Si vemos los informes norteamericanos, la respuesta es clara, SI. Cualquier responsable político estadounidense marca en estos momentos políticos, a China como el país que puede cuestionar a medio plazo la hegemonía norteamericana en el mundo. ¿Será China una gran potencia? Disiento completamente del análisis norteamericano ¿Qué aspectos debemos tener en cuenta? Por un lado, […]
Si vemos los informes norteamericanos, la respuesta es clara, SI. Cualquier responsable político estadounidense marca en estos momentos políticos, a China como el país que puede cuestionar a medio plazo la hegemonía norteamericana en el mundo.
¿Será China una gran potencia?
Disiento completamente del análisis norteamericano ¿Qué aspectos debemos tener en cuenta? Por un lado, China es el país más poblado del mundo, rondando los 1.400 millones de habitantes, es decir, uno de cada cinco es chino. Ya este dato les da un gran poder. Por otro lado, el desarrollo económico desde 1982 ha sido espectacular, con una media de crecimiento de su PIB en los últimos treinta años de un 10% anual, hecho este de gran relevancia.
China tenía en el año 1985 un PIB de 307.000 millones de dólares anuales, mientras que Estados Unidos tenía un PIB de 4.217.000 millones. Tras el fantástico crecimiento chino de los últimos años, tiene un PIB, en el año 2013, de 9.020.000 millones de dólares, mientras que el de Estados Unidos alcanza los 16.237.000 millones. La diferencia es que Estados Unidos son 300 millones y China 1.400 millones de habitantes.
China se ha convertido en los últimos años en el taller del mundo, con una masa laboral inmensa, con salarios diarios de un euro. Con jornadas de diez horas y seis días a la semana de trabajo y sin apenas derechos laborales y sociales. ¿Es este método laboral y social sostenible?
Podemos afirmar que el actual desarrollo chino es insostenible, no solo económicamente, sino social y medio ambientalmente. Veamos algunos datos.
El nivel de contaminación atmosférica y acústica en las grandes ciudades chinas provoca anualmente la muerte de dos millones de personas. El ambiente es irrespirable y no se toman medidas, porque eso, significaría paralizar gran parte de la industria, que la hace competitiva, entre otras cosas, al no existir ninguna norma medioambiental. Esta situación ya es insostenible y no se podrá sustentar por más tiempo.
El segundo gran problema es el agua en China. El sistema hídrico chino se basa en dos grandes ríos, el Amarillo y el Yangt Tse. El río Amarillo abastece a unos 550 millones de chinos y abarca la zona norte del país, donde se produce fundamentalmente trigo y maíz, es decir es el granero chino. El río Amarillo ya no lleva agua el 85% del año, en sus últimos 200 km. Los acuíferos del norte están completamente agotados y el 80% de la población de esta zona de China, tiene ya dificultades de abastecimiento, de forma que van a tener que modificar urgentemente su sistema económico.
Su máxima producción se consiguió en el año 2003 y, desde entonces la producción de estos dos productos básicos en la alimentación del hombre va en claro retroceso. Esto tiene dos consecuencias a nivel mundial: por un lado, China tiene que acudir a los mercados mundiales de trigo y maíz, provocando un encarecimiento de los mismos. Por otro lado, hace que China este comprando grandes extensiones de tierra en África y América del Sur, para poder abastecer a su población, a costa de devastar y expulsar a los nativos de la zona, practicando un nuevo neocolonialismo.
Tiene así mismo una gran carencia de energía, utilizando masivamente la energía fósil (representa un 80% de la que consume), lo que genera una gran contaminación. Depende mayoritariamente de la energía exterior, lo que le puede provocar una gran debilidad estratégica. Para intentar solucionar esto, vemos como su presencia en África y América del Sur aumenta constantemente, intentando así paliar su déficit energético.
Tiene un gran problema de población. Ya en 2012, su fuerza laboral se ha reducido en 3,5 millones de trabajadores y se calcula que el descenso en el 2020 será de 29 millones de trabajadores menos. Al mismo tiempo que se está acelerando el proceso de envejecimiento de la población, calculándose en más de trescientos millones de ancianos chinos para 2030. Todo esto ha provocado que en 2013 se haya acabado con la política del hijo único, pero resulta tardío este cambio demográfico.
A nivel agrícola, vemos como su producción es menor y es incapaz de garantizar su independencia alimentaria. Esto es consecuencia de que cientos de millones de campesinos han sido expulsados de sus tierras, convirtiéndolos en una población flotante de trabajadores en busca de empleo. Mientras que los que permanecen en el campo son oprimidos por la corrupción de los funcionarios.
La actual China es un sistema de economía política, donde el poder político es empleado para generar la acumulación privada a través de métodos capitalista de actividad económica.
Si sistema impositivo es altamente injusto e insolidario, pues recae en las clases populares. Su recaudación de impuestos es del 26% muy lejos de los de la OCDE que está en el 34%. Su gasto social sólo representa un escuálido 8%. Estos datos nos los confirman en la escala de Gini, que nos marca el nivel de desigualdad social en un país. En 1984 China tenía en la escala Gini el 0,27, que representaba una sociedad muy igualitaria. En enero de 2013 esta escala estaba en el 0,61, que marca un país como uno de los más desiguales del mundo. Se considera que resultados superiores a 0,40 representan en riesgo de fricción por la desigualdad. Los países europeos están entre 0,27 y el 0,37 de España en el año 2013. Estados Unidos está en el 0,45.
Su actual modelo de crecimiento económico, con una distribución tan desigual, concentrándose en una élite oligárquica a costa de la explotación y subordinación de las clases trabajadoras chinas, ya no garantiza la cohesión social. Ni la ética confuciana de la armonía y el equilibrio, ni la élite socialista de la igualdad, son fuentes legitimadoras de la actual estrategia de la cúpula dirigente.
China necesita profundizar en la lucha contra la corrupción, y la desigualdad social generalizando la protección social pública y la integración social, favoreciendo la democratización política y la de los derechos ciudadanos. Si no lo hace, cuestión está muy difícil por su actual funcionamiento, nunca podrá ser una potencial mundial con posibilidades de liderar el mundo.
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