Ha transcurrido menos de un mes desde la matanza de Newtown del 14 de diciembre pasado, cuyo saldo fue la muerte de 20 niños y seis miembros del personal de la escuela primaria Sandy Hook, y las muertes por armas de fuego no cesaron en EE.UU.: más de 400 desde entonces, según la investigación conjunta […]
Ha transcurrido menos de un mes desde la matanza de Newtown del 14 de diciembre pasado, cuyo saldo fue la muerte de 20 niños y seis miembros del personal de la escuela primaria Sandy Hook, y las muertes por armas de fuego no cesaron en EE.UU.: más de 400 desde entonces, según la investigación conjunta que están llevando a cabo la publicación electrónica Slate y un twittero anónimo que se identifica como @gunde aths (www.slate.com, 3-1-13). Si los datos son correctos, el promedio diario es aterrador.
Los dos ejecutores de este proyecto lo emprendieron porque, a su juicio, los medios no registran puntualmente las balaceras de cada día en medio del debate que desató la matanza de Newton y la demanda de algunos sectores de que se ponga coto a la venta indiscriminada de armas. Las discusiones y presiones son de tal envergadura que el periódico Huffington Post publicó un artículo que su autor, Douglas Anthony Cooper, tituló «¿Así que usted está cansado de la masacre de Newton?» (www.huffingtonpost.com, 3-1-13). Exhorta a los lectores a pensar seriamente en el tema. Lo merece: las consecuencias son extrañas.
Cooper señala que el periodista de Fox News James Rosen informó por Twitter que, según una fuente anónima, desde los hechos de Newtown alrededor de 8000 personas ingresaron cada día a la Asociación Nacional del Rifle (ANR) -acérrima defensora de la posesión de armas por civiles- y que además aumentaron los aportes individuales y los donativos a dicha organización. Al parecer, la «fuente anónima» estaba bien ubicada para conocer tales datos: pertenecía a la ANR. No faltan las ONG que abogan por imponer restricciones, como el Centro Brady de prevención de la violencia armada, pero son débiles frente a la ANR: el presupuesto anual de la última asciende a 300 millones de dólares, el del primero es cien veces menor.
Otra consecuencia de la tragedia: la venta de armas cortas y largas ha alcanzado records desde el 14 de diciembre en un país que está a la cabeza del mundo en cuanto a ciudadanos armados: 89 armas por cada cien civiles en el 2011, según una encuesta realizada por el Small Arms Survey con sede en Ginebra (www.smallarmassurvey.org). La tasa de homicidios relacionados con armas de fuego es la más alta de los países industrializados (www.newamericamedia.org, 2-1-13). Los industriales del ramo, contentísimos.
Se estima que el movimiento económico total de esas industrias alcanzó los 31.800 millones de dólares en el 2012 (suma equivalente al presupuesto federal de Nigeria para el 2013), según el informe anual correspondiente de la Fundación nacional de tiro deportivo. El cual subraya: «En los últimos dos años, el crecimiento de esta industria ha sido el resultado de un número sin precedente de estadounidenses que eligieron ejercer su derecho fundamental a tener y portar armas y a comprar armas de fuego y municiones» (//nssf.org). Para el periodista católico René Ciria-Cruz se trata de un estado de «paranoia social… el temor a amenazas no perceptibles contra la seguridad personal alimenta la demanda de rifles de asalto automáticos y de pistolas» (www.newamericamedia.org, 2-1-13).
El presidente Obama anunció que este mes enviará al Congreso un proyecto de ley destinado a restringir la venta de ciertas armas y a controlar su recorrido. Un grupo de trabajo encabezado por el vicepresidente Biden prepara una amplia serie de medidas para disminuir esta clase de violencia (www.washingtonpost.com 6-1-13), pero es notorio que el primer mandatario de EE.UU. no se opuso al derecho a armarse, antes bien por el contrario.
The Christian Science Monitor recordó que Jim Barrett, analista del desarrollo industrial de EE.UU., señaló en una entrevista concedida a Associated Press que Obama «ha sido lo mejor que le ha sucedido nunca a la industria de las armas de fuego» (www.csmonitor.com, 3-1-13). Un análisis de la AP de octubre pasado reveló que los beneficios obtenidos por Ruger & Co. y Smith y Wesson, «los dos mayores productores de armas de fuego de EE.UU., se elevaron un 86 por ciento y el 41 por ciento, respectivamente, desde que Obama gobierna». No está mal.
Los partidarios de la ANR multiplican su cabildeo en la Cámara de Representantes y el Senado, en los que no faltan parlamentarios que ocupan sus bancas gracias a la Asociación. Sus voceros no vacilan en falsear estadísticas de manera ridícula: proclaman que el futuro control de las armas debería prohibir los martillos porque «al analizar las estadísticas del FBI correspondientes al período 2005/2011, el número de asesinatos cometidos con martillos y cachiporras excede con mucho al de los perpetrados con un rifle» (www.breitbart.co, 3-1-13). Lástima que esas estadísticas muestran que de un total de 12.664 víctimas, 8583 fueron muertas por armas de fuego (www.fbi.gov, informe 2011), es decir, más de dos tercios. Qué tozudez la de las cifras.
Fuente original: http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/13-211513-2013-01-10.html