Cuando, hacia finales de la primera década del presente siglo, Narendra Modi empezó a hablar con frecuencia sobre algo que él llamaba el ‘Modelo Guyarat’, fue la segunda vez que un estado de la Unión India tuvo ese imponente sufijo, de autopromoción, añadido a su nombre. El primero fue Kerala. Los orígenes del término ‘Modelo Kerala’ se remontan a un estudio hecho en los 70 por economistas miembros del Centro para Estudios sobre el Desarrollo de Thiruvananthapuram. Este demostraba que por lo que respecta a los índices de población (como la disminución de la tasa de natalidad), educación (como una destacadamente alta alfabetización de las mujeres) y salud (como en una menor mortalidad infantil y mayor esperanza de vida), este pequeño estado en un país desesperadamente pobre lo había hecho bien –y a veces mejor– que partes de Europa y Norteamérica.
Promovida en primer lugar por economistas y demógrafos, Kerala fue pronto alabada por sociólogos y politólogos. Los primeros defendían que las distinciones de casta y clase habían disminuido radicalmente en Kerala en el curso del siglo XX; los últimos demostraban que, cuando se trata de poner en práctica las estipulaciones de las 73ª y 74ª enmiendas de la Constitución -ambas de descentralización administrativa, nota del tr.-, Kerala estaba por delante de otros estados. Se les había transferido más poder a las municipalidades y panchayats -gobierno ejercido por un concejo municipal, nota del tr.- que en ninguna otra parte en India.
El éxito, en bien sabida expresión de John F. Kennedy, tiene muchos padres (mientras el fracaso es huérfano). Cuando estos logros del estado de Kerala llegaron a ser ampliamente conocidos, muchos grupos se apresuraron a reclamar su parte del crédito. Los comunistas, que habían estado en el poder durante largos periodos, dijeron que había sido su radicalismo económico el que lo había hecho posible. Los seguidores de Sri Narayana Guru (1855-1928) dijeron que había sido el igualitarismo promovido por este gran reformador social el que había llevado a buena parte de lo que siguió. Aquellos todavía leales a las casas reales de Travancore y Cochin observaron que, por lo que se refiere a la educación, y especialmente la educación de las niñas, sus Gobernantes habían sido más progresistas que los Maharajas y Nawabs de cualquier otra zona. La comunidad cristiana de Kerala también metió cuña, haciendo notar que algunas de las mejores escuelas, universidades y hospitales eran gestionados por la Iglesia. Hubo que esperar a que el gran historiador australiano de Kerala e India, Robin Jeffrey, analizase críticamente todas estas reclamaciones y demostrase con que orden de magnitud habían contribuido. Su libro Politics, Women and Wellbeing sigue siendo la obra definitiva sobre la materia.
Estos eran los elementos del ‘Modelo Kerala’. ¿Cuáles constituyen el ‘Modelo Guyarat’ del que Narendra Modi empezó a hablar hacia 2007? El señor Modi no lo definió con mucha precisión. Pero hay pocas dudas de que acuñar este término fue inspirado y provocado por el que le precedía. El Modelo Guyarat, sugería el Sr. Modi, sería diferente, y mejor, que el Modelo Kerala. Entre las debilidades más destacables de este último estaba que no alentaba realmente la empresa privada. La ideología marxista y la política sindical lo inhibían. Por su parte, las Vibrantes Cumbres de Guyarat organizadas cada dos años cuando el Sr. Modi era Ministro Principal de ese estado estaban destinadas precisamente a atraer inversión privada.
Esta apertura al capital privado era sin duda, para los seguidores del sr. Modi, la característica más atractiva de lo que él estaba vendiendo como el ‘Modelo Guyarat’. Fue lo que le trajo el apoyo de la gran empresa y también de la pequeña, cuando lanzó su campaña para Primer Ministro. Jóvenes profesionales, asqueados del enchufismo y corrupción del régimen de la UPA -coalición de gobierno en torno al Partido del Congreso, nota del tr.-, acudieron en masa en su apoyo, viéndolo como un mesias modernizador que haría de India una potencia económica.
Con el apoyo de estos grupos, y muchos otros, Narendra Modi fue elegido Primer Ministro en mayo de 2014.
Hubo otros aspectos del Modelo Guyarat de los que no habló Narendra Modi, pero de los que aquellos que conocían el estado bastante mejor que los Titanes de la Industria india eran perfectamente conscientes. Entre ellos estaba la relegación de las minorías (y particularmente los musulmanes) a un estatus de segunda clase; la centralización del poder en el Ministro Principal y la creación de un culto a la personalidad en torno a su figura; ataques a la independencia y autonomía de las universidades; restricciones a la libertad de prensa y, en particular, una actitud vengativa hacia críticos y rivales políticos.
A todos estos aspectos oscuros del Modelo Guyarat se les restó importancia en la campaña a Primer Ministro del sr. Modi. Pero en los seis años desde que está en el poder en el Centro, se han vuelto claramente visibles. La comunalización de la política y del discurso popular, el secuestro de las instituciones públicas, la intimidación a la prensa, el uso de la policía y las agencias de investigación para acosar a los oponentes y, quizás por encima de todo, la deificación del Gran Líder por parte del partido, el gabinete, el gobierno y los medios de comunicacion de Godi, estas han sido las características del ejercicio como Primer Ministro de Narendra Modi. Mientras tanto, el rasgo positivo más ampliamente publicitado del Modelo Guyarat antes de 2014 ha demostrado ser un fiasco. Lejos de ser un reformador partidario del libre mercado, Narendra Modi ha demostrado que es un absoluto estatista en asuntos económicos. Como me dijo con repulsión un banquero de inversiones quien alguna vez le había apoyado con entusiasmo: «Narendra Modi es nuestro Primer Ministro más izquierdista que ha habido nunca – es incluso más izquierdista que Jawaharlal Nehru».
Lo que me lleva de nuevo al Modelo Kerala, que el Modelo Guyarat buscó reemplazar o suplantar. Aunque se habló mucho de ello en los 80 y los 90, en los últimos años el término ya no se ha oído mucho en el discurso político. Ha caído en desuso, presumiblemente condenado a la papelera de la historia. El arranque del Covid-19 afortunadamente lo ha rescatado, y de hecho lo ha devuelto al centro de la escena. Porque de la manera en que ha hecho frente, abordado y controlado la crisis del Covid, Kerala ha mostrado una vez más ser un modelo para India –y quizás para el mundo.
Ha habido algunos excelentes reportajes sobre cómo aplanó la curva Kerala. Parece claro que hay un profundo legado histórico tras el éxito de este estado. Como la gente de Kerala tiene mejor educación, han seguido prácticas en su vida cotidiana que hiciesen menos probable la transmisión comunitaria. Como tienen un excelente sistema de salud, si la gente daba positivo en el test, ha podido ser tratada rápida y adecuadamente Como las distinciones de casta y género son menos extremas que en cualquier otra parte de India, el acceso a la sanidad y la información médica es menos sesgado. Como la descentralización del poder está incrustada en los sistemas de gobierno, los jefes de panchayat no tienen que esperar una señal de un Gran Jefe antes de decidirse a actuar. Hay otras dos características de la cultura política de Kerala que les han ayudado en el contexto actual: sus máximos líderes generalmente tienen más los pies en la tierra y son menos arrogantes que en cualquier otra parte, y el trabajar conjuntamente los partidos les resulta más fácil.
El estado de Kerala no es de ninguna manera perfecto. Aunque no ha habido graves disturbios comunales desde hace muchas décadas, en la vida cotidiana todavía hay una cierta reserva en las relaciones entre hindúes, cristianos y musulmanes. El casteísmo y el patriarcado se han debilitado, pero de ninguna manera eliminado. Los intelectuales siguen sospechando irracionalmente de la empresa privada, lo que les hará mucho daño en la era post-Covid, cuando se sequen las remesas del Golfo.
Pero a pesar de todos sus defectos, el estado y la gente de Kerala tienen muchas cosas que enseñarnos a los que vivimos en el resto de la India. Olvidamos sus virtudes en la pasada década, pero ahora se está hablando una vez más de estas virtudes, tanto para inspirarnos como para amonestarnos. El éxito del estado en el pasado y en el presente se ha basado en la ciencia, la transparencia, la descentralización y la igualdad social. Estos son, como fueron, los cuatro pilares del Modelo Kerala. Por su parte, los cuatro pilares del Modelo Guyarat son la superstición, el secretismo, la centralización y el fanatismo comunal. Sin dudarlo, dadnos el primero sobre el segundo.
Ramachandra Guha es un historiador residente en Bengaluru. Entre sus libros se encuentran Environmentalism: A Global History’ and ‘Gandhi: The Years that Changed the World’.
Traducción de Carlos Valmaseda (Espai Marx)