciones contra el imperialismo francés, es la manifestación en Téra [22] en la región de Tillabéri [23] contra el convoy de la operación Barkhane [24], cuya represión mató a dos personas, ciertamente causada por disparos de soldados franceses.

Como se puede ver, más o menos, el ascenso de los militares al poder en los países de la AES sigue siendo consecuencia de las movilizaciones populares contra los gobiernos civiles corruptos. También se alimentó de la incomprensión de las poblaciones sobre la ausencia tangible de resultados contra los yihadistas por parte del ejército francés, que se jactaba de conocer el terreno, pero era incapaz de detener los ataques enemigos.

Para muchos jóvenes, esta incomprensión se transformó en duda, luego en convicción, la de la complicidad francesa con los grupos armados. Una opinión que era popular en las redes sociales. También debe su éxito a la política del ejército francés de tejer una alianza, aunque informal pero real, con los independentistas tuareg, agrupados en ese momento en el Movimiento Nacional para la Liberación de Azawad (MNLA) [25]. El trabajo conjunto entre el MNLA y el ejército francés contra los yihadistas fue visto como un ataque a la soberanía nacional porque implicaba la cesión de la región de Kidal a los independentistas tuareg.

Económicamente, la junta maliense ha participado en un pulso con las empresas mineras occidentales para una participación más equitativa de las ganancias. Si este objetivo ha llevado a medidas coercitivas contra los líderes de las filiales multinacionales, no es en sí mismo una ruptura con el orden económico. Muchos gobiernos africanos han revisado sus derechos mineros, los han modificado para obtener una mejor distribución de la riqueza. En el pasado, gobiernos perfectamente reaccionarios totalmente alineados con los gobiernos occidentales a veces han tomado medidas mucho más radicales, como es el caso, por ejemplo, de la política de zairenización [26] en el Congo, incluido un componente económico lanzado por Mobutu [27].

Esto condujo al cambio de moneda, a la nacionalización de la tierra y los bienes comerciales pertenecientes a extranjeros. Esta campaña se llevó a cabo con un deseo declarado de romper con todo lo que pudiera representar a Occidente en el país, por lo que se cambiaron los nombres de las personas, los nombres de ciudades y calles, incluido el del país. El Congo se convertiría en la República de Zaire. Esta política violenta y burocrática impuesta desde arriba era un medio para fortalecer la política clientelista para la perpetuación del poder. Esto es lo que está sucediendo con las juntas de la AES que se benefician en gran medida de una renta de seguridad con la explosión de los presupuestos de defensa.

Los métodos de corrupción siguen siendo clásicos: contratos opacos sin licitación, adjudicación de contratos públicos a familiares o asociados cercanos de la junta y represión contra periodistas y ONGs para evitar que circule información sobre estas malversaciones. Sin embargo, es difícil ocultar las lujosas villas construidas recientemente por los miembros de la junta.

En cuanto a las narrativas soberanistas abundantemente utilizadas por los golpistas, apenas crean ilusión. Recordemos que los peces gordos de la Françafrique [28] no dudan en usar un vocabulario anticolonialista u organizaciones «panafricanas» para vilipendiar a las ONGs que denuncian la corrupción de estos sátrapas. Así, la «ONG» African Dignity and Conscience organizó una conferencia de prensa para «hacer frente a los ataques de las ONGs occidentales contra los líderes africanos» con la pregunta: «¿Cómo podemos aceptar que los jefes de estado de países independientes sean objeto de tales intrusiones en los asuntos internos de sus respectivos países?»

Los líderes malienses han entendido bien que la cuestión de la reconquista de Kidal podría fortalecer su popularidad y dar algo de crédito a sus declaraciones soberanistas, incluso si a medio plazo esta política ha demostrado ser catastrófica, como veremos un poco más adelante. Ciertamente, las declaraciones en contra de la política de Francia siempre se reciben con entusiasmo, ya sea la del primer ministro Choguel Maïga en la tribuna de las Naciones Unidas declarando que Francia había abandonado a Malí a mitad de camino o la del líder de Burkina Faso Ibrahim Traoré [29] criticando las políticas neocolonialistas de Occidente, bajo la mirada benevolente de su anfitrión Putin, reproduciendo así una pálida copia ajada de Thomas Sankara [30].

Sobre todo porque el comportamiento de las autoridades francesas solo alimenta esta retórica. Con Barkhane, la jerarquía militar francesa dirige las operaciones y se libera del consejo de los preocupados países del Sahel. Los soldados franceses han trabajado en colaboración con milicias culpables de crímenes de guerra como GATIA [31] (el Grupo de Autodefensa y Aliados de Imghad Tuareg). Las fuerzas francesas han sido responsables de bombardear a civiles, en particular en Bounti [32] matando a 19 personas mientras rechazaban sistemáticamente la creación de una comisión de investigación independiente. Las autoridades francesas querían intervenir militarmente para restaurar Bazoum después del golpe de estado. Sin mencionar, obviamente, la continua arrogancia del presidente Macron, que irrita a los africanos tanto como a los franceses.

Las juntas contra la población

La pregunta central para las tres juntas podría resumirse así: ¿cómo permanecer en el poder con un historial tan lejano de las promesas hechas para justificar su golpe? Durante largos meses, los discursos sobre la soberanía y la segunda independencia de los países de la AES fueron escuchados con aprobación.

Ahora tiende a desmoronarse en vista de los ataques casi diarios de grupos armados con su número de muertes, prisioneros, testimonios de soldados atacados que no reciben ayuda a pesar de sus llamadas desesperadas, aldeas rodeadas y abandonadas a su triste destino por las autoridades. Las políticas adoptadas por las juntas siguen siendo principalmente limitar la información a favor de una propaganda basada, como diría Trump, en la verdad alternativa. Por lo tanto, los canales de radio y televisión independientes están cerrados, los periódicos amenazados y los periodistas amordazados.

Las voces disidentes también deben ser sofocadas; incluso los partidarios de los golpes de estado de primera hora que se muestran críticos son encarcelados en Malí o enviados al frente en Burkina Faso. En Níger, activistas antiimperialistas como Moussa Tchangari [33] están encarcelados por orden del presidente Abdourahamane Tiani [34], ex jefe de la guardia presidencial. Ahora quiere ser el heraldo de la soberanía del país, pero durante su larga carrera no se distinguió particularmente en la lucha contra el neocolonialismo francés.

En Burkina Faso, sindicalistas como Moussa Diallo [35], Secretario General de la CGT-B, se ven obligados a pasar a la clandestinidad. En Malí, los partidos están prohibidos y activistas como Oumar Mariko [36], líder del partido de izquierda radical Solidaridad Africana para la Democracia y la Independencia (SADI), se ven obligados al exilio. Al mismo tiempo, las estructuras ad hoc creadas y sometidas a las juntas respaldan a los presidentes, por lo que Assimi Goïta [37], que pasó directamente de coronel a general de cinco estrellas, podrá permanecer en la presidencia de Malí mientras el país se enfrente a las amenazas terroristas.

Su gestión de la guerra realmente ha empeorado la situación. En Malí, la junta denunció unilateralmente los Acuerdos de Argel [38] firmados por una serie de grupos armados, en su mayoría independentistas. Luego los consideró terroristas y lanzó la operación para reconquistar Kidal. La junta maliense no solo volvió a Argelia en su contra, sino que la principal potencia regional acusó a la junta de desestabilizar a Malí, abriendo un nuevo frente interno, con el riesgo de que materialice una alianza entre JNIM y FLA.

En Burkina Faso, el ataque frontal es la regla con el establecimiento de los Voluntarios para la Defensa de la Patria (VDP) [39]. Estos civiles, que son reclutados, reciben una o dos semanas del entrenamiento militar más básico. Se supone que son auxiliares de inteligencia para el ejército. Esparcidos por las aldeas, se convierten rápidamente en objetivos de los yihadistas. La mayoría de los VDP provienen de los Koglweogo [40], que en el campo desempeñaban el papel de policía y juez. A menudo han sido criticados por organizaciones de derechos humanos por actos de tortura contra personas sospechosas de ser bandidos. Actualmente, los VDP están acusados de masacres contra la comunidad Fulani [41], sospechosa de apoyar a JNIM. Las fuerzas armadas nigerianas, en menor medida, también dependen de las milicias comunitarias, en particular el Zankaï [42] de la comunidad Zarma [43], que atacan a Fulanis acusados de apoyar al Estado Islámico, particularmente en la región de Tillabéri.

Los ejércitos de la AES acompañados por sus mercenarios rusos o comunitarios han matado más civiles que yihadistas. Las últimas revelaciones del periódico «Le Monde» y el semanario «Jeune Afrique» sobre los actos de tortura de los mercenarios de Wagner, todos acompañados de insultos racistas, son una escalofriante ilustración de lo que pueden sufrir las poblaciones de estos tres países. El aislamiento y las violaciones a gran escala de los derechos humanos solo fortalecen las posiciones de los grupos armados islamistas o independentistas.

La ironía es que la estrategia de militarización frontal adoptada por las fuerzas armadas nacionales es la misma que la seguida por el ejército francés con el mismo resultado: un fracaso rotundo explicado por la naturaleza de la crisis en el Sahel.

La estrategia de los yihadistas

En el Sahel, las razones para participar en el combate yihadista son múltiples. A menudo están vinculados a la preocupación por protegerse a sí mismo, a la familia o a la comunidad. También puede ser una venganza contra los abusos de las autoridades o milicias de otra comunidad. La cuestión económica, que es la posibilidad de tener una actividad lucrativa, también es mencionada por prisioneros yihadistas o arrepentidos interrogados por los académicos. Surge un hallazgo: muy pocos plantean la religión como motivo.

Ciertamente, hay debates sobre la importancia que adquiere la religión en esta radicalización. Parece ilusorio descartar por completo estos datos. Especialmente porque la mayoría de los líderes tienen un enfoque diferente y más religioso que transmiten diariamente a los combatientes. Esto hace posible dar un marco explicativo a la movilización, pero también una justificación para la guerra librada con su procesión de sufrimiento y muerte.

La fuerza de los grupos yihadistas es insertarse en las comunidades de diferentes maneras y ser partes interesadas en conflictos muy locales. En otras palabras, las luchas políticas y a veces armadas suelen estar muy por delante de la aparición de grupos yihadistas. Si tomamos el caso de las rebeliones tuareg, datan del comienzo de la independencia de Malí. Níger también ha experimentado revueltas armadas por parte de estas comunidades. En este sentido, la evolución de Iyad Ag Ghali [44], el líder de JNIM, es bastante edificante y característico de la historia de la lucha tuareg en las regiones de Malí. A finales de la década de 1980, fundó el Movimiento Popular para la Liberación de Azawad (MPLA) que no tenía nada de religioso y defendía la identidad tuareg. No fue hasta principios de la década de 2000 que la cuestión religiosa se volvería central.

En el centro de Malí, la katiba Macina [45] del predicador Amadou Koufa [46] fue desarrollada defendiendo a las poblaciones más pobres; denuncia los abusos, la obligación de pagar dinero para acceder a los pastos, critica a los propietarios de grandes rebaños, a las figuras religiosas corruptas. Encontramos esta misma retórica en el grupo Ansarul Islam de Burkina Faso que se integró en JNIM; su líder Ibrahim Malam Dicko [47] defiende la igualdad entre las clases sociales, defiende a las personas de origen servil y critica a los jefes tradicionales. Estos discursos tienen una gran resonancia entre los muchos jóvenes desclasados y sin futuro.

Los yihadistas al menos proporcionan a la población una justicia que parece justa y rápida. Esta dimensión a menudo se subestima, pero es importante, incluso vital cuando se trata de resolución de problemas de tierras o relacionados con el ganado. Esta lucha armada está impulsada por profundas desigualdades sociales, la violencia de las fuerzas armadas y la ausencia de justicia y no está sobredeterminada por cuestiones religiosas, incluso si las poblaciones tienen un fuerte apego al Islam. Ganar esta guerra implica profundas reformas sociales.

Por sorprendente que parezca, el ejército francés había integrado esta dimensión y trató de responder a ella lanzando el proyecto «Alliance Sahel» y luego la «Coalición para el Sahel», solicitando la participación de la Unión Europea y las instituciones financieras internacionales. Pero de nada sirvió porque contradecía los objetivos declarados de la intervención, a saber, la erradicación de los terroristas y no el establecimiento de una política de desarrollo y mejora de la gobernanza. Tal política habría chocado con las élites en el lugar y, en última instancia, habría dado crédito a los combatientes islámicos que critican la corrupción y la ineficiencia de las autoridades.

Los miles de millones gastados, y que se siguen gastando, se desperdician y podrían haberse invertido en programas que realmente mejorasen al conjunto de las poblaciones.

¿Qué futuro?

Independientemente de las especificidades de cada país que compone el AES, se pueden destacar ciertos elementos comunes como susceptibles de desempeñar un papel en el futuro.

En primer lugar, existe, sobre todo, un deseo manifestado durante años por las poblaciones de abrir el diálogo con los yihadistas y, en general, con grupos armados para avanzar hacia la paz. Si tomamos el caso de Malí, esta petición se ha reiterado varias veces. En 2017, durante la Conferencia Nacional de Entendimiento, la sociedad civil lanzó llamamientos a la discusión. De nuevo en 2019, durante el diálogo nacional inclusivo, de los 3.000 delegados, un buen número habló de la necesidad de abrir conversaciones con Amadou Koufa e Iyad Ag Ghali para alcanzar la paz.

En Níger, las negociaciones fueron iniciadas ya en 2022 por el gobierno de Bazoum antes de que fuera derrocado. En Burkina Faso bajo la presidencia de Kaboré y luego durante el primer golpe liderado por el teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba, el deseo de negociación de paz surgió contra la intransigencia de las autoridades francesas que habían trazado como línea roja la negativa a discutir y a fortori  negociar con lo que llamaban terroristas. Una regla que fue despreciada sistemáticamente cuando se trató de negociar la liberación de rehenes occidentales.

Esta búsqueda de diálogo se encuentra en los tres países. Los pueblos o ciudades negocian con los yihadistas el fin de los bloqueos o el fin de los ataques y, a menudo, son figuras notables y religiosas las que llevan a cabo estas discusiones. Estos acuerdos entre aldeanos y grupos armados se consideran como un apoyo a los yihadistas y conducen a masacres de muchos civiles por parte de los militares. La junta de Burkina Faso considera a los partidarios del diálogo como traidores. Recientemente, Traoré declaró de nuevo: «El burkinabé no negociará con su enemigo. Vamos a luchar y vamos a ganar. No cederemos nada, absolutamente nada».

En segundo lugar, la situación internacional tiene repercusiones en los grupos armados, o al menos en algunos. La evolución del grupo Hayat Tahrir al-Sham [48] dirigido por Ahmed al-Charaa [49] en Siria podría ser un camino para JNIM. Es decir, una desafiliación de Al-Qaeda, requisitos religiosos menores que permitirían alianzas con otros grupos como los independentistas de Azawad.

Ya existen discusiones entre estas dos fuerzas con dos puntos de divergencia: la cuestión religiosa y la cuestión de la independencia. Si cada entidad cede en algo, uno no se atreve a decir «agua su vino», entonces podría alcanzarse una alianza. Si hubo escaramuzas entre el FLA y JNIM al final del acuerdo de paz, rápidamente se encontró un modus vivendi abriendo el camino a la cooperación militar ocasional contra las fuerzas armadas malienses y los mercenarios de Wagner. Ese fue el caso en Tin-Zouatin [50] cerca de la frontera argelina, donde 82 rusos perdieron la vida.

Tercer factor: el creciente aislamiento de las juntas en el extranjero. Níger se niega a cooperar con su vecino Benín [51], facilitando cada vez más numerosos ataques yihadistas en este país. Burkina Faso tiene relaciones execrables con Costa de Marfil [52], acusándolo de querer desestabilizar al país sin pruebas formales que puedan apoyar esta acusación. Malí está enfrentado con Argelia [53], que jugó un papel decisivo en los acuerdos de paz, desde que fueron denunciado por la junta. Estos países que limitan con los de la AES están cada vez más preocupados por el deterioro de la seguridad que debilita su régimen y ven como ocurren incidentes violentos cada vez más en su suelo. Este es el caso, por ejemplo, del parque natural W-Arly-Pendjari (WAP) [54] ubicado en las tres fronteras de Benín, Burkina y Níger, una verdadera retarguardia para los islamistas armados.

Cuarto punto: la fragilidad de las juntas. De hecho, no se pueden excluir los movimientos dentro del ejército. En Burkina Faso, Traoré denuncia intentos de golpe reales o imaginarios que han sido frustrados. Esto demuestra que no puede contar con todas las fuerzas armadas. Recientemente, Níger en el espacio de dos días experimentó dos motines, uno en Filingué [55] y el otro en Téra. Las tropas se negaron a ir al frente, lo que dice mucho sobre el estado de las fuerzas nigerianas. En Malí, se escuchan voces disidentes dentro del ejército.

Para el futuro, existen muchas opciones; se pueden mencionar tres que han ocurrido en otros países. Un escenario de estilo somalí en el que los grupos islamistas logran controlar la mayoría de los territorios que rodean las capitales, permaneciendo bajo el dominio de la junta, tratando de imponer un bloqueo y continuando sus guerras contra los países costeros. Un segundo escenario que se parecería a lo que sucedió en Siria. La ruptura de JNIM con Al-Qaeda y la relativa desconfesionalización permite alianzas con fracciones del ejército en uno de los tres países de la AES en torno a la expulsión de las tropas rusas y la gobernanza sin corrupción. Finalmente, no se puede descartar un colapso, bajo el martilleo yihadista, de uno de los tres regímenes, que tendría un efecto dominó en los otros dos países. Un episodio que recordaría al de Afganistán con todas sus consecuencias catastróficas, particularmente para las mujeres.

Notas:

[1] País de África Occidental, antigua colonia francesa, independiente desde 1960

[2] Región noreste de Malí, históricamente controlada por los movimientos tuareg

[3] Movimiento de independencia tuareg fundado en 2019

[4] Pueblo nómada bereber del Sahara presente en varios países de la región

[5] Alianza militar formada en 2023 entre los tres países bajo dominio militar

[6] Jama’at Nasr al-Islam wal Muslimin – Grupo para el Apoyo al Islam y a los Musulmanes

[7] Afiliado local de ISIS activo en el área de las tres fronteras

[8] País de África Occidental sin salida al mar, antigua colonia francesa de Alta Volta

[9] País de África Occidental sin tierra, antigua colonia francesa

[10] Organización independiente que investiga el tráfico de armas

[11] Servicio de Internet por satélite operado por SpaceX

[12] Milicia de cazadores tradicional

[13] Coalición de grupos de oposición que organizó protestas contra el presidente Ibrahim Boubacar Keïta

[14] Presidente de Mali de 2013 a 2020

[15] Político maliense que se convirtió en Primer Ministro después del golpe de estado de 2020

[16] Presidente de Burkinabé de 1987 a 2014, derrotado por el levantamiento popular

[17] Presidente de Burkinabé de 2015 a 2022

[18] Oficial militar de Burkina Faso que dirigió el primer golpe de estado de 2022

[19] Movimiento de la sociedad civil de Burkina Faso

[20] Comités de barrio de base que organizaron la resistencia al gobierno militar en Sudán

[21] Presidente nigeriano de 2021 a 2023

[22] Ciudad en el oeste de Níger

[23] Región en el oeste de Níger que limita con Malí y Burkina Faso

[24] Operación militar francesa en el Sahel de 2014 a 2022

[25] Movimiento de independencia tuareg activo desde 2012

[26] Política de nacionalización económica en Zaire (ahora República Democrática del Congo) bajo Mobutu

[27] Mobutu Sese Seko, dictador de Zaire de 1965 a 1997

[28] Término que describe la relación neocolonial de Francia con sus antiguas colonias africanas

[29] Capitán Ibrahim Traoré, líder militar burkinabé que tomó el poder en septiembre de 2022

[30] Líder revolucionario y presidente burkinabé de 1983 a 1987

[31] Grupo de Autodefensa Imghad Tuareg y Aliados

[32] Pueblo en Malí donde las fuerzas francesas mataron a civiles en un ataque aéreo de 2021

[33] Activista y periodista de la sociedad civil nigeriana

[34] General nigeriano que dirigió el golpe de estado de 2023

[35] Secretario General de la Confederación General de Trabajadores de Burkina Faso (CGT-B)

[36] Líder del partido Solidaridad Africana por la Democracia y la Independencia (SADI)

[37] Líder militar maliense que tomó el poder en 2020 y 2021

[38] Acuerdo de paz de 2015 entre el gobierno maliense y los grupos armados

[39] Fuerzas auxiliares civiles reclutadas por el gobierno de Burkina Faso

[40] Grupos tradicionales de autodefensa en Burkina Faso

[41] Grupo étnico pastoral de África Occidental, también conocido como Peul

[42] Milicia del grupo étnico Zarma

[43] Grupo étnico, presente principalmente en Níger

[44] Líder del JNIM y ex luchador independentista tuareg

[45] Unidad militar dentro de JNIM

[46] Predicador religioso que se convirtió en líder yihadista

[47] Predicador de Burkina Faso que fundó Ansarul Islam

[48] Grupo islamista sirio que tomó el control de Damasco en diciembre de 2024

[49] Líder de Hayat Tahrir al-Sham, también conocido como Abu Mohammed al-Golani

[50] Ubicación cerca de la frontera argelina donde fueron asesinados los mercenarios

[51] País costero de África Occidental

[52] Costa de Marfil, país costero de África Occidental

[53] País del norte de África que desempeñó un papel mediador en los procesos de paz de Malí

[54] Parque natural transfronterizo

[55] Ciudad en Níger

Paul Martial es editor de la página web del colectivo Afriques en Luttes.

Texto original: https://www.contretemps.eu/sahel-sortir-impasse-militariste/ Traducción: Enrique García

Fuente: https://sinpermiso.info/textos/sahel-salir-del-pantano-de-la-militarizacion